49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA) |
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Quito Ecuador7-11 julio 1997 |
José Ramón Iglesias Aliaga y Andrés Gutiérrez Usillos
ARQ 11: EL ÁREA ECUATORIAL ANDINA: REGIONALIZACIÓN, PERIODIZACIÓN E INTERCAMBIO.
EVIDENCIAS LÍTICAS DE LOS PROCESOS DE APROPIACIÓN Y PROCESAMIENTO EN LA ACTIVIDAD DE SUBSISTENCIA DE LA CULTURA ATACAMES, ESMERALDAS, ECUADOR.
José Ramón Iglesias Aliaga
Andrés Gutiérrez Usillos
1.- INTRODUCCIÓN.
La Cultura Atacames es la expresión más septentrional del Período de Integración en Ecuador. Se ubica en la provincia de Esmeraldas, y ha sido definida fundamentalmente por las excavaciones arqueológicas de los sitios de Atacames, Balao y Tonsupa, todos en la línea de costa (mapa 1).
Atacames-Castelnuovo: Es el sitio en el que se definió la cultura que comentamos. La bahía de Atacames se abre en la costa a 20,5 Km. hacia el sur de la desembocadura del río Esmeraldas y tiene una extensión de 6 Km. El yacimiento ocupa unas 127 hectáreas, donde se localizaron 65 montículos habitacionales en la Hacienda Castelnuovo, aunque existen evidencias de otros muchos (Guinea 1995a:53). Dos son las tolas que destacan por el tipo de material asociado, E-69 y E-86, que incluyen artefactos de tipo ornamental o suntuario y ceremonial. Alcina (1979: 122-130) sugiere que pudiera tratarse de templos; por otro lado, E-101 y E-86 también han servido de enterramientos.
Las investigaciones en este yacimiento principal, han permitido distinguir dos fases: Atacames Temprano (700-1100 d.C.) y Atacames Tardío (1100-1526 d.C.). En esta última se intensifican los rasgos ya delineados en la primera (Alcina 1979: 122; Guinea 1995a) y se vincula con la fase Balao.
El asentamiento, tal y como fue visto por los españoles en 1527, era un gran poblado con 1000 ó 1500 casas, calles, plazas (Sámano 1985: 181; Xerez 1985: 66). Como manifestación expresa, aunque seguramente sobrevalorada, de esta copiosa población, comenta Xerez (1985: 66) que, les "salieron a recibir más de diez mil indios de guerra" .
Balao (E-1): situado sobre un pequeño acantilado, junto al estero del mismo nombre, muestra un asentamiento de tipo disperso, en esto se diferencia de Atacames, además la ausencia de cerámica de lujo (Alcina 1979: 130-139). La similitud de los tipos ordinarios con la de Atacames sugiere que se trata de una aldea o estación dependiente, posiblemente de pescadores que se dedicaban a ahumar y comercializar el pescado con las poblaciones del interior, o incluso de asentamientos costeros mayores. Balao se ha fechado entre 860 y 1390 d.C. (Alcina 1979: 130).
Tonsupa: yacimiento investigado también por la Misión Arqueológica Española en los años 70, que aportó datos de interés para definir la fase Atacames (Alcina 1989: 53).
En la cuenca del mismo estero y colinas circundantes se localizaron otros yacimientos (Alcina 1989: 53) pertenecientes a la fase Balao: Totumo (E-18), Talambó (E-19), Cangrejo (E-20), Arenas (E-21), El Maizal (E-22), etc.
2.- EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE LA PESCA.
Las evidencias arqueológicas de las que podemos deducir las diferentes artes de pesca desarrolladas por los pobladores de Atacames son de dos tipos, por un lado los restos zooarqueológicos y por otro los útiles líticos. El primer aspecto ha sido trabajo acometido por Guinea en años anteriores (1982, 1984), por lo que nos centraremos en el estudio y clasificación de los artefactos líticos, poniéndolos en relación con los distintos sistemas de pesca. Además de las evidencias arqueológicas, el análisis de las fuentes históricas es fundamental a la hora de interpretar y comprender la estructuración y el funcionamiento de estas sociedades.
2.1.- Útiles Líticos para la actividad pesquera.
Meggers, Evans y Estrada (1965: 33) ya definieron la presencia de pesas líticas en los sitios Valdivia. Observamos que la forma de estos objetos es una constante: ovalada, con perfil aplanado y con muescas en los laterales para fijar las cuerdas o hilos con que atarlas. El tamaño de estas pesas Valdivia oscila entre los 4,5 a 8 cms. de largo, 3,2 a 6 cms. de ancho, con un máximo espesor de 1 a 2,5 cms. En contextos arqueológicos del período Formativo Final, Chorrera, Estrada (1958: 95) menciona también pesos de red de piedra de características similares.
Otros yacimientos costeros han ofrecido idénticos útiles. En las excavaciones del sitio de Inguapí, de la cultura Tumaco-Tolita, se señalan numerosas pesas de red (Labbe 1988: 30), vinculadas al período Clásico. En Esmeraldas, para el mismo período de Desarrollo Regional, aunque en su manifestación tardía se identificaron similares pesas de red en el yacimiento de La Propicia, (Rodríguez Eyré, 1984: 170-171).
Pero el período cultural que nos interesa destacar es el de Integración. Así para la fase manteña del sitio Salango se identifican pesas de red (Norton, Lunis et al. 1983). Pese a que son objetos que como vemos se encuentran desde el período Formativo Temprano hasta el período de Integración, hasta ahora no se había intentado un estudio conjunto, contextualizado de los mismos, que sirviera de base para la identificación de las distintas artes de pesca. Este es el objetivo en el análisis de las numerosas pesas recuperadas en las excavaciones del poblado de Atacames.
2.2.- Las Pesas Líticas de Atacames.
Las pesas están fabricadas con piedras duras en forma de cantos rodados, algunas de origen volcánico, y otras de origen terciario marino. García-Gelabert (1978: 93) menciona para las pesas líticas de Atacames, el predominio de la arenisca arcillosa de grano fino, entre otras areniscas, así como basalto, gabrio y diorita.
La resistencia del material empleado, es una de las causas de la profusión de este tipo de objetos en los yacimientos arqueológicos costeros, pero evidentemente, la utilización conjunta de ejemplares para conformar los lastres de las redes, contribuye a que esta abundancia sea notoria. Debemos tener en cuenta que, en general, no se trata de objetos independientes o aislados, sino que forman parte de un conjunto.
Hemos señalado anteriormente los distintos yacimientos investigados por la Misión Arqueológica Española, pero como mencionamos el peso de la investigación recayó en el sitio de Atacames, por lo que no es de extrañar que la mayoría de los objetos procedan de este sitio. Por otro lado, se observa una preponderancia numérica de objetos de este tipo en aquellas tolas exavadas más profusamente, frente a las que sólo fueron sondeadas. En la Tabla 1 ofrecemos una primera aproximación a estos objetos, distinguiendo ya algunos de los tipos a los que haremos referencia a continuación, pero atendiendo únicamente a su distribución por niveles (presencia-ausencia).
Atendiendo al número de ejemplares recuperados, destacan dos de los montículos: las tolas E-69 y E-101. En ambas, aunque más claramente en la primera de ellas, puede observarse una distribución de pesas líticas en todos los niveles (artificiales), hasta los más profundos, mientras que en el resto de los sondeos de tolas y pozos plaza se aprecia una mayor concentración de material en los primeros niveles.
Por tipos, observamos una concentración de las pesas para anzuelo en los primeros niveles, estando ausente del resto.
2.3.- Tipología de Pesas líticas en Atacames.
Para la clasificación de los objetos líticos que proponemos en este trabajo hemos procuarado atender tanto al aspecto morfológico como al funcional. De esta manera dividimos los diferentes objetos recuperados en 4 categorías 1) Pesas para anzuelo, 2) Pesas para red, 3) Pesas para buceo , 4) Pesas planas con perforación central.
En el gráfico 1 ofrecemos la distribución por Tolas de todas las pesas, según los pesos de las mismas. Podemos ver que existen unos ejemplares de peso muy reducido, que corresponden a las pesas de anzuelo, un gran grupo, que ocupa casi todo el gráfico de manera bastante uniforme, que son las pesas de red, de tamaño menor (entre los 15 y los 45 gramos), otro grupo, hasta los 700 gramos (pesas de red de mayor tamaño), y tres ejemplares más que completan el cuadro hasta los 1600 gramos (pesas de buceo).
Tipo 1: Pesas para Anzuelos:
Se trata de pequeños objetos líticos, y en algún caso aislado de cerámica, cuya función es la de lastrar el anzuelo con la carnada o cebo. Dentro de este primer grupo debemos hacer una diferenciación entre los tipos morfológicos, distinguiendo dos principales, (En la Tabla2, presentamos las medidas y pesos de todos ellos):
¨ Subtipo 1a : tiene la forma idéntica a las pesas para redes, ovaladas, planas y con muescas en los laterales, pero su tamaño y peso son mucho más reducidos (Figura 1b). Hemos identificado varios ejemplares en Atacames, presentes tanto en la Tola 101 (1 objeto), como en la E-69 (3 objetos) y en los Pozo Plaza 2 (6 ejemplares), probablemente asociado a los enterramientos (Tabla 2c).
¨ Subtipo 1b : muestra forma ahusada, con una perforación en el extremo apuntado. De esta variedad hemos identificado tan sólo 2 ejemplares en Atacames (Figura 1c), de forma idéntica, si bien uno de ellos, nunca llegó a utilizarse, pues se fragmentó en el proceso de fabricación de la perforación. Ambos objetos se encontraron en la Tola 71 (Tabla 2c).
La presencia de estos "pesos" para el sedal del anzuelo evidencia la utilización de este arte de pesca, sin embargo, en Atacames no se recuperaron anzuelos, a excepción de dos ejemplares de cobre, lo que sugiere la fabricación con materiales orgánicos, seguramente vegetales.
En la Figura 1a hemos reconstruido la posible utilización de estos dos tipos de objetos. En el dibujo puede observarse el tipo 1a, que es un simple canto de río con muescas para atar el sedal. En la izquierda mostramos la representación del tipo 1b y en lugar de disponer el anzuelo en la extremidad del sedal como en el caso anterior, este extremo estaría ocupado por la pesa, lo que permite la utilización del propio sedal como soporte para ramificaciones de anzuelos. El sistema que acabamos de describir es denominado palangre, calandra o espinel, y aún es utilizado por los Chachis de Esmeraldas (Mitlewski 1985: 70).
Tipo 2: Pesas de Red:
Son, con mucho, las más abundantes de todo el registro arqueológico, puesto que hemos contabilizado 149 ejemplares. Destacan asimismo por mantener una similitud morfológica, en todos ellos, así como con las pesas de red que hemos mencionado para culturas anteriores es decir, cantos de río de forma ovalada, arriñonada o redondeada con una muesca en los cantos, más o menos profunda, realizada para la sujeción de la cuerda que la une a la malla.
En la Tabla 3 se observa el gran número de pesas de red recuperadas en Atacames, así como los tamaños y pesos correspondientes, ordenadas por tolas y niveles. Según estas variantes (tamaño y peso) podemos distinguir dos grupos principales de pesas, por un lado aquellas que miden entre los 4 y los 6 cms. y un peso que varía; por otro lado, las de mayor tamaño y peso, que alcanzan hasta 700 gramos.
¨ Subtipo 2a : La mayor parte pertenecen al subtipo 2a. Las pesas recuperadas en Atacames, como acabamos de ver, permiten deducir el uso de determinados tipos de redes, como la mayor parte de las pesas de red se encuentran en el rango entre los 3,5 y 7 cm. de largo x 3 o 5 de ancho y un peso entre 15 y 125 gramos, podemos deducir que se utilizaban preferentemente un tipo que identificamos como Atarraya.
Con estas pequeñas pesas se fabricaba la Atarraya o Esparavel , una pequeña red en forma de embudo, que se lanza directamente sobre el agua desde lugares elevados, o desde la misma canoa. En el vértice pende una cuerda, para elevar la red, una vez capturada la presa, que se cierra por abajo por el peso de los lastres.
Reichel-Dolmatoff (1960: 88) describe el uso de la Atarraya entre los Emberá y Noanamá del Chocó colombiano, y Mitkewski (1985) la menciona como arte de uso estacional, entre los indios Chachis de Esmeraldas, aunque sugiere su introducción por parte de grupos mulatos, ya que el lenguaje Chachi carece de un vocablo explícito para este arte. A esta misma conclusión llega Wilbert (1956: 103), sobre las atarrayas que se utilizan en la montaña peruana. El lastre utilizado son piedras como las que describimos, aunque hoy día se sustituyen plomos (alcanzando un peso total de hasta 10 Kg.). El tamaño total de la red varía entre 1 y 3 metros de diámetro y de malla apretada pues se suelen utilizar para la captura de peces pequeños.
Redes de mayor tamaño que la atarraya, y de forma rectangular fueron empleadas en la costa ecuatoriana durante el período de integración. En el dibujo de la balsa manteña realizado por Benzoni (1989: 314) (Figura 2), puede verse a dos pescadores, cada uno sentado sobre unos "troncos flotantes" formados por tres estrechos troncos atados, y que sostienen entre ellos una red rectangular. La escena, según interpretamos, muestra en un primer plano a un hombre realizando una "ofrenda" de productos al mar, ofrenda que debemos poner en relación con la acción de pesca que se está realizando en ese momento. Las ofrendas al mar, seguramente maíz y otros productos alimenticios, atraerían voraces bancos de peces, los cuales serían pescados por grupos de pequeñas embarcaciones con redes manejadas entre dos personas, o que bien serían arrastradas posteriormente hacia la costa por medio de cuerdas atadas a los extremos.
¨ Subtipo 2b : Las pesas de mayor tamaño debieron formar parte del lastre de dos tipos de red similares de arrastre, la Jábega , y el chinchorro , y una de trampa, el trasmayo . El peso de estos objetos oscilaría entre los 100 y los 600 gramos (Tabla 2a).
En el poblado de Atacames hacia 1527, según nos cuenta Gonzalo Fernández de Oviedo (1959. Cap. V, 13; o cap. IV: 122), pescan con chinchorros . Este arte de pesca implicaría el uso de embarcaciones con las que introducir las redes en el mar, siendo posteriormente arrastradas por las gentes que permanecen en la orilla de la playa. Para mantenerlas de manera vertical durante el arrastre hacia la playa, las redes debían constar de una jareta con lastre, y otra con flotadores, que estarían fabricados bien de madera de balsa (como en la actualidad realizan los indígenas Chachis (Mitlewski 1985) o bien con calabazas, o incluso piedra volcánica porosa, como la que identificamos en Atacames.
La existencia de redes en la región de Atacames queda atestiguada por el cronista Trujillo (1985: 193) cuando comenta sorprendido a su llegada al pueblo de Cancebí, las "muchas redes de pescar" que tenían.
En la actualidad se utilizan en la costa de la Península de Santa Elena redes que, colocadas en aguas algo profundas próximas a la orilla, se arrastran hacia la costa (Meggers et al. 1965: 13). Este sistema, conocido como Cala, es mencionado para la costa peruana por el cronista Bernabé Cobo. Las capturas que se obtienen con este sistema son de pequeño tamaño, puesto que los peces de grandes dimensiones habitan en aguas profundas.
Los Chinchorros son también redes de arrastre. En Jaén, según la Relación de Chuquimayo, en 1549, (Palomino 1965: 186) eran utilizados los chinchorros para pescar, por lo que podemos suponer que no son de introducción europea.
Los Trasmayos: son redes rectangulares de unos 3 metros de ancho y hasta 30 de largo, según la utilización, y con una malla media de unos 7 centímetros, en los ejemplares de los Chachis, que se destinan a la captura del sábalo (Mitlewski 1985: 65). Son redes de colocación vertical, por lo que necesitan lastres, (realizados con piedras de cierto peso, en relación con el tamaño de la malla) y flotadores, realizados con madera de balsa. Sirven tanto para cerrar el paso en los ríos, a los peces (sábalos) que han subido con la marea, y que al bajar quedan atrapados. O bien fijando un extremo en la orilla, forma un embudo para los peces que suben río arriba.
Tipo 3: Pesas para bucear.
En este caso se trata de grandes y pesados objetos líticos cuya función es la de facilitar una rápida inmersión de los buceadores a pleno pulmón y la retención en el fondo durante la recolección de moluscos que, como el spondylus o la Pinctada mazatlántica, se encuentran a cierta profundidad en el mar. Las pesas de buceo reseñadas para otras culturas ecuatorianas tienen forma ahusada, con un rebaje alrededor de la parte central, donde atar la soga con la que se recupera la pesa una vez el buceador se ha desprendido de ella. En el caso de Atacames, por el tamaño y peso tan sólo podemos reseñar tres ejemplares, dos de ellos rondando los 1500 gramos y el tercero los 900 gramos (Tabla 2a).
Tipo 4: Pesas discoidales con perforación central.
Se trata de objetos de piedra tallados, de forma discoidal, aplanados, con una perforación central, y que usualmente se relacionan con el arte de la pesca, pero que también se describen como cabezas de macanas, contrapesos para el palo cavador, etc. En realidad no sabemos qué función cumplen dentro de esta actividad, puesto que se encuentran de distintos tamaños, desde unos 40 gramos a más de 200 gr. Esta variedad de tamaño descarta el uso como macanas o como contrapesos, y afianza su utilización como pesas.
Por otro lado, García Gelabert (1978: 98) se percató de que el orificio central de esas pesas no estaba centrado, lo que si bien no es un obstáculo para un lastre, si sería un inconveniente para la utilización como macanas.
Quizá su utilización no deba relacionarse con las redes sino con otras artes de pesca que incluirían trampas y nasas.
2.4.- La fabricación de las redes a través de un rasgo característico: el tinte.
Al revisar el material lítico de Atacames, observamos en algunas de las pesas de red, la presencia de unas bandas transversales, generalmente de color marrón rojizo, y con un ancho constante (0,5 cms.), entre las dos muescas de las piedras. En otros casos la mancha no es una banda de color, sino que, con el mismo ancho mencionado se observa unas líneas de mancha alrededor de color pardo amarillento.
Estas "manchas" sobre la superficie de contacto de la atadura de las pesas de red, no son otra cosa que las improntas, de color, producidas por el astringente-colorante utilizado para curtir las redes, que muy seguramente estaban fabricadas con algodón. Existen evidencias arqueológicas en otras regiones de la utilización de taninos vegetales con este fin.
En las desérticas costas del centro-sur peruano se han conservado, además de algunos instrumentos para tejer redes, fabricados en madera, y fragmentos de malla, como las encontradas en "Lo Demás", en Chincha, Perú, de las que todas son de fibra vegetal, a excepción de dos fragmentos de red de algodón (Sandweiss 1992: 73, 79).
Las redes de Atacames, al igual que otras redes recuperadas en contextos arqueológicos peruanos, donde ha podido atestiguarse, debieron estar teñidas con colorantes, tanto camuflar el algodón bajo el mar, como sobre todo para conferir al arte de pesca la resistencia y durabilidad necesarias. De esta manera, no es de extrañar que los principales colores muestren tonos pardos, pardo amarillentos, etc.
El teñido de las redes es una práctica tan extendida como la utilización de las mismas, empleándose siempre el mismo tipo de astringente-colorante, los taninos, uno de los más abundantes en la naturaleza, puesto que se encuentran en gran parte de los elementos vegetales. Ejemplos de la utilización de taninos en el curtido de las redes de fibra vegetal se encuentran tanto en el Viejo Mundo, (en Galicia, España se seguían tiñendo redes con taninos hasta tiempos recientes) (Romani, A. 1988: 94), como en el Nuevo, tanto en Mesoamérica (en el Museo Nacional de Antropología se exponen unas redes de pesca, procedentes de Coahuila de colores sienas, pardos y rosados, característicos de los taninos), (Roquero, 1996), o como en el área Andina donde también se ha realizado un breve estudio sobre los colorantes en las redes recuperadas en Las Aldas y Paracas, en la costa de Perú).
En realidad no se trata realmente de un teñido de la red, puesto que los taninos no son en sí tintes, sino curtientes. Son substancias orgánicas, de origen vegetal, solubles en el agua, de carácter ácido y un fuerte poder astringente. Los taninos protegen a las fibras vegetales (orgánicas) de las redes, de la corrupción que provocaría el contacto con el agua del mar. También se han empleado para curtir cueros, ya que absorben rápidamente el agua de las pieles o tejidos.
Southon (1986: 15) en su estudio sobre la pesca de arrastre en el poblado de Salango, menciona la utilización de alquitrán o brea para evitar que el algodón se pudra. En una de las pesas de red de Atacames también hemos constatado la presencia de una mancha de color negro, muy probablemente brea. No estamos seguros que ese haya sido la finalidad del alquitrán o la brea, pues los taninos son fáciles de obtener en el área de Atacames, si bien en la Península de Santa Elena los afloramientos de brea son frecuentes.
Entre los grupos Chachis actuales de la provincia de Esmeraldas, en Ecuador, se emplean también las fibras de las hojas de la pita ( Fourcroya sp.) y los flotadores se fabrican con madera de balsa ( Ochroma lagopues ) (Mitlewski 1985:64-65).
3.- INSTRUMENTOS LÍTICOS DE MOLIENDA Y UTENSILIOS DE LABRANZA EN ATACAMES.
3.1.- INTRODUCCIÓN
Los artefactos líticos nos proporcionan información sobre la tecno-economía del grupo que los fabricó. Así el hecho de que existan manos, metates y hachas nos indica la práctica de la agricultura; la existencia de morteros y machacadores nos hace ver que el grupo de pendía de la recolección para completar su dieta; si existen pesas de red nos confirma la utilización de la pesca. Como indica Jorge Marcos (1988:147) los instrumentos para procesar las planta alimenticias son indicadores de la presencia de la agricultura en los trópicos húmedos, ya que al no existir huertos naturales los artefactos para la molienda serían fabricados para moler granos de plantas domésticas como el maíz y no los productos de la recolección. Los artefactos de molienda sirvieron para la trituración y machacado de varios tipos de plantas, transformando un alimento solido en pasta o en partículas, por medio de acciones de presión, frotamiento o percusión.
Son muy escasos los restos vegetales recuperados en Atacames, sólo disponemos de unos granos carbonizados de maíz que se encontraron en un cuenco acompañados de huesos de bagre (Guinea 1995b:181) y una calabaza trabajada que había sido utilizada como recipiente (Guinea 1982.139). Intentaremos comprender mejor el uso que de las plantas hacían los atacamenos centrándonos en los instrumentos líticos de molienda como manos, metates, morteros y machacadores y en los utensilios que servían para labores agrícolas como las hachas, estecas y azadas recuperadas en el yacimiento de Atacames en las excavaciones efectuadas en las temporadas de 1974 y 1975. Clasificaremos estos objetos según su función y forma, y observaremos las señales de uso entre las que podemos encontrar tanto marcas originadas por la fricción o el alisado como huellas producidas por golpes o picado producidos durante la manufactura de los utensilios. En este último caso la superficie se presenta con cicatrices y astilladuras. Son muy pocos en los que para su elaboración se utilizó exclusivamente una de las técnicas, generalmente se presenta una combinación de ambas. Así las manos, metates, morteros y machacadores tienen en común una superficie pulida y picoteada a la vez. La característica principal de los utensilios de molienda de Atacames es que su forma final se determinó en la mayoría de los casos por el uso. Sin embargo no podemos decir que son piedras escogidas por su forma sin mayor modificación, sino que fueron manufacturadas de acuerdo a un diseño muy específico, de ahí la variedad de formas para un mismo uso. Por su parte, los utensilios de labranza sirven para el desmonte y recolección de plantas domésticas y su forma ha sido modelada intencionalmente y siempre se tendió a utilizar el mismo tipo de piedra dura que hace que el utensilio sea más duradero.
Observando la distribución los útiles por niveles (Figura 6) pueden apreciarse dos momentos del uso de estos artefactos en la ocupación de Atacames. Un momento más antiguo representado por los materiales de los niveles 17 al 25, que correspondería a la fase de Atacames Temprano, el cual muestra metates muy fragmentados, son en total tres fragmentos de un único metate de arenisca con la superficie de trabajo muy pulida; de las manos de metates se conservan en total 3 se conservan todas fragmentadas por la mitad, muestran huellas de quemado y son de forma ovalada y sección ovoidal; de las estecas se conservan dos presentando fuertes huellas de fricción; son de arenisca grano fino y se encuentran fragmentadas por la mitad. Por ultimo tenemos el ejemplar de hacha mejor conservado y mejor manufacturado recuperado en Atacames. Es un período en el que se localizan escasísimos artefactos agrícolas lo que nos indica una economía orientada más hacia otro tipo de subsistencia como la pesca, recolección y caza. Si bien el material lítico de la tola 69 aumenta según la profundidad, en el nivel 22 el 21'67 % de los materiales recuperados son de lítica (Garcia Galabert, 1978), lo que indicaría que la piedra ocupaba un importante lugar en la vida de los atacameños, sin embargo el uso que de ella se hacía para la agricultura era escaso, aunque también es verdad que en toda la tola 69 hay pocos restos de útiles agrícolas.
El período referente al Atacames Tardío estaría representado por los materiales del 1 al 12 (Alcina, 1979:125) y se correspondería con un tipo de asentamiento semiurbano. En estos niveles se detecta material más especializado apareciendo la mayor cantidad de instrumentos de molienda y útiles agrícolas. Las manos y metates no solo aumentan en número sino que se produce una mayor diversificación de formas. Que las manos y metates aumenten en los niveles mas modernos nos indica que en este período de manera intensiva agricultura, caracterizándose esta por el aumento y eficiencia de los instrumentos de cultivo (Marcos 1993: 20). Esta circunstancia podría indicar un cambio cultural o aumento de población con una economía basada mas en la agricultura del maíz como M. Guinea viene defendiendo en los últimos años (Guinea,1994 y 1995). Según Guinea (1994.110) se produce un considerable aumento de población, una organización espacial diferente, una uniformidad mayor en los montículos y una aceleración del cambio en el registro arqueológico con abundancia de aquellos que reflejan comercio y especialización. La base energética se completaría con otros vegetales como raíces y tubérculos, habas, frijoles, calabazas, frutas, etc. (Alcina,1979). La siembra se realizaría con el tradicional sistema de desmonte donde se utilizaría el palo cavador, azadones, y hachas. Las hachas de Atacames son de pequeño tamaño y la mayoría con huellas de enmange de menor potencia con escotaduras cercanas al talón y por consiguiente más apropiadas para cortar materias menos consistentes como pueden ser las cañas de plantas y la recolección.
Hay niveles intermedios (del 12 al 17) en los que la aparición de este tipo de instrumentos es nula, lo que nos podría indicar una posible despoblación de las tolas, siendo habitadas posteriormente en Atacames Tardío.
3.2.- MANOS DE METATE . Son los agentes activos en la molienda. Se recuperaron un total de 23 manos. Han requerido una técnica de fabricación pues no son piedras recogidas y usadas sin mas, sus superficies han sido trabajadas tanto unifacial como bifacial o multifacialmente por piqueteado primeramente y luego pulidas. El material es muy variado encontrando desde arenisca (arcillosa y poligénica) hasta basalto, conglomerado poligénico, gabro y microconglomerado poligénico (García Galaber, 1978:116). Nos basaremos en su sección transversal para realizar su tipología.
A.- Ovoidales : Se han encontrado 11 fragmentos y 2 completas en buen estado de conservación. Son en su mayoría fragmentos de los extremos de grandes manos oscilando sus dimensiones entre los 8 y 23 cms. Las superficies han sido pulidas y trabajadas bifacialmente. Podemos destacar la piezas completas. Una de ellas ha sido recuperada en un contexto superficial y muestra una terminación del extremo biselada. Posiblemente fuese usada como batan, es decir, moliendo por movimiento de vaivén con el uso de las dos manos. Muestra señales de reutilización con muescas para ser atada y con un pequeno hoyo piqueteado en el centro de una de sus superficies. La otra presenta señales de reutilización: escotaduras laterales que posiblemente hayan servido para su fijación a un mango con el fin de ser utilizada como azadón ya que los extremos se encuentran rotos por haber efectuado alguna presión sobre ellos. En las otras se muele por desgaste. Se han localizan en las tolas E69 N17, E71 N1, N2, N4, E79 SUP, E86B N2, E101 N1, N2, N10 (2), E102-101, PP1 N4, PP2 N2.
B.- Elípticas : Se han conservado 3 fragmentos. Son piezas que han sido trabajadas bifacialmente. Se localizan en las tolas E69 N22, E101 N20, PZ5 N2.
C.- Circulares : Tenemos 5 fragmentos de los extremos. Son cilíndricas y su utilización es a manera de rodillo pues presentan huellas de haber sido usadas de esta manera. Sólo han sido manufacturadas en dos tipos de rocas. Las dimensiones de su diámetro varía poco teniendo diámetros de 7 cm en cuatro de las piezas y de 11 en la otra. Se les dio forma primero por piqueteado antes de ser pulidas. Han sido trabajadas perimetralmente. En los extremos redondeados aún podemos observar las huellas de piqueteado de la fabricación. Un rasgo característico de las piezas piezas de 7 cm. de diámetro es que presentan uno o dos pequeños rehundimientos en su superficie cerca del extremo. La mayor es bastante pesada lo que facilita el proceso de molienda. Se localizan en las tolas E71 N5 (3), E102-101, PZ5 N2.
D.- Rectangulares : Se conserva 1 fragmento. Ha sido manufacturada con un pulido tetrafacial con las aristas redondeadas. Presenta dos rehundimientos en una de sus caras. Se localizan en las tolas E75 N5.
E.- Trapezoidales : Se clasifica en esta categoría 1 fragmento de grandes dimensiones. La superficie ha sido pulida por todas sus caras. Se localiza en la tola E71 N3.
F.- Plano-Convexas : Tenemos 1 fragmento. Ha sido utilizada unifacialmente, es decir, las huellas de uso se encuentran en una sola cara, por la cara plana. La superficie de fricción está en perfecto estado de conservación. Es de arenisca y de grandes dimensiones. Su forma es ovalada. Se localiza en la tola A1 N4.
3.3.- METATE : Son los instrumentos que sirven de base o soporte para la molienda. Podemos incluir en esta categoría a 34 fragmentos cuyo estado de conservación varía según la profundidad. A mayor profundidad los fragmentos son más pequeños y peor conservados. Entre los materiales utilizados podemos destacar la arenisca tobacea, la arenisca poligénica y la arenisca de grano fino. Sus formas suelen ser rectangulares o circulares, con la superficie de trabajo ligeramente cóncava por el desgaste. Podemos distinguir dos tipos:
3.3.1.- Sin forma determinada : Aquellos en los que no existe o no puede observarse una forma final del instrumento. Son 8 bloques de piedra con la superficie de uso muy lisas, algo ásperas y pulidas y con una ligera concavidad producida por la molienda. En algunos se encuentran huellas de reutilización, como son marcas para afilado de utensilios. Se localizan en las tolas E69 N11, E101 N2 (2), E102-101 (2), PP3 N2 (2), PZ1 N3.
3.3.2.- Con forma determinada . Aquellos en los que puede observarse una forma determinada. Algunos ejemplares, son de muy buena manufactura con superficies muy regulares, lisas y pulidas y de base plana. En las superficies en muchos casos se ve el piqueteado de la manufactura. En ellos se observan marcas del movimiento longitudinal realizado en la molienda.
A.- Redondeados : Se conservan 16 fragmentos. Entre estos algunos ejemplares presentan un perfecto acabado de la superficie. Bases planas o ligeramente convexas. Se localizan en las tolas E71 N1(2), E75 N5, E101 N2, N5, PP1B N1, PP3 N3 (9), PZ5 N2.
B.- Rectangulares : Incluimos aquí 9 y 1 completo. Su forma es rectangular con esquinas redondeadas. Sus superficies son las mejores trabajadas, con un pulimento muy fino y con marcas de ser usados moliendo a lo largo del eje mayor. Dos ejemplares, uno de ellos de arenisca tobacea, presentan paredes casi verticales. Esta forma desde valdivia a lo largo de todas las culturas. Se localizan en las tolas E50 SUP, E69 N5, E71 N9, E75 N6, E86 SUP, E101 N1, N19 (3), E101-102.
Los metates y las manos constituyen una evidencia indirecta de la agricultura del maíz en el yacimiento en el que aparecen. Son ya muchos los yacimientos de todos los períodos culturales en los que han aparecido estos útiles en asociación con pruebas de la agricultura del maíz como fitolitos o granos de maiz (Piperno,1988:213; Lathrap 1974:129, etc). Etnohistóricamente esta documentado que los indios de la Amazonía peruana en 1549 trituraban el maíz en batanes de piedra o de madera (Palomino, 1965:187).
El uso ritual de las piedras de molienda es muy común en la costa ecuatoriana. Así los túmulos de manos y metates rotos son indicativos de la presencia de un rito relacionado con el maíz y con la productividad agrícola (Marcos, Lathrap y Zeiler, 1976:6). Lo encontramos en Valdivia (Marcos,1988), en Guangala (Stother, 1993:16) y lo encontramos en Atacames, lo que muestra la importancia del maíz en la cosmovisión de esta etapa. En Atacames la ofrenda más importante de las encontradas se localizaba en el pozo PP1b, ya en la arena de la playa, perteneciendo a un enterramiento cuyo cuerpo estaba en posición de cúbito supino, con los brazos cruzados y las rodillas flexionadas con orientación NW. Junto al cráneo de éste existía una ofrenda que constaba de medio plato de gran tamaño con cenizas pegadas, el cuello y parte del galbo de una olla, fragmentos cerámicos de diversos recipientes, de seis grandes caracolas alrededor de la cerámica y junto a ellas hay gran cantidad de pequeños churos, y un fragmento de metate que sujeta parte de la cerámica (Barriuso 1979:248). Este tipo de ofrenda es común ya en Valdivia donde las ofrendas funerarias podían consistir en una piedra de moler con su mano respectiva, un hacha de piedra, o simplemente un fragmento grande de vasija y unas conchas para simbolizar el alimento necesario para el viaje hacia el mas allá (Crespo 1976:28). Entre los manteños el mismo ritual nos lo describe O. Holm un recinto ceremonial en la Loma de los Cangrejitos y apunta que entre las ofrendas se encontraban maíz y un entierro cuya cabeza descansaba sobre una mano de moler (Holm 1985:32).
Ya Estrada (1957:39) que en la zona Manteña podría haber dos modos diferentes de alimentación puesto que en el sur no hay ralladores de yuca, y si los hay en Manabí. Hemos de apuntar que en Atacames, al norte de Manabi tenemos manos de moler pero no ralladores de yuca. En La Propicia aparecen con mas frecuencia los ralladores que los metates por lo que podría ser el maíz un cultivo complementario (Rodríguez, 1984:226). Como observa Mercedes Guinea en el período de Integración en Atacames se modifica el patrón de subsistencia respecto al período precedente. El maíz adquiere relevancia en la dieta sustituyendo los grandes metates a los ralladores del Desarrollo Regional a los que se asocian grandes comales para su consumo en forma de tortitas. Este fenómeno no es un fenómeno aislado sino que se observa en otros lugares de la costa norte (1995:54). Para la doctora Guinea este cambio viene asociado a "nuevos intereses socio-económicos, en los que culturalmente el maíz 'andino', acompañado del Spondylus, sustituye a la 'amazónica' yuca" (1995:58).
3.4.- MANOS DE MORTERO O MACHACADORES : Se han conservado bastantes machacadores tanto de piedra como de cerámica. Nosotros sólo nos centraremos en las manos de piedra usadas para machacar, aplastar y moler vegetales. Podemos clasificar en esta categoría a 3 piezas completas. Su movimiento es vertical y rotatorio. Se utilizan con una sola mano. Las piedras utilizadas son blandas (pómez y arenisca) por lo que con el uso terminan desgastándose y mezclándose con lo triturado. Son relativamente cortas y gruesas, con forma de campana y sección transversal circular. Han sido manufacturadas a partir de un bloque de piedra trabajado perimetralmente dándole forma cilíndrica seguramente por picoteado y pulido de la superficie. La superficie de contacto con el mortero esta desgastada por el uso, y es convexa por el movimiento rotatorio producido al golpear y friccionar sucesivamente durante la molienda. Se localizan en las tolas E71 N3, E86B N2 y en el PZ3 N2.
3.5.- MORTEROS : Se conservan solamente 2 morteros de los que uno está fragmentado. Son usados para aplastar y triturar semillas y vegetales con una técnica diferente que en los metates. Como la mayoría de los morteros su forma es parecida a un cuenco, siendo la superficie de trabajo circular cóncava. El ejemplar que se conserva ha sido manufacturado en piedra pomez por piqueteado y la base plana. Junto a este mortero, en la parte central del pozo, se encontró una acumulación de caracoles y Spondylus enteros. Se localizan en las tolas E71 N4, 102-104.
3.6.- HACHAS . Se conservan 8 fragmentos y 4 ejemplares completos desgastados por el uso. Entendemos por hacha un útil de piedra pulimentada, generalmente de perfil elíptico con un corte comúnmente en bisel, simple o doble, y que puede presentar una estrangulación o acanaladura, bien en el centro o en una extremidad (Rodriguez, 1984:160). Las hachas se utilizaban principalmente para actividades vinculadas a labores agrícolas puesto que eran imprescindibles para el desmonte de los montes, el movimiento de la tierra, el corte de árboles y el trabajo sobre madera. Las piezas de Atacames muestran también en el talón huellas de haber sido empleadas como martillo. Hachas de piedra pulimentada, con entalle junto al extremo para enmangado por medio de fibras en una madera está documentada etnográficamente en muchas culturas amazónicas como los Japurá. Es empleada para cortar la maleza, para partir madera para la construcción de las casas, para hacer canoas y para variadas tareas (Forde, 1966:414). El Dr. Jacob Friesen trabajó con hachas de silex lasqueado y con hachas de silex pulido para comparar su eficacia respectiva. Demoró siete minutos para derribar un pino de 17 cm de diámetro con un hacha de piedra lasqueada, mientras que obtuvo el mismo resultado en cinco minutos con un hacha de piedra pulida (Tabio, 1989: 56). Coles (1977:113) ha realizado también pruebas para cortar árboles pequeños con este tipo de hachas y ha comprobado su eficacia.
En los ejemplares de Atacames la superficie presenta un pulimento perfecto, aunque en algunos casos está muy perdido. La mayor pulimentación se circunscribe al extremo cortante, estando el resto de la pieza menos trabajado. En las más desgastadas el filo está bastante romo, exhibiendo los negativos de lascas. El material en el que se han fabricado son piedras de alta dureza y compactas como el gabro y la arenisca tobacea. Algunas de ellas tienen a pocos centímetros del talón un surco picoteado que contornea el instrumento, utilizado para el enmangamiento. Otras hachas no poseen esta acanaladura sino pequeñas muescas picoteadas en los bordes del artefacto para ser engastadas en madera.
Las hemos clasificado atendiendo a la forma del talón puesto que casi todas lo mantienen y sin embargo en algunos ha desaparecido el corte. Tenemos así:
3.6.1.- Por el talón : hacha neolítica simple (es decir que no presentan ningún saliente en el talón) de talón redondeado o truncado.
A.- De Talón Truncado : Se conservan 4 ejemplares (2 completos y 2 fragmentados) siendo distinguiéndose por la forma recta de su talón, aunque los extremos suelen ser redondeados. La superficie y el filo muestran un pulido muy fino, sobre todo los filos. El talón es más extrecho que el filo y su sección transversal es rectangular u ovalada. Los talones están muy desgastados e incluso con muescas puede indicar que se reutilizaron como percutores o como martillos como sugiere Parducci (1970:115). Tienen su zona de enmangue marcada por un rehundimiento o acanaladura. Para enmangarla se realizaron dos escotaduras simples medias o proximales. En el corte observamos señales una de uso continuado. El ejemplar que mejor se conserva de Atacames pertenece a este tipo. Éste no presenta señales de uso ni tiene escotaduras para el enmange. Se pueden observar en el talón ciertas huellas producidas por la fricción del útil con algo duro y pulido. Garcia-Galabert (1978:119) piensa que estaría destinada como hacha ceremonial o votiva. Es una pieza de gran simetría. Se localizan en las tolas E69 N25, E71 N1, N3 , E101 N5.
B.- De Talón Redondeado : Se conservan 5 ejemplares. Se caracterizan por el talón de forma redondeada o convexa. Su superficie está pulida aunque en los casos que muestran escotaduras la conservación de este tratamiento no es buena. Para enmangarla se realizaron dos escotaduras simples proximales. En los que se conserva el filo éste es de bisel doble y el talón más extrecho que el corte. La sección transversal es elíptica. Muestran señales de reutilización como percutores y como pulidores o afiladores. Se localizan en las tolas E49 SUP, E69 SUP (2), E71 N5, E79 N3.
C.- Hachas Tipo T : Sólo contamos con 1 fragmento del talón. La superficie ha sido pulida. Estas hachas permiten un mejor enmagamiento por sus aletas, haciendo casi imposible que se desprendan o se aflojen en las tareas de corte. De las hachas en forma de T se tiene conocimiento desde Vegas para actividades de labranza como desmonte y trabajo de la madera (John Cole 1977:108-109). Hachas similares son empleados en tiempos recientes en las selvas tropicales para limpiar el terreno para el cultivo (Lathrap, 1975:64). Lathrap asume que proceden de la Amazonía afirmando que dichas hachas son típicas de Valdivia. Cole no esta de acuerdo con Lathrap pues piensa que la forma es demasiado simple como para no poder inventarse más de una vez (Villalba 1988:305). Se localiza en la tola E71 N1.
3.6.2.- Por el bisel o filo :
A.- Hacha con bisel doble : Agrupamos en este grupo 2 ejemplares en los que no conservamos el talón. El rasgo que la define es que el filo está afilado bifacialmente con un pulido muy fino. Se localizan en las tolas E69 N10, E102-101.
3.7.- AZADAS . Contamos con 1 ejemplar conservado en buenas condiciones manufacturado en gabro o basalto. La superficie está pulida y su sección es eliptica. Su filo está muy desgastado y es de bisel simple. Las escotaduras para fijar el mango son simples medias. Por su forma y filo grueso y tosco probablemente fue utilizada en labores agrícolas. Se localiza en la tola E101 N5.
3.8.- ESTECAS : Se adscriben a este grupo 3 ejemplares. Las estecas presentan la superficie solo pulida, elaboradas a partir de arenisca de grano fino, de forma levemente convexa siendo la sección transversal lenticular y fuertemente carenada. En su superficie se pueden distinguir varias sendas de alisado que son las que forman las carenas del artefacto. No existe explicación satisfactoria de como se utilizaban estas estecas, una pista la puede dar su materia prima, arenisca de grano fino, y las sendas de alisado parece que nos indica un uso como manos de amolar. Abbot (en Hilbert 1991:23) sostiene que estas pudieron servir para reavivar el filo de hachas u otros instrumentos cortantes. Se localizan en las tolas E69 N21, N22, E101 N5.
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MAPA 1: COSTA DE ESMERALDAS LOCALIZANDO ATACAMES.
FIGURA 1: UTILIZACIÓN DE REDES DE PESCA DESDE LA BALSA MANTEÑA (BENZONI)
FIGURA 2: (A)RECONSTRUCCIÓN DEL USO DE PESCA CON ANZUELO (B)PESAS DE ANZUELO TIPO 1A (C)PESAS DE ANZUELO TIPO 1B.
FIGURA 3: (A)RECONSTRUCCIÓN DEL USO DE PESAS DE REDES. (B)PESAS DE REDES
FIGURA 4: PESAS DE BUCEO.
FIGURA 5: PESAS DE RED PERFORADAS.
FIGURA 6: CONCENTRACIÓN DE UTILES AGRICOLAS.
FIGURA 7: HACHAS, MORTERO Y MACHACADOR.
FIGURA 8: MANOS Y METATES.
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