49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA) |
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Quito Ecuador7-11 julio 1997 |
Maya Lorena Pérez
El Movimiento Indigena Y La Reforma Del Estado: Retos Ante La Globalizacion
Por: Maya Lorena Perez Ruiz
1. LA LUCHA INDIGENA Y LA REFORMA DEL ESTADO.
Hoy, la pertenencia de los pueblos indígenas a la nación mexicana es un hecho. Ha quedado atrás el debate sobre si están o no integrado al país; o sobre si son o no mexicanos.
El movimiento indígena nacional desde finales de los setentas han planteado su lucha por el reconocimiento de sus derechos históricos en el marco del Estado Nacional. Por tanto, es fundamental su demanda más acabada para que les sean reconocidos plenamente sus derechos en la Constitución Política que rige nuestro país.
Con ello, el movimiento indígena mexicano está señalando con claridad su exigencia para que el resto de la sociedad mexicana le reconozca su derecho a ser parte integral de la Nación, mediante el reconocimiento explícito de que es un sujeto político más, con todos los derechos de opinar y decidir sobre la vida del país, y de la suya propia. Sus demandas pues, no son a favor ni del aislamiento cultural, ni de la segregación o la ruptura con la Nación; y buscan, por el contrario, ocupar un lugar dentro de ella.
Paradójicamente la exigencia de los pueblos indios por participar en la vida de la Nación, y en esa medida ser parte del Estado, se presenta en un momento en el que frente a la globalización, se modifican las relaciones entre los Estados; se debate la existencia misma de las naciones; y, en el menor de los casos, se cuestiona el papel fuerte y regulador que los Estados han tenido en la vida de las naciones.
En México los procesos de reforma del Estado se inician desde los años ochentas, cuando José López Portillo empieza el "adelgazamiento" del aparato gubernamental, con un sentido fundamentalmente administrativo y burocrático; se continúa con lo que Miguel de la Madrid denominó "modernización", y posteriormente, con lo que Salinas de Gortari caracterizó ya como Reforma del Estado. Tales reformas sin embargo, se han enfocado a eficientar la administración del gobierno, a privatizar las empresas estatales y paraestatales, a romper las barreras proteccionistas existentes en el país en lo comercial y financiero, a limitar las políticas sociales del Estado, y en general, a terminar con el Estado propietario y protector. Disminución en términos reales de las inversiones para salud, bienestar social y educación; reformas constitucionales para propiciar la privatización de los recursos naturales; cambios legales para permitir la inversión extranjera en ramas estratégicas de la producción; caída real de los salarios de las clases medias y trabajadoras; y un golpeteo continuo contra los contratos colectivos de las organizaciones gremiales son algunas de las consecuencias que han tenido las muchas y variadas reformas efectuadas desde el poder presidencial. Para ello, el Ejecutivo a contado con el apoyo del partido de Estado PRI así como de ciertos sectores sociales beneficiados con esos cambios.
Detrás de esas modificaciones impulsadas por las políticas sexenales de los últimos años, han estado, sin duda, los lineamientos dictados por los organismos internacionales de gran influencia sobre México, para encausar su desarrollo económico según el modelo neoliberal predominante en el mundo; pero también han estado las presiones de diversos sectores sociales que pugnan por un cambio en la vida económica, política y social del país.
Por ello, es necesario aclarar que el concepto de "Reforma del Estado" ha sido empleado con diversos significados: uno que indica el sentido de las reformas impulsadas desde el Ejecutivo, con un sentido fundamentalmente económico y administrativo; y otro, con un sentido esencialmente políticoelectoral, impulsado por las fuerzas políticas de oposición
(principalmente el PRD y el PAN), que buscan modificar los viejos canones autoritarios y corporativos de la vida pública en México.
En esa medida, el clamor indígena por conseguir el pleno reconocimiento constitucional de sus derechos ha estado inmerso en esa lucha general por la democratización del país, aunque ha permanecido ajeno a aquel que desde la oposición reclama la reforma del Estado. Y ello ha tenido dos causas principales: que los indígenas, pese a que pugnan por cambio en la Constitución, han tenido dificultades para pensar globalmente los problemas del Estado y la Nación; y que las principales fuerzas políticas de
oposición han sido incapaces de comprender la especificidad de la lucha indígena, como una parte esencial de la reforma del Estado. De esta manera, aún después del levantamiento armado de enero de 1994, aún después de que el EZLN evidenció las precarias condiciones de los pueblos indígenas de México y que cuestionó el modelo de país en el que vivimos, el desencuentro entre el movimiento indígena y las principales fuerzas opositoras se hizo evidente en las elecciones presidenciales de ese año. Según declaraciones de varios líderes indígenas, sus pueblos acudieron a las urnas bajo protesta porque ningún partido en su plataforma electoral comprendía a cabalidad sus demandas/.
De hecho, la confluencia de las demandas indígenas y el reclamo por la reforma del Estado se presenta hasta ahora, con la convergencia del movimiento indígena nacional y la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional; en la etapa en la que esta misma organización, desde octubre de 1995, se inscribe a su vez en la lucha por la reforma del Estado/.
El Foro Especial sobre la Reforma del Estado convocado por el propio EZLN, para realizarse en junio de 1996, es muestra contundente de la inscripción de esta organización en esta corriente de lucha hegemónica en el país. En tanto que la presencia de las principales organizaciones indígenas, y sus demandas, en la primera mesa de negociaciones entre el EZLN y el gobierno Federal en San Andrés Larraínzar Chiapas, ha sido una clara expresión del encuentro de estas organizaciones con el EZLN.
2. EL EZLN EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS INDIGENAS Y EN EL DEBATE POR LA REFORMA DEL ESTADO.
La Primera Declaración de la Selva Lacandona y El Despertador Mexicano, son los primeros documentos dados a conocer por el EZLN los tres primeros días de enero de 1994. A través de ellos se declara la guerra al Ejército Federal y a su jefe supremo Carlos Salinas de Gortari; se recurre al artículo 39 de la Constitución para legitimar su levantamiento; se caracteriza al EZLN como fuerza beligerante, sujeto a las Leyes de la Guerra de la Convención de Ginebra; y establecen su plan de lucha, las leyes que han de regir los territorios liberados por su ejército, y las ordenes que deben de cumplir sus tropas en su avance hacia la Cd. de México. En estos documentos el EZLN se autocaracteriza como un ejército de y para los pobres, explotados, miserables y desposeidos del país; además, dan a conocer sus demandas generales por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz; y establecen como enemigos al Ejército Federal, a los ricos y al Estado.
Entre los sujetos que contemplan las leyes zapatistas están los campesinos
pobres, los jornaleros, los obreros, los empleados, los desocupados, los pequeños, medianos y grandes capitalistas del campo y la ciudad, los comerciantes en pequeño, los pequeños propietarios, los dueños de talleres e industrias pequeñas y profesionistas. En ninguna parte se señala el carácter indígena del movimiento, ni en su composición ni en cuanto a sus objetivos. Tampoco se hace mención alguna a los indígenas como sujetos sociales cuya lucha implica demandas específicas, precisamente dentro de los grandes rubros de democracia, justicia y libertad enarbolados por el EZLN, y que desde una perspectiva del derecho positivo y del discurso de la igualdad liberal, ha significado su negación y la anulación de los derechos como pueblos. En todo caso, al indígena se le supone incluido entre los campesinos y los
jornaleros con los que comparte su situación. Esta ausencia inicial de lo indígena, es lo que sin duda contribuyó a que el movimiento zapatista fuera deslegitimado y aún acusado, por el gobierno federal y algunos analistas, de manipular a los indígenas chiapanecos.
Ciertamente en las entrevistas que los miembros del EZLN brindaron a la prensa nacional e internacional, desde los primeros días, sí se menciona la fuerte composición indígena del movimiento y aún de su dirección. Y lo mismo sucede en los comunicados posteriores, sobre todo en los destinados a responder a acusaciones de ser una organización vinculada a las guerrillas centroamericanas y aún al narcotráfico, en los que el EZLN reitera el carácter nacional y aún indígena del movimiento. Pero tales referencias a lo indígena continúan siendo imprecisas, casi siempre referidas a su composición, y carentes aún de la terminología que normalmente emplea el movimiento indígena, nacional y latinoamericano, para expresar sus demandas. De esta manera, por ejemplo, los miembros del EZLN, incluyendo al Subcomandante Marcos/, hablan de "dialectos" y "etnias", términos rechazados por el movimiento indígena, y que, como logros importantes de su lucha, han sustituído por los de lenguas y pueblos indígenas o indios. Es interesante mencionar, que aún después de la Convención Nacional Democrática, algunos líderes indígenas asistentes, si bien se sienten satisfechos de que hayan sido incorporadas sus demandas a este movimiento, dicen que la Convención no generó los espacios necesarios para que las organizaciones indígenas pudieran expresarse en sus propios términos: "a la hora de la redacción ponen minorías étnicas, ponen etnias, en lugar de pueblos indígenas. (Y) no pedimos autodeterminación sino libre determinación porque la autodeterminación es de los Estados, y eso crea confusión en lugar de avanzar" (Gaudencio Mejía, del Consejo 500 años de Resistencia India, Negra y Popular, La Jornada, 19 de agosto de 1994). Es esa mención tan general sobre los indígenas y sus demandas lo que irá cambiando en las declaraciones del EZLN, hasta que en su interacción con las organizaciones indígenas más relevantes del país, asume las propuestas más acabadas del movimiento
indígena nacional. Este acercamiento con las organizaciones indígenas ya existentes, así como con algunos de los intelectuales afines al movimiento indígena nacional e internacional, se percibe ya con claridad en el Diálogo de la Catedral, entre el EZLN y el Comisionado para la Paz, efectuado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en febrero de 1994. Ahí, el EZLN asume y expresa con claridad las demandas indígenas de carácter nacional: modificar el artículo cuarto de la Constitución; disputa por las formas y los contenidos de la consulta nacional para emitir su ley reglamentaria; disputa por la reglamentación del artículo 27 en lo concerniente a las tierras comunales; demanda de crear la sexta circunscripción así como un fuero indígena; y la autonomía. Y hay que decir, que es precisamente el reconocimiento del EZLN como una organización formada mayoritariamente por indígenas mexicanos, lo que le brinda, ante el gobierno federal, la legitimidad necesaria para que pueda iniciarse el diálogo y
posteriormente la negociación para la paz. Desde entonces, ese reconocimiento ha sido empleado por el gobierno federal para sentarse a negociar con el EZLN , o se lo ha retirado en los momentos más álgidos del conflicto, precisamente para justificar el endurecimiento de las acciones militares y judiciales
contra esta organización. De esta manera los zapatistas fueron denominados como guerrilleros y terroristas para justificar la ordenes de aprehensión contra el Subcomandante Marcos y el avance militar del 9 de febrero del 95; así como las sentencias de Elorriaga y Entzin en 1996. Los vínculos del EZLN con las principales organizaciones indígenas, serán otra vez contundentes en la Mesa de Derechos y Cultura Indígena, en San Andrés Larraínzar, en la que diversas organizaciones indígenas expusieron sus propuestas, con las diferencias,matices y alcances propios de su experiencia y nivel de organización; y lo mismo sucede posteriormente en el Foro Indígena, convocado por el EZLN en San Cristóbal de las Casas, y efectuado en enero de 1996.
Si bien esta convergencia entre el EZLN y el movimiento indígena nacional les ha traído beneficios mutuos en la lucha por la democratización del país, para los zapatistas es claro que su lucha es, como su nombre lo indica, por la liberación nacional; y en ese sentido, no pude definirse y autolimitarse como un movimiento estricta o únicamente indígena. Por ende sus demandas y medios de lucha, lo mismo que su política de alianzas,difiere de lo que ha sido hasta ahora el comportamiento de las organizaciones indígenas en México. Esto lo expresa con claridad el Subcomandante Marcos en el mensaje que envía a
la Segunda Asamblea Nacional Indígena por la Autonomía, en el que dice: "La lucha de los indígenas mexicanos tiene su particularidad y sus demandas propias, pero sólo podrán resolverse si los grandes problemas nacionales, los que afectan a las grandes mayorías de México, y que son la falta de democracia, libertad y justicia, encuentran un cause de solución... Por eso la lucha de los indígenas debe ser parte de la lucha nacional por la democracia, la libertad y la justicia". De ahí que para el líder zapatista, las propuestas para conseguir la autonomía regional indígena "deben inscribirse en el proyecto de una Nueva
Constitución Política..." (La Jornada, 3 de junio de 1995). De esta manera, si bien el EZLN se apropia y apoya las demandas indígenas,
su lucha principal está enfocada, por lo menos durante el primer año y medio del conflicto, a conseguir la renuncia del ejecutivo, y a convocar a un nuevo constituyente, para elaborar una nueva constitución. Tal perspectiva se expresa claramente en la convocatoria a la Convención Nacional Democrática (a realizarse en Aguascalientes Chiapas, en agosto de 1994) y en la posterior convocatoria a formar un amplio Movimiento para la Liberación Nacional (Tercera Declaración de la Selva Lacandona, La Jornada, 3 de enero de 1995). Esta perspectiva del lucha nacional es matizada, o readecuada, por el EZLN después de los resultados de la Consulta Nacional convocada por él en agosto de 1995; y después de que diversas fuerzas políticas presionan al Ejecutivo para incorporar a esta organización al gran Diálogo nacional para le Reforma del Estado, que buscan concretar los partidos políticos y el gobierno.
De esta manera el EZLN, en un comunicado del 27 de agosto de 1995, reconoce que ya no es el mismos de diciembre de 1993: "El EZLN no es ya sólo el ejército mayoritariamente indígena que se alzó en armas en contra del supremo gobierno. El EZLN es ahora y para siempre una esperanza. Y la esperanza como el corazón está del lado izquierdo del pecho"... "Somos ya producto de ustedes, de su palabra y de su aliento. Hoy ya no hay más el `ustedes' y el `nosotros'. Somos los mismos" (Subcomandante Marcos, Comunicado, La Jornada 27 de agosto de 1995).
Con tales declaraciones el EZLN indica, no sólo que está dispuesto a acatar las disposiciones que la sociedad civil le ha señalado en la Consulta Nacional, sino que está señalando también que, de alguna manera, se ha incorporado de una manera diferente a la inicial en el proceso de cambio democrático nacional, y con ello, en las grandes vertientes de discusión y debate en la que participan las principales fuerzas políticas del país.
En efecto, el EZLN ha cambiado, y no sólo en lo que se refiere a la forma en la que cada vez más conoce, se apropia, y lucha por las demandas indígenas nacionales, sino también a la forma en que ha ido modificando sus demandas políticas más importantes.
Es precisamente, entre septiembre y octubre de 1995, antes de la primera mesa de trabajo y negociación, sobre Derechos y Cultura Indígena en San Andrés Larraínzar, cuando el EZLN modifica su estrategia de lucha: ya no establece como demanda esencial la renuncia del presidente de la República; y las otras dos reivindicaciones políticas importantes la de que se establezca a un nuevo constituyente y se haga una nueva constitución aparecen relegadas dentro de un discurso que explora, ahora, las posibilidades que otras fuerzas políticas, sobre todo la COCOPA y el PRD, le han abierto: las de la reforma del Estado (CCRICG del EZLN, primer comunicado, La Jornada, 12 de septiembre de 1995).
Y si bien el EZLN rechaza el ofrecimiento que el propio presidente Zedillo le hace para tener un lugar en la mesa de discusión, junto a los partidos políticos y al gobierno, para la reforma del Estado, el EZLN está ya dentro de esa corriente de discusión nacional al proponer su propia Mesa de Diálogo Nacional para la reforma del Estado, cuyos resultados propone, sean llevados por la COCOPA, a la Mesa del Diálogo entre los partidos políticos y el gobierno.
El EZLN, pues, quiere su propio Diálogo Nacional, "con nuestros invitados y nuestro temario", pero con la fuerza, otra vez, de la movilización social que le respalde. Para el EZLN, ello implica establecer una nueva relación de ésta organización con la sociedad civil, en la que no se trata de darle más trabajo, sino se "hacer realidad el `nosotros' que les ofrecemos" (Subcomandante Marcos, Comunicado, La Jornada, 1o de octubre de 1995).
Hay que aclarar, sin embargo, que si bien el EZLN se incorpora a la corriente de cambio democrático mediante la reforma del Estado, mantiene abierta la posibilidad de lograr una movilización social que la rebase y concluya con un cambio radical: con otro Estado. De ahí que el EZLN considere que ese Diálogo Nacional al que convoca a la sociedad civil, debe concluir con una nueva propuesta de Nación, de un nuevo proyecto de país, para el rescate y la reconstrucción de la Patria (Subcomandante Marcos, Comunicado, La Jornada, 1o de octubre de 1995).
La incorporación del EZLN a la corriente de lucha a través de la Reforma del Estado, se concreta en su convocatoria al "Foro Especial sobre Reforma del Estado" a realizarse entre el 30 de junio y el 6 de julio de 1996 en San Cristóbal de las Casas. En ella, se establece una vez más, un espacio para las demandas indígenas, en la mesa 6, sobre "Nuevo Pacto Social".
3. RETOS Y PERSPECTIVAS DEL MOVIMIENTO INDIGENA NACIONAL FRENTE A LA REFORMA DEL ESTADO.
1. La lucha de los pueblos indígenas ha sido larga. En los hechos nunca ha terminado desde los primeros momentos de la Conquista. Pero su agrupamiento en organizaciones que conforman un movimiento indígena, con demandas capaces de abstraer la gran diversidad de necesidades, de pueblos y culturas igualmente diversos, tiene menos de tres décadas. A fines de los setentas y principios de los ochentas de este siglo sus demandas iniciales tuvieron un carácter estrictamente cultural: defensa de su cultura, sus lenguas, sus identidades. Desde finales de los ochentas hasta ahora, sus demandas han alcanzado un alto nivel político al encaminarse a modificar la Constitución, para cambiar el orden jurídico del país, y ser reconocido por él. La lucha por la autonomía indígena que incluye el reconocimiento de su espacio territorial; el derecho de controlar su desarrollo; y la libertad de ejercer la justicia con su propio derecho es la expresión más acabada de esa lucha indígena, y es de tipo nacional.
Hay que decir, sin embargo, que este movimiento indígena está formado principalmente por organizaciones de tipo político y cultural; y que no ha logrado incorporar a los cientos y cientos de organizaciones que constituídas por indígenas o principalmente por indígenas, se han formado al calor de su vinculación con las políticas nacionales de desarrollo para poder obtener sus beneficios, y no se autodefinen como organizaciones indígenas. Lo cuál significa, que lo son por su composición, pero no por sus demandas, que pueden ser muy limitadas a peticiones particulares y muchas veces inmediatas (más escuelas, más créditos, mejores oportunidades de comercialización y basto, etc.); pero que pueden incluir también, formas novedosas de lucha por el control de sus recursos naturales, por la defensa de la ecología; por la recuperación de sus formas médicas de atención a la salud; y por la innovación de los procesos de producción y comercialización partiendo de una cultura propia.
Y aunque parezcan ajenas a la defensa de sus derechos como miembros de pueblos particulares, tienen como fundamento de sus propuestas una identidad y una cohesión propia; y buscan también una nueva relación con el Estado.
La ausencia de estas organizaciones en el movimiento indígena nacional, algunas de fuerte importancia regional por cobertura y número de afiliados, significan una gran ausencia; no únicamente por lo que en número y representatividad significan, sino también por la experiencia que dejan de aportar al movimiento indígena. Misma que ha sido generada en su permanente enfrentamiento y negociación con el gobierno y las fuerzas políticas locales, regionales e incluso nacionales. Son poseedoras, en suma de una gran experiencia en la resistencia y la lucha por su desarrollo. Dialogar con estas organizaciones es una tarea impostergable del movimiento indígena nacional, si quiere madurar y fortalecerse como un movimiento amplio, representativo y democrático; y si quiere, además, avanzar en la construcción de opciones concretas de autogobierno y autodesarrollo.
2. Desde 1989, año en el que se plantea en México, desde el Ejecutivo, la iniciativa para incorporar dentro de la Constitución los derechos indígenas, la propuesta por la autonomía ha ocupado un lugar relevante entre las organizaciones indígenas del país. El debate, que concluyó con la modificación al artículo 4o constitucional, y con el rechazo de la propuesta autonómica, fue, no obstante, un lugar importante de reflexión en torno a la autonomía.
El espacio que propiciaron las negociaciones entre el EZLN y el gobierno federal, significó también un avance importante en la discusión sobre los derechos indígenas y en especial sobre la autonomía, y tuvo, además, la difusión nacional que anteriores períodos tuvieron.
Hoy, una vez que en los acuerdos de Mesa Derechos y Cultura Indígena, en San Andrés Larraínzar, se reconoció la autonomía como el camino para la defensa de los derechos de los pueblos indios, y que el presidente de la República se ha comprometido incorporar este concepto en la Constitución, se agudizan los retos del movimiento indígena.
Debe pasar de la demanda a la construcción. Ello, implica un arduo trabajo de reflexión y diálogo con diversas poblaciones indígenas, y sus organizaciones; así como con el movimiento indígena latinoamericano, que tiene ricas experiencias de lo que han significado las reformas constitucionales en sus paises para otorgarles derechos específicos, y que incluyen formas de autogobierno y control territorial como: las comarcas (en Panamá); la autonomía regional (en Nicaragua); las entidades territoriales (en Colombia); y las organizaciones territoriales de base (en Bolivia).
Sin duda, además, la construcción de la autonomía debe contemplar los derechos de sectores indígenas específicos, casi siempre olvidados cuando se habla de este tema: los derechos de los migrantes, de los que habitan las ciudades, de los que ya no tienen tierra; de las mujeres, de los jovenes, de los disidentes religiosos, etc. En ese sentido, las propuestas que fueron empleadas por las organizaciones indígenas para luchar por la autonomía, deben ser releídas, reelaboradas y consensuadas, para esta nueva etapa de construcción jurídica/.
3. Después de la época en la que el EZLN se asume como una organización de indígenas, el movimiento indígena, con más de veinte años de lucha, le aporta al EZLN las demandas indígenas nacionales de las que carecía inicialmente esta organización, al tiempo que el EZLN le brinda a este movimiento la cobertura de difusión nacional e internacional que le hacía falta. Y de esta doble convergencia: del movimiento indígena y la lucha del EZLN, y del encuentro de éste con el proceso de reforma del Estado, surgen los retos actuales del movimiento indígena nacional.
Ahora, las demandas indígenas han encontrado mayor receptividad entre la sociedad nacional, y aún entre las fuerzas políticas organizadas (partidos). Sin embargo, el reto del movimiento indígena es cómo lograr que se trascienda esa concepción limitada (aunque relevante e imprescindible), que agota la lucha por los derechos indígenas en un conjunto de reformas constitucionales para lograr la autonomía de los pueblos indígenas. Sin duda ese es un gran paso, pero no agota la agenda de lo que debe ser una
reforma del Estado amplia e incluyente de la multi y la pluriculturalidad. De una perspectiva limitado de lo que debe ser la reforma del Estado, saldrán opciones limitadas del papel de los Pueblos Indios ante la Nación; y por lo tanto, limitada en los alcances y posibilidades de esa autonomía recién conquistada. Desde una perspectiva más amplia, que mire a más largo plazo, los pueblos indígenas tendrían desde ahora, que luchar por ser sujetos activos y a tomarse en cuenta en el conjunto de la vida pública del país: por generar un nuevo pacto social, que modifique sustancialmente las bases de relación entre Estado y pueblos indios. Ello implica acabar con la desigualdad, la injusticia, la discriminación y el racismo hacia los indígenas, que les impiden participar en la definición y ejecución del conjunto de la vida pública del país.
Ciertamente las demandas indígenas por sus derechos, implican un cuestionamiento a fondo del modelo nacional, en la medida en que suponen privilegiar la diversidad, transformar el marco organizativo sobre el que se funda la organización del Estado, así como el conjunto de la vida pública. Pero verlo de esta manera, y lucharlo de esta manera supone ampliar el campo de lucha de las reivindicaciones indígenas (y sus alcances); e implica sentar las bases para posibilitar alianzas políticas con otros sectores sociales noindígenas, pues de otra manera, las demandas y los logros indígenas corren el riesgo de convertirse en letra muerta, o en modificaciones constitucionales que no concluyan en ese cambio radical de sociedad, Nación y Estado que se requiere.
4. Pensar la Nación, desde las contribuciones indígenas, es un reto ineludible para el movimiento indígena nacional. Ello significa pensar lo que ellos, como pueblos, pueden ofrecerle a la Nación en su proceso de democratización y desarrollo. "A través de que se nos reconozca nuestra autonomía y nuestros derechos históricos estamos contribuyendo a la democratización de México", dicen las organizaciones indígenas. Y es cierto, pero no basta con ello, ni será del todo cierto, en la medida en que tendrán limitaciones para poder ejercer el control de sus procesos de desarrollo, si es que no han sido capaces, también, de incidir en el conjunto de instituciones públicas, en las políticas nacionales y en los programas y proyectos que de muchas formas influirán en las regiones indígenas. Por su parte, los zapatistas han dicho que "sólo mediante la democratización del conjunto de la sociedad nacional, podrán los indígenas adquirir sus derechos" y eso también es cierto, pero sólo parcialmente, en la medida en que el EZLN tampoco están pensando en lo que los pueblos indígenas, desde su cultura, sus conocimientos, sus tecnologías, y con sus relaciones con el medio ecológico, por ejemplo, pueden hacer y aportar para el resto de la sociedad nacional.
La más amplia contribución, por lo menos la más rica, será, no sólo la que pasaúnicamente porque se les reconozcan a ellos sus derechos, sus formas de organización, sus formas de producción, sus formas de aprovechamiento de los recursos; sino la que sea capaz de dialogar con la sociedad nacional para que mucho de lo generado y guardado milenariamente por ellos, sirva para el conjunto de la sociedad nacional. Por ello, una de las mejores contribuciones, será la que genere los espacios políticos y de comunicación, para que los PUEBLOS INDIGENAS puedan contribuir a la construcción de modelo de desarrollo alternativo al actual, no sólo en las regiones donde habitan y para ellos, sino para todo el país.
Lo anterior implica ganar no sólo los espacios políticos para su autogobierno y autodesarrollo, sino ganar los espacios políticos para que puedan ser escuchados por toda la sociedad y dialogar con ella, en lo que a todos concierne; para contribuir a brindarle opciones a la sociedad nacional en conjunto, y para servirse también de las opciones generadas por otros sectores sociales. Y ese diálogo debe darse en todos los ámbitos de la vida social: en los de la educación, en los de la producción, en los de la comunicación y la cultura, y por supuesto en los de gobierno.
5. Frente al fuerte impulso de los procesos de globalización, que cuestiona Estados y naciones, las luchas interétnicas en el mundo parecen señalar que esa no es la única tendencia, ni la predominante; y que existen también la fragmentación territorial, la destrucción y el surgimiento de nuevas naciones, precisamente como respuesta y oposición a esos procesos de globalización, así como a la incapacidad de los Estados nacionales existentes para satisfacer las demandas y expectativas de sus poblaciones, en especial las culturalmente diferenciadas. De esta forma el retorno a la aldea, a las identidades locales y regionales, a los lazos familiares como base de la organización social, y el cercano control de los procesos de reproducción social y cultural, se presenta como opciones. En efecto los pueblos indígenas, con sus sistemas culturales y de control energético en su manejo de los recursos naturales, parecen ser una opción frente a la destrucción ecológica, a la contaminación, a la deshumanización, y a la universalización mercantilista de las relaciones sociales, que ha traído consigo la globalización. Pero ello requiere de un fuerte trabajo de reconstrucción, rehabilitación, y readecuación. Ya que sería una gran pérdida, que los pueblos indígenas fueran una opción, sólo a través de la "aldeanización" del mundo, o la creación de nuevas "regiones de refugio" en las que trataran de aislarse y controlar sólo microregionalmente sus propias variantes de desarrollo.
Serían en cambio una opción de mayor importancia, y trascendencia de futuro, si pensaran y contribuyeran a la búsqueda de opciones a nivel nacional e incluso mundial; y si se aliaran en esa búsqueda con otros sectores sociales. La nueva ética en las relaciones entre los Estados, la defensa de la ecología, la humanización de las relaciones sociales, y la nueva democracia pluricultural y participativa, parecen ser los caminos para hacerlo.
Obviamente las tareas antes señaladas es enorme, y requiere contemplar tareas a diversos niveles, y a corto, mediano y largo plazo. Requiere además, de los esfuerzos de muchas personas y organizaciones, escuchando, pensando, reflexionando y dialogando.
Un avance importante en ese sentido, sería que las organizaciones indígenas que participarán en el Foro Especial para la Reforma del Estado, convocado por el EZLN, en alianza con los invitados no indígenas, formaran grupos de trabajo que plantearan una agenda básica de trabajo, que contemplara los puntos anteriores, y sobre ella definir tareas y estrategias diversas.
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