49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Rocío de la Torre A.

Título y clave del Simposio: Elites, poder e identidad en América colonial, HIST 05

Título de la ponencia:

Las élites como parte estructural de la empresa integral y el comercio de Zacatecas en el siglo XVIII

Autor: Rocío de la Torre A.

RESUMEN

En esta breve ponencia, me propongo abundar un poco sobre el tema de las redes de comercio en Zacatecas del siglo XVIII, Real de Minas que figuró entre los más importantes de la Nueva España, por su alta producción de plata durante todo el período Virreinal. El trabajo de explotación de las minas y la población alrededor de ésta demandaban una gran cantidad de productos que hacía atractivo para los comerciantes la conexión con el lugar mediante la inversión en negocios y el establecimiento de relaciones comerciales. En este sentido, estudiaré a los grandes comerciantes de la ciudad de México que llegaron a tener vínculos en Zacatecas y que como observaremos, pertenencían a las familias de empresarios más destacados de la época, quienes utilizaban en la mayoría de sus transacciones comerciales el crédito, lo que se veía igualmente reflejado en los comerciantes locales, quienes tendían a repetir los modelos de la ciudad de México hacia el interior de la provincia. En primer término daremos un repaso a las pautas generales que se siguieron en el comercio internacional, para posteriormente pasar al comercio interregional, en el que se hace referencia a algunos miembros de las grandes familias de la Nueva España en general y sus relaciones comerciales en Zacatecas y por último observaremos algunas de las actividades comerciales del lugar y sus actores.

1.- El Comercio Internacional

Las mercancías que llegaban hacia la Nueva España provenientes de las flotas y galeones de la península cada año, desembarcaban en Veracruz, dónde a partir de 1729 se vendían en las famosas ferias de Jalapa. Los productos, que eran de los países europeos, más que de la propia Metrópoli, salían desde Sevilla y a partir de 1717 de Cádiz, dónde se concentraban todas las transacciones Los únicos que podían participar en este comercio supuestamente eran los miembros de los consulados de Sevilla, México y Lima, pero en realidad participaban también otros españoles y comerciantes extranjeros, desde el siglo XVII, quienes pagaban donativos e indultos para llevar a cabo prácticas ilegales, pues las autoridades consideraban esta práctica de riesgo aunque aceptable, porque de cualquier manera recaudaban cierta cantidad proveniente de las penalizaciones. Los comerciantes españoles llegaron a actuar casi como intermediarios de los comerciantes extranjeros, sus productos de exportación eran del sector primario, los cuales en 1757 representaban el 45 por ciento del total de las exportaciones hacia América y considerando su valor, representaban un porcentaje menor todavía, el 16 por ciento del total1.

El comercio transatlántico se intensificó de cualquier manera, en principio, por ciertas medidas que la Corona tomó, tales como la supresión del impuesto de la avería (destinado a gastos de defensa) en 1660 y mayor abastecimiento de mercurio para la minería, entre otras, que hizo aumentar al parecer en un 50 por ciento la producción de los metales preciosos, y posteriormente por el establecimiento del sistema de navíos llamados "registros" en 1757 (en Nueva España), en lugar de las flotas, que fueron surpimidas como resultado de la guerra de la Oreja de Jenkins o de los nueve años (1739-1748). Se implementó en principio, de manera extraordinaria para evitar que el enemigo comerciara con las colonias, y aunque no siempre funcionó pues sabemos que entre 1741-1745 los ingleses consiguieron enormes botines, que ascendieron a 15 millones de pesos y que de los 118 navíos de registro que salieron desde Cádiz en el quinquenio 1740-45, se reportó una pérdida de 69, esta medida permitió un servicio más rápido y frecuente, lo cual se vió reflejado en un incremento del comercio y del tesoro, acentuado durante la segunda mitad del siglo XVIII2.

A la llegada de Carlos III, en 1759 se reconducen las políticas de las Indias, se propuso lograr un control mayor sobre los recursos coloniales, dónde el ideal de gobierno era el absolutismo puro. En la Nueva España se emprendieron varias, entre estas; el establecimiento de doce Intendencias en 1786, con lo que se buscaba un intervencionismo mayor del Estado borbónico así como la sustitución de los alcaldes mayores o corregidores quienes habían estado participando en el comercio y crédito o en los llamados "repartimientos de comercio" en las zonas indígenas, se implementó una burocracia asalariada, con la función de recaudar las alcabalas. Esto se llevó a cabo primero en la ciudad de México en 1754 y después se extendió, en 1776 por toda la colonia, lo que anteriormente se asignaba mediante el contrato de un "asiento" a un particular, consulados o asociaciones mercantiles, se emprendieron nuevos monopolios de la corona, en 1768 se creó el monopolio del tabaco. Todos los cultivadores estaban obligados a vender su producto a dicho monopolio en las factoría donde se manufacturaban los cigarros que a su vez se encargaba de distribuir en las ciudades mediante una red de vendedores. Estos cambios junto con las reformas en el comercio y fomento de las exportaciones coloniales en general, dieron en efecto la pauta para una expansión en la actividad económica y como consecuencia una alza en la recaudación fiscal sin precedentes que a lo largo del siglo ascendieron de 3 a 20 millones de pesos anuales3.

A la llegada de las mercancías a Jalapa, acudían tanto comerciantes de la ciudad de México como comisionistas, a comprar todo el cargamento para revenderlo en el interior de la Nueva España. De la ciudad de México iban los principales comerciantes-almaceneros, quienes lograron grandes fortunas del comercio internacional, más que del local, es decir, del intercambio de productos extranjeros, por monedas de plata, (además de cochinilla y después de 1790, azúcar). acudían a su vez, en menor número claro esta, Comisionistas tanto representantes de comerciantes españoles, como de Veracruz, quienes realizaban negocios, como su nombre lo dice a comisión. De esta manera, por una parte y en su mayoría, las mercancías llegaban o se concentraban, después de las ferias de Jalapa, en la ciudad de México, y por la otra, se iban, en menor cantidad, directamente hacia las principales provincias. dirigidas por los Comisionistas, quienes las distribuían a encargados de tiendas, asociados o familiares para su venta. Como por ejemplo Rodrigo Antonio de Neyra, miembro del Consulado de México, quien desde 1752, era representante de la Compañía Pardo y Freyre, junto con otro de los miembros del Consulado, Eliseo Antonio Llanos de Vergara. Neyra tenía una empresa amplísima. En la ciudad de México tenía un comercio de cera, además de diversos negocios y almacenes, y en los centros mineros del norte, como Zacatecas, Sombrerete, Parral, Ntra. Sra. del Rosario y Chihuahua, tenía otros negocios, administrados por uno o dos empleados, así como también agentes en Veracruz, Jalapa y Guadalajara, entre otros. Un agente suyo se encargaba de introducir las mercancías adquiridas en Jalapa, directamente al interior del país, de esta manera, reducía costos de transporte e impuestos en México4.

Así, aunque el comercio de la Nueva España hacia la Metrópoli era pasivo, en el sentido que no se tenia permitido el intercambio más que de la plata o aquellos productos que no compitieran con los de la Metrópoli, los comerciantes de México, a excepción de los comisionistas de compañías españolas, operaban con clara ventaja en cuanto a que, al contar con grandes almacenes, guardaban sin problema los productos adquiridos, sin prisa de vender. Lo que no sucedía con los comerciantes de los barcos, quienes tenían la prohibición de actuar en el interior de la colonia, y además absorber en su caso, gastos de almacenamiento. Por lo que con el fin de evitarlos, tenían que vender, lo más rápido posible sus mercancías a los Almaceneros, quienes adquirían las mercancías entonces, a precios favorables para ellos. De esta manera, la ganancia mayor se concentraba en un grupo relativamente pequeño de comerciantes de la ciudad de México, quienes compraban en grandes cantidades.

El mercado quedaba prácticamente en sus manos, lo que provocaba perjuicios tanto para los productores españoles como para los consumidores de Nueva España, pues ellos fijaban los precios. Esto no convenía tampoco a los intereses de la Corona por lo que la reforma administrativa y comercial no tardó en aparecer. Las tasas aduaneras calculadas por voldmen de mercancía conocido como "palmeo", fue sustituido por una tasa del 6 por ciento impuesto a todos los productos de exportación. Asimismo se promulgó en 1778 el decreto de "comercio libre", que eliminó a Cádiz como único puerto de comercio. Se comenzó a comerciar entre todos los puertos principales de la península y del imperio mediante buques mercantes aislados. El resultado fue en efecto una intensificación del comercio de la metópoli con sus colonias, beneficiando ampliamente a la península, pero el período fue breve, de una década aproximadamente, pues pronto se inundaron los mercados coloniales y a corto plazo resultó en una crisis comercial, pues los precios se derrumbaron y como consecuencia se redujeron los beneficios. Muchos comerciantes se arruinaron y otros prefirieron cambiar sus inversionas hacia la minería o agricultura.

De cualquier manera, es importante señalar que mientras los comerciaantes de la metrópoli actuaban en gran parte como intermediarios, los comerciantes de la Nueva España figuraron como parte esencial en la economía, correspondiendo a las llegadas de mercancías de la metrópoli y canalizando capital al desarrollo de la minería, agricultura etc. Es por eso que por la diversificación de sus inversiones en áreas productivas y comerciales diferentes, muchos historiadores los han clasificado no sólo como comerciantes, sino como grandes empresarios, quienes eran en su mayoría peninsulares sin dejar de formar parte de estos algunos criollos, y pertenecían a las grandes familias de la época5

2.- El Comercio Interregional

Así pues, ya con la mercancía adquirida, los grandes comerciantes, la canalizaban hacia diferentes mercados, el primero, en el mismo lugar, a los comisionistas provinciales, o medianos y pequeños comerciantes, a quienes se les revendía en cantidades menores y en muchos casos a crédito de las dos terceras partes de su valor. En segundo, hacia el norte, dónde se llevaba a las ferias de San Juan de los Lagos y Saltillo, en tercero, a los centros mineros del norte y en cuarto en tiendas, propiedad de los Almaceneros, para ventas al menudeo. Lo mismo sucedía con el galeón que llegaba de Manila a Acapulco, es decir, eran los mismos Almaceneros los que acudían o enviaban a sus agentes a comprar la mercancía desembarcada.

Entre los centros mineros de mayor importancia durante todo el período colonial se encontraba Zacatecas, que descubierta hacia 1546, mantuvo una alta producción de metales preciosos, pues sólo hasta la segunda mitad del siglo XVIII, bajó al tercer lugar, después de Guanajuato y Real de Catorce. Es así que los grandes comerciantes buscaron establecer tiendas directas en diferentes provincias y sobre todo en los centros mineros en bonanza, dónde se demandaba una infinidad de productos para la explotación de las minas, pues además de la ganancia por la venta de los artículos, se obtenía una utilidad mayor por el crédito a que se hacían acreedores, ya fuera por la escasez constante de circulante, y/o las altas inversiones que implicaba este ramo, pues por una parte, el viaje a la Casa de Moneda de México llevaba hasta 6 meses, desde el momento en que el minero depositaba la plata en la Caja Real, hasta su regreso, convertida en moneda, (situación característica en toda la Nueva España). La dependencia del Crédito se acentuaba en épocas de depresión minera, haciéndose indispensable en la mayoría de las transacciones. Es ahí dónde el comerciante, por su liquidez, tenia una vez más, la ventaja a su favor, sobre todo los comerciantes de la capital, quienes acumulaban grandes cantidades de moneda de plata, esperando la llegada de la siguiente flota6.

Así encontramos entre 1770 y 1775 en Zacatecas a Don José Antonio de Zeballos, Administrador (y muy probablemente nieto) del caudal de Don José González Calderón, quien fue miembro del Consulado de México. Para esas fechas ya había adquirido además varias Minas, y Haciendas de Beneficio de sacar plata y también de Campo, para la cría de ganados y labranza, en Zacatecas. Tenía aparte, negocios en Celaya. Otros miembros del Consulado, como Simón de los Villares, y Juan de Castañiza, tenían el primero, un socio en el Real de Fresnillo y el ultimo un negocio en Zacatecas, Manuel de Rivascacho, tenia conexiones con Zacatecas (y otras ciudades, como Guadalajara, Guanajuato, Celaya, Querétaro, León, Lerma, Jilotepec y Mazapil), Antonio de Villar Lanzagorta, tenia relaciones con Zacatecas, (además de Aguascalientes, Bolaños, Durango, Culiacán y Chihuahua.), Don Agustin de Iglesias Cotillo, comerciaba con el comerciante Zacatecano, Marcos Mendez de Salas, quien además tenían tienda en sociedad con un comerciante del Real de Minas de Parral, y Don Juan Antonio de la Campa, tenia también negocios en Zacatecas con Don Fernando de la Campa. Estos últimos, junto con un mulato esclavo, introdujeron en octubre de 1721, varios fardos de ropa sin pagar lo correspondiente a la Alcabala. El Asentista de estas, Don Pedro de Aristoarena y Lanz, intentó que las llevaran a la Aduana para el registro de los derechos, pero se opusieron agresivamente, incluso con armas, Manuel Ramón de Goya fue aviador de Marcelo de Anza, minero. Juntos, con Ventura Arteaga y Antonio Bibanco, invirtieron en la Compañía minera de Vetagrande en 17837.

Así pues, entre los miembros del consulado de México, que tuvieron participación en el Comercio de Zacatecas y su jurisdicción, ya fuera introduciendo mercancías o capital, mediante prestamos o inversiones directas en la minería (sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII), se pueden mencionar los siguientes:

Manuel de Aldaco

Antonio de Bassoco

Antonio de la Campa y Cos

Juan de Castañiza

Juan José de Fagoaga

José González Calderón

Manuel Ramón Goya

Agustin de Iglesias Cotillo

Rodrigo Antonio de Neyra

Manuel de Rivascacho

Luis Sanchez de Tagle

Pedro Sánchez de Tagle

Simon de los Villares

Antonio del Villar y Lanzagorta

José de Zeballos

La mayoría de ellos pertenecientes a las más notables grandes familias de empresarios de ese tiempo, como es el caso de la Familia González Calderón , trabajaban el molino más grande de la Colonia y proporcionaron la tercera parte del trigo a la ciudad de México en ciertos años, tenía relaciones comerciales además con un comerciante en Manila. No obtuvieron ningún título nobiliario. Francisco José González Calderón, peninsular, surgió a mediados del siglo XVIII y era uno de los comerciantes mayoristas más grandes. Sus hijos, Miguel, también formó parte del Consulado de México, Tomás, fue Oidor de la Audiencia de México, y Barbara, quien se casó con el comerciante internacional José de Zeballos, asimismo miembro del Consulado, su hijo José Antonio de Zeballos se casó con Mariana Padilla y de la Cotera 5a. Marrquesa de Guardiola, su hijo heredó el título y pertenecía al Consulado en 1809. Por su parte, Miguel se casó con María Josefa González Guerra, hija de otro de los comerciantes más destacados, Francisco González Guerra, ligados a su vez por matrimonio de su hijo con la familia de comerciantes Gutierrez de Teran8.

Otro personaje, miembro de grandes Familias de la ciudad de México con negocios en Zacatecas y su jurisdicción, es Don Andrés Sánchez de Tagle y Valdivieso , Caballero de la Orden de Calatrava, 3er. Marques de Altamira, fungió como Alcalde Ordinario de 2° voto, Alférez Real y Regidor de Zacatecas, estaba ligado a dos grandes familias de comerciantes, por el lado paterno, su padre era hijo de Andrés Sánchez de Tagle, hermano de Luis Sánchez de Tagle, Miembro del Consulado de México, 1er. Marques de Altamira, quien tuvo uno de los dos primeros bancos establecidos en la Nueva España, sobrino del Sargento Mayor, Don Pedro Sánchez de Tagle, Caballero de la Orden de Calatrava, 2° Marques de Altamira y también Prior del Consulado de México. Por el lado materno, con la familia Valdivieso, su madre, Doña. Josefa de Valdivieso, era hermana de Francisco de Valdivieso, Conde de San Pedro del Alamo, quien a su vez poseía uno de los bancos de la época. Por el lado matrimonial, también estaba ligado con la familia Campa y Cos, y Dosal Madrid, su esposa Doña María Idelphonsa, era hija del Conde de San Mateo Valparaiso9.

3.- Del Comercio a la Minería

Tanto los comerciantes locales como de la ciudad de México poco a poco fueron incrementando sus capitales, pues cuando el deudor no podía pagar, el prestamista se hacía de las propiedades del otro o en su caso, se asociaban mediante acciones. Asimismo, la tendencia a la inversión en la minería se generalizó en la segunda mitad del siglo XVIII y sobre todo después de la instauración de la libertad de comercio, en que los inversores se reunen para conformar las compañías mineras con varios socios, que podían ser entonces mineros o comerciantes.

Ya desde el primer cuarto del siglo, afirmaba Pedro de Aristoarena y Lanz, algunos comerciantes locales se habían pasado al oficio de los mineros, otros estaban en la pobreza y otros se habían ido del lugar. En este sentido, podemos observar el caso de Fernando Torices, quien era comerciante y aviador, propietario de dos tiendas en la ciudad de Zacatecas, una pulpería en la Plaza Mayor y una vinatería, en la Calle de Tacuba, (la primera considerada de ordenanza, hacia 1782). Se introdujo en la minería como aviador, entre otros de Marcelo de Anza (en San Borja),.era originario de la región de Burgos, Los mineros locales habían contraído deudas con el y su hermano Angel, en 1772, por 11,295 pesos y 5 reales. Angel Torices se casó con una hija de Domingo de Tagle Bracho, minero y comerciante destacado, fue Alcalde Ordinario de primer voto del Cabildo de Zacatecas, además de haber sido electo el año de 1767, como Alcalde de la Santa hermandad y estado noble de Caballeros hijosdalgo, de la Villa de Reynosa, Mirandad de Campoo. Sus bienes se evaluaban para esas fechas en 40,000 pesos y los de Fernando en más de 70,000 pesos, quien fue Teniente de Corregidor, Regidor honorario del Cabildo, Regidor Alcalde Provincial de la ciudad de Zacatecas, Administrador del pósito y de los bienes confiscados a los Jesuitas (en 1794-1795). Fue también aviador y fiador de Fermin de Apezechea, minero y de la compañía de Vetagrande, junto con Vicente del Castillo. Entre 1800-1825, figura como uno de los principales productores de plata de Zacatecas, con un 2.2 por ciento del total10.

También, en este caso encontramos a los Aristoarena y Lanz, Pedro, Tomas su hermano y Francisco Xavier, su hijo este último quien adquiriera en 1777, el Título de Conde de Casafiel. Pedro Antonio de Aristoarena y Lanz y Elveleta, procedente de la Villa de Lanz en Navarra, se avecindó en la ciudad de México, dónde se casó. Hacia 1719 tomó posesión del Asiento de las Alcabalas de la ciudad de Zacatecas, su hermano Tomas, quien se trasladó a la Nueva España en ese mismo año, obtuvo el cargo de Administración de las Salinas del Peñol Blanco en 1732, y su hijo Francisco Xavier fue también, casi sin interrupción después de su tío, asentista de las Salinas del Peñol Blanco. Al parecer, su fortuna la empezaron a acumular de la venta de dichas Salinas, pues por una parte cumplían con la cantidad correspondiente al Asiento, pero vendían una gran parte de estas a los mineros particulares, quienes la adquirían, porque aunque era de menor calidad, era más barata, de tal manera que Francisco Xavier, aumentó considerablemente el Asiento, el primero que hizo por 10 años, hasta Octubre de 1771, fue por la cantidad anual de 19,394 pesos, y en el segundo, se comprometió a pagar 35,505 pesos anuales, incrementendolo en 16,111 pesos anuales. Fue Alcalde Ordinario de la Ciudad de Zacatecas, Alcalde Mayor de las Reales Salinas de Sta. María del Peñol Blanco y Pueblos del Venado, y la Hedionda, con la Tenencia de Capitán General de esos sitios, así como en los de Charcas, Pinos y sus fronteras que ejerció por más de 16 años. Se fue haciendo de propiedades, tanto de Haciendas, como de Minas. Compró, entre otras cosas, una Hacienda de labor a Doña. Manuela García de Rodallega, esposa de Tomas, su tío, en el Valle de Valparaíso, que se componía de 65 sitios de ganado mayor y menor, se valoraba en 96,562 pesos y 2 reales, aunque con Censos de deudas que había adquirido su tío con el Gral. Joseph Joaristi, por 28,700 pesos. Fue asimismo aviador, particularmente de Marcelo de Anza y participó como Diputado en el fomento y laborío de las Minas, y en la rehabilitación y desague de la nombrada Roldanera, de la que se hizo el accionista mayor, proporcionando más de 2,000 pesos11.

4.- Los Comerciantes-prestamistas

Podemos observar pues, una variedad de comerciantes-prestamistas, como son los llamados, aviadores, rescatadores, mercaderes de plata y fiadores, quienes, en general, a cambio de la plata en bruto, otorgaban numerario, sino es que también mercancías, como es el caso de los aviadores, quienes, se integraron, en principio, al negocio del "avío" de manera prácticamente natural, vendiendo sus artículos a crédito. Poco después además empezaron a prestar dinero aceptando a cambio, como pago, plata refinada sin acuñar, por la lejanía de la Casa de Moneda. Así, se fueron introduciendo también, poco a poco, en el negocio del "rescate", que consistía en comprar la plata en bruto, sin refinar totalmente. Los rescatadores la adquirían a bajo precio de los trabajadores de minas para terminar de refinarla o bien presionaban a los propios mineros a que les vendieran la amalgama en bruto además de hacerlos presentar su plata refinada como del "diezmo" a la Hacienda, es decir compraban la plata mucho más barata y evadían el impuesto pues no pagaban el quinto que les correspondía por considerarse plata de rescate, no fue sino hasta finales del primer cuarto de siglo que se autorizó el pago del diezmo para todos, tanto comeciantes, como mineros12. Eran también rescatadores aquellos que como consecuencia de tales actividades compraban la plata ya refinada con descuento.

Los mineros de Zacatecas acostumbraban pagar a sus trabajadores con moneda acuñada semanalmente, pero por la distancia de la Casa de Moneda, terminaban comprando con su plata, el numerario a los "rescatadores de reales". Así, este tipo de comercio se convirtió en un sistema de prestamos en efectivo con interés, acentuado en la segunda mitad del siglo XVIII pero que, Bakewell nos hace ver que, comenzó desde finales del siglo XVI. El cambio que el rescatador hacía era de un real por peso o un peso por marco, que era la misma proporción, lo cuál debía ser entregado en un plazo convenido que a finales de ese siglo era de 40 a 50 días. Después se hacía lo mismo para el pago de mercancías a crédito, con la misma tasa de interés13.

La dependencia del capital privado se hizo más estrecha, para la minería, pero incluso también para el comercio y el campo. Dicho capital, señala Bakewell, pudo surgir, de los mejores años en que floreció el comercio Zacatecano. Pero sobre todo de los comerciantes de la ciudad de México.

Como por ejemplo, encontramos que cuando se quiso rematar el oficio de Regidor Alcalde Provincial de la ciudad de Zacatecas, en 1773, no se presentaba persona alguna, por encontrarse, la mayoría de los posibles postores, endeudados ya fuera con acreedores de la propia ciudad de Zacatecas, o de la ciudad de México. Don Francisco de Yoldi, quien además era Regidor honorario, tenía créditos contraidos en la ciudad de México y otras partes, que realizó para el giro de sus comercios. Don Angel de Torices, se encontraba con un crédito de algunas deudas pasivas que debía en la ciudad de México, contraidas también, para el mejor giro de sus comercios. No tenía ni siquiera cajero, práctico por no producir el giro del Comercio lo suficiente para pagar salarios crecidos. Don Lorenzo Carrera, tenía que pagar y recaudar algunos créditos que pendían de sus comercios. Don Antonio Martínez de Cossio, se hallaba con algunas deudas pasivas, dependía el crédito de su corto comercio. Don Martín de Ozcos, Don Juan Antonio Velez de la Campa, Don Antonio García de Biaña, Don Pedro de Torices, Don José de Alpharo, Don José del Corro, Don Martín Nuin, Don Manuel Fernández Badillo, y Don José de Teran, señalaban que sus comercios no eran los mayores en esas fechas, por los cortos principales que manejaban, además de que el comercio de la ciudad, estaba sumamente deteriorado, sin ningún "adelantamiento en sus principales", para la manutención de sus casas y familias. Don Francisco de Ayala, Don Phelipe Garces y Medrano y Don Sebastián Marques, no tenían "principales saneados" con que poder soportar la paga de Administradores, y otros. Las pérdidas comúnmente se originaban, según señalaban, "de la poca o ninguna fidelidad de los operarios de Minas, y Haciendas", porque regularmente se hallaban endeudados con sus aviadores14.

Los aviadores más fuertes eran los llamados"mercaderes de plata" de la ciudad de México, realizaban el negocio de los rescatadores, pero en gran escala. Se introdujeron desde mediados del siglo XVII, entre 1650-60, compraban plata en bruto o con descuento en grandes cantidades que pagaban con moneda y actuaban como proveedores de crédito también en gran escala mediante agentes que vivían en los poblados mineros. Podían obtener la plata sin acuñar de las propias refinerías, pero por lo general la obtenían de los aviadores-rescatadores del centro minero, de quienes estaban endeudados los operarios de Minas y Haciendas. Por último, los fiadores, intervenían en la distribución del mercurio, que repartía la Caja Real, que de no ser por estos, habría quedado por largo tiempo en los Reales Almacenes si ellos no los aseguraban, o en cierta manera actuaban como avales de los mineros e incluso de los propios comerciantes, para garantizar el pago anual del remate de algún asiento15.

Se puede decir que la actividad crediticia, se estableció como un medio de pago común en todos los niveles de la economía. Se practiaba de manera ocasional por inversionistas, que podían ser los propios mineros, como es el caso de Joseph de Rivera Bernardez, a quien hacia 1730 le debía Simón Carreño 10,258 pesos y Julian Guijarro, comerciante y minero de Zacatecas, 10,184 pesos a quien le embargaron sus bienes. Joseph de Rivera Bernardez recupera, ocho barras de la mina llamada La Cata de San Joseph por deudas que Simón Guijarro había contraído en favor de Joseph de Urquiola, primer Conde de Santiago de la Laguna16. Entre medianos y pequeños comerciantes se hacían este tipo de transacciones, como es el caso de Miguel González de Ruvalcaba, vecino y mercader de la ciudad de Zacatecas, quien en 1730, adquiere una deuda con el Capitán Juan de Lucio y Carrera, también vecino y mercader de la ciudad por una cantidad de 778 pesos de oro común en Reales, que se compromete a pagar en efectivo y en un término de un mes y medio17.

El flujo de numerario, mediante créditos, asimismo de la propia ciudad, hacia poblados menores. Nicolas Rodríguez y el Cap. Francisco Gómez Rendon, el primero como principal deudor y el ultimo como fiador, vecinos labradores en la Jurisdicción de Teocaltiche. adquirieron una deuda con el mismo Capitán Juan de Lucio y Carrera, por 980 pesos 5 tomines y medio de oro común en reales que les había prestado, comprometiéndose a pagar en efectivo y de una sola vez en un término de un año. En estos dos últimos casos no se menciona ningún tipo de interés, seguramente por el monto y el término del préstamo, de corto plazo, el primero de un mes y medio y el segundo de un año, no obstante, se comprometían a pagar un salario determinado al cobrador, para que al término del plazo, se ocupara de los trámites del asunto, que podía ascender hasta 200 pesos, como en este último caso18.

No tardaron mucho en convertir algunos cuantos comerciantes de México, sus negocios en bancos, los cuales, llevaban a cabo, de hecho, las actividades de los mercaderes de plata, comerciaban a gran escala, abastecían de numerario por la plata en bruto y de avíos a los centros mineros ycomerciantes particulares. La tasa de interés alcanzaba el 5 por ciento, asegurando las operaciones de financiamiento de la mayoría de los centros mineros de Nueva España, como Zacatecas, Guanajuato, Taxco, Pachuca, Chihuahua, etc. En 1730 existían dos bancos de plata pertenecientes a Francisco de Fagoaga y Francisco de Valdivieso y en 1743 aparecen Francisco Manuel Sanchez de Tagle (fundado por Luis Sanchez de Tagle) y Manuel de Aldaco. De cualquier manera, en todo el siglo XVIII, no hubo más que tres bancos de este tipo operando simultáneamente19.

Encontramos por otro lado una compañía formada por un comerciante de Zacatecas y otro de Parral, el primero Marcos Mendez de Salas y el segundo Martin García Solera. Este último elaboró un balance de la tienda que tenían como socios a mitad de ganancias que comprendía el año de marzo de 1738 a marzo de 1739 establecida en el Real de Parral. El balance muestra tanto las existencias, como las dependencias, estas últimas eran las deudas que los habitantes de dicho Real de Minas habían adquirido con la tienda por mercancías, los que sumaban un total de 123 deudores, con una cantidad de 10, 699 pesos, lo que representaba casi la mitad de las existencias que ascendían a 6,075 pesos. Asimsmo se registraba una cuenta de remisiones de aguardiente y reales al socio de Zacatecas por un total de 8,494 pesos. Por lo que podemos deducir que, por una parte, la mayoría de las ventas de la tienda se hacían mediante créditos a todo tipo de personas, encontramos entre la lista incluso a pequeños productores como son el maestro albañil y el sastre, y por otra parte que los comerciantes de la ciudad de Zacatecas no sólo se limitaban a explotar su mercado local, sino que buscaban establecer tiendas en otros poblados y Reales de Mina. En esa misma cuenta se registran llegadas de aguardiente de México, además de envíos de este producto con arrieros de San Cosme y Río Grande y vino remitido a la ciudad de México a Don Agustin de Iglesias Cotillo, quien aparece como miembro del Consulado de México nombrado por primera vez en 1729, por una cantidad que ascendía a 1,366 pesos, el cual había sido comprado al Colegio (no especifica el nombre) y a marchantes que pasaban por la ciudad de Parral20.

Por ultimo, no podemos dejar de mencionar a la Iglesia o las ordenes religiosas, las cuales participaban de este negocio mediante los conocidos "censos"21 que consistían de hecho en préstamos con interés, dando como hipoteca la casa habitación a favor de un convento, el interés era del 5 por ciento. A la gente le resultaba difícil aún el pago de tales intereses, por lo que generalmente, terminaban quedándose la propiedad. De esta manera las órdenes se fueron haciendo de propiedades inmuebles y se dedicaban a alquilarlas, de hecho se llegaron a convertir en los mayores propietarios de los inmuebles de la ciudad, los franciscanos eran los que menos propiedades poseían, pues se limitaban a tratar de obtener lo suficiente para el mantenimiento de sus conventos, Bakewell hace una estimación y señala que hacia mediados del siglo XVII las órdenes religiosas eran propietarias aproximadamente de la cuarta o quinta parte de los inmuebles en Zacatecas22. Esta prática se llevaba a cabo en toda la Nueva España y continuó a lo largo del siglo XVIII hasta 1804, cuando se expide la Real Cédula de Consolidación de vales reales, con resultados caóticos para los deudores, que para entonces era la mayor parte de la población. Este sistema comenzó a sustituirse por los depósitos irregulares en la segunda mitad del siglo XVIII usados en principio por los comerciantes quienes requerían de inversiones a corto plazo23.

La Corona actuó en este sentido, pero hasta finales del siglo. Comenzó a destinar capitales propios como fondo revolvente destinado al pago inmediato del mineral mediante la creación de Tesorerías Locales y estableció bancos de plata, bajo la responsabilidad de los oficiales reales. Se pretendía así liberar en lo posible a los refinadores de la dependencia de los mercaderes para la obtención de moneda, así como también para evitar pérdidas para el Tesoro Real. De todas maneras siguió predominando hasta finales de la época colonial la financiación minera directa, realizada por los mercaderes. Las grandes casas que los mercaderes tenían en la capital generaban gran parte de la financiación, especialmente tras la aplicación de la ley de libertad de comercio de 1778, que perjudicó el control que tenían del comercio ultramarino, y que les forzó a buscar otro tipo de inversiones24.

5.- El Comercio local

En relación al comercio local, podemos afirmar que en Zacatecas, efectivamente fluctuaba o se intensificaba, según el florecimiento o depresión de la minería. Los pequeños comerciantes y sobre todo los Arrieros y Puesteros de la Plaza Pública, se trasladaban sin ningún problema, a otros mercados que ofrecían mayores perspectivas de crecimiento, a mediados del siglo XVIII, estos se marcharon al Real de Bolaños, el cual alrededor de 1750 se encontraba en bonanza. Ante esta situación, el arrendatario de los Puestos de la Plaza se quejaba de que no podía recaudar el monto por el cual le había sido rematado el Asiento, la cantidad ascendía a 700 pesos anuales y no la podía conseguir de los 6 o 10 puestos establecidos en ese tiempo. Al momento del remate, en 1748, existían aproximadamente 20 puestos permamentes en la Plaza, lo que significaba una disminución de más de la mitad de la cantidad recaudada. Cada puesto instalado, tenía que pagar 4 reales a la semana al arrendatario por el uso del sitio ocupàdo en la plaza, en que se vendían por lo general artículos comestibles. Sin embargo, en ese tiempo no obtenía ni siquiera de esos pocos puestos la cantidad señalada, esto era resultado según el asentista Juan Francisco de Aguiar, de la casi suspensión total "en el corriente de minas y haciendas", de la baja ley y baja producción de metales. La población en general, había emigrado hacia el Real de Bolaños, y era tan poca gente la que se había quedado en la ciudad de Zacatecas que incluso la compra-venta de este tipo de productos, que además eran pocos y de bajo valor, había disminuido enormemente25.

En este sentido, la siguiente relación que contiene el año, el nombre del arrendatario y la cantidad del remate, nos muestra que efectivamente las fluctuaciones en la cantidad rematada (reflejo de la intensidad del comercio en pequeño de la ciudad), seguía los ciclos de la minería.

ARRENDAMIENTOS DE LOS PUESTOS DE LA PLAZA PÚBLICA DURANTE EL SIGLO XVIII EN ZACATECAS

AÑO ARRENDATARIO PESOS TIEMPO FIADOR

1707 Nicolas de Medina 210 4 años Salvador de Avila, vecino y mercader de la ciudad

1711 Nicolas de Medina 280 4 años Salvador de Avila

1715 Nicolas de Medina 380 4 años Salvador de Avila

1719 mercaderes de menudencias 380 4 años Fco Antonio de Montenegro y Joseph Antonio de Bugarin

1722 Don Cayetano de la Platta 470 4 años Cap. Don Juan Ignacio de Larrañaga

1726 Don Antonio de León 610 5 años Don Juan ignacio de Larrañaga

1731 Don Martín Salvino 700 1 año

1733 Martín Salvino 750 5 año Don Miguel Bermudez

1738 Don Juan de la Vega 525 5 años Don Luis Joseph Vizcaino

1743 Bernardo de Senares 770 5 años Don Antonio González

1748 Juan Francisco de Aguiar 700 5 años Juan Joseph Guerrero (suegro), vecino de la cd.

1753 Juan Francisco de Aguiar 450 5 años Juan Joseph Guerrero (suegro), vecino de la cd.

1758 Antonio Cobarrubias 480 3 año Bernabé de las Piedras y Camargo, Joseph Urquisu

1761 El Cabildo 0

1762 Luis Guijarro 225 4 años Don Simon de Ibarra

1769 Luis Guijarro 280 4 años Joseph Gregorio Ortiz de Herrera y salario anual de 140 p.

1773 Luis Guijarro 350 4 años Don Manuel CorreaVec., minero y del comercio cd.

1777 Luis Guijarro 900 2 años

1779 Francisco Ruiz de Guadiana 1300 2 años

1785 Luis Guijarro 900 3 años

1788 Esteban Ruiz de Esparza 1175 4 años Don Joseph Francisco Castañeda

1792 Nicolas García 1100 3 años Don Rafael de las Piedras y Carranco

1795 Francisco Ruiz de Guadiana 1315 3 años

1798 Francisco Ruiz de Guadiana 525 3 años Don Josef de Costa

1801 José Guadalupe Enciso 1220 3 años

1804 Josef Guadalupe Enciso 1250 3 años

1807 José Guadalupe Enciso 1700 3 años

El primer ciclo minero del siglo XVIII en Zacatecas se registra con tendencia ascendente desde los dos primeros decenios del siglo hasta 1723, en que al parecer se inclina a la baja, con énfasis en el decenio de 1760 en el que se cierra este ciclo alrededor de 1763, con la producción de plata más baja del siglo26. Como se puede observar, esto se refleja claramente en el monto de los remates celebrados periódicamente, una tendencias ascendente, aunque lenta en los dos primeros decenios para continuar a pasos mas grandes hasta llegar el remate más cuantioso que los anteriores por cantidad de 750 pesos en 1733, año en que comienza la tendencia descendente, y aunque se registra todavía un incremento mayor en 1743 con una cantidad de 770 pesos, hemos visto que durante el asiento celebrado en 1748 se solicitó una rebaja en los 700 pesos correspondientes al remate, por haberse reducido el número de los puestos establecidos en la Plaza a la mitad o más, quedando el asiento por últmo a cargo del propio Cabildo en 1761, por no haber ningun interesado en dicho asiento.

Efectivamente, a mediados del siglo se experimentaba una situación económica crítica, las minas se encontraban inundadas y eran necesarias mayores inversiones para su rehabilitación, el mercurio para refinar la plata era escaso, (elemento que se verifica en todas las depresiones mineras), además de malas cosechas entre los años de 1759-176027.

En 1732, Joseph de Rivera Bernardez, minero y aviador ocasional, señala como obstáculos principales para la minería, por una parte, el azogue monopolio de la Corona, proporcionado por lo general a crédito, y por otro lado, los aviadores a quienes les debían siempre por mercancías o numerario28.

Así, vemos como en el segundo ciclo minero, se observa una tendencia ascendente hasta 1778 aproximadamente donde recae un poco pero en el que se sostiene con algunas altas y bajas en este nivel, cayendo hacia 1798 por poco tiempo casi a los niveles de mediados del siglo, continuando ascendentemente hasta principios del siglo XIX, tendencia que se refleja de la misma manera en los arrendamientos de los puestos de la plaza pública.

Conclusiones

Hasta ahora, se han detectado un promedio de 15 comerciantes de la ciudad de México, con relaciones comerciales o negocios en Zacatecas y su jurisdicción, consistentes en la venta de mercancías directamente en tiendas, establecidas y administradas por socios o familiares, en el abastecimiento de numerario a cambio de la plata sin refinar o de avíos con un interés.

La mayoría de estos comerciantes no sólo se limitaba al comercio Zacatecano, sino que trataban de abarcar otras ciudades productoras de artículos tales como telares, productos agrícolas, granos, e incluso productores de metales preciosos, seguramente por los cíclos que cada centro minero padecía, así si alguno de ellos estaba en depresión, tendrían asegurada la venta con otro negocio establecido en otro centro minero en bonanza.

Los lazos familiares eran parte esencial en la integración de las redes de comercio, ya que eran más persistentes y sólidas, por lo menos un miembro de las grandes familias de la ciudad de México se establecía en el centro minero, que ofrecía expectativas de crecimiento, ya fuera un descendiente directo o el que por matrimonio se unía a la familia, por lo regular, resultaba ser Peninsular.

La diversificación en las inversiones se hizo más generalizada, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, y las transacciones de tipo crediticio se extendieron hacia todos los niveles productivos y comerciales. De grandes comerciantes a grandes comerciantes, de estos a mineros, y viceversa, de medianos y pequeños comerciantes a mineros y viceversa, y de estos a los operarios de minas, haciendas o a los pequeños productores del campo. En este tiempo se encuentra, sobre todo, a muchos comerciantes integrantes de Compañìas mineras.

Según la teoría del lugar central, los centros mineros de mitad del siglo XVI en adelante, se colocan como los impulsores del desarrollo intrarregional, interregional e internacional, durante los períodos de florecimiento de la minería, aunque con énfasis en sus primeros años, ya que los centros urbanos se colocaron posteriormente por encima de dichos desarrollos mineros. Mientras que éstos pasaban por períodos de depresión, los centros urbanos aparentemente seguían progresando por las actividades comerciales y agrícolas que originaban, fomentando a su vez, el crecimiento poblacional. Efectivamente, se puede decir que así sucedía, pero al parecer, se relaciona con la relativa facilidad de movimiento de la población, tanto comercial como habitantes en general, que se establecían en los centros mineros en bonanza, por lo que los comerciantes establecidos además por lo general en la ciudad de México, seguían logrando sus ventas, sobre todo los grandes comerciantes, a quienes les bastaba enviar su mercancía al centro minero más conveniente.

NOTAS

 

1 LYNCH, John, El siglo XVIII, Historia de España, p. 131, BRADING, D.A., "La España de los Borbones y su Imperio Americano"., Historia de América Latina., Editorial Crítica., Barcelona., 1990, p.106. 

2 LYNCH, John., El siglo XVIII, pp.138-139, ver GARCIA BAQUERO, Cádiz y el Atlántico, I, pp. 173-174., MORINEAU, Michel, Incroyables gazetes et fabuleux metaux. Les retours des tresors americains d'apres les gazettes hollandaises (XVI-XVIII), Cambridge, 1985, p. 249; GARCIA FUENTES, Lutgardo, El comercio español con América 1650-1700. Sevilla, 1980, pp. 164-218, 229-236, 239-326; "En torno a la reactivación del comercio indiano en tiempo de Carlos II", Anuario de Estudios Americanos, 36(1979), pp. 251-286.

3 BRADING, D.A., "La España de los Borbones y su Imperio Americano"., Historia de América Latina., Editorial Crítica., Barcelona., 1990, p.98-100.

4 BORCHART DE MORENO, Christina R., Los Mercaderes y el capitalismo en México (1759-1778 ), México, F.C.E., 1984, pp. 66-87.

5 BRADING, D.A., "La España de los Borbones y su Imperio Americano"., Historia de América Latina., Editorial Crítica., Barcelona., 1990, p. 111-112

6 BRADING, D.A., Mineros y comerciantes en el México Borbónico (1763-1810), México, F.C.E., 1993, cuarta reimpresión, pp.135-142.

7 AGI, Audiencia de Guadalajara, 341, 1775, A.G.I., Escibanía, 194 A, 1716., AHZ., Ayuntamiento, Comercio, 1738-39., BORCHART DE MORENO, Christina R., op. cit., (1984), pp. 82-90 y 232., BRADING, D.A., op. cit., (1993), p.275.

8 KICZA, John., Empresarios coloniales, familias y negocios en la ciudad de México durante los borbones , México, F.C.E., 1986, pp. 39 y 173-176., BORCHART DE MORENO, Christina R., (1984), p. 108.

9 A.G.I., Indiferente, 143, N. 136., Genealogía de la familia Sanchez de Tagle y Valdivieso, elaborado por Javier Sanchez y José Conde. Proporcionado por Bernardo del Hoyo., genealogista.

10 AHZ, Ayuntamiento, Comercio, 1782-1783; AGI, Audiencia de Guadalajara, 341, 1775. A.G.I., Escribanía 194 A, 1716., LANGUE, Frédérique, Mines Terres et Société a Zacatecas (Mexique), de la Fin du XVIIIe siecle a l'Independance, Paris, Sorbonne, 1992, pp. 142-143. Garner, Richard "Silver Production in XVIIIth Century Mexico" J,G,S,G,L ., vol. 17 (1980), p. 165.

11 Se casó en primeras nupcias con Dña. Josefa de Tagle Bracho y Menedez en 1751 en segundas, con Dña. Mercedes Francisca Cabrera y Chacón en 1759, y en terceras, con Dña. María Guadalupe de la Campa y Cos y Veytia. A.G.I., Escribanía, 194 A, 1716., A.G.I., Contratación, 5470. N.1, R. 29, 1719, A.G.I., Audiencia de Guadalajara, 242, 1777. LANGUE, op. cit., (1992) pp. 185-186 y 269 ., Genealogía de dos fronteras , ediciones oficio, septiembre de 1996, en colaboración con Javier Sanchez y José Ignacio Conde, pp. 93-101.

12 A.G.I., Audiencia de Guadalajara, 159., 1721.

13 BAKEWELL, P.J.., "La minería en la Hispanoamérica Colonial", Historia de América Latina 3 ., editorial crítica, Barcelona, 1990, p. 77.

14 AGI, Audiencia de Guadalajara, 341, 1775.

15 AGI, Audiencia de Guadalajara, 314, Los comerciantes, sobre la erección del Consulado en Guadalajara, 1791.

16 LANGUE, Frédérique., op. cit. (1992), pp. 86-87.

17 AHZ, Notarías Manuel Gutierrez de Avila, Lib. 1, f. 1, 18-oct-1700.

18 AHZ, Notarias , Manuel Gutierrez de Avila, Lib. 1, f. 2, Agosto de 1700

19 LANGUE, Frédérique., op. cit., (1992) pp.89-90, BAKEWELL, P.J., "La minería en la Hispanoamérica Colonial", Historia de América Latina 3 ., editorial crítica, Barcelona, 1990, p. 78., BRADING, D.A., op. cit., (1993), p. 221.

20 AHZ., Ayuntamiento, Comercio, 1738-39.

21 La palabra censo y su estudio ha resultado confuso precisamente por el significado de la palabra. En este caso se refiere a cualquier transacción monetaria entre dos partes, en la que el crédito era transferido de una a la otra, aunque en algunos casos esta transferencia era sólo nominal. Una de las partes se comprometía a pagar un interés que generalmente era del 5 por ciento de la suma transferida. BAKEWELL P.J., Minería y Sociedad en el México Colonial, Zacatecas, 1546-1700., F.C.E., 1971 ,p. 82, np. 44.

22 BAKEWELL P.J., Minería y Sociedad en el México Colonial, Zacatecas, 1546-1700 ., México, F.C.E., 1971 ,p. 80-82.

23 BAKEWELL, P.J, (1990), p. 78-79., VON WOBESER, Gisela, "Mecanismos crediticios en la Nueva España. El uso del Censo consignativo", Estudios Mexicanos , n1 5(1), invierno 1989., pp.1-23.

24 MARISCAL ROMERO, Pilar., Los bancos de rescate de plata, Sevilla , E.E.H.A., 1962, pp. 8-41.

25 A.H.Z., Comercio, 1750.

26 LANGUE, Frederique., op. cit., (1992), p.48-66

27 La escasez del mercurio fue provocado por la Guerra de los siete años, que se mantuvo durante los años de 1753 a 1763, (Inglaterra captura La Habana y Manila), aunque ya durante el años de 1740 se había resentido la escasez, pasaron casi todo el año sin recibir mercurio. Por otra parte, la disminución de la mano de obra se registraba durante las crisis del siglo XVIII en que se conjugaban crisis agrícola pues como consecuencia resultaba también una crisis económica generalizada, por la epidemias que se extendían. Estas crisis agrícolas se sitúan en los años 1709-10,1724-25, 1730-31, 1740-41, 1749-50, 1759-60, 1771-72, 1780-81, 1785-86, 1801-02, 1808-09 y 1809-10., BAKEWELL, P.J., op. cit., (1976), p. 246., FLORESCANO, E., OrRgen y desarrollo de los problemas agrarios de México 1500-1821, México, Era, 1983, pp.72-73., Precios del maíz y crisis agrícolas en México (1708-1810), El Colegio de MJxico, 1969, p.150

28 RIVERA BERNARDEZ, Joseph de., Descripción de la Muy Noble y Leal ciudad de Zacatecas, en Testimonos de Zacatecas, Gabriel Salinas de la Torre, p. 80

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Escibanía, 194 A

Indiferente, 143, N. 136

Audiencia de Guadalajara, 159, 341, 314, 242

Contratación, 5470. N.1, R. 29

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