II Encuentro Nacional "La Universidad como Objeto de Investigación" |
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Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)Noviembre 1997 |
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LA TRANSICIÓN DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO: ENTRE LA ELECCIÓN Y LA DESERCIÓN
Autoras:
Lic. Mabel H.Guevara
Lic. María G. Henríquez.
Introducción
Este trabajo pretende dar respuesta a la pregunta ¨qué dinamismos operan en el joven -que está a punto de egresar del secundario y decide ingresar a la universidad- en esa especial época de transición que va desde la elección de una carrera (concretada en el ingreso a la institución) y el abandono definitivo de la vida universitaria?.Los altos índices de deserción que en nuestra universidad oscilan alrededor del 50%, según las carreras, y las altas tasas de lentificación (esto es la demora en la finalización de los estudios universitarios) nos lleva a cuestionarnos sobre esta dinámica. Estudios que hemos realizado en la UN de San Juan, desde las percepciones y representaciones de estos sujetos sociales -los estudiantes- sustentan esta propuesta.
Centramos la atención, entonces, en el joven que elige la Universidad Nacional de San Juan para desarrollar sus estudios superiores y partimos de considerar el ingreso a la universidad tanto como el resultado de una elección más o menos condicionada, como una "transición", en el sentido etnológico del término, que implica apuestas de poder, ritos y sacrificios1.
Esa situación de transición, que articula el momento
de la elección con el altamente probable momento del
abandono del sistema universitario -la deserción- se nos
aparece como una obra en tres actos:
1. La elección
2. El tránsito
3. La deserción,
durante la cual, el protagonista: ese joven, que al
ingresar a la institución universitaria se convierte en
estudiante, va construyendo un complejo conjunto de
disposiciones que facilitan su asimilación al sistema o por
el contrario, reafirman su indefinición y lo conducen al
abandono..
1§ Acto: la elección.
El sujeto que nos interesa -el joven que acaba de egresar del secundario y decide ingresar a la universidad- presenta características propias construidas en el intercambio dialéctico con su entorno: no sólo vive en el mundo que percibe, sino que, forma parte de él y participa activamente en su construcción. Es un Sujeto que elige; quien se enfrenta a un Otro a quien elegir. Su Objeto de elección: la Universidad.
Este joven es portador de concepciones, representaciones e imágenes sociales acerca de ese otro, la universidad; pero también de una identidad personal que atraviesa diversos momentos de integración. Debe, en síntesis, conciliar: imágenes, concepciones y representaciones, con aquello que quiere ser, lo que le gusta, lo que su mundo le ofrece y la realidad en términos de posibilidades. Esta situación de elección que representa en sí una crisis para este sujeto, se encuentra contenida históricamente en una crisis mayor: la de la cultura. La ritualización de la existencia y del pensamiento, resultado del discurso posmoderno, atenta contra la dimensión temporal del sujeto; aspecto éste imprescindible tanto para su desarrollo psíquico como para su integración en la cultura y la sociedad. En este sentido, la crisis de contexto condiciona el logro de su propio proyecto.
En este marco, la situación de "elegir una carrera" activa de alguna manera, el conflicto entre la presión social -que supone que cada ser humano está predestinado por una vocación-, y las condiciones históricas actuales de la identidad social que asume este sujeto, en la cual está instalada una actitud hacia las decisiones que "deposita" en las circunstancias el "qué hacer" 2. En cuanto al Otro a ser elegido por el joven -la universidad- esta se le aparece con una fachada de espacio al que va "porque quiere". Se elige no sólo la institución y la carrera, sino los estilos de "estar" en la universidad: qué estudiar y cómo, con quien, desarrollar otras actividades, comprometerse o no con el proceso de aprehender. Este otro conforma un universo ambiguo con el cual está obligado a relacionarse.
Nuestra universidad, al igual que otras, constituye un objeto por demás problematizado, que en este tiempo enfrenta la crisis -quizás la de la disolución de la idea moderna de universidad- del concepto mismo de universidad como espacio institucional de producción y difusión del saber; de su universo discursivo, por el cual quedó legitimado como ámbito privilegiado para la progresiva emancipación de individuos y sociedades. En este sentido, hoy lejos de ayudar al joven a mirar claramente lo que elige, le obstaculiza su elección y lo sumerge en mayores dudas.
... Las carreras que se dictan en la UN de San Juan, en general -con algún resguardo, las Ingenierías- no corresponden al universo de las llamadas "tradicionales"; cinco facultades: Ingeniería, Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Ciencias Sociales, Filosofía, Humanidades y Artes y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, delimitan las posibilidades de elección de los jóvenes. En probable, que en este especial momento de la cultura al que asistimos, los mandatos de éxito con poco esfuerzo, determinen la oferta educativa de nuestra universidad como escasa y no adecuada a los tiempos que corren. En este sentido, nuestros estudiantes son, principalmente, sujetos con elevados condicionamientos en su elección3.
En un trabajo realizado durante el año ï95 4, pudo observarse que entre los motivos de elección -que declararon los estudiantes al ser entrevistados-, mayoritariamente señalaron la necesidad de perfeccionamiento, tanto a nivel personal como en lo económico-laboral, lo vocacional -categoría heterogénea en su significado, puesto que la misma se configura en los estudiantes en parte, por la imagen que el joven tiene de la Universidad como institución y, por otra, la imagen de sí mismo ejerciendo una determinada profesión. Por último la presión social, en tanto mandato social ejercido desde afuera. Las mismas se cristalizan en frases como: "porque me gusta", "porque quiero ser....", "para ser alguien digno en la vida", "crecer socialmente y tener un título", "en esta sociedad hay que tener un título para trabajar".
Las motivaciones vinculadas a la elección configuran una compleja red donde, según Boholaswsky, una trama ideal de motivos por los que ingresar a la Universidad, debiera combinar en una carrera: el prestigio social, la posibilidad ocupacional posterior, la remuneración adecuada a las aspiraciones y la satisfacción con la tarea a desarrollar.5
En términos de elección podemos distinguir entre nuestros estudiantes a:
- aquellos que, eligen una carrera sustentados en un proceso de "descarte", ya porque se han visto imposibilitados de trasladarse a otra provincia por diversos factores (socioafectivos o económicos) o bien no pueden mantener una inscripción en la universidad privada que les ofrece, en general, carreras tradicionales;
- aquéllos que, portadores de una gran confusión propia de la no resolución del dilema de elección vocacional, encuentran en el ámbito universitario un estilo legitimado para refugiarse, "para estar";
- aquellos que, con menores condicionamientos socioafectivos o económicos, producen elecciones más libres de conflicto y por ende con mejores posibilidades de ajustarse a las reglas del juego académico.
En cuanto a las representaciones que -alumnos con un escaso o nulo rendimiento académico- poseían respecto de la vida universitaria, antes de ingresar a la misma, los encuestados consideraron mayoritariamente que el ingreso a la universidad, les implicaría ajustarse a las exigencias institucionales; en segundo orden, que les demandaría un esfuerzo personal adicional (al experimentado en el secundario) y en menor medida señalaron, que su percepción de la actividad universitaria no diferiría "demasiado" de la realizada en el secundario.
Tanto entre quienes habían imaginado que los estudios universitarios implicaban exigencias como entre quienes no, se produjo una modificación hacia una percepción de mayor esfuerzo. Lo cual pareciera indicar que en ambos casos, no estaban advertidos con claridad sobre las demandas que requieren, en la práctica concreta, los estudios universitarios; aspecto éste que, probablemente, conlleve una dificultad para adaptarse a los ritmos de las carreras respecto del manejo de los tiempos, los que aparecen como más flexibles pero también menos pautados, marcando diferencias importantes respecto del secundario.
2§ Acto: La transición.
Aprender el oficio de estudiante significa que hay que aprender a serlo; si esto no ocurre uno es eliminado, o se autoelimina por sentirse ajeno a este nuevo mundo que representa la universidad. La entrada en la vida universitaria puede considerarse como un tránsito: es preciso pasar del rango de alumno de secundario al de estudiante universitario, y como todo tránsito, requiere de una tarea de iniciación.
El alumno debe entonces adaptarse a los códigos de la enseñanza superior, aprender a utilizar sus instituciones y asimilar sus rutinas. Ya que, si el título es una forma democrática de premiar a quienes han sabido demostrar su competencia, para acceder a él, el novato debe someterse previamente a un aprendizaje que le iniciará en las reglas de su nuevo universo.
Uno de los motivos más poderosos del abandono y el fracaso es la incapacidad para detectar, descifrar e incorporar dichos códigos6. Es decir, que una vez consumada la elección las expectativas y motivaciones previas, dan paso a las actitudes y disposiciones, que sobre la base de aquellas construidas en su experiencia escolar previa, se prolongan en la universidad adquiriendo características particulares.
Por otra parte, estas actitudes y disposiciones hacen que, en tanto el estudiante asimile las reglas del juego académico, verá reconfirmada -exitosamente o no- su elección inicial. Por esto, en este "tránsito" nos encontramos con aquellos estudiantes que, haciendo un manejo mágico del tiempo, eternizan su estar en la universidad, dándose así mismos una moratoria singular, la que seguramente terminará en la nada; y con ese otro que elige una carrera (más o menos condicionado), reconfirma su elección y llega en los términos temporales propuestos al final de la meta.
Pero el "tránsito" no es un mero devenir dentro de la universidad, implica una disposición y una actitud hacia el conocimiento. Por esto, el terminar la carrera en los tiempos estipulados, no implica siempre, haber desarrollado un vínculo personal, no institucional, con el conocimiento.
La ritualización de los modos de estar en la universidad, en la que participan la institución, los docentes y los alumnos, contribuye más bien a construir modos particulares de "jugar" el juego académico, captando las "reglas" y actuando en consecuencia.. Estos modos de relacionarse con el saber, desde un marco psicoanalítico, dependerían básicamente, del deseo de saber; en este sentido, nuestros jóvenes según sea el nivel de resolución de su identidad vocacional presentarían mejores o peores condiciones para construir este vínculo . Se trata de un recurso yoico por el cual, desprendiéndose de un marco altamente narcisista, deja librado un monto considerable de energía para vincularse con el saber, permite dar entrada a otras posibilidades o bien, se deje motivar. Sin embargo, y considerando la crisis de cultura a la que se ha hecho referencia, no podemos depositar toda la responsabilidad en el sujeto. Desde una concepción socio-antropológica, esta disposición negativa hacia el conocimiento descansaría "en la progresiva legitimación de un pragmatismo de fin de siglo que no se desarrolla precisamente con un trasfondo ético, las representaciones sociales parecen entrar en crisis, pero no determinadas representaciones desarrolladas en un histórico, sino las representaciones en cuanto moderadoras de las prácticas sociales. Crisis que se materializa en la universidad en una actitud de rechazo al conocimiento, a las prácticas de aprendizaje, unido a ese pragmatismo que apela a la economía de esfuerzos se y encuadra en un horizonte hiperdependiente de las coyunturas sociales, políticas y económicas"7.
3§ Acto: la deserción.
El desgranamiento y la deserción, problemas capitales de la universidad argentina y en los que se concentran una gran cantidad de esfuerzos, estremece no sólo por sus valores sin duda alarmantes; da cuenta además, del desencuentro entre estos jóvenes y una universidad que no sabe cómo contenerlos.
El abandono se produce principalmente en el primer año, y va disminuyendo progresivamente, al tiempo que aumenta el tiempo de permanencia en el sistema. Desde los alumnos, las causas quedan diluidas en una serie de factores que abarcan lo económico, lo laboral, lo familiar, lo motivacional o vocacional, pero expresados en forma escindida, lo que nos dejan una imagen parcial, con diversos grados de compromiso en la respuesta y quizás en el problema.
Se ha intentado reflejar en los dos actos anteriores, como se conjugan los elementos de la personalidad con los de la identidad social. Los condicionamientos afectivos con los socioeconómicos, lo vocacional como mandato y la necesidad de construir un "ser algo" en la sociedad de la que es parte.
Ingresa a una institución en la que las estructuras académicas y administrativas, la organización del tiempo y otras dimensiones universitarias, responden preferentemente a las necesidades del docente, pero no necesariamente a la docencia. Que admite, que sin estudiantes no existe universidad, pero donde todas las contingencias del aprendizaje se organizan de forma tal, que, aún sin intención se da más valor al que enseña que al que aprende. (Escotet, Miguel Angel "Universidad y Devenir" .Ed. Ideas, p. 106).
Este es el escenario donde se desarrollan los procesos de enseñanza-aprendizaje, donde el estudiante interactua con la institución, con los docentes, con sus pares, con el conocimiento. Escenario que se constituye en un espacio privilegiado, donde interjuegan elementos educativos y psicológicos, diversas inserciones sociales e historias personales, múltiples concepciones y representaciones de ese mundo. Aquí es donde el estudiante se vuelve protagonista, y su desafío -según Coulon- detectar, descifrar e incorporar los códigos secretos de la vida universitaria.
"El abandono no es una síntesis de casualidades, sino la cristalización de factores sociales en los cuales el alumno mismo es actor y parte".8 ...
Hacia un final feliz.:
Una propuesta sobre los mecanismos de incorporación a la
vida universitaria.
Hoy por hoy, se evidencia en la universidad nacional una alta preocupación por desarrollar modelos, estrategias, políticas, que mejoren cualitativamente la universidad.
Para ello se apunta a las políticas de ingreso, a su capacidad para efectivizar la retención, a cuestiones que hacen a aspectos organizativos, curriculares, didácticos o de infraestructura.
Dado que el fenómeno de la deserción afecta principalmente al primer año, es preciso concentrar esfuerzos en los momentos previos a la incorporación, es decir, durante la elección. Si bien, los aspirantes a ingresar a la universidad, son portadores de una formación previa sobre la cual no es posible incidir directamente. Sin embargo, se puede asumir el compromiso de intentar modificar el bagaje cultural y actitudinal previo, mediante la instrumentación de un ciclo de ingreso, que le permita una incorporación más eficaz al sistema universitario.
Para ellos deben reconocerse las diferencias y características socioeconómicas de los ingresantes, las que varían por Facultad, así como las necesidades y expectativas que éstas últimas tienen respecto a los requisitos esperados en sus alumnos. Esto obliga a que las estrategias a implementarse sean específicas a cada unidad académica, pero en un enmarque global, donde se definan clara y expresamente los propósitos que persigue la institución frente al problema común de la deserción inicial.
Un ciclo de ingreso que contemple estos aspectos debe
procurar:
1- una orientación vocacional-ocupacional amplia, que
comprenda:
-las implicancias de los posicionamientos frente a la
vida, en términos de elección de ocupaciones, de las cuales
el acceso a la universidad consiste en una de las posibles;
- el desarrollo de actitudes que favorezcan la
incorporación al nuevo espacio académico;
- información sobre las características de la carrera
(requisitos o exigencias académicas, perfil profesional,
mercado laboral actual y potencial)
2- un proceso de nivelación entendido como la
explicitación de las formas de apropiación del conocimiento
que requiere el desempeño académico universitario. Estas
formas de apropiación deberían contemplar las necesidades
de los contenidos mínimos de cada carrera y la práctica de
actividades intelectuales propias de la disciplina.
3- un seguimiento del proceso de incorporación de los alumnos al sistema universitario, que cuente con apoyo especial para aquellos que no alcanzan los requerimientos del curso de iniciación durante el primer cuatrimestre del año de ingreso, y permita establecer un sistema de clases de apoyo, alumnos-guías, entro otros posibles, para quienes muestren dificultades para sobrellevar la actividad universitaria requerida.
4- una dimensión temporal congruente con lo objetivos propuestos.
San Juan, septiembre de 1997.
NOTAS
1Coulon, A. Etnometodología y Educación. Ediciones Paidós. Buenos Aires 1995.2 Ortega, F. "Docencia y Evasión del conocimiento". Revista Estudios N§ 8, CEA Córdoba 1996/97.
3 Guevara, Mabel "Perfil socio-psicomotivacional del adolescente que elige una carrera de la UN de San Juan". San Juan 1995.
4 Negri, Guevara, Henríquez y otros "¨Nuestra universidad es eficiente?". FACSO, UNSJ 1996.
5Bohoslawsky, R. "Orientación Vocacional" Nueva Visión.1980.
6 Coulon, Alain "Etnometodología y Educación", Paidós. 1995.
7Ortega, F. op. cit. p. 4
8 Ibidem. p.1
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