II Encuentro Nacional "La Universidad como Objeto de Investigación"

Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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Los caminos del saber sin tener fé en qué

Reflexiones acerca del conocimiento como atributo de la inclusión

Autoras: Lanari, M.E. y Pacenza, M.I.

Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo el análisis de la relación entre educación y mercado laboral y sus implicancias en el actual modelo de crecimiento. Esta vinculación es corroborada empíricamente con datos pertenecientes al aglomerado Mar del Plata-Batán, sobre la base de la encuesta permanente de hogares.

La situación de precariedad de los nuevos puestos de trabajo y la segmentación que aparece en relación a educación-ocupación-ingresos, son el marco para la discusión sobre equidad y desarrollo, en donde la universidad, como formadora de los recursos humanos de mayor calificación, debiera replantearse como una institución protagonista en el diseño de alternativas.

Los caminos del saber sin tener fé en qué Reflexiones acerca del conocimiento como atributo de la inclusión Autoras: Lanari, M.E. y Pacenza, M.I.

Introducción

El comportamiento del mercado de trabajo entre 1991 y 1997, plantea ciertos interrogantes acerca de la relación educación/inserción laboral. Nuestro objetivo es analizar particularmente la incorporación de quienes poseen altos niveles de educación formal en función de la demanda laboral existente. El análisis cuestiona las recomendaciones de los organismos internacionales sobre políticas educativas y la revalorización de la teoría del capital humano, desde un recorte local, en el marco de las actuales políticas macroeconómicas.

El proceso de precarización e informalidad laboral y el actual modelo de acumulación de capital, incorporan al debate temas tales como cuáles serán los nuevos puestos de trabajo y qué calificaciones serán requeridas?.

La respuesta de los actores económicos a las demandas de competitividad y eficiencia se ha basado en la implementación de acciones defensivas o adaptativas a los nuevos marcos regulatorios y a los desafíos de una economía abierta cuyo efecto se trasladó focalmente a la reducción de costos laborales.

Ante este escenario nos preguntamos cuál es la responsabilidad de las instituciones tanto en lo que hace a la definición de perfiles profesionales, como a la creación y transferencia de conocimiento al medio y desde cuál perspectiva, la de la oferta o la de la demanda?.

En una sociedad como la nuestra, en la que se ha producido una fuerte concentración económica que privilegia a sectores reducidos y en donde la exclusión atraviesa como un continuo a toda la trama social, debiera pensarse en un objetivo de crecimiento común a partir de la implementación de estrategias creadoras de una competitividad sistémica en donde el estado asegure un equilibrio en la participación de los actores.

El desarrollo de herramientas generadoras de atmósferas de complementariedad bajo criterios de interrelación, posibilitaría la construcción de espacios sociales solidarios y una reconstrucción cultural alternativa a las tendencias fragmentadoras e individualistas vigentes. Sólo en este ámbito la educación puede ser un factor de equidad.

Fuerza de Trabajo y educación desde las ópticas dominantes

Muchos son los estudios que avalan que el nivel de educación de la población en edad de trabajar es un indicador importante de la calidad de la mano de obra.

Algunas corrientes han demostrado empíricamente que a mayor nivel educacional más rápido es el crecimiento de la calidad del servicio laboral y mejores son las oportunidades de empleo. Joseph Ramos (1974), analiza exhautivamente las características educativas de la población de América Latina , en la década del '50, discriminada por países como así también la relación de la educación con ingresos y tipos de trabajo según la especialización, y su vinculación con el producto bruto nacional, "...el más elevado nivel de educación de la población en edad de trabajar ha realizado una contribución positiva al crecimiento económico latinoamericano".

Sin lugar a dudas, la educación es un componente innegable e indiscutible de desarrollo. Lo que resulta opinable es la relación directa y unívoca de ésta con los niveles de productividad y crecimiento de la sociedad.

Bailey y Eicher (1994), han logrado una de las más claras recopilaciones sobre esta cuestión, y analizan su evolución a partir del modelo neoclásico de Solow, quien asume como homogéneos tanto al capital como a la fuerza laboral y elimina toda consideración de diferencias en la calidad de la mano de obra. Schultz, en la década del '60, plantea la importacia del capital humano y la capacitación en el empleo mismo. Reflexiones más recientes como las de Findlay y Kierzkowsky, presentan un modelo que incluye la acumulación de capacitación endógena y la importancia de la acumulación de capital humano en la determinación de capacidades competitivas, ventajas comparativas y de configuraciones del intercambio comercial.

A partir de estas reseñas teóricas y comprobaciones empíricas, los autores sintetizan las posiciones en tres tendencias diferentes: a- Modelos que consideran la educación como factor de producción.

b- Modelos que se basan en la importancia del aprender- haciendo.

c- Modelos que se concentran en las interacciones mutuas entre el desarrollo del capital humano, invención-adopción de cambio tecnológico, y condiciones económicas.

Las teorías economicistas que ven a la educación como inversión fueron hegemónicas en nuestro país entre los años 1960-70 y plasmadas en el llamado modelo de desarrollo, (Gallart, 1995; Filmus, 1996).

En la presente década la relación educación/fuerza de trabajo adquiere nuevamente relevancia a partir del nuevo paradigma tecno-económico cuyo insumo básico es el conocimiento, (Freeman, 1988; Pérez, 1992; Louça, 1997). Su implementación genera una nueva forma de acumulación de capital, (Bowles y Edwards, 1990) y de organización laboral con fuertes implicancias en lo político y social.

El acomodamiento de países como el nuestro a la nueva lógica del sistema capitalista, mediante la adopción de políticas neoconservadoras, trajo aparejado el aumento de tasas de desempleo, exclusión y marginalidad social.

Efectos que ponen en duda la viabilidad institucional necesaria para la facilitación de este modelo. Cuestión observada por organismos internacionales como la CEPAL (1990,1992), que a partir de una evaluación diagnóstica ponen el acento en la educación como eje del desarrollo, la integración, la equidad, la participación ciudadana y la incorporación del progreso técnico para logar competitividad. Y las recomendaciones del Banco Mundial que priorizan la eficiencia en el uso de los recursos, la focalización del gasto social y la calidad de los servicios subordinando toda ayuda al cierre de las cuentas fiscales (King, 1995; Farrell, 1995; Coraggio, 1995; Arens Pons,1996).

Contexto nacional

La reforma estructural aplicada en Argentina desde 1991 que acompaña al plan de convertibilidad se basa en tres aspectos fundamentales: desestatización-privatizaciones; desregulación de los mercados y apertura de la economía.

Los ajustes se manifestaron positivamente con el aumento del PBI que entre 1990-94 creció a una tasa del 7,7% pero, entre otras implicancias, las medidas aperturistas impactaron sobre el mapa productivo llevando a la reconversión empresaria, con éxito diverso, según el tamaño de los establecimientos. Las medidas macroeconómicas favorecieron la concentración de capitales nacionales y transnacionales que permitieron que algunas firmas se posicionaran competitivamente en su relación con los mercados. La llegada de inversiones tuvo una relación directa con el aumento de la productividad.

La expansión económica alentó la oferta de mano de obra con el consiguiente aumento de la tasa de desocupación, y la aparición de nuevas patologías laborales -trabajadores ocultos y trabajadores adicionales- que explican por cuestiones diversas la distorsión en la relación ente oferta y demanda de trabajo. (Canitrot, 1995; Barbeito, 1995). Como afirma Monza (1995:139), "... la situación ocupacional es la contracara del modo de funcionamiento de la economía, los resultados en este campo están directamente implicados en lo fundamental, en el ritmo y la modalidad del patrón de crecimiento seguido". A cinco años de iniciada la etapa de reconversión nacional la cuestión laboral se impuso en los temas prioritarios de la agenda, superando los méritos manifestados por los indicadores de crecimiento.

El aumento de las tasas de desocupación y subempleo, la desaparición de puestos de trabajo, la precarización e informalidad de las modalidades laborales, la marginalidad y exclusión social, modificaron la estructura social del país. Los nuevos pobres y el aumento de sectores de alta vulnerabilidad son la otra cara del aumento del PBI. Según datos del INDEC entre 1991 y 1995 la tasa de desocupación en el total del país se incrementó del 6,9% a 16,4%. La múltiplicidad de causas que explican el desempleo, (Diamand y Nochteff, 1994), tienden a agudizarse en sus efectos en las economías regionales. (Rofman, 1997)

Mar del Plata trama y contratrama

En el sentido de lo que venimos sosteniendo analizaremos las caracteríscas de la relación educación/trabajo en el contexto de la ciudad de Mar del Plata 1. Las particularidades del aglomerado son la estacionalidad de sus principales actividades económicas y el elevado crecimiento de la población por flujo de migrantes. Entre el censo de 1991 y la primer onda de la EPH de 1995 se registró una tasa de crecimiento de 2,6% de la población contra el 1,5% a nivel nacional, lo que se manifestó en un aumento de 9,6% de la PEA. La tasa de desempleo varió de 6,7% a 22,1%. En cuanto a la tasa de empleo que en el '91 fue de 40,8% bajó al 33,4% en 1995, lo cual en números absolutos significó la destrucción de 17.361 puestos de trabajo y un crecimiento en más de 15 puntos de la oferta laboral.

El análisis sobre los niveles de ocupación por rama y categoría muestra que el total de asalariados es del 61,4% y no asalariados 37,9%; distribuidos entre industria:13,6%; comercio:9,4%; servicios:20,5%; construcción:2,7%; sin especificar: 14,8%. Donde el serctor terciario -comercio y servicios-, participa con las tres cuartas partes del PBG local (Atucha et al, 1997).

Al relacionar nivel de educación con la tasa de ocupación podemos constatar que, para octubre de 1995, entre quienes poseen estudios superiores completos, categorizados como de nivel alto, -NA- la tasa de desocupación es de 13,5%, mientras que en el otro extremo, nivel bajo, NB -sin instrucción y primaria incompleta-, la desocupación alcanza al 26,2%, ambos segmentos tienen los porcentajes más bajos de participación en la PEA, 12% y 10,2% respectivamente 2. Asimismo en la correspondencia entre niveles educativos e ingresos corroboramos que a mayor educación mayores beneficios, ya que casi el 50% de los NA y sólo un 4,8% de los NB, perciben los mayores ingresos 3.

Esta situación es congruente con lo que se manifiesta a nivel nacional, Beccaria (1996), afirma que: "Entre 1992 y 1995, cuando se reduce el empleo total- se advierte una fuerte disminución en la ocupación de aquéllos con niveles más bajos- con secundario incompleto o menos. Por el contrario quienes tienen título universitario han visto expandir sus posibilidades a lo largo de todo el período" .

De acuerdo a cifras recientes la tendencia de la desocupación en Mar del Plata ha bajado entre 1995 a 1997 de 22,1% a 19,3%. Paralelamente a la disminución de la tasa de desocupación se observa un aumento de la subocupación de 11,2% al 14,8% lo que habla de una tendencia al crecimiento de la precariedad de los puestos de trabajo.

Sin entrar en consideraciones exhaustivas sobre la informalidad y precariedad laboral del aglomerado 4, podemos afirmar que si bien la educación pareciera asegurar la obtención de puestos de trabajo y de mejores remuneraciones, el proceso de precariedad laboral aparece como un indicador de la estructura de las ocupaciones (Riquelme, 1991) y del llamado efecto fila ( Carnoy, 1994), a la vez que funcionaría como desaceleradora del proceso de movilidad descendente que se evidencia en la estrutura social, ya que existe una subutilización de capacidad que es llamada a cubrir puestos que anteriormente eran ocupados por mano de obra con menor calificación.

Mar del Plata, que supo llamarse la ciudad feliz, tiene un elevado porcentaje de hogares en condiciones de vulnerabilidad que se manifiesta en la distribución regresiva del ingreso y es luego de Bahía Blanca, la que posee los más altos niveles de desocupación. Lo cual, trajo aparejado la manifestación de conflictos sociales y la consiguiente intervención institucional -gubernamental y no gubernamental- con respuestas focalizadas mediante la creación, a término, de puestos de trabajos. Estas soluciones coyunturales están orientadas hacia los jefes de hogar desocupados, en su mayoría de nivel educativo bajo o intermedio, con inserción en el sector servicios y con remuneraciones mínimas.

De acuerdo a las tendencias reseñadas cabe preguntarse algunas cuestiones tales como:

-En el actual modelo de crecimiento la educación es un factor de equidad, es un eje de transformación o es un instrumento de segmentación?

-Qué puestos de trabajos y qué calificaciones serán las requeridas?

-Los NA, mantendrán las actuales tasas de ocupación y remuneración?

-Las instituciones de educación superior seguirán formando futuros graduados para la precarización?

Encrucijada y alternativa

Ante perspectivas futuras en donde la demanda requiere poco valor agregado y el neoliberalismo constituye el núcleo organizador de los espacios socioeconómicos, podemos permitirnos reflexionar sobre la construcción de estrategias que posibiliten plasmar una atmósfera facilitadora y generadora de desarrollo endógeno con la participación de todos los actores y en donde la educación sea un factor de integración.

La condición básica para lograrlo es crear un ambiente interconectado de cooperación a partir de la construcción de un consenso entre los sectores público y privado, bajo principios de colaboración y complementariedad. Donde el rol del estado sea el de facilitar y regular para que no prevalezcan intereses sectoriales.

Una alternativa para ello es el fortalecimiento de las relaciones de base asociativa que han demostrado su eficacia en la puesta en valor de espacios regionales, a partir de la revalorización de lo local (Costa, 1992; Boisier, 1995).

Alternativa que supone la creación de un nuevo privado social en donde la relación educación-estado-sociedad se articule por encima de las demandas del mercado (Sontag y Yero, 1992). Si consideramos opciones como lo son los sistemas nacionales de innovación (Nelson, 1988; Lundvall, 1988; Lundvall y Johnson, 1994; Pérez, 1996), donde los actores interactúan mediante intercambios en red y a su vez generan la sinergía necesaria para potenciar al conjunto, la universidad puede en este caso ser un espacio válido de concertación de los diferentes sectores sociales (público, privado, ONG), para enfrentar los desafíos que comporta el mundo contemporáneo, en una suerte de <> (Parra, 1997:142), donde, en términos de Bobbio (1993) lo distributivo sea la cuestión inicial.

Sin embargo, la generación de una competitividad sistémica que involucra un proceso como este de metamorfosis cultural es en nuestro ámbito una discusión fragmentada y una tarea pendiente. Por esto nuestra propuesta es acercar al plano del debate la nececidad de vincular diagnósticos y recomendaciones con las particularidades locales sin dejar afuera los modelos de crecimiento.

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ANEXO

Cuadro 1: PEA por nivel de instrucción Aglomerado Mar del Plata-Batán 1995

Fuente Lacabana et al (1997)

Cuadro 2 PEA por nivel de instrucciónsegún ingresos totales individuales. Aglomerado Mar del Plata-Batán 1995

Fuente Lacabana et al (1997)

* Aquí se consignan a quienes no han percibido al momento de la encuesta ingresos o no los declaran.

NOTAS

1 Los datos que se utilizan en este punto son tomados de Lacabana et al (1997), Mar del Plata en transición.Mercado de trabajo local y estrategias familiares. Ed. F.C.E.S/CGT.

Mar del Plata.

2 Ver cuadro 1 anexo.

3 Ver cuadro 2 anexo 4 Lacabana et al. Ibid, El 49% del mercado laboral es informal, según metodología 1 (PREALC); y 26%, según metodología 2 (ver autor). Respecto a la precariedad laboral, el índice sobre el total de ocupados es de 37,1%.

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