3ra Jornadas Internacionales
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Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)Octubre de 1998 |
Ponencias publicadas por el Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/ info@equiponaya.com.ar |
LA REPRESENTACION DE LO PUBLICO Y LO PRIVADO EN LA CONSTRUCCION DEL ESPACIO URBANO
Cora Escolar1 Silvina Quintero2
Introducción
En nuestro país en los últimos años, ciertas transformaciones del espacio urbano fueron interpretadas como síntoma de una retirada del estado en el control y salvaguarda del interés público, frente al avance de nuevas formas de intervención política y social en la construcción de los espacios de socialización cotidiana de los ciudadanos. En este trabajo analizamos formas de representación de lo público y lo privado encarnadas en lugares del espacio urbano que se constituyen en referentes de identidades urbanas. Para ello, nos remitimos a estudios de caso que recuperan experiencias vinculadas a lugares del espacio urbano que han sido objeto de tales intervenciones. En ellas se manifiesta un malestar frente a la pérdida de ciertas marcas o rastros de la memoria urbana, que podría dar lugar a nuevas formas de protagonismo en la sociedad civil que no encuentran todavía una esfera de actuación institucionalizada, pero que denotan un vacío de canales de participación.
La metodología de abordaje de esta problemática consistirá en aproximaciones sucesivas a lo que denominamos "construcción de lo espacial", tratando de detectar representaciones de lo público y lo privado a partir de relatos sobre representaciones de lugares del espacio urbano. Para ello, nos remitiremos a estudios de caso que se vienen realizando en el marco del Proyecto UBACyT "Políticas públicas y geografías de la vida cotidiana: estudios de caso a través de estrategias cualitativas". Dicho proyecto se propone investigar la articulación entre políticas institucionales, tanto estatales como privadas, que intervienen en la producción del espacio público urbano, y prácticas cotidianas de significación de lugares asociadados a ellas.
1. Participación, Estado y subjetividad La vida social es superación de discontinuidades, y la política instrumento fundamental de construcción de continuidades en la discontinuidad. Lo que queremos decir es que en tanto práctica social, "la política" crea continuidades organizando significaciones (Vega, 1983).
La cuestión de la asignación de sentido a las producciones sociales es capital, porque el problema de la constitución del sujeto (que no es otro que el de la identidad) descansa a su vez sobre la significación. Los sujetos sociales se construyen interpelados por las significaciones. Esto implica que los sujetos sociales pueden ser visualizados como el efecto social de un conjunto de interpelaciones en la asignación de determinados sentidos a ciertos significantes.
Presumimos que toda producción material es producción de significados, pero los sentidos producidos por las prácticas sociales no son unívocos. La ambigüedad de la realidad social se sustrae a un conocimiento exacto (o aproximadamente exacto); requiere ejercicios de interpretación, que se construyen diferencialmente en relación con la posición social (Foucault, 1973).
Partimos de considerar que la producción social de lo público involucra las formas materiales en que se organiza y experimenta la vida pública, y que dichas formas operan como un modo de representación de la esfera de lo público. Creemos que la política es la lucha que busca ordenar los límites que estructuran la vida social, proceso de delimitación en que los hombres, regulando sus divisiones, se constituyen como sujetos. En este sentido, la esfera de lo público se internaliza en el imaginario social como un espacio de exclusión o de participación de los sujetos sociales que puede encarnarse en distintas significaciones: el Estado, la ciudad, el país, el municipio, la ciudadanía. De esta manera, se homogeiniza la dispersión de los planos de subjetividad sobre los cuales descansan las distintas significaciones.
Entendemos a lo público como una noción ambigua e históricamente variable, que sólo cobra sentido en tensión con su negación, lo privado, dando lugar a diversas culturas de lo público en permanente reelaboración. Se ha señalado repetidamente que la separación entre una esfera de lo público y una esfera de lo privado, cristalizada en la sociedad capitalista con el surgimiento del Estado moderno, tuvo como resultado un angostamiento y unificación del campo de lo público, "al tiempo que una red decisiva de interacciones sociales -las que se refieren a la economía- fue despojada de su carácter político" (Nun, 1989). En relación con la construcción de significaciones, esto se expresa en la distinción ficticia entre intereses "privados" del individuo e intereses "comunes" de la sociedad (Fleury, 1994, 10).
La llamada "retirada del Estado" también es una retirada de la sociedad, y expresa una imagen de fragmentación de todo elemento articulador entre sociedad y estado.
Ante esta desorganización de la sociedad, del Estado y de sus articulaciones, aparecen sectores que piden su lugar en la sociedad, y de esta manera "se descompagina el libreto" y se pone de manifiesto la heterogeneidad, las distintas racionalidades que conviven cotidianamente, la multiplicidad, la discontinuidad.
Esta multiplicidad social queda fuera tanto del Estado como de la Sociedad; se privatiza, se encapsula. En este marco, el mundo social aparece articulado fundamentalmente desde y por el mercado.
2. Espacio público: representación y forma material.
Una reflexión sobre sus interrelaciones En su acepción clásica, el significante "espacio público" evoca, sin llegar a articular, dos conjuntos de significados: por un lado, refiere a un mundo abstracto de objetos y asuntos considerados comunes a un colectivo humano (la "esfera pública") (Arendt, 1958, 62; cfr. Visacovsky, 1996). Por otro lado, indica los sitios en que se desenvuelven las prácticas cívico-políticas que dan forma específica a esa "esfera pública" en una sociedad. Esta aparente ambigüedad en el uso de estos términos encierra una paradoja: por un lado, se tiende a representar la espacialidad de lo público en las formas arquitectónicas que han cobrado aquellos sitios donde tiene lugar diverso tipo de experiencias de la vida pública.
Pero por otro lado, ese "espacio público" es resultado de procesos de construcción de las condiciones materiales y sociales para el despliegue de las experiencias de la vida urbana.
Partimos de la hipótesis que, aún cuando se trate de un límite abstracto, la delimitación entre lo privado y lo público a menudo se textualiza a través de prácticas de espacialización que se tornan visibles en parte por medio de marcaciones físicas que pueden ser interpretadas como "prácticas en acto" (Bourdieu, 1979). Este breve comentario nos remite a un campo de problemas que obligan a considerar simultáneamente historia cultural y cultura material (Barthes, 1985), lo que no implica considerar que ellas se ofrecen articulada o coherentemente en la producción histórica del espacio público urbano.
Al hablar de la intervención de políticas en el espacio público urbano, las pensamos en dos dimensiones: por un lado, la intervención urbanística y por otro, la intervención en las condiciones y la percepción de la vida urbana. Este trabajo pretende focalizar en las asociaciones que se producen entre ambas dimensiones desde la experiencia cotidiana, y en este sentido pretendemos indagar las relaciones entre procesos de espacialización y procesos de subjetivación.
En lo que respecta a las políticas de producción material del espacio urbano, nos interesa recortar un campo de intervenciones urbanísticas que resultan del nuevo rol que las ciudades y las políticas urbanas vienen cobrando en el marco de la globalización financiera y cultural (Harvey, 1989; Venturi, 1994). Desde finales de los años setenta, viene profundizándose un movimiento de reestructuración de la ciudad industrial forjada hacia fines del siglo XIX, que ha dado lugar a la llamada ciudad posindustrial o posfordista (Muñoz Ramirez, 1997). En este pasaje convergen estrategias de reconversión productiva de las grandes corporaciones empresariales hacia el sector de servicios urbanos (Short et al, 1993; King, 1988) y estrategias de reformulación de las políticas urbanas según el modelo que se ha llamado "gerencial" o "gestionario" (Mons, 1992), basado en la combinación de administración estatal y capital privado. Como consecuencia de estos procesos, el imperativo de la "competitividad internacional" se ha volcado sobre la producción de las propias ciudades (Ziccardi, 1995, 12). Convertidas en "lugares privilegiados de 'conexión' a las redes urbanas mundializadas" de capital, mercancías, personas e información, las ciudades compiten por vender al capital sus atributos de centralidad y visibilidad (Sassen, 1990).
Uno de los ejes principales en las estrategias de marketing de las ciudades como lugares de valorización del capital, es la capacidad de concentrar y comercializar diversos mercados de públicos consumidores (Philo y Kearns, 1992). En ese marco debe entenderse la importancia que ha cobrado en las políticas urbanas la producción de megaequipamientos y megaeventos nacionales e internacionales, tendientes a producir concentraciones de multitudes dispuestas al consumo en lugares públicos del espacio urbano (Harvey, 1989, 80). Puede decirse, en otras palabras, que la producción de espacio público urbano se ha convertido en un nuevo rubro de inversión dentro del más amplio sector de los servicios.
Para aproximarnos a los modos en que estos procesos macroeconómicos y macrourbanísticos interpelan a los sujetos y producen reelaboraciones en sus experiencias cotidianas, nos propusimos interrogar las representaciones sobre un conjunto de lugares del espacio público que parecen estar emblematizando estos cambios. Siguiendo a Foucault, "los historiadores constantemente nos hacen ver que el discurso no es la mera verbalización de conflictos y de sistemas de dominación, sino el objeto mismo de los conflictos humanos" (Foucault, 1970a).
Como sugeríamos más arriba, la producción de espacio urbano es, simultáneamente, producción de significantes visibles, palpables, incluso habitables, en los que el sentido circula, se emplaza, toma lugar. En este sentido, las representaciones sobre los lugares públicos puede ser examinado como terreno significativo de procesos de subjetivación.
Esto requiere superar la distinción ficticia entre lo público y lo privado en la mirada sobre los lugares del espacio público. Nos referimos a la necesidad de desechar principios de clasificación que distingan, por ejemplo, como "públicos" a aquellos monumentos y sitios producidos y gestionados por el Estado, o que se constituyen en emplazamientos de rituales cívicos o patrióticos; y como "privados" a aquellos emplazamientos producidos por el capital, sin aparentes mediaciones regulatorias importantes por parte de las políticas públicas estatales. Politizar las intervenciones del mercado en el espacio público constituye, en nuestra opinión, un necesario punto de partida para interrogar los modos en las intervenciones urbanísticas constituyen al espacio urbano en medio de comunicación (Berman, 1982, 214), en el que se ponen en juego sistemas de significación que disputan entre sí e intervienen activamente en la construcción de la hegemonía. En este sentido, cabe recordar que "la ideología tiene que trabajar mediante la negociación y la lucha para ganar el consenso de los subordinados hacia el sistema que los subordina" (Fiske, 1994, 197).
Constituir al espacio urbano en materia significante supone problematizar también el hecho de que "el espacio no se reduce a un sistema de signos", sino que es también "una forma destinada a albergar prácticas sociales" (Caprón, 1996, 105).
Queremos proponer con ello una concepción de los lugares públicos que ponga el acento en los procesos de consumo que los toman por objeto; es decir, las formas en que esos lugares se constituyen no sólo en escenarios de prácticas sociales diversas, sino fundamentalmente en objeto de prácticas de consumo. Y en tanto objetos de consumo, verlos no sólo como mercancías o como agentes de la ideología dominante, sino como productos que son co-producidos por los consumidores. En palabras de Bourdieu, "el consumidor ayuda a producir el producto que él consume, a través de una tarea de identificación y decodificación" (Bourdieu, 1979, 98).
3. Primeras aproximaciones a partir de dos estudios de caso
En nuestro país en los últimos años, hemos observado un conjunto de transformaciones en el espacio urbano que fueron interpretadas como síntoma de una "retirada del estado" en el control y salvaguarda del "interés público" frente al avance de nuevas formas de intervención política y social en la construcción de los espacios de socialización cotidiana de los ciudadanos (Escolar et al, 1995).
La imputación de transformaciones radicales en el paisaje urbano y en la vida cotidiana dio lugar a representaciones más globales sobre la alteración de los límites y los sentidos de lo público y lo privado. En la exploración de estas representaciones, detectamos ciertos "síntomas" en el sentido común de las personas entrevistadas y en las imágenes instaladas en los imaginarios públicos, que se manifiestan en torno a lugares percibidos como arquetipos del abandono de las políticas públicas sobre el diseño del espacio urbano.
En relación con esto, nuestro argumento se fundamenta en exploraciones realizadas en entrevistas semi-estructuradas, observaciones y revisiones hemerográficas, provenientes de dos estudios de caso que se desarrollan en el marco del Proyecto citado, y que exploran estas problemáticas en relación con dos tipos de intervención: la producción de shopping centers en localizaciones centrales de la trama urbana, y la desaparición de bares y confiterías tradicionales -por cierre o remodelación- en la ciudad de Buenos Aires.
Señalábamos más arriba que la esfera de lo público se internaliza en el imaginario social como un espacio de exclusión o de participación de los sujetos sociales que puede encarnarse en distintas significaciones. Ciertas intervenciones urbanísticas de carácter monumental y espectacular, como por ejemplo los shopping centers, parecen haber tenido el efecto de una interpelación al sentido común de los sujetos. Frente a esto nos preguntamos cómo se reposicionó la subjetividad social ante esta interpelación.
Aquí nos detuvimos a explorar uno de los planos posibles de este reposicionamiento, relacionado con una aparente sensasión de exclusión/inclusión en la participación de la "esfera de lo público" que se visualiza en el acceso o "derecho" al consumo de los lugares del espacio público urbano.
La reconstrucción de las visiones sobre el shopping center que fueron sedimentándose en los medios de prensa escrita -zona de la opinión pública que se eligió observar como indicador de sentidos circulantes en un universo mayor-3, permitió observar que este tipo de intervención urbanística se invistió de significados más amplios sobre los límites entre lo público y lo privado. Según la visión dominante en este sector del imaginario público, los shopping centers expresan una tendencia a la destrucción/reducción de un modelo de espacio público integrador garantizado por el Estado, y constituyen un dispositivo de segregación o exclusión de los sectores populares de los beneficios de esta oferta privada de espacios públicos. Este discurso se combina con la imagen de que estos lugares han tenido en Buenos Aires una aceptación "masiva", que los convirtió en el destino privilegiado del paseo urbano para un público que corta transversalmente a las clases y las generaciones.
Parafraseando a Foucault, las diferentes redes de interacción social contienen siempre "regímenes de verdad, propios, locales y específicos..." (1970b). La imagen de las multitudes plurales que el shopping convoca está construida en base a estimaciones estadísticas proporcionadas por las propias gerencias de los centros comerciales a los medios de prensa. La repetición de estas "verdades estadísticas" instaló una imagen que podría resumirse así: la clase alta va al centro comercial a comprar y a comer los días de semana; la clase media va frecuentemente en familia a pasear y a comer, y compra poco; y "la parte inferior de las capas medias y los asalariados" visita esporádicamente los centros para pasear y "mirar" (cfr. Quintero, 1998a). De este modo, se construye la visión de que el shopping es un espacio de integración social que se brinda al "público" general sin restricciones, y es el tipo de consumo del lugar el que retipifica las distinciones sociales.
Las restricciones al acceso son uno de los mecanismos primarios de marcación social de límites entre lo público y lo privado. Los shopping centers basan gran parte de la "ilusión de publicidad" de su oferta en el carácter gratuito y libre del acceso al recinto. Sin embargo, ciertas barreras simbólicas pueden inhibir el consumo del lugar. A partir de las entrevistas realizadas, detectamos en algunos relatos la presencia de una "sensasión de exclusión" que se traducía, muchas veces, en prácticas de autoexclusión. En ellos pareciera no ser necesaria una política de exclusión apoyada en el control del acceso. Los mecanismos de selección social se expresan en marcas de exclusión que son decodificadas por los sujetos, que se autoexcluyen de participar de estos lugares, "actuando" las barreras a partir de sus propias prácticas4.
El segundo síntoma se vincula con la desaparición (por cierre o por modernización) de una serie de confiterías y bares, cuya significación adquirió estado público a partir de movilizaciones ciudadanas que los invistieron de significado. En torno a este otro campo de experiencias, y particularmente al caso de la confitería "Las Violetas", se está explorando, como una línea de investigación dentro del proyecto, qué tipo de subjetividades convoca la posible desaparición de esta confitería (Dall'Ospedale, Puertas, Stenberg, 1998).
Por debajo de las aparentes coincidencias, los lugares participan en procesos de identificación muy diversos. Habilitan, propician e inhiben prácticas sociales específicas y cambiantes, a partir de las cuales los sujetos se apropian del lugar y lo constituyen en un componente de sus procesos identitarios.
Una de las hipótesis sustantivas es que en torno de este "símbolo" se construye una especie de nostalgia por un tiempo en que ese lugar estuvo presuntamente lleno de contenido, -no importa cual- que se suponía asociado a lazos sociales que hoy se sienten transgredidos, quebrados, intervenidos o vaciados. En ello se pone de manifiesto un malestar frente a la pérdida de ciertas marcas o rastros de la memoria urbana, que podría dar lugar a nuevas formas de protagonismo en la sociedad civil, pero que todavía parece no encontrar una esfera de actuación institucionalizada.
Reflexiones finales Sintetizando, se puede afirmar que surge, por un lado, un nuevo estilo de políticas urbanas que entrega al capital el rol principal en la producción de grandes espacios públicos. Por otro lado, estos espacios públicos ingresan en el flujo de la vida cotidiana y son reelaborados desde la experiencia y la práctica de actores sociales que no operan en la ciudad bajo la lógica de valorización del capital, sino en relación con otra variedad de necesidades sociales que, si bien no escapan a las interacciones con el mercado, tampoco se agotan en ellas.
Una conclusión preliminar que queremos dejar planteada es que cualquier investigación sobre los usos y los sentidos del espacio público en las metrópolis contemporáneas tendrá que interrogarse sobre las prácticas de consumo de lugares de la ciudad en relación con la expansión cada vez mayor de una industria del diseño y la recreación urbanos, dirigida a producir y comercializar, precisamente, espacio público (Quintero, 1998). Nos inclinamos a afirmar que esta producción de espacio público es parte de un mercado en expansión de la industria cultural, y que por lo tanto las políticas de producción de espacio público urbano han pasado a ubicarse en un plano de intersección entre las políticas urbanísticas en sentido clásico, y las políticas culturales.
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NOTAS
1 Docente e investigadora del Depto./Instituto de Geografía, Fac. de Filosofía y Letras, UBA. Directora del Proyecto UBACyT "Políticas públicas y geografías de la vida cotidiana: estudios de caso a través de estrategias cualitativas". E-mail: coraesc@ciudad.com.ar
2 Docente e investigadora del Depto./Instituto de Geografía, Fac. de Filosofía y Letras, UBA. E-mail: squinter@filo.uba.ar.
3 La interpretación que volcamos aquí se basa en los resultados de un examen sobre la construcción de la noticia del shopping center en medios de prensa escrita, que consistió en un análisis de contenido sobre un corpus de 148 artículos publicados en diarios y revistas entre 1986 y 1997 de circulación nacional. Los resultados de ese análisis se publicaron en Quintero, 1998a.
4 En uno de los relatos, una adolescente de un barrio popular de capital manifestaba que su madre no iba a los shoppings porque "dice que se tiene que vestir bien para ir a un shopping, y no se, entre que se viste bien llegamos a las 3 de la mañana...". Un ama de casa que habita en un barrio del sur del conurbano manifestó: "me gustaría llegar a comprarme algo cada vez que voy, y como no puedo, entonces no. Me hace mal. Es como ir a un barrio con casas muy, muy lindas, viste esos barrios... no. Me hace mal". Otra entrevistada expresó "a donde no fui ni quiero ir es a Patio Bullrich", porque recordaba que un día sus hijos "habían ido a Palermo, a jugar y qué se yo. Fue todo un día de paseo; y de remate fueron a Patio Bullrich. Y (uno de ellos) siempre se acuerda de que hay un portero que te abre la puerta. Y que le abría la puerta a todo el mundo y a ellos no!".
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