V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
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EXPECTATIVAS ADOLESCENTES: RELACIÓN ENTRE CONDICIONES MATERIALES DE DISTRIBUCIÓN DE OPORTUNIDADES Y EXPERIENCIAS PERCIBIDAS.
María Cecilia Krivocheni
Si entendemos que los sujetos cotidianamente construyen el orden social a partir de acciones, fantasías y saberes que fundan sus ideologías, pensar a los jóvenes en términos de la construcción de su identidad, cómo perciben a la sociedad y son percibidos por ella, y analizar las expectativas tanto en cuanto a su inserción en el mercado laboral como a su permanencia o no en el sistema educativo como elemento de movilidad social, nos lleva a indagar acerca de la dimensión simbólica de la vida cotidiana de estos jóvenes y sus condiciones materiales de existencia.
Los análisis culturales conceptualizan a la juventud a partir de los modos específicos de relación con sus condiciones materiales y la manera en que las perciben y formulan.
Los jóvenes constituyen uno de los principales destinatarios de los procesos de modernización que se dieron a partir de la segunda guerra mundial. A fines de los '50 y principios de los '60 se constituye una imagen de lo juvenil estrechamente vinculada a transformaciones culturales en la vida cotidiana. Las diversas políticas de modernización trajo consigo la posibilidad para este grupo etario de acceso a la educación como modo de participación social. Tal es así que, en cuanto a la educación, en el período que va desde 1945 a 1983 se observa una expansión de la matrícula educacional en todos sus niveles mostrando el acrecentamiento del rol de la educación como vía de ascenso. Sin embargo, existe también una progresiva devaluación de las credenciales obtenidas, que se observa en una mayor exigencia de los títulos para una misma posiciónii .
Para 1980 el acceso al nivel secundario introduce de entrada una neta diferenciación social: en la clase media, la tasa de escolarización que oscila entre 55-60%, alcanza 33% entre los obreros (es decir, aproximadamente la mitad de los valores modales dentro de la clase media), y disminuye otra vez a la mitad (16%) en el caso de los carenciados. La escolarización en el nivel superior, si bien agranda mucho la distancia entre los estratos, los deja en análogas posiciones relativas, siendo notable el hecho de que tanto la clase obrera como los estratos carenciados están virtualmente excluidos de este nivel educativo.
Estos problemas estructurales de la sociedad en relación con todos los sectores requieren replantear la noción de juventud como grupo definido de manera estable y homogénea por las instituciones ya que, el concepto de juventud planteado, se relaciona con las estructuras de poder que intentaron limitar sus efectos estableciendo diferentes niveles de calidad de estudios o dando acceso a cargos de jerarquía desigual según el origen social.
Ahora bien, en los últimos años el sistema educativo se ha deteriorado, porque si bien la escuela secundaria se ha expandido a todos los estratos sociales, se observa una fragmentación importante ya que se exigen cada vez mayores credenciales para los mismos puestos de trabajo, provocando con ello una devaluación de los títulos obtenidos, que no constituyen, a mi entender, el elemento por medio del cual se obtienen posibilidades concretas a nivel laboral. Más allá de esta realidad, los adolescentes siguen considerando a la escuela como el espacio por excelencia que les permite una movilidad social concreta. Aquí comienza a observarse una diferencia entre experiencias vividas y los modos en que las percibe el grupo. En este punto considero importante señalar que, al hablar de grupo, no estoy haciendo alusión a una edad de terminada, sino a un modo de vida, a las prácticas culturalesiii que comparten, y en definitiva a la identidad juvenil que se constituye en relación con las condiciones materiales de existencia.
Este modo de percibir las condiciones materiales de existencia, nos lleva a plantear el concepto de expectativas no a partir de los enunciados explícitos de los jóvenes entrevistados, sino a partir de la relación entre las condiciones materiales de distribución de oportunidades -empleo y educación- y el modo en que son percibidas y enunciadas desde el sentido común de este grupo y los modos de interacción subjetiva con el resto de la sociedad en la viven. Esta relación entre las condiciones y su formulación me permiten problematizar el vínculo entre juventud, producción de sentido compartidos y la posibilidad de acción histórica sobre las condiciones de existencia de este grupo.
La juventud de Olavarría.
Para llevar a cabo el análisis sobre expectativas juveniles y condiciones materiales de existencia se tomó como unidad de análisis a los jóvenes de Olavarría que se encontraban cursando el último año de la escuela secundariaiv . Se elaboraron encuestas y entrevistas abiertas para indagar acerca de las expectativas en cuanto al trabajo o la intención por parte de estos jóvenes de continuar sus estudios terciarios o universitarios. Así, se realizaron 170 encuestas y alrededor de 20 entrevistas en profundidad.
El análisis de las encuestas mostró que, sin importar el nivel socioeconómico de donde provienen -dado que en todas las instituciones donde se llevó a cabo este tipo de recolección de datos asisten jóvenes de distintos estratos sociales, aún en las escuelas privadas-, los jóvenes manifestaron en su mayoría (el 94%) su intención de seguir estudiando. Esto da cuenta de que las expectativas giran en torno a la continuidad en el sistema educativo, y como consecuencia al retraso al mundo del trabajo.
Asimismo, la realización y posterior tabulación y construcción de los datos obtenidos de las encuestas, posibilitó plantear las entrevistas abiertas a partir de nuevas cuestiones tales como la percepción que los jóvenes tienen de la ciudad en la que viven y de ellos mismos en tanto actores sociales del escenario urbano de Olavarría. En cuanto a las entrevistas realizadas, la percepción de los jóvenes entrevistados mostraba a Olavarría como una ciudad que no ofrecía oportunidades concretas de inserción laboral y la visión de otras ciudades como Bs. As., La Plata, Mar del Plata, etc. como lugares que ofrecían mayores posibilidades de ascenso social, tanto mediante la incorporación al mercado laboral como a la gran oferta de carreras de nivel terciario y universitario.
Transcurridos unos meses, se volvió a tomar contacto con los jóvenes antes entrevistados y se observó que solo un poco más del 10% de ellos pudo tener, concretamente, acceso a un nivel terciario o universitario, de acuerdo a la carrera elegida. Casi el 90% restante volvió a su ciudad y, muchos de ellos, no se encuentran estudiando como así tampoco ha accedido al mercado de trabajo local. Esto nos señala que las expectativas que explicitaron tener no pudieron concretarse y sus oportunidades se vieron reducidas y en palabras de muchos de ellos se "conformaron con poder seguir estudiando en Olavarría, aunque la carrera no fuera la que querían seguir hace un tiempo atrás".
Experiencias vividas y experiencias percibidas
En la forma en que los jóvenes formulan sus expectativas, encontramos la intervención no solo de la familia, sino también la escuela, el grupo y fundamentalmente los medios de comunicación que, en tanto ordenadores de conductas y prácticas sociales, han producido un cambio en la percepción que los jóvenes tienen respecto del lugar que ocupan en la sociedad, y especialmente porque el signo de juventud adquirió un valor simbólico, manifestado de manera particular, a través de la cultura mediática.
Asimismo, tanto la institución educativa como paradigma de socialización, como la familia y el "grupo" intervienen en la toma de posiciones de los jóvenes ante las condiciones concretas de movilidad y ascenso social.
Por último quiero señalar que la hipótesis de este trabajo giraba en torno a la creencia de que el modo en que los jóvenes percibían el futuro, o dicho de otra manera, las expectativas de movilidad social, y su formulación estaba relacionado con la posición socioeconómica que tienen dentro del contexto de la ciudad de Olavarría como factor determinante de su condición de sujeto social.
Pero este primer acercamiento al objeto de análisis, mostró que el ideal de movilidad social y la percepción con respecto a las condiciones de distribución de oportunidades, atraviesa las barreras de clase, en un intento, por parte de los jóvenes, de constituirse como actores social políticos para participar activamente en los procesos de democratización.
BIBLIOGRAFÍA
* DELFINO, Silvia: "Educación y democracia: una cultura joven en la Argentina", en la educación, Revista Interamericana de Desarrollo educativo Nº 114, 1993.
* KONTERLLNIK, Irene y JACINTO, Claudia: Adolescencia, pobreza, educación y trabajo. Bs. As. 1996.
* RIQUELME, Graciela y FERNÁNDEZ BERDAGUER, Leticia: La inserción de jóvenes universitarios en el mundo del trabajo, UBA, 1990.
* SIMON, Javier: "Jóvenes universitarios: inserción profesional y socialización política en los ´90". En Juventud y Educación en América Latina. Silvia Delfino (comp.), Serie Interamer. OEA.
* WILLIS, Paul: Aprendiendo a trabajar. Ediciones AKAL. España, 1988
* WORTMAN, Ana: Jóvenes desde la periferia. Centro Editor de América Latina, Bs. As. 1991.
* Revista de la CEPAL Nº 29, agosto de 1986.
NOTAS FINALES:
i Tesista de la Carrera de Comunicación Social. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Auxiliar de Investigación en el Proyecto "Educación, medios y vida cotidiana" en el marco del PROESCOM (Proyecto de Estudios en Comunicación).
ii Ver " Los jóvenes y el trabajo: la exclusión social", en Jóvenes desde la periferia, Ana Wortman, Centro Editor de Aca. Latina, 1991.
iii Estas prácticas culturales están relacionadas con la moda, la música, los espacios de apropiación que hacen de la ciudad en la que viven, etc.
iv Los jóvenes encuestados pertenecían tanto a instituciones educativas públicas como privadas religiosas y no religiosas.
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