V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
Ponencias publicadas por el Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/ info@equiponaya.com.ar |
LAS MUJERES EN LOS BARRIOS DEL CONURBANO BONAERENSE: ¿NUEVOS ESPACIOS, NUEVOS ROLES?.
Ametrano, Lucrecia;Clavijo, Adriana; Mallo,Ana Maria
En el contexto actual se evidencia una transformación del rol tradicional del Estado, con una fuerte tendencia hacia una política "descentralizadora",por lo cual se ha reforzado la necesidad de la autoayuda local para solucionar las problemáticas con las que se enfrentan los sectores populares urbanos. En las agendas de fin de siglo se presentan las discusiones en torno a la gestación de un nuevo consenso y que guien la acción: "Se trata de un consenso mundial que como tal debe construirse a partir de un paradigma y de la movilización de las voluntades de todas las personas en cada comunidad.Este paradigma en gestación es la concepción del Desarrollo Humano y esa movilización es un nuevo modelo de acción política basada en el compromiso cotidiano de todos los ciudadanos: el Desarrollo Humano es una ética de la participación y el consenso". (Informe Argentino sobre Desarrollo Humano. 1995, pág. 28) Dentro de este marco las mujeres adquieren un lugar destacado en la resolución de las necesidades productivas y reproductivas de la sociedad. Son ellas las que se convierten en una de las principales fuerzas motoras de diversos programas sociales que implican la participación comunitaria. Este hecho ha permitido que las mujeres abandonen su lugar en el coro griego, para ocupar lugares más protagónicos.
El rol tradicionalmente asignado a la mujer implicaba asumir la crianza, alimentación y cuidado de sus hijos/as, ser administradora de los recursos del hogar y asegurar el bienestar de sus miembros, dentro de la unidad doméstica particular. En tanto el afuera, donde principalmente se ubicaban el hombre y el Estado, completaba y garantizaba la producción y reproducción de la vida.
Por otra parte los cambios estructurales de los últimos tiempos,(que se manifiesta en los programas sociales en el impulso dado al desarrollo de la organización comunitaria) hace necesario que las mujeres, mas que nunca, deban buscar en el afuera local los recursos para la concresión de las tareas socialmente asignadas.
Es así que las mujeres de los sectores populares urbanos, son unas de las principales protagonistas de esta modalidad de "autogestión de la pobreza" que las convierte en parte integrante del desarrollo de las políticas gubernamentales tendientes al " gerenciamiento" de la pobreza. Si bien los programas están marcados por un fuerte sesgo asistencialista, que refuerza las relaciones clientelares entre el Estado y la comunidad, sostenemos que también su inserción en ellos permite a las mujeres experimentar determinadas situaciones sociales y volcalas en su vida cotidiana en donde recrean esas experiencias dentro de su cultura y conciencia. (cfr. E. P. Thompson). A lo largo de su vida las mujeres experimentan sus situaciones productivas y reproductivas dentro del marco de su cultura, sintiendo y construyendo su subjetividad femenina en un cotidiano cargado de conflictividad.
Entre los programas que ha implementado el gobierno de la Pcia de Buenos Aires, haremos referencia al Programa Materno Infantil Vida, el cual se encuentra en estos momentos implementado en 27 municipios del Conurbano y 17 del interior de la Pcia de Bs. As., dando cobertura a 691.479 beneficiarios . El mismo tiene como objetivo el control de la desnutrición infantil y contempla a nivel local la formación de una red de mujeres que son las gestoras en su comunidad de la implimentación del programa. A la fecha el número de las que se encuentran abocadas a esta tarea es de 21.714, en los distintos distritos de la Pcia de Bs. As..
Nuestra inserción en el programa como técnicos nos ha permitido reflexionar acerca delas prácticas femeninas dentro de la población señalada.
Destacamos que en esta comunicación haremos énfasis en tres aspectos : el contexto político-institucional y territorial dentro del cual se desarrollan , las maneras en que el rol tradicionalmente asociado a la mujer es proyectado hacia el espacio social y la interpelación al poder que las mujeres realizan desde su participación en el programa .
El Contexto
La centralidad que ha adquirido lo local en el desarrollo de las políticas sociales, hace necesario que caractericemos a los barrios donde ellas se instrumentan.
Los barrios de los sectores pobres urbanos, reproducen en el espacio las desigualdades presentes en la sociedad. Esos lugares, que en otro momento de la vida significaron para sus habitantes encontrar "un lugar en el mundo", adquieren hoy una importancia relevante para la obtención de recursos materiales y simbólicos que permitan la resolución de problemas. Creemos, siguiendo a Jesús Martin Barbero, que el barrio proporciona a sus habitantes no sólo el espacio de lo doméstico, sino también un espacio social más amplio que actua como mediador entre el mundo privado de la casa y el espacio público de la ciudad. (cfrGravano,Ariel,comp.1995.) "Frente a la provisionalidad y rotatividad del mercado del trabajo que, especialmente en tiempos de crisis económica, dificulta la formación de lazos permanentes, es en el barrio donde las clases populares pueden establecer solidaridades durarderas y personalizadas. Porque es en ese espacio donde quedar sin trabajo no significa perder la identidad, dejar de ser hijo de Fulano o Zutano...pertenecer al barrio para las clases populares, significa poder ser reconocidos en cualquier circunstancia."(Martin Barbero 1987:217) En referencia al Programa Vida, éste introduce en la comunidad un nuevo tipo de organización, que se suma a las ya existentes, posibilitando el acceso a "nuevas fuentes de recursos".
Este programa en sus fundamentos apela a la supuesta homogeneidad que esos espacios presentan, fomentando la idea de una "común-unidad" que existiría en estos barrios. Pero sin embargo, ésta no es vivenciada necesariamente como tal en un continuun, sino que se se experimenta y se hace consciente, en actos concretos donde esta dimensión demuestra su fuerza.
"Cuando fui al Jardín para anotar al nene no había más cupo. Me dijieron que si conseguía 15 chicos más podían abrir otra salita. Empecé a hablar con otras mamás y junto con la manzanera logramos juntarlos. A partir de ahí nos hicimos más amigas y surgió la idea de hacer algo por el jardín y empezamos a organizarnos.Es como que ahora es más nuestro." Creemos que si bien los programas acotan la participación de la comunidad, también generan espacios donde es posible practicarla en una dimensión más amplia, contribuyendo así a la generación de procesos de apropiación de los lugares. Se van conformando entonces nuevos itinerarios en el barrio donde las mujeres transitan, habitan,interactúan dándole al mismo una fisonomía particular.
Las mujeres "..ellas hacen el barrio a partir de una percepción de lo cotidiano configurada básicamente desde la maternidad. Una maternidad social que en lugar de encerrarse sobre su familia hace del barrio su espacio de despliegue y ejercicio"(Martin Barbero 1987:216).
El rol históricamente asignado a las mujeres de madre-ama de casa tiene una fuerte impronta en las prácticas individuales y colectivas con las que las mujeres accionan en el espacio social. Se asume esta tarea como una maternidad social que va a diferenciar las acciones en el espacio público de las de los hombres.
Visualizamos ésto en muchas de sus prácticas, y sobre todo en sus actitudes y en lo dicho, que trasciende lo que ellas quieren expresar: "...esos chiquitos solos, descalzos, sucios, que andan todo el día por la calle. Tenemos que hacer un lugar para que se entretengan, para que estén cuidados mientras su mamá trabaja o quien sabe por donde está..."; "Esos pibes que se pasan todo el día en la esquina tomando cerveza, drogándose y molestando a todo el mundo. Hay que encontrarles una ocupación, no sé, talleres, para que hagan algo útil. Darles algo que en su casa no encuentran".
Expresiones éstas cargadas, seguramente, de muchos prejuicios pero también de un intento de reparación de esas situaciones desde sentimientos profundamente maternales.
Desde este lugar, tienden a hacerse cargo más que los hombres, de mejorar sus precarias formas de vida.. Los miedos, esfuerzos , sufrimientos y esperanzas que acompañan la lucha por mejorar las condiciones de vida de su familia constituyen su "visibilidad" en el escenario urbano en acciones que dejan su impronta de una manera particular. El territorio cotidiano, el barrio , se cubre de sus cuerpos y voces gestionando y desplegando miles de estrategias para obtener servicios y bienes de consumo indispensables.Es así que se amplian sus papeles tradicionales complejizándolos y proyectando sobre ellos otros.
La forma en que es vivida en lo doméstico esa dedicación a los demás presenta un amplia gama de situaciones. Están las que se enfrentan con una fuerte resistencia familiar, no sólo de su marido, sino además con reclamos de sus hijos: "...Para poder hacer ésto me tuve que levantar a las cinco de la mañana, dejar la comida lista. la ropa lavada y todo más o menos arreglado, por que sino después me hinchan:...que no me planchaste la camisa...,que el otro día comimos todo recalentado y pasado".
Encontramos en el otro extremo la mujer que logra planificar, coordinar y compartir no sólo su trabajo doméstico sino también el trabajo comunitario con su núcleo familiar: "Nosotros los del barrio hicimos la vereda, los enganchamos a todos: ese día mi marido hacía lo más pesado, yo preparaba la mezcla y cebaba mate y mis pibes alcanzaban los baldes".
Si bien el Programa Vida apela, en la convocotaria a las mujeres, a este rol de maternidad social,también las lleva a experimentar un papel de "gestoras sociales" que las coloca de una manera diferente en el espacio público.
En este sentido Alejandra Massolo expresa: "Esta predisposición a asumir el papel de gestoras sociales da como resultado el que las mujeres tengan contacto con, y por lo tanto reconozcan los sitios y nombres de los poderes politico-administrativos. En ese sentido, las madres-amas de casa, colonas y vecinas van mas allá que los hombres (aunque tambien algunos se integran a la gestión), no solo en termino de desplazamientos territoriales sino de formación urbana, al aprender los procedimientos de la lógica institucional y las relaciones póliticas que dominan la esfera pública en la que se tienen que mover por necesidad y obligación." (Massolo, A. 1992: 379).
Su integración en dichos programas sociales trae aparejado un nuevo tipo de itinerarios y prácticas que constituyen una nueva dimensión cognocitiva del ámbito público, lo que les significa adquirir una nueva competencia . Se las ve transitar por los pasillos municipales o provinciales, en largas colas sin tiempo cargando los niños, en busca de soluciones. Gestiones de salud, educación, infraestrucura, alimentos forman parte de sus agendas cotidianas.
Esta práctica las lleva a confrontar por un lado,con los límites que el programa les plantea (el mismo otorga al rol de manzanera los alcances de su accionar en tanto "diagnosticadoras" de las necesidades barriales, la resolución de los problemas queda en manos la gestión municipal o provincial), y por otro lado, con los roles tradicionalmente asignados al hombre y a la mujer.
El caracter instrumental de la negociación de la necesidad coloca a las mujeres en calidad de negociadoras desde una posicion vulnerable, desde allí sienten el "equilibrio inestable" que generan sus prácticas, descubren los limites y a veces los transgreden generando conflictos que ponen sus papeles tradicionales al límite de su contradicción, experimentando la subordinación y exclusión con mayor fuerza.
La interpelación al poder
La ideología asistencialista presente en las acciones del Estado se expresan con más claridad en la instrumentación que en la fundamentación del Programa Vida. En ésta última, aparece como uno de los conceptos principales el de participación, entendida como un proceso por el cual la comunidad interviene en la identificación de sus problemas y asumiendo un papel central en la resolución de los mismos. Esto presupone una descentralización en la toma de decisiones, por parte de los distintos actores intervinientes, unificados por los objetivos del Programa. Desde esta perspectiva , se contempla un rol participativo de la comunidad a traves de la conformación de una red de mujeres que se transforma en intermediaria entre el ciudadano y el Estado.
Sin embargo en la instrumentación, esta concepción de participación es acotada, apoyándose en una concepción asistencialista que contradice el discurso programático fundacional, consolidando en la práctica un voluntariado social más que una red autogestiva , que amortigua el retiro del Estado de areas que garantizaban la contención de necesidades sociales. Desde este planteo contradictorio, las mujeres no acceden a la centralidad del poder-(en términos de la toma de decisiones), sino que son colocadas en el lugar de un "hacer reproductor", voluntarista, que compromete su cuerpo y sus sueños. O en todo caso se les permite ejercer un poder limitado, ejecutando ideas y proyectos que la mayoría de las veces no han sido elaborados por ellas. Es interesante marcar que este poder conferido influye en sus prácticas en forma contradictoria : por un lado reproducen las relaciones clientelares, que el modelo asistencialista promueve, hacia su comunidad: "los vecinos me reconocen...soy la que siempre se mueve...yo hago todo lo que esta a mi alcance. En la muncipalidad todos me conocen...voy siempre, si no es por remedios, es por chapas y colchones para alguna de mis mujeres..." Pero a su vez este ejercicio del poder permite en deteminados momentos interpelar y cuestionar los limites impuestos a sus propias prácticas, abriendo un escenario donde pueden experimentar relaciones diferentes que en muchos casos ponen en tensión los distintos mecanismos que expresan el poder tanto en la esfera pública como doméstica: "mi marido se va acostumbrando a que sea manzanera, y que ahora salga mucho más de casa...pero bueno sino le gusta igual lo hago..." "cuando hacemos las evaluaciones a la gente del gobierno le decimos lo que nos pasa...y mucho no nos pueden mentir porque nosotras vivimos en el barrio y sabemos lo que pasa en la salita...como están las calles y la escuela".
La formación de una red,que se gesta con la implementación del Programa, hace posible que las mujeres accionen dentro de un marco referencial que potencializa la fuerza de sus demandas y a su vez genera un espacio donde confrontan sus experiencias en un proceso participativo que las va transformando.
Las mujeres van elaborando así una nueva forma de gestión que las construye diferentes, a pesar de conservar sus tradicionales papeles sociales que las coloca en una relación asimétrica de los sistemas sexo/género, público/doméstico. Su participación en el Programa ,a traves de su trabajo como manzanera, las pone frente a situaciones donde los estereotipos tradicionales son resignificados de acuerdo a sus nuevas experiencias.
La tendencia actuales en las políticas sociales marcan una visión del desarrollo centrada en el ser humano.La consolidación de la democracia exige la ruptura de los mecanismos autoritarios y la construcción de redes de participación que involucra el ejercicio del derecho de las personas en todas las dimensiones de la vida social.
El Programa Vida se inscribe dentro de esta linea como respuesta, en tanto política social y pública , a las necesidades surgidas para el enfrentamiento de la pobreza.
Las nuevas formas de gerenciamiento social permiten la inclusión de las mujeres como protagonistas en la gestión pública.
Mas alla de las limitaciones que conlleva el ejercicio de su rol dentro del programa, este nuevo escenario posibilita también establecer entre ellas vinculos, que les vienen dados por la pertenencia a un sector social y pòr la realización de una tarea común. La "investidura" de estas mujeres como Trabajadoras Vecinales del Programa Vida ,crea una communitas (en el sentido turneriano del término)a través de la cual logran escapar de las reglas y posiciones asignadas por la ley y la costumbre, o sea del sistema de clasificaciones que normalmente están establecidos por el espacio de su cultura.La definición de los valores colectivos no está fijada de una vez y para siempre , los mismos deben ser permanentemente reactualizados , convirtiéndose en arena de batallas simbólicas por la determinación de contenidos posibles.
Creemos que éste es uno de los aspectos de mayor potencialidad para la creación y recreación de significados llevándolas a incorporar nuevas formas de cognición y de acción que implican una transformación en la subjetividad de las mujeres.
Las mujeres desde el programa están convirtiéndose en mediadoras, interlocutoras, negociadoras entre la sociedad civil y el Estado y desde allí es posible visualizarlas como sujetos sociales en transformación . Este espacio social reservado en el pasado al mundo masculino, les presenta nuevos desafíos y la necesidad de desarrollar aptitudes para enfrentarlo. Las herramientas que elaboran estarán signadas por un accionar singular que deviene de la particular "mirada" femenina.No obstante continuar sujetas a las obligaciones domésticas y a que la participación en las esfera pública transite dentro de los límites de las estructuras tradicionales, las mujeres ya no son las mismas. En su accionar ellas van traspasando los límites de lo posible y creando, cambiando,construyendo, sabiendolo o no, más alla de lo pensado.
BIBLIOGRAFIA
Gravano, A. (Comp.): "Miradas urbanas. Visiones barriales. Diez estudios de an- tropología urbana sobre cuestiones barriales en regiones metropolitanas y ciudades intermedias"Ed. Nordam- Comunidad, Montevideo. 1995 Hardy, C. : "Organizarse para vivir(pobreza urbana y organización popular). PET ,Santiago de Chile, 1987.
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Massolo, A. : "Por Amor y coraje. Mujeres en movimientos urbanos de la ciudad de México".Ed. El Colegio de México, México, 1992 Thompson, E.P.: "Tradición, revuelta y conciencia de clases."Ed. Península, Barcelona, 1980.
Turner, V.: " El proceso ritual"
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