V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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V CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA SOCIAL La Plata, 29 de julio al 1 de agosto de 1997

LA DIFERENCIACION SOCIAL EN EL CAMPO DEL CONSUMO. IDENTIDAD, COMUNICACION E INTERACCION EN LA DISCOTECA.

Lic. Pablo Zamora

Facultad de Ciencias Sociales

Carrera: Licenciatura en Comunicación Social

Universidad Nacional del Centro

Introducción

El presente trabajo forma parte de una investigación que realicéé en los años 1995 y 1996, incluida en mi tesis de Licenciatura en Comunicación Social presentada en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría (Universidad Nacional del Centro). Con el objetivo de aportar al conocimiento de la constitución de identidades culturales en la ciudad de Olavarría, me propuse indagar en el campo del consumo, y más precisamente en la discoteca de una ciudad intermedia, el modo en que los jóvenes se apropian de los objetos y espacios sociales disponibles para producir y comunicar marcas de diferenciación social.

La investigación pretendió abordar a la comunicación desde un enfoque antropológico que nos permitiera realizar un aporte al estudio de los medios de comunicación, ya no centrado en los desplazamientos de capital e innovaciones tecnológicas, sino en esas transformaciones que los mass media catalizan y potencian en la cultura cotidiana de las mayorías. De este modo, se eligió profundizar en la discoteca como territorio comunicacional de un consumo cultural urbano, porque allí concurre una importante cantidad de sujetos identificados como miembros de la juventud olavarriense, y que sin embargo pertenecen a sectores sociales diferentes. Por eso decidimos analizar a TICKET (la megadisco m s importante de la ciudad) como un lugar clave para comunicar las diferencias entre aquellos sectores que comparten un mismo escenario social.

Para llevar adelante el trabajo decidimos seguir a Clifford Geertz y apoyarnos en conceptos y en sistemas de conceptos muy generales y académicos -comunicación, consumo, cultura, identidad, territorio- con el objetivo de llevar adelante la interpretación complementando la observación con la teoría. Además de estos elementos teóricos, la principal guía de la investigación estuvo centrada en el campo, a través de numerosas observaciones, charlas y entrevistas.

Conscientes de que la apropiación desigual de los bienes es una condición importante para comunicar diferencias, y que éstas se producen en el terreno de lo simbólico, decidimos explorar un campo en el cual el código adquiere un carácter fundamental para establecer diferencias respecto de la vida productiva, como puede suceder durante el día.

El objetivo de nuestro trabajo apunta básicamente a una de las áreas de consumo que la sociedad de los noventa presenta como la m s representativa del modelo de juventud en el que participan decididamente los mass media: la discoteca. Y para analizarla, lo hicimos de acuerdo al concepto de vitrina urbana de Armando Silva, considerando a la ciudad como una gran ventana constituida por otras más pequeñas, en las que pueden leerse los contenidos simbólicos de los cuales se dotan para formar parte de la vida social.

Medios de comunicación y vida social

Las investigaciones sobre diferenciación social en el campo de la producción han sido, durante mucho tiempo, motivo de preocupación en las Ciencias Sociales. Incluso llegando a un determinismo mecanicista o "productivista", como lo llama Néstor García Canclini (1986,50), que "ha extrapolado del campo de la producción muchas explicaciones que había que buscarlas en el campo del consumo". Esta "ignorancia" felizmente fue dejando de ser tal: en los últimos años, el consumo adquirió mayor interés en tanto práctica de integración y comunicación, dando origen a una nueva perspectiva en torno a las conductas sociales que est n siendo abordadas desde distintas disciplinas.

La superposición que se produce en la actualidad entre lo público y lo privado ha dado pie para que en el campo de la Comunicación Social los investigadores centren su atención en la influencia de los medios sobre la vida social. Se trata de pensar la ciudad y sus culturas desde la comunicación. Y es en este sentido por el cual decidimos hacer transitar nuestro trabajo. Porque, como dice Jesús Martín Barbero, "la envergadura cultural de los medios no se halla en la cultura-contenido que difunden (único objeto de atención de la crítica ilustrada) sino en el cambio cultural que ellos catalizan y potencian" (Martín Barbero 1991,47).

Las transformaciones tecnológicas han generado a lo largo de la historia mutaciones culturales e ideológicas, utilizando a las ciudades como escenarios privilegiados. Mientras que los medios masivos de comunicación se constituyen hoy en factores determinantes de la vida urbana, respondiendo a través de las tecnologías que los vehiculiza a las demandas y exigencias de la sociedad. La mayor parte de sus impactos, tanto positivos como negativos, se registran en las necesidades a cuya solución pueden aportar. Y es en el protagonismo alcanzado en este fin del milenio por los mass media adonde la magnitud y la prolongación en el tiempo de esos impactos adquieren una enorme capacidad para afectar la vida diaria de las personas, potencializando, en muchos casos, las desigualdades preexistentes.

En este sentido, decidimos encarar nuestra investigación desde ese punto de vista antropológico que nos permita realizar un aporte al estudio de los medios de comunicación, analizando el cambio cultural que los medios masivos catalizan y potencian en las nuevas maneras de habitar la ciudad.

Este cambio genera una trama cultural urbana heterogénea, "compuesta por una enorme diversidad de formas y de prácticas, de estilos de vivir, de estructuras del sentir, de modos de narrar, pero muy fuertes y densamente comunicada" (Martín Barbero, 1991,36).

Los medios, y en especial la televisión, producen y transmiten a la ciudad una fragmentación que apunta directamente a la des-agregación social, reconfigurando las relaciones de lo privado y lo público, superponiendo ambos espacios y borrando sus fronteras.

Esto se est dando, por ahora, en las grandes urbes de nuestro país. Pero de a poco las ciudades intermedias del interior han comenzado a percibir las mismas consecuencias.

Lo público est perdiendo terreno a partir de la infraestructura comunicacional del nuevo hogar-búnker, que facilitan los aparatos electrodomésticos para ejercer una suerte de autosuficiencia en el hombre. Estos equipamientos productores o reproductores de mensajes ocupan hoy un lugar relevante, ejerciendo en el sujeto un repliegue sobre sí mismo. Así, la comunicación y la interacción en los espacios públicos son cada vez menos frecuentes.

En este sentido, coincidimos con Roman Gubern en que los medios crean una fuerte dialéctica entre "ocio claustrofílico" y "ocio agorafílico", entre trabajo domiciliario y trabajo en comunidad, entre la soledad del búnker electrónico y la "masificación tribal" (Gubern 1987,189).

El autor considera complementarias psicológica y socialmente a las dos formas de ocio, por cuanto el claustrofílico privilegia valores como la territorialidad, la seguridad, la protección y la introversión, en tanto el agorafílico lo hace con la fiesta, la comunidad, la aventura o la interacción personal. En esta dialéctica creada por los medios de comunicación social entre lo privado y lo público los valores del ocio agorafílico dan mayores garantías de interacción, de experiencia tribal y de nuevas relaciones. En tanto, el ocio claustrofílico se encuentra más asociado a la patología del narcisismo y la consecuente negación del otro.

Una de las cuestiones que tratamos de analizar en nuestra investigación está íntimamente relacionada con esta dialéctica. Tratamos de comprobar, en un campo específico como la discoteca, y en una ciudad intermedia como Olavarría, si verdaderamente se produce un complemento entre el ocio claustrofílico y el ocio agorafílico.

Diferenciación social y consumo

El ocio est ligado al consumo. Y en el consumo podemos encontrar lo que anteriormente se buscó en la producción: los elementos mediante los cuales se producen o reproducen las diferencias sociales.

Convencidos de que la apropiación desigual de los bienes es una condición importante para comunicar diferencias, coincidimos con Néstor García Canclini en que el consumo "no tiene por finalidad únicamente la posesión de un objeto o la satisfacción de una necesidad material, sino también definir o reconfirmar significados y valores comunes, crear y mantener una identidad colectiva" (1986,p55).

En la discoteca, en su lógica y en su carácter de espacio de consumo nocturno, podemos encontrar elementos que nos lleven a considerarla como un lugar clave para comunicar las diferencias sociales. Esta es una de las razones por las que decidimos insertarnos en el terreno de la discoteca en tanto espacio de consumo e interacción. Para entender su lógica y su función debemos remitirnos al concepto de necesidad y aclarar, al mismo tiempo, cuál es la significación que en este contexto le damos a la cultura.

Consideramos a esta última en el plano de la significación, y fundamentalmente como un proceso de producción. Los sujetos comparten significados, expresando mediante la acción un caudal simbólico que los involucra en el pensamiento y en la representación del contexto social y del mundo que los rodea. En este sentido, la cultura sería el conjunto interrelacionado de códigos de la significación que comparte un grupo social, y por el cual es posible la identificación, la comunicación y la interacción. Pero también, y retomando a García Canclini, porque la cultura funciona como productora de fenómenos que contribuyen, mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales, a comprender, reproducir o transformar el sistema social.

Aquí juega un papel fundamental la función de los medios masivos de comunicación que, al aumentar el flujo de información, generan nuevas modalidades en el imaginario social. La dominación simbólica se vale de los mass media como elementos de persuasión para imponer valores y creencias. Para que las complejas relaciones entre información e imaginación se confundan en un flujo fragmentario de mensajes que encuentra a los sujetos incapaces de asimilarlos ordenadamente en su totalidad. Esto lleva a la inevitable necesidad de unificar representaciones.

Los medios, que presentan la realidad como espectáculo, ocupan sólo una pantalla sobre la que múltiples individualidades proyectan sus propias realidades. Esta sectorización en los gustos y necesidades de los distintos sectores sociales lleva a la creación de nuevos imaginarios, que funcionan como representaciones globales de la experiencia social, en donde los sujetos construyen y reafirman sus mentalidades y comportamientos en términos de identidad.

Podemos hablar de cultura como un territorio en el cual los individuos viven y se representan lo que ocurre en la sociedad, y en muchos casos lo reproducen. La cultura involucra al código como proceso de interiorización. Los sujetos adquieren esquemas de percepción y comportamiento que comparten y reproducen interiormente, pero que también puede funcionar como instrumento de transformación.

En este sentido, consideramos a las necesidades como habituadas a las estructuras sociales y, por lo tanto, como producto de la cultura; y no como naturales o universales, puesto que las satisfacemos de distintas maneras.

"(...) Las necesidades se definen no sólo por la necesidad de consumir tal bien, sino por la necesidad de apropiárselo de una cierta manera -vestirse de cierta manera; ir a ciertos espectáculos e interpretarlos de cierta manera; ir a ciertas escuelas y adquirir de cierto modo ese capital cultural que se transmitía democráticamente por la educación-. En este aspecto del consumo se construyen las diferenciaciones sociales, las clases se distinguen simbólicamente unas de otras" (García Canclini 1986, 53-55).

La discoteca

"Discoteca", "disco", "boliche"... todos nombres que tienen como referencia un espacio físico inconfundible. Un lugar que evidentemente emite un mensaje capaz de congregar a la gran mayoría de los jóvenes que frecuentan la noche. Y aquí la categoría joven va más allá de la edad cronológica, porque en este contexto pareciera ser m s importante sentirse joven que serlo biológicamente. Como afirma Carlos Díaz (1989), el joven se reduce a sus circunstancias. Por eso, son éstas las que lo constituyen a él.

Ser joven excede hoy la categoría biológica que en otro tiempo tenía mayor significación. Y la influencia de la sociedad de la imagen que se constituye a través de los mass media presenta un modelo de juventud que tiene como uno de sus principales puntos de referenciación a la discoteca.

Tanto en las ofertas de tiempo libre como en las publicidades que fueron apareciendo en los últimos años la propuesta de los medios est ligada a la juventud. Pero no sólo hacia quienes se encuadrarían en la categoría biológica de ser joven, sino que la invitación llega también hacia múltiples sectores generacionales. Se crea así la ilusión del no paso del tiempo, de la eterna juventud. De este modo, la identidad se expresa a través de los actos. Los sujetos internalizan el modelo de juventud así como el discurso que lo sostiene.

Entre los jóvenes y la disco se producen lazos de identidad. Los jóvenes construyen una identidad social que tiene en la discoteca su referente ("a determinada edad, es una costumbre que se salga a bailar y a divertirse, y un lugar adonde uno se divierte a la noche es el boliche"). Los propios actores reconocen esta referenciación que tiene la disco para reafirmar su imaginario, su identidad de joven. Y aunque nosotros utilizaremos esta categoría de identificación cultural, lo hacemos teniendo en cuenta la diversidad que la constituye.

"La condición histórico-cultural de juventud no se ofrece de igual forma para todos los integrantes de la categoría estadística "joven". La desigualdad social atraviesa esa categoría estadística y determina situaciones diferentes" (Margulis 1994,25).

La vida en el interior de la discoteca adquiere un clima festivo. Este carácter de fiesta puede llegar a adecuarse al concepto utilizado por Mijail Bajtin (1987), en cuanto es un lugar adecuado para convertirse en una segunda vida, generando una dualidad en la percepción del mundo. Asimismo, necesita de un espacio y un tiempo que estén en ruptura con lo habitual. La discoteca -junto con la noche- entrega un clima de fantasía, de juego, de liberación. Y esta libertad se canaliza a través del tiempo como concepción determinada y concreta. Oponiéndose al día, a los poderes diurnos, al dominio de los adultos; la noche es el momento en el cual los jóvenes parecen vivir su fiesta.

En la noche es donde los jóvenes parecen constituir su territorio. Como si el paso del tiempo los hubiera acomodado a la sombra de los poderes diurnos. La vida nocturna se presenta como vacía de poder. El mundo de los adultos duerme y en esa ausencia se estaría generando un ideal de liberación, de fantasía, de irrealidad.

Pero por otro lado hay que tener en cuenta que a pesar de los deseos de liberación que puedan sentir los jóvenes en la noche, la ausencia de poder tampoco sería total: la fiesta es ofrecida desde el mercado para el consumo nocturno.

Desde este punto de vista el concepto de ideología puede ser aplicado a la discoteca, en el sentido de reproducir una lógica que le es ajena. Así, el sociólogo urbano Manuel Castells dice que "el consumo es un lugar clave para reproducir la ideología dominante y construir la diferenciación social entre las clases, mediante distinciones simbólicas" (Castells, 1974). Esta coacción social, en tanto forma colectiva de actuar, tendría una existencia propia. "El individuo las encuentra completamente formadas y no puede evitar que sean ni lograr que sean de otra manera; por lo tanto, est obligado a tenerlas en cuenta y le es tanto más difícil (aunque no diríamos imposible) modificarlas, desde que, en diverso grado, participan de la supremacía material y moral de la sociedad sobre sus miembros". (Durkheim 1969,19).

Pero si en realidad la discoteca adquiere un clima de fiesta, entonces esas reglas ideologizadas comienzan a desvirtuarse. Parafraseando a Bajtin, podríamos decir que la discoteca se manifiesta y se vive como la vida misma. Que aparentemente ignora toda distinción entre actores y espectadores. Los sujetos no asisten a la discoteca sino que la viven, y dentro de la disco no hay otra vida que la de la disco.

Pero hay algo fundamental, y que tiene que ver exclusivamente con nuestro campo de estudio. En la discoteca TICKET de Olavarría se produce, en apariencia, una suerte de liberación transitoria de las reglas institucionalizadas. En este clima, aparentemente festivo, que se vive en la discoteca los actores se ven como iguales, como si reinara una forma especial de contacto libre entre individuos normalmente separados en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su empleo, su edad y su situación familiar.

El campo de estudio

La discoteca TICKET, inaugurada el 1 de enero de 1991 en pleno centro de la ciudad, en las mismas instalaciones donde anteriormente funcionaba el Cine París. Logra reunir una cantidad promedio de entre 1000 y 2000 personas por sábado, y su permanencia a lo largo de más de seis años la ha consolidado como espacio social de consumo en el que un significativo número de asistentes construye lo que, en apariencia, es una identidad compartida. Y decimos en apariencia porque por primera vez en la historia de las discotecas de Olavarría se logra convocar a tanta cantidad de asistentes en un mismo espacio, y provenientes de sectores sociales marcadamente diferentes.

A diferencia de lo que suele pasar en otras ciudades, o de lo que pasó en esta misma, TICKET demuestra no tener un sistema de exclusión explícito. En su discurso, y en la apariencia, la discriminación utilizada en otras discos para mantener un ambiente "selecto" aquí no puede observarse.

La cantidad de público a la que hacemos referencia incluye diferencias de sexo, edad, posición social, poder adquisitivo, estilos y comportamientos, etc.; y que en los términos utilizados por los propios habitantes de la disco podríamos llamar los "conchetos", los "negros", los "veteranos", los "pendejos", los "rockeros", los "normales"...

En tanto que permite la socialización y el contacto interpersonal, la discoteca es una forma de ocio agorafílico. A través de ella, una gran cantidad de jóvenes privilegian la fiesta, la aventura, la interacción. Pero por otro lado también podríamos encontrar manifestaciones propias del ocio claustrofílico, como la territorialidad, el narcisismo y la consecuente negación del otro.

Evidentemente este fue uno de los principales ejes que guiaron nuestro trabajo. De hecho, la variedad de sectores que parece abarcar TICKET genera fragmentación dentro de un mismo espacio. En este sentido, y tomando a esta discoteca como un consumo cultural urbano, intentamos encontrar las distinciones simbólicas que se producen entre los distintos sectores sociales, lo que nos permitió leer las marcas de la ciudad a la que pertenece.

Interpretando a nuestro campo de trabajo como una institución social, en el sentido de permitir que los actores generen un espacio de sociabilización, de intercambio, de prácticas que garanticen el orden social; pudimos trasladar a su interior esta idea de fragmentación y continuación a la que hacemos referencia.

Los mecanismos por los cuales intentamos indagar sobre esta problemática nos permitieron establecer que TICKET no es ajena a la imagen que presenta la ciudad de Olavarría. Los testimonios obtenidos de los informantes se fueron comprobando mediante la observación y comparación con otros testimonios, y a través de ellos pudimos establecer que esta discoteca lleva las marcas de la ciudad.

"El sujeto social olavarriense de la década de los '90 es más consumidor que trabajador, lo cual plantea otros problemas a nivel de la política urbana. Los proyectos personales de construcción gradual del bienestar (la casa, el auto, el título universitario de los hijos) han dejado paso a la satisfacción inmediata, a la autocomplacencia, al afín de la compra y al placer del ocio, al deseo por la marca y a la propensión al gasto. Conscientes o no del estrangulamiento de la movilidad social operado en los últimos diez años, la respuesta masiva es asumir los valores del consumo, sin pensar en el futuro". (Sarlingo 1993,127)

Conclusiones

Durante nuestra investigación tratamos de observar y analizar las prácticas que los sujetos generan en la discoteca más concurrida de la ciudad de Olavarría, desde su carácter de jóvenes con que se los identifica al territorio TICKET, hasta los subterritorios que ocupan los distintos grupos de actores para reafirmar su identidad diferenciándose "del otro" semejante. Lo observado, lo analizado y lo interpretado nos ayudó a encontrar los elementos suficientes como para reforzar nuestra primera hipótesis. Es decir, la fragmentación que se traslada de los medios de comunicación a la ciudad de Olavarría también puede observarse en la discoteca TICKET.

En principio, comprobamos que en el ambiente especial que se genera en la discoteca, la diversión y la distracción adquieren una significación distinta a lo que ocurre en la vida diurna, en la rutina semanal. Por eso nos atrevemos a mencionar a la disco de los noventa como un templo que asume en la noche la ilusión de liberación, despojado de tabúes, en el que est permitida cierta gratificación que conduzca a un efecto de felicidad transitoria. Los actores prefieren hablar de diversión, y lo hacen desde un nivel genérico que abarca desde bailar y encontrarse con amigos hasta mirar, circular o establecer una relación con alguien del sexo opuesto; de acuerdo con el papel que cada uno asume en el acontecimiento.

Descubrimos que en esta discoteca funciona una lógica mercantil, pero en forma paralela lo hace también un mercado simbólico que reconfirma, valora y mantiene una identidad colectiva (juventud olavarriense). De acuerdo a nuestra interpretación, la lógica que moviliza a los asistentes a TICKET pasa por responder a una estrategia mercantil propia de la época y a una necesidad de consumo que decididamente colabora para mantener esa identidad colectiva que los mass media potencializan.

Como escenario simbólico, en TICKET no se produce una verdadera integración. Y aquí vale retomar el concepto de fiesta en Bajtin. Según el autor, en el carnaval de la Edad Media "el individuo parecía dotado de una segunda vida que le permitía establecer nuevas relaciones, verdaderamente humanas, con sus semejantes (...) Se elaboraban formas especiales del lenguaje y de los ademanes, francas y sin constricciones, que abolían toda distancia entre los individuos en comunicación, liberados de las normas corrientes de la etiqueta y las reglas de conducta" (1987,15).

La discoteca reúne las condiciones especiales para vivir esa segunda vida. Incluso, si no se tomara en consideración el comportamiento de los diferentes grupos, en términos generales podría hablarse de fiesta. De hecho, en el discurso de los mismos actores puede notarse. Pero lejos de utilizar este espacio para liberarse de la etiqueta, los sujetos reproducen las relaciones sociales de la ciudad.

Cuando decimos que TICKET es un gran territorio en el que se constituye una identidad compartida lo hacemos desde una visión generalizadora que no escapa a la fragmentación que se produce en su interior. De alguna manera, los subterritorios que se constituyen en la discoteca reflejan la diversidad de sectores y la fragmentación que presenta la realidad urbana de Olavarría (en la que la vida de los habitantes de un espacio urbano de rango intemedio permite el contacto entre los distintos sectores sociales en la oficina, en la empresa, en la escuela, en los clubes deportivos... en los que aparece la idea de una aparente convivencia entre las partes que conforman el espectro social).

Y si tomamos a esta discoteca como ventana urbana de la ciudad, vemos que detrás de la imagen de crisol social que ofrece el sentido común dominante, Olavarría esta participando de la experiencia colectiva de la discoteca TICKET, aunque adoptando nuevas formas de comunicación.

Los sujetos encuentran allí las condiciones especiales que les permiten sortear ciertas dificultades presentadas en la vida diurna, fundamentalmente a la hora de establecer relaciones. Ellos afirman que en la discoteca es posible la interacción, pero a la vez distinguen a los distintos sectores en territorios diferentes y con categorías diferentes ("conchetos", "negros", "rockeros", "normales", "pendejas" y "viejos"). Es evidente que de esta manera se produce una resignificación del imaginario olavarriense a través del código que comparten los jóvenes dentro de la discoteca. Los sectores ya no se diferencian directamente a nivel de clase social, aunque encontramos algunas referencias en los testimonios, sino en relación al espacio que ocupan dentro de TICKET y al comportamiento que adoptan los integrantes de cada grupo para identificarse.

Esto quiere decir, a nuestro entender, que si bien la discoteca invita a todos los sectores de la juventud a formar parte de su aparente homogeneidad, no consigue suprimir esa fragmentación que la sociedad olavarriense manifiesta en sus distintas prácticas urbanas.

Ese es el estado de la "convivencia" entre los asistentes. No logran eliminar las diferencias que experimentan cotidianamente en la vida diurna de la ciudad. De esta manera queda claro que la interacción, la convivencia y la comunicación no est n garantizadas en ese ambiente pluralista que ofrece la discoteca, a pesar de confirmar una identidad colectiva.

Nosotros consideramos a la experiencia colectiva de la discoteca como una de las nuevas condiciones de vida en la ciudad. En TICKET encontramos el complemento producido entre el ocio claustrofílico y el ocio agorafílico, en la superposición de lo privado y lo público manifestado a través de valores como la territorialidad, la seguridad y la introversión, sumados a la fiesta, la aventura y la interacción personal. El cambio producido por las nuevas tecnologías de información y comunicación en las prácticas urbanas apunta cada vez más a sectorizar y a fragmentar la ciudad. Y allí está la discoteca, que a modo de vitrina urbana nos permite observar las características de la ciudad a la que representa.

Bibliografía

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Gubern, Roman 1987: "El simio informatizado" Edit Fundesco, Madrid

Margulis, Mario 1994: "La cultura de la noche", Compañía Editora Espasa Calpe Argentina SA, Buenos Aires

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Silva Armando 1992; "Imaginarios urbanos", Tercer Mundo Editores, Bogot .

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