V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
Ponencias publicadas por el Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/ info@equiponaya.com.ar |
DINAMICA DE LA PRODUCCION DOMESTICA ENTRE PEQUEÑOS PRODUCTORES AGRICOLAS DE FORMOSA
1 Sergio Omar Sapkus*
Introducción
El objetivo del presente trabajo es analizar la dinámica socioeconómica de la pequeña producción doméstica en la región sudoriental de la provincia de Formosa. Para este fin, concentramos el foco de análisis en las trayectorias sociales recorridas por los pequeños productores asentados en una colonia algodonera2 de dicha provincia. El interés que nos guía es demostrar que la particularidad de la dinámica socioeconómica de las unidades domésticas (U.D.) consideradas no resultan de atributos invariantes o esenciales de su dinámica interna, sino que por el contrario, de las específicas formas de relacionamiento con determinadas fracciones de capital y el Estado. Es esta relación la que le confiere a estos grupos domésticos su especificidad dentro de la dinámica global del proceso de acumulación capitalista.
Las características y la naturaleza de estas formas de relacionamiento, sin embargo, no van a ser mera función de las condiciones macroestructurales donde estas unidades desenvuelven su comportamiento productivo. A un nivel micro, las características internas de estas unidades y sus relaciones con otras unidades de sus mismas caraterísticas también van a jugar un papel relevante en el rumbo que adquiere finalmente su dinámica. Hay que dar cuenta entonces tanto de las microdeterminaciones como de las macrodeterminaciones que están operando en el accionar doméstico. Y en este sentido, en este trabajo realizamos una aproximación antropológica que aborda estas múltiples determinaciones en un espacio concreto.3
Producción doméstica: algunas consideraciones
La problemática de la ubicación y el destino de la producción doméstica en el capitalismo es un tópico que ha ocupado intensamente a los investigadores sociales en las últimos décadas. No profundizaremos aquí de esta cuestión todavía abierta, sino que solamente realizaremos algunas precisiones imprescindibles para nuestro análisis. En este sentido, en este trabajo hablaremos de unidades productivas domésticas para referirnos a las unidades productivas que se caracterizan por: a) producir regular y exclusivamente productos para el mercado, b)constituir pequeñas unidades de producción en la cual los medios de producción son controlados por los productores directos y la mano de obra es provista por la unidad doméstica (no es asalariada), c) mantener una autonomía con respecto otras empresas, y d) donde el propósito o el resultado de la producción puede ser la reproducción simple de la unidad pero donde no esta excluida a priori la acumulación de capital (Binford y Cook, 1991).Los puntos señalados se irán aclarando a lo largo del texto. Por ahora solo comentaremos los dos últimos. El punto c) hace referencia al margen de autonomía en las decisiones de producción y de mercado (qué, cuánto y cómo producir) que estas unidades deben tener con respecto a otras unidades capitalistas. La base de esta independencia, a la que Llambí (1981) llama "autonomía relativa", es la posesión por parte de la unidad productiva de los medios de producción, fundamentalmente la tierra. El punto d) a su vez es fundamental en nuestro argumento ya que se opone a los postulados de índole chayanoviana que tienen gran influencia en la literatura que aborda el tema agrario en nuestro país y en América Latina. En base a estos postulados se considera que las unidades de producción doméstica se ven impedidas de atravesar la barrera de la reproducción simple por ciertas limitaciones de índole subjetivo-cultural. Es decir, existe una "racionalidad campesina" que inclina a éstos a producir con el único objetivo de satisfacer las necesidades de los miembros de la unidad doméstica (Chayanov, 1985). Consideramos en cambio que la reproducción simple es un resultado impuesto por condiciones estructurales objetivas. En este sentido, coincidimos con Llambí (op. cit.) en su argumento de que en regiones con cierto desarrollo mercantil, donde la inserción de los pequeños productores en el mercado es condición sine qua non para su reproducción material, estos sujetos sociales pasan a compartir los valores de la sociedad global. Por lo tanto no podemos plantear a priori la existencia de una racionalidad diferencial que esté guiando el esfuerzo productivo del pequeño productor.
Antes bien, debemos analizar bajo qué condiciones se da la posibilidad de que los pequeños productores puedan iniciar un proceso sostenido de reproducción ampliada y bajo cuáles no pueden salir de la reproducción simple (o incluso ni siquiera pueden alcanzar ésta, iniciándose así procesos de descampesinización) (Bernstein, 1988). Para esto debemos considerar al marco en el cual se desenvuelven las pequeñas unidades de producción como una sola economía mercantil que contiene múltiples formas, relaciones y procesos cuyas interacciones son guiados por múltiples o al menos mutuas causaciones. Con esto intentamos superar cierto dualismo que vé a la economía global dividida en dos sectores: uno guiado por una racionalidad capitalista y otro guiado por una lógica de reproducción simple.
Rama textil, estado y estructura agraria formoseña Como primer paso en el análisis entendemos que es necesario determinar el espacio económico-político general en que se desenvuelven las pequeñas unidades de producción. Para las unidades que son objeto de nuestra investigación distinguimos dos factores macroestructurales que impusieron los marcos y los límites fundamentales a su dinámica productiva y reproductiva. Estos son por un lado la dinámica de la rama textil algodonera, desarrollada en la Argentina con gran fuerza a partir de la década del treinta, y por el otro el rol jugado por el Estado en una determinada etapa de la acumulación de capital en nuestro país.
En la década del treinta se inicia en nuestro país la denominada "industrialización sustitutiva en economía cerrada" (Tarcus, 1992), quedando atrás la etapa de la "economía abierta agroexportadora". En esta nueva etapa es el capital industrial el que pasará a articular el conjunto de la economía nacional, convirtiéndose la ganancia industrial en la principal forma de excedente económico. Esta industrialización sustitutiva pasará por varias etapas: una primera etapa de industrialización liviana y de concentrada distribución del ingreso (1930-1946), una segunda etapa de industrialización liviana y de redistribución del ingreso (1945-1955), y una tercera etapa de industrialización pesada y concentración en la distribución del ingreso. Durante las dos primeras etapas la rama industrial textil vive un vertiginoso crecimiento, que hace aumentar la demanda y los precios de la fibra textil. Esta demanda es uno de los principales acicates para el poblamiento del por entonces Territorio Nacional de Formosa con "colonos" que buscaban aprovechar la existencia de tierras libres explotables agrícolamente en los intersticios dejados por los latifundios ganaderos y forestales4 y los altos precios de la fibra del algodón.
En un modelo de acumulación concurren, además del crecimiento de determinadas áreas de la economía, un determinado tipo de Estado que garantiza la relación capital/trabajo a lo largo del ciclo económico. El Estado intervencionista-benefactor que acompaña a la industrialización sustitutiva desempeñó en nuestro caso un rol clave para el desenvolvimiento de las explotaciones económicas de los pequeños productores a través distintas medidas arancelarias, fijación de sobreprecios al textil, etc. Pero la principal innovación del Estado en este Territorio Nacional fue el establecimiento de las desmotadoras de algodón oficiales, que comienzan a instalarse en la provincia en el año 1941. Estas desmotadoras jugaron un rol clave en el desarrollo del cultivo del algodón, ya que en una región con precarios medios de comunicación el establecimiento de desmotadoras cercanas permitía la venta relativamente rápida del producto. A esto se agrega que los precios pagados por la desmotadora oficial eran superiores a los ofrecidos por los compradores privados. El establecimiento de las desmotadoras desempeñó un papel esencial en la posibilidad de asentamiento definitivo de una multitud de pequeños productores, ya que en esta zona éstos se encontraban totalmente desprotegidos frente a las empresas que controlaban oligopsónicamente el mercado de la fibra textil. El desarrollo cooperativo recién se da en la década del setenta (aunque de todas maneras este desarrollo nunca adquirió una fuerza importante hasta la actualidad).
Con las condiciones macroestructuralas comentadas, estos pequeños colonos podían al menos alcanzar la reproducción simple de sus unidades. Otros, mejor posicionados, podían incluso aspirar a cierta ampliación del proceso productivo, es decir, podían iniciar cierto proceso de reproducción ampliada. De todas maneras la escasa tierra disponible y la baja calidad de ésta, sumadas al exiguo "capital" con que contaban los pequeños productores y fundamentalmente a los mecanismos de exacción que operaban en la fase de comercialización de la producción, limitaban el desarrollo de esta reproducción ampliada.
Para fines de la década del cincuenta se inicia a nivel nacional la tercera etapa en la industrialización sustitutiva, más centrada en la industria pesada y de bienes intermedios; acompañada con una políticas económicas más concentradoras del ingreso. La rama textil inicia su declive (en 1956 había llegado a la cifra máxima de producción) en la producción y los precios de la fibra comienzan a bajar. Esta situación lleva, años después, en un contexto de agudización de la lucha de clases a nivel nacional, a las movilizaciones agraristas de fines de la década del sesenta y principios de la década del setenta, genéricamente conocidas como Ligas Agrarias (cuya expresión formoseña fue la Unión de Ligas Campesinas Formoseñas -ULICAF-). Sin embargo, pese a sufrir los efectos de la caída del precio del algodón, el motivo principal que movilizó a los pequeños productores formoseños fue el problema de la tierra. En efecto, la fuerte presión sobre la tierra generada por el masivo arribo de inmigrantes se suma a fines de la década del sesenta un proceso de expropiación de tierras por parte de ganaderos beneficiados por una política de tierras que buscaba distribuir éstas entre propietarios ganaderos dedicados a la cría de ganado para su posterior engorde en la pampa húmeda.
Las movilizaciones tuvieron dispares resultados, y el movimiento fue reprimido durante la dictadura militar instaurada en el año 1976. Pero antes de este año se habían conseguido algunos resultados beneficiosos para los pequeños productores, como ser frenar el avance expropiador en muchas "colonias". De esta manera, para esta etapa la movilización política se vuelve un factor fundamental en la reproducción material de las unidades económicas de los pequeños productores. Otro logro importante, ya a nivel nacional fue el imponer ciertos precios mínimos para la fibra e incluso, en ciertos años, la prohibición de su importación -que se había abierto en 1964 para deprimir los precios-. Gracias a esto en los primeros años de la década del setenta se producen buenos precios de la fibra y muchos productores pudieron mejorar y modernizar su explotación (para esta época recién se logra en Formosa el inicio de la escasa maquinización en las explotaciones algodoneras).
Con la dictadura militar instaurada en 1.976 entra en crisis el modelo de industrialización sustitutiva y el estado interventor-benefactor asociado a él. La apertura económica-financiera y la exportación de productos agropecuarios y agroindustriales comienzan a ser los puntales de este nuevo régimen de acumulación. Como la rama textil sufre un retroceso y la demanda interna de demanda de la fibra textil cae, en la década del ochenta parte importante de la producción textil nacional es vendida al exterior. De esta manera el precio de la fibra nacional es regulada por los inestables precios internacionales.
Además de la pérdida de dinamismo de la industria textil, que ya se venía perfilando desde décadas anteriores, el cambio del rol del estado es el elemento fundamental que influye sobre la capacidad reproductiva de las pequeños productores. Así, la nueva forma estatal que se desarrolla en este nuevo ciclo de acumulación de capital se caracteriza por su paulatina retirada de los mercados y el alejamiento de su rol de regulador de las relaciones entre los agentes productivos -la privatización de las desmotadoras oficiales a fines de la década del setenta marca uno de los hechos más importantes en este sentido-. De todas maneras hay que matizar esta afirmación señalando que en la década del ochenta se comienza a entregar a los productores subsidios estatales, dirigido especialmente para los pequeños productores de algodón -cuya superficie sembrada no exceda las diez has.- de acuerdo al tamaño de la familia asistida. También durante esta época se ponen en marcha ciertos programas de desarrollo que intentaban introducir cambios tecnológicos en las pequeñas explotaciones, los cuales no tuvieron éxito a nivel provincial. Este proceso de gradual abandono del antiguo rol del Estado avanza hasta llegar a la actualidad, cuando la desregulación económica llega a ser casi total.
En la segunda mitad de la década del setenta y a lo largo de la década del ochenta y de lo que lleva la década del noventa, entonces, los pequeños productores formoseños se enfrentan a condiciones adversas que ponen seriamente en cuestión su condición de productores. Prueba de ello es la fuerte emigración rural que afecta al campo formoseño.
Relaciones inter-unidades domésticas
Es preciso ahora introducirnos en el nivel local de nuestro análisis para dar cuenta de las microdeterminaciones señaladas al principio del trabajo. Estudiaremos en este punto la conformación de la colonia a través del tiempo, focalizando principalmente las relaciones que se fueron estableciendo entre las distintas U.D.. Para este fin situaremos el análisis de la colonia en su totalidad, como una unidad de residencia, donde las actores realizan múltiples interacciones que son indispensables para su reproducción social. Las transformaciones que se fueron operando en estas relaciones representarán el núcleo de los temas desarrollados en esta sección.
Para los pequeños productores que son el foco de nuestra atención, el nivel local (la "colonia"5 ) conforma el marco de interacción cotidiana. En este marco de interacciones, los miembros de las U.D. del lugar establecen relaciones que adquieren significativa importancia para el comportamiento de sus unidades productivas, ya que estas relaciones les permiten el acceso a recursos laborales, de medios de producción y de subsistencia, que no las obtendrían dentro de los estrechos límites de sus unidades domésticas.
Las unidades domésticas de producción utilizan centralmente fuerza de trabajo movilizada a través de lazos no mercantiles, basados en relaciones personales. En el caso de la U.D., estas relaciones personales están constituidas fundamentalmente -aunque no de forma necesaria- por relaciones de parentesco. La utilización de mano de obra asalariada apunta a la complementación de la mano de obra que aporta el grupo doméstico. Mientras esta situación no aporte un excedente tal que transforme las características de la unidad productiva, tal compra no nos está hablando de una relación salarial capitalista. Ahora bien, la demografía de la U.D., esto es su tamaño, su composición (número de trabajadores y de consumidores) y la etapa del ciclo de vida familiar por el que esté atravesando afectan la capacidad laboral que pueda tener. Esto obliga a recurrir a estos grupos a la mano de obra extradoméstica. Esta puede ser canalizada a través de relaciones salariales o a través de otros mecanismo no mercantiles (o no plenamente mercantiles), que implican el establecimiento de relaciones de "reciprocidad" con otros grupos domésticos.
En este sentido sostenemos que el aumento de la relaciones con el mercado no lleva a una total autonomización de las unidades de producción, en el sentido de que todas las relaciones externas a ellas se mercantilizan. Por el contrario, las relaciones personales continúan siendo fundamentales en la capacidad de reproducción de las unidades domésticas de producción (para la movilización de recursos laborales, de medios de producción e incluso de tierra) Con respecto a las relaciones personales, queremos señalar que éstas no se fundan solamente en la cooperación y la solidaridad, sino que también pueden entablarse sobre relaciones jerárquicas y asimétricas, donde hay un neta relación de desigualdad entre los participantes en la relación. Este tipo de relaciones se dan, en la región que es objeto de nuestra investigación, a través de las relaciones de aparcería entabladas entre productores domésticos.
Pero también entendemos que el carácter de estas relaciones, tanto las simétricas como las asimétricas, variará a medida que las U.D. vayan cambiando en su dinámica interna y en su relación frente a la economía nacional. Por esta razón es importante observar el desplazamiento y las transformaciones operadas en ellas (nunca completamente mercantilizadas pero tampoco completamente no-mercantilizadas).
Las relaciones entre las U.D. de los pequeños productores pueden ser caracterizadas como ambiguas. Y esto porque por un lado, como unidades de producción unidas indisolublemente al mercado, estos grupos domésticos mantienen entre sí relaciones de competencia, surgida de la necesidad por mantenerse con éxito en dicho mercado. Pero por otro lado, como miembros de una colonia, como vecinos, amigos o parientes (reales o ficticios), las relaciones entre los miembros de diferentes grupos domésticos están envueltas en relaciones de cooperación y reciprocidad. Entonces, los grupos domésticos están simultáneamente envueltos en relaciones de competencia a través del mercado y reciprocidad como miembros de un grupo local (Lem, 1988). Por otro lado las relaciones personales también pueden ser de carácter conflictivo y estar basadas en una relación de desigualdad entre los participantes, como veremos en las relaciones de aparcería establecidas entre unidades domésticas.
Observamos tres momentos en la historia de la colonia. Una etapa de conformación, que se desarrolla desde los primeros años de la década del treinta hasta fines de la década del cuarenta. Una etapa de consolidación y expansión, que se desarrolla hasta mediados de la década del setenta. Y una tercera etapa de crisis y decadencia que se prolonga hasta la actualidad.
Durante la primera etapa se asientan las primeras familias en el espacio ocupado actualmente por la colonia. Al encontrar este franja de terreno apta para la producción agrícola no ocupada por ninguno de los tres establecimientos ganaderos de los alrededores, estas U.D. se asientan y comienzan a cultivar la tierra con algodón. Complementaban también esta actividad con cierta producción para el autoconsumo (productos agrícolas como maíz y mandioca, animales domésticos). Para las tareas agrícolas alcanzaba con el trabajo de un miembro masculino adulto, excepto para las tareas de carpida y de cosecha (en las cuales se hace necesaria la cooperación simple), para lo cual se contrataba jornaleros y/o se recurría relaciones de ayuda mutua con los otros productores de la colonia.6 En el último caso, la mano de obra externa al grupo doméstico se consigue entonces mediante la participación en relaciones de contraprestación de mano de obra con otros grupos domésticos. Aquí nos encontramos con relaciones basadas en normas de reciprocidad, es decir, intercambios donde lo social y los económico se traslapan estrechamente. En efecto, los pequeños productores acúan aquí como "vecinos" o "amigos", privilegiando los elementos de solidaridad y de moralidad en la relación. En este caso las prestaciones laborales se guían por lo que M. Sahlins (1982) clasifica como normas de reciprocidad "equilibrada".
De tal modo, la inserción de los pequeños productores en relaciones "personales", no directamente mercantilizadas, resultaba fundamental para su comportamiento productivo y reproductivo. Para esta época tales relaciones eran de carácter marcadamente simétrico, ya que los productores asentados contaban con igual cantidad de recursos y se hallaban en la misma etapa del ciclo familiar. En este sentido, primaba el elemento horizontal en estas relaciones, tanto de solidaridad en tanto vecinos como de competencia en el mercado. Durante la segunda etapa se produce una afluencia mucho mayor de colonos. Las condiciones macroestructurales resumidas anteriormente ayudan a explicar este crecimiento migratorio. La colonia se consolida para la década del cincuenta, hasta ese momento las U.D. definitivamente establecidas nunca habían superado las siete u ocho. El cambio esencial que se produce para esta época en la vida de la colonia es la saturación de la tierra disponible. En efecto, para la década del cincuenta las familias que llegan ya no encuentran tierra libre donde asentarse como pequeños poductores independientes. Por ello comienzan a desarrollarse relaciones de aparcería entre los recién llegados y los colonos asentados previamente. Se desarrolla entonces una jerarquización entre los productores domésticos, donde algunos son expoliados mediante una renta en trabajo por los que controlan previamente el medio de produción fundamental: la tierra.
Podemos ver entonces, que en la medida que crece rápidamente la afluencia de gente a la colonia, las relaciones de sociales se complejizan. Ya no tenemos solamente colonos con libre e independiente acceso a la tierra. Ahora aparecen unidades productivas domésticas sin "relativa autonomía", ya que están subordinadas por extracción de un excedente en forma de renta (bajo la forma de aparcería) a los poseedores de la tierra (los "colonos"). Todos estos colonos tienen para esta época la posibilidad de contar con sus aparceros, cuyo número varía según su capacidad económica y su "capital social", esto es, cierto acceso a relaciones personales que favorecen su promoción en el comportamiento productivo.
La relación de aparcería tiene mucha importancia en todo este período en la colonia Esta relación entre "colono" y "aparcero", aportó a las U.D. de los "colonos" la mano de obra extra-doméstica necesaria para las tareas agrícolas en todos estos años. Esto permitía a los "colonos" no solo poder completar las tareas del ciclo agrícola sino también expandir la producción en un nivel que no podía haber alcanzado de contar sólo con los recursos domésticos y tecnológicos con que contaba. Todos los "colonos" tienen en estos años en sus terrenos sus propios "aparceros".
Si bien en esta época las relaciones asimétricas entre los pequeños productores son de fundamental importancia, las relaciones simétricas entre "colonos" o entre "aparceros" no pierden importancia. Las relaciones de reciprocidad entre "colonos", si bien no se presentan con tanta necesidad como en años anteriores, continúan desarrollándose ya que las relaciones colono-aparcero, al ser asimétricas y conflictivas eran precarias, y estaban sujetas a permanentes rupturas (los aparceros se retiraban, y la unidad doméstica del colono quedaba por unos meses sin aparceros que lo reemplazen). Por esto era necesario poder contar con la ayuda de los vecinos en la época de mayor demanda laboral.
Para esta época todas las U.D. con acceso libre a la tierra ampliaron considerablemente la superficie sembrada en sus parcelas. Todas estas familias alcanzaban, de distintas maneras, la reproducción simple. Las U.D. conducidas por aparceros a su vez iban aumentando sus posibilidades de independizarse de sus "patrones", pero para esto se encontraban con el problema -además de la falta de recursos para iniciar por sí solos la explotación- de la falta de tierras dentro de los límites de la colonia, que ya para esta época estaba colmada.
Para fines de la década del setenta la política de tierras llevada adelante por el Estado provincial adjudica grandes franjas de tierra a medianos y grandes capitales para ser dedicados a la ganadería. Esto afecta los intereses de los pequeños productores formoseños que se ven privados de su medio de producción esencial. Como respuesta a esta política surge la ULICAF. La lucha de esta organización, desplegada en los primeros años de los setenta, tuvo relativo éxito en la preservación de las tierras que hasta ese momento controlaban los pequeños productores. El fracaso fue total en relación al intento de conseguir el acceso a más tierra de la que controlaban hasta el desencadenamiento de la disputa. De todas maneras en nuestra colonia, que fue una de las más activas en este conflicto, no solo se pudo preservar la tierra previamente controlada sino que incluso se logró acceder a una fracción de terreno nueva en el litigio que mantuvo con un establecimiento ganadero vecino (beneficiario de la política gubernamental). Esto permitió que varias U.D. de los aparceros pudieran acceder en forma independiente a una parcela de tierra,aunque en lotes de escasa superficie, por lo que pudieron autonomizarse como pequeñas unidades productivas. De esta manera su trayectoria social ascendía (pasando de ser U.D. subordinadas a otra unidad productiva, a ser U.D. relativamente autónomas). Con el acceso de estas productores a la tierra, ya tenemos a la colonia conformada como es actualmente, con todos los productores con posesión de la tierra -aunque todavía no la tenían en propiedad legal, cuestión que recién se comenzaría a resolver en los años ochenta, aunque todavía no se han otorgado los títulos definitivos-.
Se puede comprobar en estos años la importancia del establecimiento de relaciones de solidaridad entre los pequeños productores, ya que toda la colonia se movilizó unida contra la estancia y así logró la pequeña victoria que significó aumentar -aunque sea levemente- la cantidad de tierra disponible para las U.D.. Esta movilización unitaria fue expresión de una identidad "comunitaria" que fue emergiendo entre los pequeños productores como consecuencia del hecho de compartir rasgos tales como desarrollar una misma modalidad productiva (y estar expuestos a los problemas derivados de ello, tanto en el plano de la producción como de la comercialización) y estar sujetos al mismo régimen precario de tenencia de la tierra. Esta movilización social (que afectó a la capa de pequeños productores como un todo a nivel provincial y regional) representó un paso importante en la consolidación de las trayectorias sociales de los pequeños productores.
Los aparceros desaparecen para esta época en la colonia, ya que los productores que acceden a su propia parcela no son reemplazados en la chacra de los otros "patrones". Y esto por varios motivos. Por un lado, la oferta de aparceros declinaba debido al cambio de dirección de las migraciones de trabajadores originarios de Paraguay o provincias vecinas, ya que esta población comenzaba a dirigirse casi exclusivamente a las grandes ciudades industriales. Por otra parte, la demanda de algunos "patrones" se había reducido, ya que comenzaban a mecanizar sus explotaciones, y esto menguaba la necesidad de contar con "aparceros" permanentes, al aumentar la "composición orgánica" de la explotación. A estos factores se suma el hecho de que la mayoría de las familias ya se encontraban por estos años en su fase de fisión y por lo tanto la disponibilidad de brazos dentro de la unidad doméstica era elevada, lo que también influía en la menor demanda de mano de obra extra familiar.
Las relaciones entre las U.D. se centraron desde el acceso de todos los pequeños productores a la tierra a comienzos de la década del setenta en relaciones de reciprocidad en términos más igualitarios. En esta etapa las relaciones entre las U.D. incluyen intercambios de trabajo, de bienes de producción y de subsistencia. Pero se producen ciertos cambios. En primer lugar, hay una progresiva mercantilización de ciertas relaciones laborales que anteriormente no lo estaban, como por ejemplo, las tareas de cosecha.
Por otra parte, ciertas U.D. se apartan del circuito de relaciones interpersonales desarrolladas con más fluidez. Esto sucede con las U.D. que se han "capitalizado" relativamente (cultivan más hectáreas, se maquinizaron) y que han podido retener más integrantes en la colonia, constituyendo grupos colectivos de trabajo doméstico. Estas U.D. (dos en la colonia) mantienen relaciones más mercantilizadas con sus vecinos, y no participan en los intercambios recíprocos de trabajo.
En tercer término, si bien las relaciones se han "horizontalizado" en la medida en que las U.D. han accedido a su propia parcela, han ido desarrollándose otras relaciones de arriendo que presentan rasgos asimétricos. Observamos así el desarrollo de nuevas desigualdades en la colonia entre los productores que se han capitalizado y pueden expandir su producción, y aquellos que se han proletarizado y no pueden garantizar independientemente las tareas agrícolas en sus parcelas.
Dinámica interna de las unidades domésticas
Hasta el momento hemos tratado las macrodeterminaciones que afectan el comportamiento socioproductivo de las unidades domésticas de la colonia, como así también, ya a un nivel de análisis local, las relaciones que unen unas a otras. Es preciso penetrar ahora en las relaciones y la dinámica interna a estas unidades para tener la visión global del proceso.
Las U.D. constituyen sistemas de relaciones sociales que se basan en la residencia y el consumo comunes (Balazote y Radovich, 1988; Arizpe,1973). Además estas unidades también pueden garantizar el proceso productivo. En este sentido coincidimos con Arizpe cuando afirma que "la clave para analizar el grupo doméstico es considerarlo una agrupación multifuncional...". En la medida que los grupos domésticos cumplan una función productiva, conforman unidades domésticas de producción.
En esta línea de razonamiento, consideramos que las unidades domésticas de producción de la colonia Santa Marina cumplen con las características que plantean Binford y Cook (op. cit.) como constitutivas de la pequeña producción: producen regularmente para el mercado, la fuerza de trabajo principal es aportada por los productores directos (la unidad doméstica) y las unidades productivas mantienen una independencia relativa con respecto a unidades (en cuanto a qué, cuánto y cómo producir). A estas características generales hay que agregar, para caracterizar específicamente a las explotaciones domésticas de esta región, el bajo nivel tecnológico de estas explotaciones en relación a otras áreas del país y la necesidad del consumo de fuerza de trabajo asalariada en ciertas etapas del ciclo productivo (carpida y cosecha). Esta necesidad de contar con fuerza de trabajo asalariada viene dada en gran medida (aunque no exclusivamente) por el proceso técnico de la producción del algodón. En este sentido también adelantamos que enfocamos a tales unidades de producción como no poseedoras de una racionalidad particular que, en términos de atributos invariantes, explique su comportamiento socioeconómico. Así, desde esta perspectiva hay que considerar a estas unidades de producción como una unidad inestable de capital y trabajo, y por lo tanto expuesta siempre a desarrollarse en una de los dos polos de esa contradicción, es decir a convertirse en unidades capitalistas o en unidades proletarias. En la medida que este desarrollo se concrete, las U.D. pierden esa multifuncionalidad mencionada, al perder sus funciones productivas.
Ahora bien, la multifuncionalidad de estas unidades y sus desplazamientos va a depender estrechamente -a nivel micro- de las sucesivas transformaciones que vayan sufriendo a lo largo del ciclo de vida. Debemos recordar en este sentido que las U.D. van atravesando por distintas fases a lo largo de su ciclo vital, lo que resulta en distintas composiciones domésticas. Estas son las conocidas fases de expansión, fisión y reemplazo (Archetti y Stolen, 1975). La fase más crítica en este sentido es la de fisión, cuando los hijos de la pareja original que ha conformado la unidad entran en la edad de casarse y alejarse de la U.D. paterna parar constituir un nuevo grupo doméstico, ya que en este momento se define la continuidad de la explotación (y de la naturaleza de esta continuidad).
En tal sentido, nos interesa dar cuenta de las vinculaciones entre las microdeterminaciones de la estructura interna de las unidades domésticas de la colonia con las macrodeterminaciones económicas y políticas de la sociedad, o dicho de otra manera de "los caminos por los cuales los rasgos internos (objetivos y subjetivos)[a las unidades domésticas] interactúan y son configurados por la economía global" (Binford y Cook, op. cit.: 77, nuestra traducción). En este marco, los agentes sociales que estamos considerando elaboran estrategias variadas para asegurar su reproducción social y material. 7 Las respuestas de las U.D. van a estar constreñidas entonces por su ubicación en la estructura socioeconómica global. Dicha ubicación les dará acceso a determinada cantidad de recursos (tierra, medios de producción, fuerza de trabajo). Pero por otro lado, las U.D. son a la vez unidades productivas y unidades familiares, por lo que la capacidad laboral de la cual disponga la unidad productiva va a depender de factores demográficos internos a la unidad familiar. De esta manera la U.D., según sea su tamaño y según sea su composición (que van variar a lo largo del tiempo), y el acceso y control que tengan sobre los medios de producción, va a elaborar activamente respuestas para garantizar su reproducción.
Son las transformaciones operadas en las estrategias desarrolladas por las U.D. de la colonia para lograr su reproducción social las que nos ocupan en esta sección. Entre estas estrategias se pueden distinguir a las que apuntan tanto al aprovisionamiento de recursos para la unidad considerada, como a las estrategias matrimoniales y de herencia que también concurren a permitir la permanencia o transformación de estas unidades (Schiavoni, 1995b). Nos hemos centrado en este trabajo fundamentalmente en las estrategias desplegadas con el objetivo del aprovisionamiento de recursos materiales por parte de estas unidades domésticas.
De acuerdo a constricciones específicas, las U.D. desarrollarán estrategias centradas en determinada fuente de recursos. El énfasis en determinada fuente nos habla del posicionamiento de tal unidad en relación al acercamiento a alguno de los polos (capital/trabajo) entre los que permanentemente están fluctuando estas unidades. Así entonces, según la situación en que se hallen con respecto a las constricciones señaladas, algunas unidades pueden desarrollar, por ejemplo, estrategias que apunten a una ampliación de la capacidad productiva de la unidad (vía apropiación de tierras o mejoramiento tecnológico de la explotación), indicando procesos de reproducción ampliada de la unidad. Mientras tanto otras tendrán que desarrollar a su vez estrategias de aprovisionamiento material a través de la venta de la fuerza de trabajo de miembros de la unidad para poder asegurar la subsistencia familiar, indicando procesos de caída en la reproducción incompleta de tales unidades y su acercamiento al polo dominado por el trabajo. De esta manera se produce una diferenciación entre ambos tipos de unidades.
Ahora bien, ¿qué ha sucedido en Santa Marina? Cómo fueron incidiendo estos rasgos internos en el comportamiento y las "estrategias" de las U.D.? Todas las U.D. llegaron a la colonia en momentos en que se encontraban en la fase de expansión del ciclo doméstico. La relación consumidores/trabajadores es en este momento la más alta de todo el ciclo doméstico, a la vez que la capacidad laboral de la unidad económica es la menor de todo el desarrollo este ciclo. La U.D. entonces, sólo cuenta con el trabajo del cónyuges para las tareas productivas y domésticas. La superficie que podía ser cultivada de esta manera no era muy extensa. Por otro lado, necesitaba de la participación de mano de obra proveniente de fuera del grupo doméstico para completar la capacidad laboral interna, la que se canalizaba a través de distintos mecanismos (vistos en la sección anterior).
Todas estas unidades domésticas provienen de la escisión de U.D. campesinas semiproletarizadas con escaso acceso a recursos productivos en regiones fronterizas a la provincia de Formosa. Los cónyuges arribaban a la colonia en calidad de asalariados y con el tiempo se asentaban con su familia en alguna parcela (ya hemos visto que al principio como productores independientes, y luego al disminuir la tierra disponible, como aparceros). A partir de este momento modifica esta U.D. su status de asalariada, y pasa a tener acceso a una parcela de tierra, por lo que podemos hablar de una unidad de producción doméstica, donde la U.D. pasa a tener funciones de producción además de unidad de consumo y reproducción. Las relaciones de producción específicas que se desarrollan entre las unidades domésticas en la relación de aparcería ya fueron analizadas en el capítulo anterior, por lo que ahora no es relevante detenernos en ella.
La fase de expansión se extiende para la mayoría de las U.D. (que se asientan para la década del cincuenta) hasta la segunda mitad de la década del sesenta Para estos años los primeros hijos de las U.D. llegan a la edad en que están capacitados para incorporarse definitivamente a las tareas productivas familiares y casarse. En toda la colonia se da un proceso parecido, es para esta época, con algunos años de diferencia, cuando todas las U.D. van entrando a la etapa de fisión.
Esta fase de fisión, como hemos adelantado, es crítica para las posibilidades reproductivas (ya sea simple o ampliada) de los pequeños productores. La posibilidad de que las explotaciones logren acumular cierto nivel de excedente, mecanizar la explotación e iniciar la ampliación productiva depende en gran medida de contar con una cantidad suficiente de medios de producción y de recursos laborales. Si se tiene acceso a los recursos en términos de tierra y de medios de producción, es posible adquirir nuevas tierras para el asentamiento de los hijos en edad de fisión, aportando elementos de la explotación paterna para la estabilización de este nuevo asentamiento productivo. De esta manera se desarrolla una "fisión mejorada" (Forni y Benencia, 1991), donde la instalación de los hijos supone un costo para la explotación paterna, y donde se produce una consolidación productiva de la explotación. Pero si no se cuenta con un acceso suficiente a la tierra o a medios de producción, solamente se puede alcanzar y desarrollar estrategias de "fisión simple", donde la instalación independiente de los hijos en una nueva U.D. no es costeada por la explotación paterna. Aquí esta instalación independiente se realiza fuera de la colonia, generalmente en centros urbanos, dada la imposibilidad de instalarse como pequeño productor independiente en la colonia o en otra zona rural de la provincia. La escasez de tierra y de medios de producción disponibles entonces determina que la salida a la situación sea la emigración de los hijos que están entrando en edad de casarse, sin poder acceder al trabajo directo en la chacra paterna. Esto es particularmente claro en el caso de los aparceros sin acceso independiente a la tierra, pero se da también en las U.D. que controlaban autónomamente una parcela. En estos años también los precios del algodón estaban en declive, lo que agudizaba el problema.
Recordemos que por estos años se iniciaba la reestructuración ganadera que lleva a la entrega de tierras a grandes y medianos ganaderos. Esto significa que en momentos en que las U.D. entraban en su etapa de fisión y nuevas tierras eran necesarias para ampliar la capacidad productiva doméstica (o para crear nuevas unidades fruto de la escisión de las unidades paternas), no solo los productores domésticos no accedían a nuevas tierras (por la estructura de propiedad agraria que había cristalizado hasta ese momento), sino que incluso se avanzaba sobre las escasas tierras que controlaban.
Por estas razones comienza en esta época la emigración de miembros de la colonia hacia los centros urbanos del país, ante el escaso desarrollo de un mercado de trabajo local, y la imposibilidad de asentarse en otras tierras en la provincia.8 De esta manera, la única salida que queda para los hijos que llegan a la etapa de fisión es la emigración hacia ciudades ubicadas fuera de la provincia y de la región, preferentemente las ciudades industrializadas del litoral argentino. Este es el camino seguido por la mayoría de las U.D. de la colonia, con escasos recursos en términos de tierra y medios de producción (y en su mayoría también ex-aparceros). Esta emigración de los miembros que llegan a la edad productiva busca descomprimir la composición demográfica de la unidad y lograr que el envío de dinero de estos migrantes ayude a completar el dinero necesario para la reiniciación del ciclo agrícola en las mismas condiciones que el anterior (reproducción simple). Se persigue entonces la ubicación de los hijos en trabajos asalariados (urbanos) y, cuando la U.D. llega a la fase de reemplazo, la elección de alguno para la continuidad de la explotación.
Pero esta solución a la etapa de fisión no es tomada homogéneamente por todos los pequeños productores. Los que cuentan con mejores recursos productivos (los menos, sólo dos U.D. en la colonia) retienen a sus hijos varones en la unidad productiva y de esta manera aumentan la capacidad productiva de la explotación y su aptitud para tener un mejor desempeño en el mercado. Esto lo logran constituyendo "agrupaciones espacio-familiares" (Schiavoni, 1995a), donde varias U.D. (la paterna y la de algunos hijos seleccionados) conforman una sola unidad productiva. Así, debido a las ventajas resultantes de la reunión de medios de producción, de recursos de tierra y de mano de obra de las diferentes U.D. individuales la explotación logra ese aumento en su capacidad de producir. La antigüedad de llegada a la colonia es un factor importante en la capacidad de esta promoción productiva, como así también el "capital inicial" con que comienzan su trayectoria de productores (aunque también encontramos situaciones de aparceros que en otra relación más flexible pudieron ampliar su capacidad productiva).
La etapa de fisión se extiende para todas las unidades domésticas desde fines de la década del sesenta-comienzos de la década del setenta hasta mediados de los ochenta, cuando ya varias comienzan a entrar en la de reemplazo. La resolución de la fisión, a partir de la cual se produjo o la estabilización y posible continuidad de la unidad económica (en condiciones de reproducción simple con ciertos niveles de ampliación de la escala productiva de la explotación) o la caída en situaciones de inestabilidad (o reproducción incompleta), es la que determina en qué condiciones entran las U.D. a la etapa de reemplazo. En la colonia observamos que la mayoría de las U.D. salieron de la etapa de fisión de la segunda manera, esto es, no pudieron estabilizar la explotación.
Síntesis y conclusión
En este punto podemos alcanzar ciertas conclusiones en torno a lo que nos planteábamos al inicio de nuestro trabajo, esto es, las condiciones concretas en que es posible el mantenimiento y la reproducción de unidades de producción domésticas en una formación social capitalista. Lo dicho hasta el momento nos permite afirmar al respecto que en nuestro país en momentos en que se profundizaba el desarrollo capitalista (con el desenvolvimiento industrial nacional), en algunas zonas se consolidaba una matriz de unidades de producción domésticas. Esto se explica, hemos tratado de desarrollar, por las características del proceso de acumulación imperante y la actuación del Estado en el contexto determinado por aquél. Ambos hacían necesaria la producción local de la materia prima para las industrias en auge (que eran fundamentalmente, durante una primera etapa, las que producían bienes de consumo básico). Por otro lado, las condiciones del desarrollo de la estructura agraria regional, con disponibilidad de tierras colonizables, posibilitaba esta permanencia. A esto debemos agregar las formas de organización y uso doméstico e inter-doméstico desarrollados por los pequeños productores domésticos, que a un nivel local, promovían su reproducción social. Variados factores, históricamente cambiantes, concurren entonces a explicar esta permanencia de la producción doméstica.
Un gran corte en esta evolución se da con la crisis del modelo de acumulación basado en la industrialización sustitutiva, que profundiza la crisis de la rama textil y produce un paulatino alejamiento del Estado de la regulación de la economía. Se inicia así un proceso que conduce a la situación actual, con la amplia retirada del Estado de la regulación de ciertas variables socioeconómicas y con la caída permanente del precio del textil. Las condiciones precarias sobre la que se asentaba aquella consolidación como unidades domésticas independientes se derrumban. En el momento en que las unidades domésticas comenzaban a entrar en la fase de fisión del grupo familiar y a contar con un mejor aparato laboral doméstico para posibles expansiones productivas, comienza la crisis del régimen de acumulación sobre el que se asentaba su comportamiento socioproductivo. Otro efecto de la entrada de las U.D. en la etapa de fisión en el ciclo de vida familiar fue el aumento de la presión sobre la tierra que esto generó. Se agudizó entonces la emigración y la dependencia del asalariamiento de miembros de la U.D., proceso que ya se habían iniciado a fines del período anterior. Las U.D. son cada vez menos capaces de reproducirse autónomamente y se profundiza su subordinación al capital. Las trayectorias sociales se vuelven entonces claramente descendentes (aunque haya U.D. que todavía pueden mantener ciertos niveles de reproducción simple).
Resumiendo, nuestro trabajo se focalizó principalmente en las relaciones entre los recorridos de los pequeños productores y la evolución de los condicionantes macro y micro de esas trayectorias. Hemos visto de esta manera que los resultados finales de esas trayectorias son así entendibles y explicables. En este sentido, este marco de análisis nos da un principio de explicación más general para los procesos sociales regionales donde los actores sociales analizados tienen un marcado protagonismo.
Notas
* Licenciado en Ciencias Antropológicas.
1 Este artículo es una versión resumida de la tesis de Grado: "Producción doméstica y capital. Trayectorias sociales de pequeños productores agrícolas en la provincia de Formosa"(FFyL-UBA), 1995. Agradezco especialmente la dirección de Hugo Trinchero.
2 La colonia se denomina Santa Marina y está ubicada en el sur del departamento Pirané. Esta zona es una de las tres mayores concentraciones minifundiarias de la provincia (Rofman, 1987:58). La población permanente de la colonia es de alrededor de 129 personas, distribuidas en 26 unidades domésticas. La superficie total ocupada por las parcelas de los pobladores es de 1416 has. La información que se ofrece acerca de las relaciones sociales en la colonia es fruto de una investigación de campo realizada en agosto de 1993 y enero-febrero de 1994.
3 Entendemos con respecto a este punto que: "La ventaja del trabajo antropológico radica en la complejidad de los patrones estudiados a nivel local y en los vínculos que establece entre los niveles micro y macro de análisis" (Barlett, 1991: 347).
4 En la etapa anterior se había producido la inserción del territorio formoseño a la estructura económica y política nacional. El eje articulador de la economía de la región fue para esta época fue la explotación forestal. En esta época también se da el primer reparto de tierras por parte del Estado que deja en pocas manos las mejores tierras constituyéndose así grandes latifundios que marcarán el futuro desarrollo de la estructura agraria provincial.
5 Definimos a la colonia enfatizando el aspecto económico de la situación, esto es, priorizamos la pertenencia territorial de los pequeños productores, la "vecindad" (Archetti y Stolen, 1975). Así, un colono es, para nosotros, alguien que vive en una colonia, es propietario o posee la tierra en alguna forma, y participa directamente del proceso productivo (es un productor directo). La colonia, entonces es un agrupamiento de pequeñas explotaciones agrícolas alrededor de un centro de servicio, que puede ser la escuela, la policía, la iglesia, etc.(Roze,1992: 21-22). En este sentido, queremos aclarar que al hablar de colonia y colono en este trabajo no estamos refiriendo a un sujeto particular de la estructura agraria argentina (y en particular del nordeste): los productores familiares capitalizados y sus localizaciones espaciales. Hablamos de colonos y colonias simplemente para hacer referencia de que son productores asentados allí por un proceso de colonización (esto es, ocupación de tierras "vacías"), a diferencia de campesinos que llevan siglos de ocupación de tierras.
6 Además de estas tareas directamente ligadas a las actividades del ciclo agrícola del algodón, también existen otras tareas en las que la mano de obra externa al grupo familiar es necesaria, tales como la limpieza y el desmonte del terreno o el tendido y el arreglo del alambrado de las parcelas. Además se pueden contar también ciertas tareas de índole más "reproductiva" como ser la construcción y/o reparación de viviendas, o la construcción o limpieza de los pozos de agua para consumo de la familia.
7 Cabe aclarar que utilizamos el concepto de "estrategias" para enfatizar la capacidad de elaborar respuestas y actividades por parte de los sujetos sociales implicados en los procesos sociales estudiados. En este sentido, utilizamos aquí el concepto de estrategia tal como lo utiliza Bourdieu (1991), es decir como fruto del sentido práctico, del "habitus" que se desarrolla como producto de la exposición durable a situaciones parecidas, y que están sometidas a restricciones específicas. Estas "estrategias" entonces obedecen a la lógica práctica por la que los individuos se mueven en la cotidianeidad, limitados por restricciones específicas pero a la vez actuando "intuitivamente" en forma pragmática.
8 Para mediados de la década del sesenta, las últimas tierras fiscales libres con disponibilidad agrícola -existentes fundamentalmente en los departamentos de Patiño y Pirané- fueron ocupadas por nuevos "colonos". De esta manera, para seguir ampliando la frontera hubiera sido necesario una acción más comprometida del Estado en el sentido de realizar las obras de riego y construir la infraestructura necesaria para la instalación de nuevos agricultores familiares en las tierras ubicadas más hacia el oeste provincial, donde la aridez del terreno y el clima seco hacen imposible el desarrollo de una agricultura de secano y de baja composición orgánica, como es la que practican los pequeños productores asentados en la región este de la provincia.
Bibliografía citada
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