V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
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CADA CUAL ATIENDE SU JUEGO
Una mirada sobre el desempeño de roles en los grupos familiares de clase media en la ciudad de Olavarría.
Autora: Lic. Constanza Caffarelli.
V CONGRESO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA SOCIAL LO LOCAL Y LO GLOBAL, LA ANTROPOLOGIA SOCIAL EN UN MUNDO EN TRANSICION La Plata, 29 de julio al 1 de agosto de 1997.
Este trabajo intenta reflejar brevemente algunas experiencias registradas en la investigación que realicé -en ocasión de cumplimentar mi tesis de Licenciatura en Antropología- acerca del desempeño de roles en las familias nucleares completas e incompletas, y las modificaciones que puedan haberse dado al respecto en el actual contexto sociocultural y económico en la ciudad de Olavarría1 . He considerado, asimismo, cómo es que estas circunstancias repercuten en la constitución de la subjetividad sexuada, al tiempo que he podido relevar la operancia de valores hegemónicos del imaginario social en dicho proceso.
La problemática ha sido abordada desde la división intradoméstica del trabajo (DIT) y el trabajo extradoméstico, teniendo en cuenta de qué modo opera la división sexual del trabajo (DST) en ambas instancias y el papel que juega la inserción laboral de las mujeres en la reorganización de la primera (DIT).
Antes de introducirnos en aquello que surge de la investigación, es preciso dejar en claro ciertas cuestiones fundamentales2 atinentes al panorama sociocultural en el cual ésta se inscribe; a saber: - En nuestra sociedad, la unidad doméstica constituye el núcleo de las tareas relacionadas con la reproducción.
- Las mujeres son quienes generalmente se vuelcan a las tareas de reproducción y mantenimiento de los integrantes de la familia-unidad doméstica.
- La superposición o conjunción de las demandas del rol doméstico y materno y el de trabajadora extradoméstica suelen generar tensiones a las mujeres, aguzadas por las circunstancias económicas en muchas oportunidades.
Otro dato insoslayable es que las situaciones que procuro describir se ubican en un contexto signado por la ideología patriarcal3 , la cual establece implícitamente la inferioridad femenina y la superioridad masculina. Las diferencias entre los sexos se entienden como jerárquicas, de acuerdo con factores biológicos, y se adjudica una "esencia" a las maneras de ser de cada uno, de las que los roles sociales serían expresión. De aquí resulta, pues, la promoción de una DST en la cual los varones son asignados al ámbito público y las mujeres, al doméstico.
Puede suceder, entonces, que las tareas o intereses colectivos de la familia-unidad doméstica se enfrenten con los intereses individuales de sus miembros, y que se desencadenen conflictos en torno de la dinámica doméstica, tradicionalmente a cargo de las mujeres.
Estas controversias suelen apoyarse en la naturalización de espacios y roles para cada género. Tras ello, queda oculto el hecho de que la DST es una construcción cultural elaborada sobre la base de diferencias biológicas. La cultura orienta, organiza, resalta, suprime características cuyo sustrato es biológico; pero esto no significa que exista una explicación y justificación "natural" para la asignación de determinados lugares y actividades a hombres y mujeres.
A continuación, reseñaré algunos ejes temáticos a partir de los cuales pueden resumirse los hallazgos de la investigación, ilustrados con fragmentos de los testimonios relevados durante el trabajo de campo: - Naturalización del desempeño de roles y de características para los géneros: Se atribuyen, a varones y mujeres, rasgos que conforman una esencia masculina y femenina respectivamente, los cuales refuerzan la permanencia en espacios y el desempeño de roles determinados.
"... Los roles antes estaban bien definidos: uno era el que iba a laburar y traía la plata, y el otro el que sostiene, el que contiene, en la casa, que era la madre... Ahora no; ahora es una mezcla y hacemos lo que podemos... Y no siempre bien" (Omar, 45 años, casado, 3 hijos -11,8 y 6 años-. Tanto él como su esposa desarrollan tareas extra e intradomésticas).
"... En el fondo, yo creo que a los hombres no les gusta que labures... ...ellos son más libres, ¿cómo te puedo decir? Son más machos, único sostén... Pienso que la mujer se vale más que el hombre. Que la mujer tiene armas, y el hombre no... Son como más limitados... porque uno los educa para que estén toda la vida laburando, y si pierde eso, de golpe no tiene nada... La mujer siempre tiene a qué volcarse, tenga o no una profesión: la casa, los hijos... Ellos son solamente machos: para casarse, reproducirse, laburar y punto..." (Elena, 48 años, casada, 3 hijos -21, 19 y 12 años-. Tanto ella como su marido desarrollan tareas extradomésticas y una empleada se encarga de lo doméstico).
".... A veces me callo la boca porque quedás como una revolucionaria... Quedás como una metida, como que no te podés meter en ciertas conversaciones: de política, de economía, ni hablar... Me parece que la mujer está bien vista como la mosquita muerta... Ciertos temas tenés que obviarlos, callarte, no opinar, porque cuando opinaste mucho, a los hombres no les gusta... Si hablás de los chicos, de la casa, de la cocina, o a lo sumo de tu trabajo, está muy bien; pero si no, no tenés autoridad: tu opinión no cuenta..." (María, 24 años, casada, 2 hijos -3 años y 4 meses-. A cargo de las tareas domésticas. Su esposo desarrolla actividades extradomésticas).
- Percepciones acerca del trabajo doméstico y extradoméstico de varones y mujeres: Las mujeres ven fijada su subjetividad sexuada a los roles familiar y doméstico, paradigmáticos del género femenino y definidos por la receptividad, la nutrición y la contención de hijos y esposos. No obstante se desarrollen profesionalmente o cuenten con una labor extradoméstica, el conflicto interno suele aparecer más o menos explícitamente. Además, su trabajo extradoméstico puede ser considerado "secundario" con respecto al masculino.
La presencia de varones en el ámbito doméstico es percibida como "colaboración"; como "excepción a la norma". El "afuera", lo público, la tarea extradoméstica resulta su principal incumbencia y su obligación; así como el "adentro", lo doméstico incumbe a las mujeres. Igualmente, circunstancias de la cotidianeidad pueden provocarle a los varones conflictos internos respecto de este tema, como también puede agobiarlos su imagen de "macho proveedor".
"... Cuando decidí ingresar en el núcleo en que estoy trabajando, la negatividad de mi marido fue total. Cuando se lo dije, me contestó: "¿Y las mamaderas? ¿Quién las va a preparar de noche?". Pero se olvidó de que las nenas, para ésto, ya tenían 8 y 10 años... Lo primero que se le representó es que yo tengo que ser la madre. No podía salir a laburar a cualquier hora, y más en algo como lo mío [es instrumentadora quirúrgica], que a cualquier hora te pueden llegar a necesitar..." (Elena, referencias ídem ant.)
"... Como se sabe que la mujer es medio responsable de la familia, entre un hombre y una mujer con chicos, con familia, se toma a un hombre, porque se sabe que si los chicos están enfermos, la mujer va a faltar, porque la familia es un problema para la mujer; para el hombre, no..." (Ana María, 37 años, abogada, divorciada, 2 hijos que viven con ella -21 y 17 años-. Trabaja fuera del hogar y comparte con una empleada las labores domésticas).
"... Cuando hay reparto del trabajo -por ejemplo, cuando el marido le cambia los pañales a los chicos, o mientras que una cocina, él los bañe- el hombre termina diciendo: "... Bueno, yo te sostuve, te ayudé..." El hombre no se va a salvar de mencionártelo, como si ésto que hizo fue excepcional y de buenito que era... Pero no entendido como algo natural... A mí me parece que dentro mío es natural, pero dentro de él es algo que se propone..." (Mirta, 38 años, casada, 3 hijos -15,12 y 9 años-. Tanto ella como su esposo trabajan fuera del hogar, y una empleada se encarga de lo doméstico).
Por otra parte, los varones desocupados o que reciben un ingreso menor que sus compañeras, sienten devaluada su masculinidad.
"... Ahora hago siempre los mandados; ayudo a limpiar a mi mujer; hago las camas... Me siento mal, estoy preocupado... Yo quisiera trabajar..." (Gerardo, 55 años, casado, 2 hijos -25 y 27 años-; ya no residen en la casa de sus padres-, desocupado. Su mujer trabaja fuera del hogar).
"... Y sí, mi esposa tuvo que salir a trabajar; es una ayuda muy importante. Ella antes no trabajaba, el que trabajaba era yo... La ayudo en lo que puedo: me lavo algunas cosas, las plancho, improviso algo en la cocina... Mi esposa comprende la situación, pero estamos más serios que antes, angustiados... Es difícil, pero muy difícil estar sin trabajo..." (Hugo, 50 años, casado, sin hijos, desocupado. Su mujer es empleada administrativa).
Existe, entre varones y mujeres, un nivel de dificultad importante a la hora de negociar. En muchos casos, esto no se cuenta como posibilidad o sobreviene ante una situación de necesidad económica.
- Vulnerabilidad como rasgo saliente de la subjetividad femenina4 : Siguiendo a la Dra. M. Burín, diremos que las condiciones de salud mental de las mujeres están garantizadas culturalmente en tanto y en cuanto su subjetividad incluya y haga gala de atributos emocionales tales como la receptividad, la nutrición y la contención. Al posicionarse incondicionalmente en un lugar altruísta5 , aparecen manifestaciones de malestar psíquico, que llegan a poner en crisis dicha expresión de la subjetividad femenina.
En el discurso de mis entrevistadas, aparece ese cuestionamiento o puesta en crisis. En ocasiones se plantean en derredor de qué asuntos giran sus vidas.
"... [Trabajar, con el rol de madre y de ama de casa] yo pensaba que era incompatible, pero... y...
son más o menos compatibles. No podés realizarte profesionalmente y estar con los chicos, y tampoco podés ser la mejor madre si estás todo el día trabajando... Eso de que lo importante es la calidad, que no importa la cantidad de tiempo que estés con tus chicos, para mí es relativo. Las dos cosas son importantes, ¿no?" (Paula, 33 años, docente, en concubinato con Roberto (desocupado), 2 hijos -4 y 2 años-).
"... Ahora que lo pienso, te digo la verdad: a mí nunca se me ocurrió decirle [al marido] "¿Por qué no le cambiás los pañales?" [al hijo]. Uno, a veces, hay cosas que... que nunca pensó por qué tienen que ser así. A veces uno no se pregunta: "¿por qué tengo que hacerlo?"; "¿por qué no puede ser de otra manera?"...
... En uno de mis empleos, cuando entré, tuve que dar un exámen. Uno de los tipos que estaba ahí, cuando me tomó los datos, me preguntó cómo, con una criatura de dos años, no pensaba en quedarme en mi casa en vez de ir a trabaja afuera. En ese momento me dió mucha rabia y no supe qué decir, pero ahora que lo pienso, digo: "Bueno, pero qué hacía yo con quedarme en mi casa si había cosas que no le podía dar a mi hijo"..." (Ana María, referencias ídem ant).
- Ejercicio del poder: Se desdobla en dos esferas de realidad: en el ámbito público, los varones ejercen y disponen del poder racional y económico. Al ámbito privado, donde se posicionan las mujeres, corresponde el poder de los afectos. A su vez, esto se plasma en el tipo de decisiones que adopta cada uno.
De todos modos, aparecen cuestionamientos de las mujeres en sus expresiones.
"... Yo tengo una empleada que se ocupa de las cosas de la casa. Pero aunque yo no ejerza estas funciones hoy en día... las que las tiene siempre en la cabeza soy yo. La que tiene el trabajo de delegarlo y pensarlo soy yo, a pesar de trabajar todo el día y tener un buen trabajo... El [el marido] no piensa en ésto: él sólo se ocupa de su estudio, sus negocios, sus preocupaciones, bah... Como tampoco en lo que hace a la educación de los chicos, o a lo que van a gastar, o lo que lleven en librería, en ropa... Estas cosas... no estuvieron nunca en su cabeza, ni cuando los chicos eran bebés ni ahora..." (Mirta, referencias ídem ant).
"... Yo me dedico a las cosas serias, como administrar el dinero y mantener la casa... Mi esposa se ocupa de otras cosas: elegir la escuela de los chicos, el médico, ocuparse de qué van a comer... Esas cosas, ¿no?" (Julio, 56 años, casado en segundas nupcias, 2 hijos pequeños. El y su esposa desarrollan tareas extradomésticas, pero sólo la mujer se encarga de lo doméstico).
En relación con lo expuesto, y de acuerdo con las observaciones realizadas, podemos decir que en el discurso continúan legitimándose, mayormente, los roles y espacios tradicionalmente asignados a hombres y mujeres, al tiempo que se hacen escuchar voces críticas -especialmente de las últimas- que ponen en cuestión el estado de cosas, el cual reviste la categoría de natural y, como tal, está invisibilizado para nosotros.
Es necesario reconocer que los hechos que revisamos, a pesar de que se los considere naturales, son un producto sociocultural e ideológico, y por ello no deben perderse de vista en tanto resultado de intereses sociales en pugna.
De todas maneras, no puede ignorarse la aparición, en el discurso, de manifestaciones que dan cuenta de una conflictiva particular y una diversidad de replanteos, relacionados con la problemática que intentamos describir, especialmente entre las mujeres. La percepción de la problemática de relación hombres-mujeres ha de resultar de un proceso que va rompiendo con la comprensión y el entendimiento de las diferencias sociales (de clase, etnía, género, etc.) como naturales.
"... Mientras mis hijos me necesitaron, yo estuve. Cuando empecé a darme cuenta de que era hora que tuviera un espacio para mí, fui dedicando más horas a mi profesión, y a otras cosas que iban a ser para mí y me iban a gratificar. Fue lo único que hice, abandonando la rutina de atenderlos [a su ex-marido e hijos]. De todas maneras, no abandoné las tareas de la casa; seguí haciéndolas... Cuando nos separamos, mi marido me dijo que había abandonado mi casa, pero creo que nunca los abandoné, porque si una persona necesita más espacio para ella, no quiere decir que abandone lo demás...
... [Conseguir trabajo] para las mujeres, es un problema... Y prefieren a un hombre, simplemente por una cuestión económica... Porque saben que la mujer... si hay un problema en la casa no va a poder trabajar bien... El hombre parecería que no, que esas cosas no lo afectan... Para el caso, si hay un problema en la casa, debería estar tan preocupado el hombre como la mujer..." (Ana María, referencias ídem ant).
"... [Que por qué trabaja si podrían mantenerla y debería quedarse en su casa] Puf, eso lo escucho todo el tiempo. Hasta hay gente que me dice: "Para usted es muy fácil porque no se ocupa de sus hijos", porque piensan que porque uno no esté 24 horas en la casa, no se preocupa por los hijos..." (Mirta, referencias ídem ant).
Es mi intención que este análisis pueda constituirse en un pequeño aporte a la ardua tarea de desnudar la desigualdad, la injusticia y la dificultad de relación y comunicación entre los géneros. Un paso importante, pienso, sería reconocer que los hechos que naturalmente hemos incorporado son el producto de nuestra organización social y cultural. Vale la pena intentarlo para avanzar en la desarticulación de los círculos viciosos que crean condiciones a perpetuar, las mantienen y, de esta forma, se mantienen y alimentan ellos mismos. Incorporar estos asuntos al discurso social; insertarlos firmemente entre los temas que están pendientes de discusión en nuestra sociedad, puede proponerse como alternativa que nos ayude a confrontar situaciones y a alejarnos del prejuicio y la condena social injustificados, para reemplazarlos por el trabajo en común, la solidaridad y el respeto por los derechos de cada individuo.
En el momento en que "... lo cotidiano deje de ser invisible, lo obvio pueda ser re-pensado y lo omitido pueda ser incluido en la cotidianeidad"6 , dejaremos de pedir respeto por ser "varones" o "mujeres", para arrogárnoslo y recibirlo porque somos, sencillamente y antes que nada, algo que parecíamos haber olvidado: PERSONAS.
BIBLIOGRAFIA.
Burín, Mabel. "Género y psicoanálisis: subjetividades femeninas vulnerables"; en: BURIN, M. y DIO BLEICHMAR, E. (comp.) Género, Psicoanálisis, Subjetividad; Paidós, Bs. Aires, 1996.
CORIA, Clara. El sexo oculto del dinero. Formas de la dependencia femenina, Paidós, Bs. Aires, 1992.
CENSO NACIONAL DE POBLACION Y VIVIENDA, INDEC, 1991. Datos para el Partido de Olavarría.
Durham, Eunice. "Familia y reproducción humana", en: Perspectiva antropologica da mulher, nro. 3, Zahar Edit., Río de Janeiro, 1983.
HARRIS, Marvin. Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid, 1981.
JELIN, E. y FEIJOO, M. del C. Trabajo y familia en el ciclo de vida femenino: el caso de los sectores populares de Bs. Aires, CEDES, vol. 3, nro. 8/9, reimp., Bs. Aires, 1984.
NOTAS
1 Olavarría es una ciudad intermedia, cabecera de partido, que cuenta con 80.000 habitantes. Las principales actividades económicas del partido son la agropecuaria y la industrial. Dentro de estas últimas, se destaca la minería, dada la disponibilidad de recursos minerales.
Actualmente, la actividad comercial -en rubros de pequeña magnitud de inversión- presenta un marcado crecimiento, en detrimento de la industria (Censo Nacional de Población y Vivienda, INDEC, 1991).
2 Elizabeth Jelin y María del Carmen Feijoó. "Trabajo y familia en el ciclo de vida femenino: el caso de los sectores populares de Bs. Aires", CEDES, vol. 3, nro. 8/9, reimp., Bs. Aires, 1984.
3 Clara Coria. El sexo oculto del dinero. Formas de la dependencia femenina. Paidós, Bs. Aires, 1992.
4 Mabel Burín. "Género y psicoanálisis: subjetividades femeninas vulnerables", en: BURIN, M. y DIO BLEICHMAR, E. (comp.), Género, Psicoanálisis, Subjetividad, Paidós, Bs. Aires, 1996.
5 Entiéndase altruísmo como "la complacencia por el bien ajeno", aún a costa del propio (Real Academia Española). Se lo concibe como una actitud personal basada en el renunciamiento: ser capaz de entregarse sin esperar ni reclamar retribución o reciprocidad por ello.
La Lic. Clara Coria la define de acuerdo con tres características distintivas respecto de la solidaridad: establece vínculos unidireccionales; exige incondicionalidad por parte de quien asume la actitud altruísta y termina configurando una relación jerárquica entre "proveedor" y "proveído" a raíz de complejas dependencias. (CORIA, C. Las negociaciones nuestras de cada día, Paidós, Bs. Aires, 1996).
6 Clara Coria, op. cit.
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