V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
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Desenmascarando aquello que fantasmiza a los tehuelches
Proceso de construcción y reformulación de la identidad santacruceña mediante la apropiación de un pasado tehuelche.
Mariela Eva Rodríguez.
LU:22.163.946. UBA
Espejo, superficie reflejada en la que El Occidente buscó su imagen proyectada para autodefinirse, para marcarse y al mismo tiempo desmarcarse, reconocerse, darse una existencia real. El "otro" quedó así situado del lado oscuro del cristal; pero lejos de guardar la pasividad, le mostró -a 0ccidente- la crudeza de sus rasgos, le presentó otros mundos posibles, lo trató de convencer de que él era sólo una imagen más. Ante el temor inspirado por este espectro horroroso, esta parte de la díada reunió sus armas y se erigió en un locus superior, legitimándose en sus instituciones, en la palabra escrita, en los ejércitos, y en su religión. Presa de esta disputa, el cristal demasiado delgado como para recibir tantas presiones, se quebró en infinitos fragmentos, en clivajes1 heterogéneos y aparentemente desconectados entre sí. La re-construcción se está llevando a cabo desde uno y otro lado, el resultado es un producto diferente a la superficie de antaño: un espejo partido, una imagen más consciente de su distorsión. Mi ilusión es que la diferencia/ diversidad no implique desigualdad, que desaparezca la "otredad" -en tanto producto de la "mismidad"- para darle lugar a los "otros" concretos, conectados en relaciones dialógicas simétricas de coexistencia y no de sumisión en el marco de un futuro plural.
En el presente estudio me propongo como objetivo general analizar la relación entre Occidente y "los otros" aportando elementos que permitan reflexionar sobre las nociones de "cultura", "identidad", "tradición" y "nacionalismo" utilizadas como marco explicativo para develar nuevas aproximaciones a la diversidad actual de los grupos humanos en el contexto de globalización, a través de un caso particular -el tehuelche- circunscripto en la provincia de Santa Cruz.
Considero a estas nociones como invenciones -ficciones colectivas- continuamente re-inventadas (Sollors 1989), reinterpretadas en cada generación, por cada individuo (Fischer 1986). Invenciones en el sentido de constructos culturales renegociados y reinterpretados continuamente. Estas nociones se articulan unas con otras de modos particulares en cada formación social, estableciendo posiciones sociales condensadas también particulares (Briones 1996). Por ello, coincido con B. Williams (1993) en que la meta de nuestras investigaciones debería pasar menos por analizar estos categorías como realidades per se, que por rastrear la mutabilidad de las estructuras ideológicas de dominación que se construyen a partir de estas distinciones.
Los intercambios comunicativos siempre son relaciones de poder simbólico enmascarados -esto implica que no se los percibe como tales-, especialmente cuando involucra agentes que ocupan posiciones asimétricas en la distribución del capital relevante; cuando poseen el poder de constituir "lo dado" enunciándolo, de actuar sobre el mundo. Así, la hegemonía cultural -que consiste en estrategias que moldean la producción de sentidos en un proceso en el que se intenta mantener el control pero que no implica la desaparición de la diferencia, sino la construcción del consenso y consentimiento a través de la diferencia (Williams 1990, Hall 1991)- permite que emerjan ciertos significados y valores pero no otros.
Gracias a ciertas prácticas de "naturalización", los actores, discursos y conductas se (re)presentan como esencia naturales o "cosas" que, en tanto "hechos dados", no son fácilmente disputables. A través de estas prácticas el poder de conocer produce "verdad" y, en el proceso, borra las marcas de su propia autoría (Alonso 1988). Desde el sentido común se reifica/cosifica la cultura, se la esencializa como la propiedad de una raza o grupo étnico, tratándola como "algo a ser preservado". De este modo, las agrupaciones socioculturales son consideradas como entidades separadas, sobreenfatizando sus límites y diferencias. Se da por garantía su bagaje cultural intríseco, como si fuera preexistente, cerrado, sincrónico, transmitido de generación en generación sin cambios, sin tener en cuenta que el cambio es cultural por definición, sin importar la forma que tome. Coincido con Briones (1995) -ente otros- en que no existen entidades aisladas, preexistentes, con contornos nítidos, sino prácticas de marcación y desmarcación históricamente cambiantes que no pueden simplificar estas prácticas a priori al momento de la inscripción de fronteras sociológicas. Estos procesos de marcación tienen lugar en contextos específicos de interacción social y política donde la cultura, en un amplio diálogo entre "aboriginalidad" y "Estado-Nación", se convierte en una marca poderosa para distinguir comunidades juzgadas como aborígenes (como otros internos) desde la tendencia principal culturalmente desmarcada o invisibilizada (criollos-argentinos).
Según como se interprete la cultura será la manera de concebir la identidad. No se pueden establecer a priori ni membrecías, ni límites mensurables precisos porque la identidad de cualquier agrupación sociocultural es producto de múltiples interrelaciones según etnia, edad, género, clase, etc. Estos clivajes se refuerzan históricamente de forma recíproca, es decir, interjuegan con otros clivajes en contextos donde los grupos se insertan y reproducen. Por un lado, entonces, las identidades no pueden ser analizados por separado y por el otro, dicha interacción hace que nunca sea exacta la superposición entre diversos principios clasificatorios y criterios de adscripción. De acuerdo a lo dicho, se podría considerar difícil enmarcar quién "entra" y quien "sale", es decir, "quién es qué y quién no lo es". Pienso que el vocablo "indio" representa una categoría genérica en la que subyace especialmente la colonización temprana, precisamente porque nació como producto de relaciones coloniales que -luego de la conquista de América- homogeneizaron a los "indios" frente a los "conquistadores". Por esta razón, prefiero utilizar el concepto de "aboriginalidad" -propuesto por Beckett (1988)-. La aboriginalidad emerge en la actualidad como una forma peculiar de etnicidad, de un "otro" político y cultural al interior de los distintos estados. Este concepto permite enmarcar la conformación del "Cuarto Mundo" como una instancia pantribal -uniformización, en tanto pueblos subordinados, en torno a una identidad común- pero también dar cuenta de aboriginalidades particulares en sus procesos históricos de (trans)formación. Concretamente, el término se refiere al hecho de que había personas -los autóctonos- que vivieron en ciertos territorios en momentos previos a su conquista por los imperios coloniales, y que estas poblaciones tuvieron descendientes que habitan dentro de los estados-nación descolonizados. Tomo el criterio de "autoadscripción" (es aborigen todo aquel que se considere como tal) y no el de "adscripción por los demás". Considero que -al igual que sucede con otras identidades étnicas- no hace falta que los "indios" den cuenta de diacríticos (tales como lengua, vestimenta, cabellos, etc.) que connoten "autenticidad", para que su aboriginalidad no se considere extinta. La "autenticidad" con la que se inviste a ciertas prácticas es más el resultado de un proceso de interpretación que atribuye significado en el presente haciendo referencia al pasado, que una cualidad objetiva de ese pasado. (Handler y Linnekin 1984). Considero que la tradición no es consecuencia de la reproducción biológica, por el contrario es una construcción social siempre renovada, (re)creada, desde un "presente" local y posicionado en el que se logra la unidad mediante el recuerdo de ciertas cosas y el olvido estratégico de otras. Se idealiza el pasado limpiándolo de ciertos acontecimientos. Se apela a éste para representar diferencias culturales como si fueran originarias y esenciales. Como lo expresan claramente Hobsbawm y Ranger (1983), sin embargo, la memoria está sujeta a la retención selectiva, a la amnesia inocente y a la reinterpretación tendenciosa. La producción de una historia particular, de una tradición selectiva influye en la operación de constitución del nosotros -colectivo construido en la interacción, en el diálogo discursivo, mediante un doble movimiento de unificación, determinándose respecto de un "ellos"-. Geffroy considera al nosotros como término "fundador de lo político por excelencia", como medio por el cual se constituye al sujeto hablante en sujeto político.
La unión de estos sujetos en un colectivo dan lugar al surgimiento del nacionalismo; es decir, a la emergencia de proyectos homogenizadores de formación estatal que producen un sentido imaginado de comunidad política donde se amalgama grupo, territorio y estado (Alonso 1994). La gente -a excepción de las aldeas primitivas en las que el contacto es cara a cara- "nunca conocerá a la mayoría de sus co-miembros, ni se los encontrará, ni siquiera oirá hablar de ellos, y sin embargo en la mente de cada uno está viva la imagen de su comunión" (Anderson 1983).
Considero que la historia santacruceña pareciera haber dejado un agujero negro en lo que respecta al proceso de transformación de la etnia en cuestión, como si fueran dos historias inconexas que hablan de un antes tehuelche y de un después de "pioneros" que hicieron "soberanía" al poblar tierras "deshabitadas". En 1995 los comentarios de los periódicos regionales sobre "la elección del cacique luego de cien años" en una colonia cerca de Las Heras, me llevaron a preguntar ¿dónde están ahora? y ¿quiénes son los tehuelches en las postrimerías del siglo XX?. Así fue como comencé mi primer trabajo de campo y encontré el primer fracaso. Una visión romántica -potenciada por los artículos periodísticos- me condujo a buscar a los tehuelches (en) "reservados". Pensé que quizás se estaría desplegando allí una gran movilización política-étnica, y que por lo tanto podría encontrar la "tehuelchitud" justo frente a mis ojos.
En el 18 Brumario Marx parafrasea a Hegel diciendo que todos los grandes eventos suceden dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. En este sentido "la elección del cacique luego de 100 años" ocurrió como un juego entre representaciones que son simbólicas pero también políticas. Se volvió a presentar un acto del pasado con otros actores y otro auditorio, produciendo un relato basado en otro relato, es decir, otra versión de la modalidad de cacicazgo. Al mismo tiempo este acontecimiento es un ejemplo invalorable para analizar las múltiples voces puestas en acto en el proceso de construcción de identidades sociales. El texto de 1995 cita a otro ocurrido en un momento anterior a 1895. Mi intención no es tanto buscar una continuidad histórica con aquel pasado, sino tratar de comprender por qué se producen estas manifestaciones en el contexto contemporáneo, y qué están queriendo significar, al mismo tiempo que refuerza un lugar de reclamo y legitimación.
Por esta razón he cambiado el enfoque. Actualmente la idea central ya no es visualizar la especificidad étnica de "estos otros", sino examinar a través de las huellas del discurso dejadas en las narrativas -escritas u orales-, las operaciones discursivas y metadiscursivas en cuya coexistencia se actualizan complementariamente los procesos culturales, los lingüísticos y las prácticas sociales cotidianas. Así, a través de esta metodología encaminaré el objetivo específico, que es al mismo tiempo la clave del proyecto, y que consiste en analizar el proceso de construcción y reformulación de la identidad hegemónica santacruceña vinculada a la apropiación que ésta hace de un pasado tehuelche, para constituirse en un "nosotros" legítimo en el presente.
En relación a los objetivos señalados es posible adelantar las siguientes hipótesis:
1. Los santacruceños perciben ciertas amenazas en lo vinculado a su identidad. Se puede apreciar cierta preocupación en los tópicos referidos al folklore y a las tradiciones, manifestada en la búsqueda constante de comparaciones con otras provincias; de aquí se desprenden dos corolarios:
1.a. Se manifiesta un intento de apropiación del pasado tehuelche por parte de los habitantes actuales de Santa Cruz. La finalidad es construir su propia identidad en el presente en una suerte de continuidad sin quiebre (como si las características geográficas fueran las creadoras del folkore y de las tradiciones y estas se pudieran traspasar sin contradicciones de un grupo humano a otro).
1.b. Existe un sentimiento de culpa que acompaña al corte tajante entre un antes (poblado por los tehuelches) y un después (poblado por inmigrantes extranjeros y del interior del país) el cual da cuenta del repoblamiento reciente del territorio en el que los blancos y las ovejas reemplazaron a los tehuelches y a la fauna local.
2. Se maneja en el imaginario santacruceño la idea de "pureza racial", como si hubiera una esencia inmutable de la "indianeidad"; por esta razón cuando se integra a los tehuelches se lo hace en términos contradictorios.
2.a. Se circunscribe al "indio puro" al pasado quedando en la actualidad sólo unos pocos representantes de edad muy avanzada.
2.a.(1). Se considera la necesidad imperiosa de entrevistarlos y fotografiarlos antes que mueran.
2.a.(2). Su muerte implica la disipación de su cultura y por lo mismo, también se supone el desvanecimiento de una parte importante del folklore santacruceño.
2.b. En consecuencia, los tehuelches actuales son considerados como descendientes -lo cual implica una categoría distinta a la de "puro"- o mestizos.
2.b.(1) Se supone o sugiere que se han mezclado con "chilenos" -o con "mapuches"- pero no con "argentinos" de lo cual se extraen dos deducciones: que no son auténticos, o que en su defecto son farsantes, porque tienen detrás de esta imagen de tehuelche otros intereses.
Decidí, para delimitar la población, entrevistar a personas que vivan o hayan vivido en Santa Cruz y que demuestren algún tipo de interés por los tópicos referidos a la cultura, al folklore y a la tradición de esta provincia. Se brindará mayor atención a aquellos que pertenezcan a agrupaciones tradicionalistas, a los políticos, a los historiadores y a los periodistas porque constituyen la principal influencia en el proceso de creación de la opinión pública. En otro nivel, trataré que la muestra sea representativa, es decir, que aparezcan los distintos actores: los "blancos" (Inmigrantes europeos, chilenos, de otras provincias y los nacidos en Santa Cruz) y los "indios" (mapuches y tehuelches -tanto "puros" como "descendientes"-) Así, intentaré reconstruir el contexto no verbal por medio del trabajo de campo, es decir, de la observación como participante y de la participación como observador. Relevaré detalles de las situaciones, que podrán ser tanto creadas como espontáneas -prestando especial atención a la frecuencia con que surgen- en las que se hacen comentarios sobre los tehuelches, sobre la manera de ser de los santacruceños, sobre los chilenos y el nacionalismo, sobre la tradición y el folkore patagónico, como así también sobre la relación de Santa Cruz respecto de la nación. Es decir, intentaré tener en cuenta los comentarios derivados de los prejuicios y sentido común de los actores, muy útiles para reconstruir en base a estos pequeños fragmentos, el proceso de producción y reproducción de los estereotipos construidos por el imaginario colectivo.
Recogeré los textos orales básicamente mediante la técnica de entrevista pudiendo ser éstas "con pautas previas" y/o "abiertas". Las registraré por medio de grabadores de sonidos haciendo descripciones aclaratorias sobre el uso del cuerpo, lo gestual, el lugar de realización, las emociones, etc., estas notas serán tomadas durante su realización y/o inmediatamente después. Para motivar la comunicación mostraré a los entrevistados fotos de principio de siglo de tehuelches y santacruceños no tehuelches, revistas de agrupaciones étnicas, noticias de diarios, documentos, etc. También enunciaré distintas opiniones sobre los mismos acontecimientos, con el fin de conocer sus posturas (acuerdo-desacuerdo), su visión de los hechos históricos y recoger otras propuestas posibles para encarar los mismos temas. Se harán también historias de vida que, en tanto interrelaciones entre memorias privadas y representaciones públicas, entre experiencias pasadas y situaciones presentes pueden ser de gran utilidad.
Entre las tareas de investigación documental se encuentran las siguientes: búsqueda de documentos legislativos y de archivos del registro civil, del consejo agrario, de defensa civil, del ministerio de acción social, de la iglesia (salesiana), etc.; fichaje hemerográfico (artículos aparecidos en revistas y diarios regionales y nacionales); registros videográficos amateurs del doble acto de asunción de los caciques tehuelche y mapuche -material con el cual ya cuento-, programas televisivos donde se haga referencia a las cuestiones vinculadas con los aborígenes y largometrajes en los que aparezcan los aborígenes de la Patagonia austral y recolección de etnografías y relatos de viajeros.
Quisiera manifestar que, aunque contamos en nuestro medio con estudios históricos y antroplógicos sobre los tehuelches: Peloso L., La Fuente A., Luceri J., Echeverría M., Pérez Razzetti, Barbería E., Siffredi S., Bórmida, Fernández Garay, Griva, Casamiquela y Nacuzzi entre otros, este proyecto intenta aportar algo nuevo, entre otras razones, por su aproximación antropológica, por las líneas de abordaje teórico-metodológicas que hacen hincapié en las estructuras discursivas y por colocar el centro de interés no en los tehuelches en sí, sino en la apropiación que realizan los santacruceños de "una historia tehuelche" para construir su identidad.
Considero que sería muy interesante llevar adelante este proyecto porque producirá beneficios tanto a nivel de la teoría como de la práctica. En relación a la primera: a) la elaboración de un corpus de textos orales y escritos -que aportará a la historia local santacruceña un importante compendio de información- podrá ser utilizada por otros estudiosos de la temática y permitirá, quizás, la reformulación de nuevos problemas de investigación. b)Teniendo en cuenta las relaciones conflictivas entre Argentina y Chile -particularmente en esta provincia- y de los tehuelches con otros grupos étnicos -en especial con los mapuches y de modo secundario con los yámanas y onas de Tierra del Fuego- los avances que se produzcan en relación con la investigación, serán un aporte al debate sobre procesos más amplios de interacción entre discurso, cultura e identidad en el marco de la problemática Aboriginalidad/ Estado-Nación. En lo que hace a la práctica: a) Sospecho que los resultados serán útiles en un doble sentido: para la discusión y aplicación de políticas tanto educativas como indigenistas, como para la formulación y reformulación de reivindicaciones y reclamos tehuelche. b)Por último el proyecto aportará resultados para aquellos sureños curiosos que quieran buscar una imagen de sí mismos y/o para aquellos que deseen analizar sus juicios y prejuicios en el marco de una perspectiva crítica. Qizás así se logre disminuir la discriminación hacia lo diferente, es decir, hacia "la otredad".
En lo personal quizás con este trabajo halle alguna punta para resolver algunas cuestiones referidas a la Patagonia Austral, lugar inhóspito al que muchas veces detesté, pero que, a pesar de ello, no deja de atraerme mágicamente, me empuja hacia allá con vientos que transportan soledad, cuentos de piratas, indios sin orejas, historias disputadas, "mi historia"; ésta que narraré con las voces de otros, de los descendientes de los primeros pobladores (los tehuelches) -y de los que vinieron después-, de los silenciados, de los que no tienen voz y ya casi lengua pero que quizás tengan algo para decir.
Decidí, por todo lo dicho, colocar como título de la investigación "Desenmascarando aquello que fantasmiza a los tehuelches". Según la definición del diccionario, "fantasma" -o sus sinónimos espectro, aparición, sombra o quimera - es la imagen de un objeto/sujeto que queda impreso en la fantasía, en el imaginario que se materializa en los discursos de los vivos. Así, la (re)aparición del "fantasma tehuelche" es para mi, la manifestación de alguien que no quiere morir -o el reflejo de otros que no quieren que esta imagen muera- alguien cuyo espíritu sigue flotando en el ambiente, dando pautas a través de ciertos signos de su presencia que se hace visible de a ratos, pero que no deja de estar siempre presente.
La intención es quitar la máscara de lo que emerge como la identidad santacruceña, unas veces como si fuera invisible y otras como si fuera neutral y única. El sentido en que se orientará mi esfuerzo, aunque sólo sea un minúsculo grano de arena, será darle voz a este fantasma tehuelche.
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NOTAS
1 Clivaje: propiedad que tienen los cristales de separase en planos a causa de una presión. Estos planos de clivaje son normales al mínimo de cohesión. Este vocablo se utiliza en las Ciencias Antropológicas para definir los distintos grupos de pertenencia identitaria -etarios, de género, étnicos, etc- que manifiestan los sujetos.Buscar en esta seccion :