V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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TRANSFORMACIONES EN EL DISCURSO LEGISLATIVO ARGENTINO SOBRE EL INDIGENA (1930-1955). (version definitiva)

Congreso Argentino de Antropoloía Social:
Lo local y lo global en un mundo en transición.
La Plata, 29 de julio al 1o. de agosto de 1997.
Diana I. Lenton (I.C.A., F. F. y L., U.B.A.).

Introducción.

La investigación que estamos desarrollando -y que queremos presentar al debate en este Congreso- se centra en los parámetros discursivos conectados con el ejercicio de la política indigenista en nuestro país. Concretamente, nos proponemos examinar la construcción discursiva del sujeto social " indígena" en relación con la del colectivo " Nación" , a través de los debates parlamentarios.

En la actualidad estamos relevando y analizando un corpus documental que, incluyendo tanto legislación nacional sobre el indígena como también otros registros (mensajes, debates, proyectos no sancionados) pertinentes para caracterizar el período elegido, constituye la base heurística a partir de la cual relacionar el discurso legislativo con el proceso histórico de construcción de hegemonía (Hall 1986). Damos prioridad a las fuentes provenientes del Poder Legislativo Nacional (Diarios de Sesiones de ambas Cámaras) porque, al ser el Congreso Nacional un ámbito de discusión y fundamentación de las acciones políticas, en el se hacen más explícitas las líneas argumentales que las legitiman o cuestionan, a la vez que nos ofrece la posibilidad de visualizar posiciones variables en la lucha hegemónica, dentro de una arena política cuyo funcionamiento requiere la aceptación de ciertas convenciones compartidas.

En cuanto al análisis del discurso parlamentario, adoptamos el enfoque tridimensional de Fairclough (1992), por el que no se lo puede dejar de visualizar, simultáneamente, en su triple carácter de texto, de práctica discursiva, y de práctica social. En consecuencia, concebimos el discurso legislativo como " acción" que tiende a producir efectos significativos para fijar límites a la instrumentación de políticas destinadas a incluir o excluir al sujeto " indígena" de la comunidad nacional.

Quienes producen este tipo de discurso nos interesan en su carácter de " elites morales" , es decir, " aquellos individuos y grupos que, dentro de pautas dadas, tienen éxito en expresar las posiciones que eventualmente se transformarán en hegemónicas, frecuentemente a través del conflicto" . El surgimiento de distintos proyectos ideológicos indica la existencia de respuestas contrahegemónicas al interior de esas elites (Melossi 1992: 42).

Desde esta perspectiva, por lo tanto, importa describir lo que las elites perciben y presentan como su ámbito político o cultural, y las interpretaciones que estas mismas elites son capaces de ofrecer, relativas a la coyuntura y a las acciones que ella requiere. Reemplazamos así el concepto de " contexto" por el de " contextualización" en el sentido de Bauman y Briggs (1990: 68-69), donde los contextos argumentativos no son un mero reflejo del entorno, sino que emergen en negociaciones entre participantes de interacciones sociales.

Para el trabajo que encaramos, sostenemos que sólo podremos comprender las alternativas de la construcción discursiva del sujeto " indígena" si la enfrentamos con el proceso de consolidacióndel Estado nacional, teniendo en cuenta el rol fundamental que juega este último en la construcción y el ejercicio de la hegemonía (Hall 1986: 18-19).

En esta reunión trataremos de presentar al debate el enfoque que nos orienta en nuestra búsqueda, y a la vez, algunos de los contenidos parciales obtenidos durante la investigación que estamos encarando en el presente, entendiéndose estos no como " resultados" , sino más bien como pistas que sugieren y abren líneas de exploración futura.

Nación, homogeneización y particularización

Esta investigación, como ya anticipamos, pretende examinar las prácticas políticas de inclusión o exclusión de los grupos indígenas habitantes del espacio nacional argentino, que son inscriptas por debates parlamentarios. Dentro de éstos, " lo indígena" opera como objeto de referencia que juega siempre en relación con otros colectivos de identificación superpuestos o incluyentes (Nación, civilización).

En otras palabras, nos interesa examinar formas históricamente específicas de co-construir aboriginalidad y nación (Briones 1996) .

Entendemos la Nación como un proceso social de construcción de un colectivo que, como otros [por ejemplo, la etnicidad], aúna prácticas de comunalización (Brow 1990) e imaginarización (Anderson 1993), y presupone valores y principios de organización contingentes (Segal 1988: 303); si bien las proclamas nacion(al)istas defienden generalmente un concepto de Nación sustentado por vínculos permanentes y esenciales.

A partir del " redescubrimiento" de los trabajos de Antonio Gramsci, son numerosos los autores que focalizan el proceso hegemónico para analizar la incorporación de grupos en posición subalterna al interior de los estados nacionales (entre ellos, Brackette Williams 1989; 1991; Ana María Alonso 1994; además de los ya citados).

En concordancia con este enfoque, proponemos explorar la construcción hegemónica de la aboriginalidad en función de relaciones de poder estatal-nacionales (B.Williams 1989).

Esto implica no sólo la construcción de autoidentificaciones por parte de la " sociedad nacional" como proceso que opera para diferenciarse y trazar un límite respecto de los " indios" , sino también, y principalmente, la construcción de la categoría " indígena" , con la consiguiente atribución de pautas que permiten su exclusión llana, o su integración de manera subordinada y superexplotada, a la sociedad " nacional" así desmarcada o desetnicizada. Como postula A.M. Alonso (1994), cuanto más efectivamente una cierta hegemonía naturalice las condiciones de marcación de " otros internos" , más exitosamente inscribirá la identidad de la comunidad política envolvente como norma que tiende a permanecer invisible o desmarcada.

La construcción de la Nación como comunidad imaginada es parcialmente un efecto de los proyectos hegemónicos totalizadores y homogeneizadores de la formación del Estado. Estos proyectos producen un sentido imaginado de comunidad política que comprime población, territorio y estado. No obstante, la consolidación del Estado genera a la vez categorías de " nosotros" y " otros" dentro de la unidad política. En este contexto de comunalización nacional, la circunscripción de " lo indígena" puede verse como otra forma de hablar del " sí mismo" de una Nación que se va viendo como más o menos dispuesta a aceptar la diversificación en su seno. En contraste con el nacion(al)ismo, la aboriginalidad es parcialmente un efecto de los proyectos particularizantes de la formación del estado, proyectos que producen formas jerarquizadas de imaginar la población a las que se asigna grados variables de estima social y privilegios y prerrogativas diferenciales dentro de la comunidad política (Alonso 1994: 391).

En este contexto, la marcación de la " diferencia" que da lugar a la creación de la persistente categoría " indígena" debe más bien verse como la cara visible de estos procesos de construcción de hegemonía. De este modo, la hegemonía constituye un sentido de lo real que no debe verse como mera expresión superestructural de una estructura social y económica preexistente, sino como un proceso básico que opera sobre muchos registros de lo social (B. Williams 1991; Gorosito Kramer 1992: 144-146).

Es este doble movimiento de los procesos hegemónicos de construcción de la nación-como-estado -homogeneizantes y particularizantes a la vez- lo que da marco explicativo a las prácticas discursivas que son objeto de nuestro análisis.

Pistas para continuar la tarea.

En trabajos anteriores (Lenton 1992; 1994) intentamos destacar la relación entre la imagen del indígena construida desde los sectores gobernantes, y las representaciones hegemónicas del entorno social, político y económico. En otras palabras, a través del discurso legislativo quisimos comprender cómo se construye al sujeto social " indígena" por referencia a la construcción simultánea de un colectivo de identificación, que engloba a la unidad política donde se sitúan discursivamente los hablantes, y que funciona como el " nosotros" de referencia.

Este " colectivo de identificación" va asumiendo diferentes características a medida que se desarrollan las instancias históricas que ocupan la atención de los legisladores. El mismo repercute en la construcción ideológica de los sujetos sociales que lo componen, tanto de sus miembros aceptados como de aquellos cuya participación es cuestionada o negada.

Los párrafos que a continuación presentamos al debate sirven como ejemplificación de, y a la vez encuentran su interpretación posible en, el marco teórico esbozado anteriormente. Lamentablemente, por razones de espacio no podemos presentar citas textuales, ni profundizar en ejemplos concretos, sino apenas exponer una síntesis panorámica del período histórico que elegimos para esta ocasión (1930-1955)

El fin del período yrigoyenista.

El período abarcado por los tres gobiernos radicales (1916- 1930) se caracterizó por la apelación a valores tales como la "justicia social", la "moral política"y la "reparación histórica y cultural"; bajo todos ellos subyacía un nuevo concepto de ciudadanía, que se pretendía extender hasta incluir a las clases menos favorecidas y a todos aquellos sectores tradicionalmente privados de representación política. La fuente de la legitimación del poder y la soberanía ya no se encontraba, como en décadas anteriores, en las "clases ilustradas"que "por derecho propio"gobernaban a las demás, sino en el "pueblo", y en consecuencia se pretendió lograr una división más equilibrada de los derechos y obligaciones, así como de los bienes. Los derechos políticos y civiles ya no derivaban de la tradición y la ilustración, sino de la misma condición de ciudadano, y este concepto de ciudadano, al abarcar a todos aquellos nacidos en el territorio, comenzaba a comprender -no sin discusión- a los indígenas. Otra novedad fundamental de este período fue el reconocimiento del deber que la sociedad nacional tendría para con las minorías indígenas, que se expresó como una " deuda" -resultado generalmente de su aporte a las luchas por la Independencia- y se proponía superar por medio de la " reparación histórica" y la " reparación cultural" .

La " reparación histórica" se planteaba esencialmente como la realización de la " justicia" para con los indígenas, y se proponía sobre todo a través de la lucha contra el latifundio y de la aplicación igualitaria de las garantías constitucionales y las conquistas laborales. A su vez la " reparación cultural" consistió especialmente en la extensión de los servicios educativos estatales a aquellos grupos que estaban tradicionalmente privados de ellos.

En cuanto a las políticas que específicamente se diseñaron para el tratamiento de la cuestión indígena, por estos años segeneralizó la convicción de que la única manera de civilizar a los indígenas era a través de un " régimen tutorial" ejercido por el Poder Ejecutivo, ya sea a través de " comisiones de notables" o de instituciones más impersonales, al estilo de los " patronatos" , con poderes de fiscalización sobre las entidades privadas y religiosas.

Pero la mayoría de los numerosos proyectos, generalmente originados en el P.E.N., que apuntaron a coordinar las políticas hacia el indígena en una sola institución estatal, se extinguieron antes de ser implementados. En 1927 comenzó a funcionar la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios, que finalmente reduciría su campo de acción a sus dos colonias en el area chaqueña: Napalpí y Las Casas.

Por estos años comenzaron a presentarse, también, algunos registros que sugieren cierta recepción de los reclamos indígenas. Algunas comunidades lograron hacerse escuchar por los legisladores en la Capital a través de la huelga o la protesta violenta; y algunos proyectos para mejorar las condiciones laborales de los indígenas fueron motivados por hechos de este tenor.

Esta nueva manera de encarar los reclamos indígenas se relaciona con la extensión que, como ya mencionamos, se produjo en el concepto de " pueblo soberano" , que comenzó a incluirlos, y quizás (a modo de hipótesis) con una nueva modalidad del interjuego entre la " sociedad política" y las comunidades indígenas, modalidad que se caracterizó por acciones y respuestas más activas, así como mayores exigencias, por parte de las últimas. Una característica fundamental de este nuevo estilo discursivo lo constituyó el reconocimiento de que existe en los indígenas una posibilidad de progreso personal y comunal, que incluye la adquisición de derechos políticos.

En síntesis, la ampliación de los derechos políticos a nuevos sectores de la población, la acuñación de conceptos como el de " justicia social" , la crítica al latifundio y a las economías de plantación en nombre de los derechos de los grupos desplazados, sonotras tantas formas en que se intentaba construir una nueva clase de hegemonía cultural y política. Esta nueva clase de hegemonía, que estaba directamente relacionada con la ampliación de la base política a nivel nacional -como consecuencia de los hechos políticos que desembocaron en una reformulación del colectivo de identificación-, se correspondia a su vez con una forma inédita de construir al sujeto indígena.

b) Primera ruptura.

En este clima sobreviene el golpe militar de 1930, que interrumpe -por dieciocho meses- la actividad legislativa a para las poblaciones que son objeto del debate, pero a la vez se presentan descripciones de ellas en las que abundan los símbolos de pertenencia cultural, como " medicina tradicional" , " cultura inmemorial" , consumo de " charqui" , " aloja" y " carne de llama" ; que sugieren esta adscripción étnica sin definirla nunca explícitamente.

En cambio, sí hay propuestas de monumentos " al Indio" , y otras clases de homenaje al indígena como sujeto histórico, generalmente en su carácter de defensor de su territorio - eso sí, no contra las tropas nacionales sino contra los conquistadores españoles. Al mismo tiempo que se exalta su contribución guerrera a la conformación del territorio nacional, el indígena es excluido discursivamente del " presente" nacional. En todo caso, la imagen del indio del pasado -cuya " belicosidad" ha pasado a valorarse positivamente, en esta " hora de la espada" - se presenta como demasiado lejana, y no se reconoce en la del indio contemporáneo.

A diferencia de lo que afirmamos para el período inmediatamente anterior al '30, la contribución de los indígenas a la conformación de la nacionalidad ya no da lugar a propuestas de " reparación" de ninguna clase.

Los mensajes presidenciales de inauguración de las sesiones legislativas suelen hacer referencia a la marcha (en términos de rentabilidad y niveles de producción) de las colonias controladas por la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios, a saber, Napalpí y Las Casas. En varios de estos mensajes se reconoce la capacidad y el buen desempeño de los indígenas de estas colonias para la agricultura. Sin embargo, es de destacar que en ningún caso, se los llama " agricultores" , categoría que por estos años condensa la " reserva de argentinidad" , el núcleo de la " comunidad imaginada" . Los indios chaqueños continuarán así siendo " otros internos" , a pesar de su sedentarización forzada y de su conversión a la agricultura.

Uno de los problemas que en esta década merece algunos comentarios es el del " estado civil" de los indígenas, es decir, su situación de " indocumentados" . Al carecer de documentos que prueben su existencia " reconocida" por algún organismo nacional, no son incluidos en los censos y, lo que es más grave, carecen también del carácter efectivo de " personas-habitantes" . Esta situación, entre cuyos efectos está la pérdida casi total de los derechos y garantías reconocidos para los habitantes del país, logra, esporádicamente, alguna propuesta de solución para enmendar algunas situaciones particulares -solución expresada siempre como " darles/otorgarles estado civil" -, pero sin afrontar el problema en su verdadera dimensión social, que es la de la categorización del indígena como miembro pleno, o no, del colectivo nacional.

Se producen en esta década numerosos pedidos de informes y resoluciones, emitidos por el Congreso Nacional, que tienden a reconocer las contradicciones de hecho entre las expresiones de los funcionarios y reparticiones gubernamentales, y las políticas concretamente efectivizadas en relación a los indígenas. Pero estos momentos de movilización discursiva, aún los pocos que obtienen una respuesta del P.E.N., se extinguen antes de lograr efectos concretos sobre las situaciones criticadas en la Cámara (desde la explotación laboral y las condiciones de vida en colonias estatales, misiones religiosas y empresas privadas, hasta los desalojos intempestivos de tierras previamente otorgadas a las comunidades). La defensa de los derechos de los indígenas por parte de algunos legisladores interpelantes, así como la justificación de las medidas adoptadas por parte del P.E.N., suelen girar en torno a especulaciones acerca de la "argentinidad"de estos habitantes del territorio, de su contribución a la formación de la " patria" , y de su mayor o menor necesidad de " protección" oficial.

En 1932 el P.L.N. aprueba -tardíamente- el Pacto de la Liga de las Naciones, que contiene algunas disposiciones en cuanto a las poblaciones indígenas habitantes de los territorios de las naciones suscriptas, y más tardíamente aún -ya en los '40-, se aprueba el convenio No. 50 de la Conferencia Internacional del Trabajo, sobre reclutamiento de trabajadores indígenas.

Las políticas gubernamentales orientadas a encarar en forma concreta el problema indígena, siguen dos vías fundamentales: la creación, disolución y transformación de organismos específicos, y la asignación de tierras con diferentes modalidades de propiedad. Por ambas vías, tanto el P.E.N. como el P.L.N. comienzan a encarar la tarea recién a finales de la década del '30. Los primeros años de esta década se caracterizan, más bien, por la reducción de las tierras asignadas desde fines del siglo XIX a determinadas comunidades, o el desalojo directo de éstas.

Lo más notable, sin embargo, es la evidente inconsistencia en la política de tierras: las cesiones se realizan en forma particular, con fundamentaciones ad hoc, y a pedido de los interesados.Esto debe relacionarse con la reanudación, durante el gobierno del general Justo, de la venta sistemática de tierras fiscales -que estaba interrumpida desde el período radical-, y con la creación de los primeros Parques Nacionales (Carrasco y Briones 1996: 163 y ss.).

A comienzos de la década del '40 comienza a notarse un cambio importante en la forma en que se describe la población indígena en los mensajes presidenciales -que siguen ciñéndose a los indígenas concentrados en las colonias chaqueñas. Por ejemplo, a principios de 1942 el presidente Castillo discrimina, dentro de estas explotaciones, a los indios " colonos" de los no " colonos" , enfatizando la posibilidad de que los miembros indigenas de estas colonias asuman la iniciativa de sus explotaciones particulares. También se produce un aumento sustancial de las cifras estimadas de población indígena: de los 25.000 indígenas declarados en los mensajes del presidente Justo, Castillo los elevaa 130.000.

Si bien no contamos por el momento con una explicación definitiva para este fenómeno, podemos aventurar diferentes hipótesis. Una de ellas es la posibilidad de que se hayan volcado datos recogidos en censos pasados, o que se haya efectuado un nuevo censo, del que aún no tuvimos conocimiento, en alguno(s) de los territorios nacionales.

Pero también es posible que se haya ampliado el campo de aplicación de la categoría " indígena" , y así aquellos habitantes a los que anteriormente no se contenía en esta categoría hayan pasado ahora a engrosar la misma (por ejemplo, una posibilidad para confirmar es la de los habitantes del territorio nacional de Los Andes, antes considerados " campesinos" ).

En 1940 se crea el Consejo Agrario Nacional. Si bien la ley que le da origen no está dirigida específicamente a solucionar la problemática indígena, prevé en uno de sus artículos la organización de colonias que se darán " en propiedad a los indígenas del país" . Entre otras funciones, este organismo impulsará la inscripción de los indígenas en los registros civiles, y editará una publicación llamada " El problema indígena en la Argentina" .

A partir de 1943 el Departamento Nacional del Trabajo delega parte de sus funciones en los territorios nacionales a la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios. Esto es significativo porque sugiere el reconocimiento de que una alta proporción de las personas afectadas, en los territorios nacionales, serían indígenas.

Ese mismo año la Comisión Honoraria es incorporada a la recientemente creada Secretaría de Trabajo y Previsión, ocupada por el coronel J.D.Perón. A partir de principios de 1946, la Comisión Honoraria es reemplazada por la " Dirección de Protección del Aborigen" , dependiente de la misma Secretaría. Estas son iniciativas importantes en términos de la institucionalización a nivel nacional del " problema indígena" , a la vez que completa la amalgama que venía anunciándose desde principios de siglo entre " cuestión indígena" y " problemática laboral" . Es inevitable, por otra parte, intentar establecer una relación entre las políticas conducidas desde esta Secretaría, y las que se llevarán a cabo durante la década peronista.

c) Nuevos sujetos sociales.

Durante el período peronista (1946-1955) -sobre el cual nos encontramos realizando nuestra investigación presente-, los mensajes del P.E.N. al Congreso contienen escasísimas referencias concretas en relación al tema indígena, aunque pueden inferirse algunas señales a partir de enunciados que refieren a la formación de un colectivo más amplio -el " pueblo" , la " Nación organizada" -, que legitima las políticas gubernamentales.

Un caso es la creación y sostenimiento del Instituto Etnico Nacional, enmarcado en la política demográfica que Perón venía construyendo en sus discursos desde 1943 (Ajón 1995).

Entre sus objetivos se enunciaban: solucionar el " problema-pueblo argentino" , crear un " nacionalismo consciente" , despertar el " arraigo a la tierra" , arraigar la " cultura propia" y " crear el hombre argentino" . En general, transformar una población heteróclita en un pueblo con " sentido nacionalista" (Lazzari 1997).

Algunas iniciativas intentan reformar la educación, no sólo para extender sus beneficios a la población indígena, siguiendo un planteo coincidente en numerosos puntos con el del período radical, sino también -y esto es lo novedoso- para incluir un " aporte indoamericano" en los planes de estudio generales. Este " aporte" suele definirse como " legado cultural" , como " patrimonio histórico-cultural" y, en ocasiones, como " contribución racial al hombre argentino" . La preocupación principal de los legisladores de este período, en referencia a la cuestión aborigen, se expresa en torno a las modalidades de su " incorporación a la vida activa nacional" . La " vida activa" , por estos años, puede entenderse en dos sentidos: en el económico, como grado de proletarización; y en el cívico, como grado de participación en la actividad política.

Se proyectan numerosos censos indígenas, y también se crean instituciones y comisiones que tendrían entre sus funciones la de realizar relevamientos de la población indígena bajo su órbita, pero que no llegan a concretarse.

Se presentan también en el P.L.N. numerosas iniciativas a favor de la inscripción de los indígenas en los registros civiles, que no obtienen respuesta. Sin embargo, dentro de este mismo período, el P.E.N. procede de hecho y progresivamente a otorgar documentación a los indígenas.

Quizás el factor que otorga mayor distintividad al período peronista, en relación a la problemática indígena, se halle especialmente en el surgimiento de nuevas formas de participación, expresión y sobre todo de apelación al Estado, por parte de las poblaciones aborígenes.

Entre estas formas , una de las más recordadas es el " Malón de la Paz" , o " Caravana de la Paz" , cuando en 1946 miembros de comunidades salteñas y jujeñas se trasladaron hasta la Capital Federal con el doble objetivo de reclamar por sus tierras y exigir la intervención de la Dirección de Protección al Aborigen. El resultado inmediato de esta " Caravana" fue, por una parte, su repercusión en todos los ámbitos, incluido el Congreso Nacional, donde se aprobaron proyectos de resolución relacionados con ella y con los motivos que la movían; y por otra parte, su expulsión violenta de la Capital. A largo plazo, es indudable que la misma repercutió en las futuras políticas indigenistas: le dio visibilidad a la cuestión indígena en el noroeste del país e influyó para que en los meses siguientes se aprobaran varias disposiciones sobre expropiación de tierras en las zonas afectadas y su entrega a los aborígenes, eximición de cánones, y apoyo económico y técnico.

Esta nueva forma de posicionamiento del Estado frente a la población indígena, que ya venía insinuándose, se condensa en la reforma de la Constitución Nacional en 1949. Las fundamentaciones de la ley que declara la necesidad de la reforma califican de " anacrónicas" aquellas disposiciones de la vieja Constitución que establezcan " distinciones" entre los habitantes del país.

El texto de los Planes Quinquenales, por su parte, declara la necesidad " urgente" de que el indígena llegue a ser dueño de su tierra, propone una nueva reforma educativa y justifica la intervención directa del estado en las relaciones entre los indígenas y el resto de la comunidad.

En síntesis, este período se caracteriza por el énfasis en los " deberes" del estado para con los indígenas, y por la apelación a la intervención estatal directa en la solución de los problemas derivados del relacionamiento indígenas- Nación. También es importante la inclusión del " problema indígena" entre los " problemas sociales" , y el reconocimiento de cierto espacio para los mismos indígenas en la caracterización de su propia problemática.

d) Segunda ruptura.

El golpe militar de 1955 instaurará no sólo un nuevo régimen de gobierno, sino sobre todo, una nueva manera de encarar las relaciones entre la sociedad política y el " pueblo" que debería legitimarla. Así, y para comenzar, el gobierno militar emprenderá una política de " desperonización" en todos los sectores.

Por ejemplo, entre sus primeras medidas de gobierno, el P.E.N. suprimirá por decreto-ley tanto al Consejo Agrario Nacional como a la Dirección de Protección del Aborigen y al Instituto Etnico Nacional. Los bienes (y las responsabilidades) de la Dirección de Protección del Aborigen serán transferidos a las provincias. Los gobiernos provinciales, en muchos casos, paralizarán las iniciativas a favor de los indígenas y respaldarán la ocupación ilegal de sus tierras y el abuso laboral.

También la Convención Nacional Constituyente anulará en 1958 las reformas a la Constitución Nacional realizadas en 1949.

4- Propuesta.

Esta investigación en curso se ha propuesto aportar elementos de juicio a la reconstrucción de las ideologías en nuestro país, a través de la vinculación del discurso indigenista parlamentario con el proceso hegemónico de construccion de la nacionalidad.

También pretendimos ampliar y clasificar el corpus documental sobre el tema. Creemos que un aporte importante que podemos realizar para nuestra disciplina, es profundizar en técnicas que no han sido profundizadas sistemáticamente en ella, como lo es la extracción de inferencias sobre las relaciones de poder nacional- estatales a partir de fuentes documentales.Proponemos por último una reflexión compartida en torno a la significación del discurso hegemónico sobre las llamadas " minorías étnicas" , y sus posibles consecuencias concretas en las condiciones de vida de éstas, como así también en torno a la necesidad de sopesar el poder de acción contenido en las enunciaciones valorativas provenientes de los sectores de decisión. Es materia de debate, también, la incidencia del propio discurso antropológico-académico sobre la conformación de las categorizaciones hegemónicas sustentadas desde el discurso político.

5- Fuentes documentales.

Comisión Honoraria de Reducciones de Indios: Publicación.

Buenos Aires, Edición Especial, 1936.

Congreso de la Nación Argentina: Diario de Sesiones del Senado . Períodos: 1916 a 1955. Buenos Aires (fechas de edición varias).

Congreso de la Nación Argentina: Diario de Sesiones de la Camara de Diputados . Períodos: 1916 a 1955. Buenos Aires (fechas de edición varias).

Consejo Agrario Nacional: Memoria . Buenos Aires, Edición especial, 1945. ipulación" . Etnicidad e Identidad . Hidalgo y Tamagno (comp.). Colección " Los Fundamentos de las Ciencias del Hombre" , No. 74, C.E.A.L., Buenos Aires.

Hall, S. (1986-a): " Gramsci's Relevance for the Study of Race and Ethnicity" . Journal of Communication Inquiry , summer 1986, vol. 10, No. 2, The University of Iowa, U.S.A.

Lazzari, A. (1996): Configuraciones de la <> ante los discursos institucionales Población, Pueblo/Cultura e Indígena. 1943-1976. m.s.

Lenton, D. (1992): " Relaciones interétnicas: derechos humanos y autocrítica en la Generación del '80" . La problemática indígena. Radovich J.C. y A.O. Balazote (comp.). C.E.A.L., Colección Los Fundamentos de la Ciencia del Hombre, No. 51, Buenos Aires.Lenton, D. (1994): " La imagen del indígena de Pampa y Patagonia y sus transformaciones a lo largo del proceso histórico de relacionamiento: 1880-1930" Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas (orientación Sociocultural).

Departamento de Ciencias Antropológicas, F.F.y L., U.B.A. m.s.

Melossi, D. (1992): " La Gaceta de la Moralidad: el castigo, la economía, y los procesos hegemónicos de control social" . Delito y Sociedad. Revista de Ciencias Sociales, Año 1, No. 1, 1er. semestre de 1992, Buenos Aires, pp. 37 a 56.

Segal D. (1988): " Nationalism, Comparatively Speaking" . Journal of Historical Sociology , U.S.A., vol. 1, No. 3, september 1988.

Williams B. (1989): " A Class Act: Anthropology and the Race to Nation across Ethnic Terrain" . Annual Review of Anthropology , 18: 401-444.

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