Tecnología alternativa. Desarrollo sostenible

Arq. Graciela Viñuales, Directora del Centro
Barro del Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (CEDODAL)

 Palabras clave

tecnologías alternativas / desarrollo propio / manejo interno /recursos renovables / control ecológico / mejoramiento continuo/ valores simbólicos / papel de la mujer / orientar, no imponer

Resumen

Las llamadas hoy tecnologías alternativas son el realidad las rescatadas de las tradiciones populares de cada región, y son las que fueron consagradas por cada comunidad.

Sin embargo, agentes externos de las últimas décadas cortaron el crecimiento que hasta entonces se había dado. Hoy muchas tradiciones se han perdido y no han sido reemplazadas por tecnologías modernas, sino que las poblaciones se enfrentan a una hibridación preocupante.

Aquellas técnicas son las que hoy pueden tomarse para mejorar las condiciones de vida de cada comunidad. Pero para eso es necesario revitalizarlas y mejorarlas. Sin embargo, ello debe hacerse según sean las necesidades y las capacidades de cada grupo, no habiendo recetas infalibles para ser repetidas.

Deben tenerse entonces en cuenta los factores particulares, para promover un desarrollo adecuado a la comunidad con que se trabaja. La consolidación interna ayudará a afirmar la identidad propia y a incorporar elementos foráneos en forma gradual y adecuada.

No deben dejarse de lado las consideraciones simbólicas, las ecológicas, la participación de la mujer y las vocaciones individuales. Deben aprovecharse las facilidades actuales de comunicación e intercambio, sea entre las entidades promotoras y de investigación, sea entre las propias comunidades.

Debemos mirar los problemas y las soluciones a través de los ojos de quienes queremos apoyar, dejando de lado la postura del benefactor que pretende transmitir sus propios valores como si fueran los únicos deseables.

Entendamos que por muchas ideas y conocimientos que tengamos y que pueden ser de utilidad, nuestra misión es la de abrir caminos, pero en ningún caso imponerlos.

1. Una cuestión de valores

Más allá de las consideraciones materiales, el asunto de las tecnologías alternativas es una cuestión de valores. Y entre esos valores está el de la propia identidad.

Porque hoy llamamos "alternativas" -es decir: optativas- a las técnicas que hasta hace poco eran las propias de una cultura y hoy parece que recién las estamos descubriendo. Con diversos matices es esto lo que está ocurriendo en el mundo, posiblemente a partir de algunas carencias de unos y un deslumbramiento de otros.

Con el advenimiento de la era industrial y el masivo traslado de poblaciones y de emprendimientos foráneos, los modos de hacer arquitectura -así como otros hábitos- fueron tendiendo a universalizarse, aunque siempre tomando como ideal lo llegado de los países centrales.

Fue así que los materiales industrializados, la velocidad, la estética europea y la aparente durabilidad pasaron a tener una alta estima. Se fueron copiando entonces modelos que muchas veces no se adecuaban a las necesidades locales y que poco tenían que ver con las costumbres y el clima en que se insertaban.

Las copias llegaban primero a los altos niveles sociales y luego se iban introduciendo en los estamentos inferiores, mientras se iban adaptando y reinterpretando. A lo largo del siglo XX llegó a crearse la necesidad de materiales y diseños originalmente ajenos.

Y si con ello se mejoraron ciertas condiciones de habitabilidad en algunas ocasiones, en el conjunto se fue llegando a un punto preocupante, no manejándose bien las técnicas "modernas" y olvidándose las tradicionales.

En este punto de hibridación es en el que actualmente estamos y el que -justamente por ser preocupante- nos permite pararnos a reflexionar. Las aspiraciones entonces podrían ser dos: entrar en la llamada tecnología de punta o volver a las fuentes. En el primer caso deberíamos colocarnos en el extremo de la tendencia para ser eficaces. En el segundo, nos bastaría con optar por la recuperación de las tradiciones, entre las que se cuenta el mejoramiento continuo de las técnicas y los diseños, pero sin rupturas agresivas.

2. La dinámica del desarrollo

Y es justamente esa idea del mejoramiento continuo la que debemos recuperar. Siempre hemos tendido a ver lo histórico y lo folklórico como algo estático y congelado en un momento. Pero la verdad es que tal estereotipo corresponde a una fase del desarrollo de ese hecho. Para llegar a cierto diseño hubo etapas anteriores y se esperaban etapas siguientes que las superarían.

Los pueblos siempre habían tenido relación con otros diferentes y la transculturación fue un fenómeno corriente desde la antigüedad. Pero antes de la época industrial los ajustes parecen haberse hecho más armónicamente en lo técnico y en lo humano, aun durante la edad de los grandes descubrimientos. Con posterioridad, cuestiones generalmente ajenas al medio fueron las que hicieron que tal trayectoria se viera interrumpida.

Es decir que el desarrollo propio de una cultura fue en ese momento desviado por agentes externos. Lógicamente, la historia no vuelve atrás y hoy el panorama puede ser alarmante, pero también ofrece un sinnúmero de novedades casi impensables hace unas décadas. El problema está en ver cuáles de tales novedades son realmente posibilidades.

  Entendemos que la primera posibilidad es la de ver claro que hay que restaurar esa cadena del desarrollo propio que fuera cortada. Lo cual implica el reconocimiento serio de lo que es propio y de lo que es ajeno. Pero no impide la apropiación conciente y reflexiva de elementos externos.

La segunda, es la posibilidad de comunicación e intercambio que hoy existe entre las diversas comunidades y que ya no necesita del nexo que dominaba externamente. Actualmente los grupos pueden relacionarse directamente entre sí, dejando de lado a los centros de poder que hasta hace poco eran los que filtraban y dirigían la información, actuando como agentes indispensables.

Una tercera posibilidad es la de los avances técnicos que pueden ser incorporados para el mejoramiento de la tecnología tradicional. Con ello, se abre un nuevo panorama que no es ya el cambio tecnológico, sino su perfeccionamiento intrínseco.

  La combinación de estas tres perspectivas básicas es la que nos está dando la apertura hacia un desarrollo propio. Un desarrollo que será el adecuado a cada uno de nuestros pueblos y que no será igual para cada uno de nosotros. No porque uno será mejor y otro peor, sino porque a cada uno de nosotros nos hacen falta diferentes cosas para desenvolvernos como personas y para sentirnos cómodos en nuestro medio natural y cultural.

El asumir esta diferencia es fundamental para afirmarnos en nuestra identidad y para desarrollarnos en profundidad como comunidad particular. Esta diversidad nos ayuda a enriquecernos como grupo de comunidades y a multiplicar los beneficios de la comunicación y de los avances tecnológicos.

3. El desarrollo propio

Así, cada comunidad deberá analizar en profundidad cuáles son sus posibilidades. Deberá preguntarse sobre sus capacidades artesanales, sobre sus tradiciones latentes u olvidadas, sobre sus recursos naturales, sobre lo que imprescindiblemente debe buscar afuera y sobre sus potencialidades económicas.

Es preciso clarificar este panorama, para agilizar luego el ingenio en busca de optimizar los recursos propios, humanos, naturales, económicos. De esta manera es posible echar mano a materiales, técnicas, herramientas que hasta entonces estaban dejadas de lado o subutilizadas. Muchas veces, la imaginación ha hecho mejorar los resultados en este punto, trasladando conocimientos de un rubro a otro.

  Pero también aquí las nuevas perspectivas de comunicación nos ayudan a conocer la experiencia ajena y ver la posibilidad de aplicación en nuestro medio. Entendemos que reuniones como ésta son fundamentales para este intercambio, así como las publicaciones.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que ninguna solución es una panacea y que lo que resulta bueno en una situación puede ser de poca aplicabilidad en otra. Aunque siempre algún detalle del asunto nos servirá de guía y la transferencia de conocimientos no caerá en saco roto.

En cuanto al conocimiento de sus capacidades, es necesario ver cuál es el medio natural en el que cada grupo se asienta y cuáles son sus verdaderos recursos. Una tendencia ha sido la de estereotipar también la oferta de ellos en base a lo que se tiene en el momento del análisis, sin ver que algunos se acabarán a la brevedad, o desaparecerán si no se toman los recaudos para renovarlos.

Este tema debe ser visto desde diferentes ópticas. Una de ellas es que la situación rural y la urbana. Si bien presentan puntos de contacto, no pueden tener similares enfoques. Entre una y otra se encuentra el asunto de los pequeños poblados, con toda la gama de estamentos intermedios.

Si bien en las periferias urbanas se puede acceder a recursos técnicos más avanzados, en otros aspectos se está desfavorablemente ubicado. Esto es fundamentalmente porque la provisión de tales recursos no está controlada por la comunidad, sino que la oferta depende de condiciones externas.

En un primer pantallazo , la situación rural puede aparecer como dificultosa, ya que la consecución de elementos externos se ve entorpecida. Pero esta traba puede convertirse justamente en el punto de partida del cambio de orientación, buscando no ya conseguir recursos ajenos, sino estudiando los propios para optimizarlos.

  A través de su correcto uso y manejo, de su renovación adecuada, de su actualización constante, se puede conseguir un importante desarrollo. Pero lo más interesante del asunto es que al trabajar sobre las posibilidades internas, la oferta y la demanda de recursos se torna controlable, así como la toma de decisiones se ve menos influída por agentes foráneos.

Asimismo, pude moderarse mejor el ingreso de recursos externos, reflexionando sobre su conveniencia y hasta sacándoles más partido que si ello se hubiera producido por mero vacío de conocimiento de los valores propios.

Evidentemente, esto no es lo que ha sucedido por mucho tiempo, ya que desde hace años los centros de poder han ido generando dependencia de sus técnicas y sus productos y hasta de sus diseños. Pero en estos últimos tiempos se ha abierto una cierta brecha en esta dependencia que hoy nos permite ver con más claridad.

Porque se ha hablado de la dependencia de tecnología, pero la dependencia se produce no sólo por utilizar tal o cual sistema, ni siquiera por los costos que tiene el pagar patentes. La dependencia ha sido global, a través de lo cual se nos ha despojado de los conocimientos tradicionales que hoy a duras penas estamos recomponiendo.

  La desprotección en que ello nos sumerge la vemos cuando cualquier recurso externo nos es escatimado: no sabemos qué hacer, porque hemos perdido la capacidad de sacar partido de lo propio. Y hasta nos vemos ante la paradoja de "comprar" elementos que en realidad eran nuestros y hoy son manejados por otros. Pensemos no más en el adobe, la papaína y la lambada .

  Lo que ha sucedido es que nuestros productos han sido sacados y desarrollados a fondo fuera de nuestras fronteras y nos han sido devueltos con calidades que nosotros no tuvimos capacidad de alcanzar, además de venir apoyados por un aparato propagandístico muy fuerte.

Ciertamente, no contamos hoy con la tecnología que nos permita desarrollar nuestros productos del mismo modo como lo hicieran los grandes centros. Tal vez tampoco es lo deseable.

Pero, si nosotros amáramos y admiráramos nuestras propias tradiciones podríamos lograr que ellas avanzaran lo suficiente como para alejar la dependencia. Así se controlarían en el interior de nuestras comunidades no sólo la oferta, sino también la calidad deseada y el equilibrio económico. Se ahorraría también en fletes y en otros insumos agregados como la provisión de combustibles y repuestos de las máquinas y herramientas.

4. Aspectos a considerar

La situación urbana o rural plantea dos problemas y por lo tanto dos soluciones distintas. Pero también debe tenerse en cuenta si el grupo es de carácter sedentario, estacional o migrante , pues ello necesitará de respuestas bien diferentes para muchos de sus aspectos vitales: vestido, comida, educación, vivienda, salud.

De allí también surgirán organizaciones sociales y laborales diferentes que estarán signadas por la estabilidad o el cambio más o menos periódico, lo cual posibilitará crecimientos o sólo capacidades de adecuación.

Por ejemplo en cuanto a vivienda, en algunas ocasiones el poblador no busca que le den una casa, sólo aspira a tener la seguridad del lote por un tiempo extenso. En otras, la familia vive mudándose y entonces lo que busca es que sus pertenencias sean trasladables, inclusive las partes principales de la vivienda. Entonces, la idea de durabilidad se ve superada por la de portabilidad.

En todos los casos debe revalorizarse el trabajo de la mujer, muchas veces la verdadera mano de obra que tiene continuidad, no sólo en el hacer, sino fundamentalmente en el mantener y el cuidar. En este sentido es necesario reconocer que a menudo las tradiciones siguen vivas gracias a ellas.

  Además, en muchas zonas de nuestra América es actualmente la mujer la verdadera cabeza de familia, alrededor de la cual se convoca la parentela. Trabajar con ella está dando buenos frutos en emprendimientos tan alejados como la reconstrucción posterremoto en México o la construcción de cocinas solares en Chile.

Y volviendo al hacer y al mantener, es necesario considerar que la cuestión de incorporación de tecnologías, o la concreción de cualquier cometido: edificio, huerta, telar, compra de vehículo, no se logra a través de una única inversión, sino que necesita de apoyos continuos para seguir existiendo. Por eso es fundamental que esos gastos -de tiempo, de dinero, de dedicación- puedan ser constantes y no se agoten en el primer esfuerzo. Ello deberá hacer posible no sólo una rentabilidad equilibrada, sino también una capacidad de crecimiento y de mejora tecnológica constante. Porque no avanzar es prácticamente retroceder.

Es importante también el estudio de los ciclos ecológicos propios, ya que nuestro accionar se insertará en ellos y sacaremos provecho de su conocimiento profundo. Lógicamente esto se valorará en el entorno inmediato y en el global, extendiéndose hasta donde sea necesario. Emprendimientos exitosos en huertas latinoamericanas se basaron en el buen conocimiento de esos ciclos ofreciendo productos fuera de las temporadas en que lo hacían los circuitos clásicos. Lo mismo ha resultado de la producción forestal, la apícola y la pesca estacional.

La visión tan urbana que hoy tenemos, muchas veces nos impide reconocer y sacar partido de los ciclos naturales, tal como se hacía hace unas pocas décadas en forma cotidiana.

Otro aspecto a considerar es el de la tecnología en su conjunto y no sólo una parte de ella. Por lo general -por ejemplo en arquitectura- ponemos en valor un material (tierra, madera, caña), lo defendemos y tratamos de probar sus virtudes. Sin embargo, el asunto no está sólo en el material, ni siquiera en sus variedades, sino en sus sistemas y sus diseños, ya que un mismo material puede tener infinitas formas de ser trabajado.

Además, si nos referimos a materiales naturales, éstos tendrán distintas maneras de presentarse y de reaccionar en los distintos climas.

   

5. El hombre como eje

  Y si decimos que el asunto no está sólo en el material, sino en el conjunto de su tecnología, tal conjunto también engloba el sentimiento del usuario y del constructor de esa tecnología. Porque una cosa es copiar mecánicamente una forma de producción y otra es estar insertado en ella.

Por lo general, en nuestras comunidades la autoconstrucción ha sido practicada desde antaño, pero no haciendo cada persona lo suyo, sino haciendo todo entre todos. Así las capacidades individuales signaban la especialización de cada uno y la de los grupos familiares. Eso dio como resultado una mejora constante de los productos y una relación afectiva con ellos.    

Esta situación es también parte de esa cadena que hoy debemos restituir. Porque según las vocaciones individuales se puede avanzar técnicamente y hacer que un grupo complemente sus distintas especialidades.

Esto se extiende al mejoramiento de las técnicas, la organización laboral y las herramientas propias, sabiendo con más precisión cuándo y de qué forma será adecuado ir incorporando novedades externas.

Lo mismo puede decirse de la relación simbólica con los elementos producidos, especialmente con la vivienda y con los otros espacios -familiares y comunitarios- que conforman el hábitat. Este tema de los simbolismos es algo que nuestro entorno urbano materialista ha despreciado, no entendiendo por ello los mensajes que muchas veces los pobladores nos transmiten.

No debemos olvidar que tras tales formas de expresión se oculta sabiduría popular que a menudo es difícil de ser explicada en palabras más claras. Piénsese en el hecho de decir que tal orientación es "del diablo" (de allí soplan los vientos helados), o que "es mala suerte que crezca pasto al lado de la casa" (es zona de reptiles venenosos).

  De allí se da toda una situación ritual que ayuda a la vida diaria. En el caso de la vivienda, en las distintas regiones de América encontramos casos de bendiciones, de enterramientos propiciatorios, de estaciones adecuadas para construir, de fiestas que, mezclando creencias prehispánicas, cristianas y africanas rodean a la obra de una serie de acciones que dan seguridad espiritual a sus moradores. Aunque en más de una ocasión en tales acciones puedan rastrearse sabios principios técnicos implícitos.

Desgraciadamente, muchas veces se han subvalorado esas creencias por los profesionales de los centros urbanos y con ello se han cometido errores imperdonables, como la destrucción de sementeras por el uso del tractor, el pudrimiento de maderas por cortar en cuarto creciente, intoxicaciones masivas por beneficio de animales en épocas de celo. Eso, por no hablar de los desastres ecológicos generados por el abuso de los recursos naturales que las comunidades sabían mantener en equilibrio a través de dichos populares y hasta de profetas locales, como entre los guaraníes.

Por eso, no es cuestión de hablar de oscurantismo cuando se tienen en cuenta tales creencias, sino más bien hay necesidad de leer el mensaje que hay dentro de ellas y ver hasta dónde nos están indicando caminos de acción.

6. Cómo actuar

Para lograr un avance es necesario emprender acciones y continuarlas. La falta de constancia es lo que nos hunde en el subdesarrollo y en el desánimo. Pero el desarrollo no debe medirse por una cuestión monetaria únicamente. Y menos aún pensar que la mala situación económica es la causa de todos los males. Más bien podríamos decir que es el efecto. Y, por eso, la situación puede revertirse a través de ciertas decisiones.

Considerando los puntos anteriores tenemos ya una guía sobre algunos aspectos que no debemos olvidar, a los que en cada caso habrá que agregarle otros. Lo importante es lograr captar las voluntades de los pobladores para ensayar tecnologías, sea retomando y potenciando las tradicionales, sea incorporando mejoras. Sin un ensayo y una demostración de posibilidades los proyectos fracasan.

  Pero lógicamente, antes deberá haberse dado un "pedido de ayuda", aunque fuera implícito. El diálogo posterior irá perfilando los lineamientos del trabajo. Es importante también que el grupo esté consolidado humanamente y vislumbre sus verdaderas aspiraciones y capacidades. Cada estamento etario podrá hacer sus aportes: los ancianos sus tradiciones, los adultos su técnica actual, los niños y los jóvenes la mano de obra aprendiz.

A las capacidades productivas se les sumarán las de quienes manejan el mundo comercial y del transporte, de los que saben organizar los grupos y de los que no gustan sino del trabajo individual. Lo importante es que teniendo en claro la situación de la comunidad en todas sus facetas, se puedan ir emprendiendo acciones en cuanto a la producción interna y poco a poco -a través de la reflexión, la adecuación y el estudio de los resultados parciales- a la mejora de los productos y las técnicas, la diversificación y la incorporación de novedades. Ello debe dar lugar a excedentes comercializables para realimentar el sistema.

Aquí se abre la perspectiva del diseño basado en las necesidades locales y el desarrollo de ideas nuevas al respecto. Con ello se controlan los insumos en el interior del grupo. Se logra también una mejor conservación energética, sea en cuanto al trabajo, sea en cuanto a los efectos sobre la biomasa, sea en cuanto a la organización de fletes y combustiones. Ya de por sí, al tratarse de materiales naturales se puede dar fácilmente el reciclaje y la renovación logrando no degradar el ambiente.

    Por esto es fundamental el uso de las llamadas tecnologías alternativas. Porque si bien siempre hay incidencia de factores ajenos, el manejo corresponde a la comunidad que conoce sus posibilidades y sus aspiraciones. Pero para que todo funcione es necesaria la formación y capacitación de los miembros de la comunidad. Evidentemente, ello debe hacerse in situ, ya que el extrañamiento eventual de los líderes a menudo genera desarraigo.

Cae de maduro que entonces se busque la presencia de instructores externos. Muchas veces se tropieza -especialmente en lo tocante a la construcción- con que no se cuenta con profesionales capacitados en los materiales y las técnicas tradicionales. Por ello es también necesario llamar la atención de las universidades en este punto, tanto como proveedoras de conocimientos, cuanto como receptoras de técnicas tradicionales y populares.

En lo comercial se deberá gestionar una ayuda financiera que dé el puntapié inicial, pero debe tenderse a que el sistema se autoabastezca en un plazo acotado. Si los pasos se dan con continuidad, firmeza y escalonadamente, se puede lograr un desarrollo sustentable también económicamente, ya que es un desenvolvimiento propio y no basado en parámetros ajenos difíciles de imitar.

7. Aprovechando experiencia

  Si antes dijimos que la posibilidad e intercambio era una de las perspectivas que hoy se nos abrían, entendemos que debemos aprovechar esta coyuntura.

Ya es algo loable el poder tener este tipo de reuniones, pero más allá de estos días de trabajo intensivo es importante el continuar en comunicación, hacer circular documentación, canjear publicaciones y mantenernos informados de lo que cada uno de nosotros viene realizando.

Nos alegramos al comprobar que la relación entre los países latinoamericanos y aun entre otros del llamado tercer mundo está dándose en forma directa, ya sin tener que apelar a los nexos instalados en los países más ricos.

Esto puede ayudarnos a superar muchas carencias y a llamarnos mutuamente la atención para no caer en errores similares. Y si esto es bueno para los centros de investigación, es también importantísimo entre las comunidades que van emprendiendo experiencias de desarrollo sostenible. Es de rigor que ellas organicen sus propias vías de intercambio, ya que ello les dará fortaleza y confianza en sí mismas.

8. Conclusión

De todo lo expuesto se deduce que hoy las perspectivas son alentadoras. Pero no olvidemos que muchos de los que estamos en esto no somos los directos beneficiarios de este desarrollo sustentable, sino sólo sus promotores. Somos en cierta medida ajenos, aunque nos oriente la buena voluntad.

  Si queremos un verdadero desarrollo sustentable deberemos mirar los problemas y las soluciones a través de los ojos de quienes queremos apoyar. Deberemos dejar de lado la postura del benefactor que pretende transmitir sus propios valores como si fueran los únicos deseables.

Entendamos que por muchas ideas y conocimientos que tengamos y que pueden ser de utilidad, nuestra misión es la de abrir caminos, pero en ningún caso imponerlos.


1. Arquitectura moderna con materiales del lugar: centro de protección ambiental en Balbina , Manaos, Brasil. Arquitecto Severiano Porto.


2. El mercado de Dalcahue , Chiloé , Chile, del arquitecto Edward Rojas, integrando paisaje y materiales autóctonos.


3. Los protagonistas del emprendimiento son los mismos usuarios y promotores solidarios. El arquitecto fue Gilberto Florez Restrepo .


4. Las casas del conjunto "Divina Providencia" ya terminadas. El bambú de Manizales, Colombia es el material básico.


5. Técnicas sencillas que no tienen secretos para el poblador. Peñalolén , Chile, arquitectos Carmen Luz Escobar y Hugo Pereira.


6. Estructuras de madera rellenas con barro y paja aseguran buen comportamiento sísmico.


7. Autoconstrucción en Piura, Perú, con diversos tipos de cañas, fáciles de construir y de reparar .


8. En el conjunto Zacatecas, México, se usaron adobes no sólo para los muros, sino también para los techos abovedados, economizando material y andamiaje. Arq. Carlos E. García-Vélez.



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