LOS CAMÉLIDOS EN EL ARTE RUPESTRE DE LA QUEBRADA DE HUMAHUACA
Gutiérrez Costa, Ana Inés: agutierrezcosta@hotmail.com
Palazzolo, Haydée Beatriz: hpalazzolo@sinectis.com.ar
Ambros, Silvina: Araoz 2873 4º F Cap. Fed. (1)
RESUMEN
A través del análisis de la iconografía encontrada en las manifestaciones rupestres de los sitios de Sapagua, Rinconada e Inca Cueva, se tratará de inferir una posible lectura del desempeño de los camélidos dentro de la cosmovisión de los pastores púnenos. Asimismo la resolución estilística podría deberse a una vivencia común ante un mismo ecosistema, lo que nos permitiría arribar a una posible respuesta acerca de las causas de las diferencias iconográficas entre estos paredones y la producción alfarera. Otro item a destacar, con relación a este punto, es el hecho de que estas imágenes fueron realizadas por pastores inexpertos en el tema, mientras que los alfareros pertenecían a un grupo especializado y con gran desarrollo técnico dentro de la comunidad.
INTRODUCCIÓN
El siguiente trabajo, partiendo de tres diferentes ejemplos de representaciones rupestres de camélidos en los sitios de Sapagua, Rinconada e Inca Cueva (desde el Período Temprano al Tardío), se intentará realizar un planteo de las siguientes propuestas:
-El análisis de esta iconografía permite una posible lectura del desempeño de estos animales dentro de la cosmovisión de los pastores.
-En las figuras de los camélidos se observan diferentes estilos, quizás como expresiones de distintas parcialidades, pero fundamentalmente como producto de una vivencia común ante un mismo ecosistema.
-Al comparar la alfarería con los paredones, las escasas similitudes iconográficas estarán hablando de experiencias rituales diferentes.
-El estudio de estas imágenes permitiría considerar que fueron hechas por manos no especializadas.
DESARROLLO DE LAS PROPUESTAS
Al no existir una separación entre los ciclos agrarios y los religiosos, la totalidad de la vida cultural del área enlaza una estructura ecológica objetiva con una ecología subjetiva, dando por resultado un entramado entre los aspectos económicos y los rituales religiosos en forma cíclica y hemicíclica. El ciclo de los pastores es anual, ligado a la ciclicidad de la vida de los animales, el hemiciclo tiene un ritmo discontinuo como las actividades agrícolas, con una etapa activa y otra pasiva.
Lo cíclico está representado por la transhumancia como patrón cultural del asentamiento familiar; de la cotidianeidad y también de la cosmovisión del hombre de la Puna. En ella coinciden y confluyen desde la religión, como respuesta cultural mayor, la adaptación al medio y las relaciones con otras comunidades. La transhumancia comienza en septiembre, cuando desaparecen las pasturas, en el ecosistema Suni (3.000/4.000m), obligando al ascenso en busca de ellas, hasta la llegada de las lluvias en enero, época en que regresan a la casa principal reuniéndose toda la familia. El ciclo comienza ya avanzado el invierno, cuando calma el rigor del clima y cierra con el ritual propiciatorio entre febrero y marzo, abarcando el período del nacimiento de las llamas y de las cosechas; agosto es un mes crítico, cargado de angustias y de sacralidad, ya que la naturaleza llega a un estado límitoe de rigor y agotamiento. Merlino-Rabey (1978).
Esta ecología objetiva se traduce en ceremonias propiciatorias a la Pachamama, presentando dos momentos cúlticos: a) el chalaco como la iniciación en julio-agosto: es el acto ritual principal que consiste en libar o asperjar chicha como ofrenda a la Pachamama, el cual tiene lugar, con variantes, durante el mes de agosto y en los lugares relacionados directamente con la economía del área; b) la señalada como el cierre en enero-carnaval: es una boda organizada, entre fin de año y fines de marzo, para tornar prolíferos a los animales nacidos durante el curso del año anterior. El ritual comprende actitudes, objetos y actividades, como por ejemplo cortar las orejas. A diferencia del challaco, impera la alegría de la abundancia, terminando con el desborde del carnaval.
Este ciclo agrario-ritual es temporo-espacial, ya que ambos sacralizados, configuran el carácter transhumante de la cultura puneña, la transhumancia en sí es lo que constituye el rito mayor, en él se eslabonan la secuencia de las etapas climático ecológicas y la alternancia de ocupación de los dos tipos de puestos: el principal y el de altura. Murra (1975).
La religión como el ritual se hallan fuertemente relacionados con la consevación y protección de los rebaños. Una de las ideas predominantes, expresada en varios mitos, considera que los animales han sido dados a los pastores en custodia por la divinidad y que de su consevación aseguran la supervivencia y el futuro de la misma humanidad. En los tiempos primigenios las alpacas salieron a la superficie terrestre por las pacarinas (lugares de origen) que son los manantiales, ojos de agua y lagunas, estableciendo que la relación entre el hombre y los animales se desarrolla a un nivel que se los considera como personas, con fuerte interacción, no tanto entre el hombre y algo que explotar para vivir, sino como seres entregados en préstamo.
La figura espiritual más importante en la vida ceremonial de los pastores es la Pachamama, deidad incorpórea, no localizada; es la tierra en un sentido profundo y metafísico, es todo y explica todo, ubicándose en ciertos lugares naturales o construidos como hoyos, apachetas y mojones. A su vez se crean lugares cúlticos relacionados con la economía, como corrales, potreros, acequias e inclusive la misma vivienda. Es una deidad cotidiana e inmediata, que actúa directamente y con la cual se dialoga permanentemente pidiéndole o disculpándose, para favorecer la fecundidad y fertilidad en general.
Otros elementos no nítidamente deificados, pero tampoco neutros, son los cerros (llamados "apus"), lugares con cualidades especiales que despiertan una actitud de reverencia que, mediante ritual oracular, se pide la anuencia a la Pachamama para transitarlos. El Apu es una divinidad menor asociada con los cerros. En agosto los cerros hablan, ayudan al ganado. Este rito se confunde con el de la Pachamama porque se lo asocia con la tierra que se pisa, ofreciendo a ambos lo mismo para propiciar seguridad económica.
Respecto de la segunda propuesta, se observa que existen dificultades para definir el estilo de este arte parietal, al vincularlo con esta unidad cultural mayor, cristalizada en este ecosistema subjetivo y objetivo. Por lo tanto se considera necesario tener en cuenta los siguientes aspectos: a) la presencia de imágenes plasmadas por diferentes manos en un mismo paredón; b) existencia de similitudes en la voluntad formal de los sitios analizados; c) incertidumbre respecto al tipo de camélido representado, pues hay cuatro especies: la vicuña, el guanaco, la alpaca y la llama. Existiendo un entrecruzamiento del cual surgieron varios tipos intermedios y subvariedades. Las dos primeras permanecieron silvestres y las otras fueron domesticadas hace más de 4.000 años. Por lo tanto dichas representaciones podrían conformar una simbolización que hace referencia a los principios conceptuales de la sociedad, el ordenamiento ecológico y taxonómico de dichos animales. Además ¿no podría ser el símbolo de ese animal primigenio en estado salvaje en vez de ser la representación de un animal domesticado de su entorno económico? Pues tengamos en cuenta que la oveja, a pesar de dar lana, en esta cosmovisión no posee ancestros míticos.
Por otro lado, si comparamos el perfeccionamiento técnico de los alfareros, grupo especializado dentro de la comunidad, con las imágenes encontradas en los paredones, se puede llegar a pensar que estas manifestaciones estéticas fueron producidas por pastores, jefes de familia, que, al estar varios meses fuera de sus puestos principales, las realizaron como fruto de una experiencia cíclica ritual y religiosa. Esto nos llevaría a inferir que se trataría de experiencias rituales diferente, aún apareciendo motivos coincidentes con la cerámica.
CONCLUSIÓN
Luego de este breve desarrollo del tema, se podría inferir, a través de la iconografía analizada en estas manifestaciones rupestres, una posible lectura del desempeño de los camélidos dentro de la cosmovisión de los pastores púnenos. Asimismo la resolución estilística podría deberse a una vivencia común ante un mismo ecosistema, lo que nos permitiría arribar a una posible respuesta acerca de las causas de las diferencias iconográficas entre estos paredones y la producción alfarera. Otro item a destacar, con relación a este punto, es el hecho de que estas imágenes fueron realizadas por pastores inexpertos en el tema, mientras que los alfareros pertenecían a un grupo especializado y con gran desarrollo técnico dentro de la comunidad.
NOTAS:
1) Las tres autoras son integrantes del Proyecto de investigación trienal UBACyT F1 042 Espacio, Figuración y Configuración en los estilos de arte rupestre y arte mueble del NOA. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Arte Argentino y Latinoamericano.
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