EL USO DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO SUBACUÁTICO Y EL POTENCIAL DE LAS ACCIONES NO INTRUSIVAS
Algunas reflexiones sobre la necesidad de aplicación de los documentos internacionales.
Javier García Cano
Instituto de Arte Americano -- Facultad de Arquitectura y Urbanismo -- Universidad
de Buenos Aires.
Fundación Albenga.
ICOMOS Argentina.
ICUCH.
Introducción
Desde la redacción de la Carta de Venecia en 1964, los últimos años del siglo veinte han significado un desarrollo sostenido de la disciplina llamada Preservación del Patrimonio. Entre otros resultados hemos asistido a la revisión las metodologías de intervención e investigación científica en bienes de valor patrimonial.
Al reconocer a estos bienes como un recurso no renovable propiedad de las distintas sociedades, se han puesto en circulación discusiones que pretenden centrarse en la definición de los límites de un trabajo arqueológico que destruye un sitio. No recayendo en una discusión solamente metodológica, se plantean problemas de índole ética sobre el impacto de una investigación en los restos materiales.
Es evidente que toda excavación ofrece la posibilidad de obtener información que de otra forma no sería accesible, pero también es claro que luego de exhumar el material el sitio deja de existir como tal y pasa a ser una colección. Este proceso determina una posible pérdida de datos que hoy no son factibles de estudio o que ni siquiera sabemos que pueden ser valiosos y útiles.
Los avances en el campo de la preservación del patrimonio y el reconocimiento de las sociedades sobre sus derechos ante los bienes llevan a redefinir las formas y los límites del trabajo arqueológico.
Patrimonio Cultural Subacuático
Los documentos técnicos internacionales como la Carta para la Protección y Gestión del Patrimonio Arqueológico (ICAHM, Comité Internacional de Gestión del Patrimonio Arqueológico), y la Carta sobre la Protección y Gestión del Patrimonio Cultural Subacuático (ICUCH, Comité Internacional de Patrimonio Cultural Subacuático); testimonian y definen la necesidad de promover acciones no intrusivas en sitios arqueológicos. Se plantea ésta como una actitud que podría dar opciones de acceso a la información que los sitios tienen, sin "destruirlos" en su totalidad, y determinando mejores grados de "uso" del patrimonio arqueológico.
Queda claro que este es un primer abordaje del problema del uso del patrimonio, en este caso arqueológico, que tiene que ver con las formas y objetivos de los trabajos científicos. Si bien existen problemas graves en lo que a otros tipos de uso de este patrimonio, es preocupación central de este trabajo reconocer la necesidad de reflexiones desde la ciencia en lo que hace a su responsabilidad directa ante el patrimonio.
Las condiciones físicas del patrimonio sumergido han ofrecido ciertas ventajas respecto de aquel que permaneció en tierra. Desde los inicios de la arqueología subacuática, fue más sencillo plantear metodológicamente trabajos que obtuvieran información sin modificar la condición de los sitios. De hecho fue más rápido el proceso por el cual los especialistas comprendieron la necesidad de aplicar técnicas no intrusivas con bienes sumergidos que lo que aún hoy lleva ese proceso en tierra, ya que fue muy evidente que aquellos proyectos que no podían asegurar la conservación de los bienes recuperados de las aguas (por razones técnicas o económicas) ponían en alto riesgo de pérdida absoluta a los materiales obtenidos en la excavación. No habría que olvidar que el desarrollo de la especialidad que trabaja con bienes sumergidos se ha desarrollado en paralelo y conviviendo con la Preservación del Patrimonio, a diferencia del resto de la disciplina (la arqueología en general) que tiene una historia mucho más prolongada y temprana, y por lo tanto una "tradición metodológica" que asume a la Preservación como una "incorporación" reciente y tardía.
La posibilidad de observar los sitios sin tocarlos, o incluso durante el proceso de la excavación, de contar con la ventaja que los buzos no tengan la necesidad de estar apoyados en el estrato que a su vez se está excavando, ha promovido una conciencia muy importante sobre el valor de los medios para "usar" (según un uso científico) este patrimonio sin deteriorarlo.
Los desarrollos técnicos del fin del siglo XX han permitido que el patrimonio subacuático fuera conocido y estudiado; y a su vez han desencadenado cierta familiaridad de los especialistas con la tecnología. Este rasgo en el comportamiento de los científicos ha devenido en una fuerte tendencia a buscar y confiar en el uso de medios y herramientas que permitan realizar tareas en poco tiempo y con gran precisión. Es así como los sistemas de "registro y relevamiento" se han convertido en los elementos de mayor popularidad entre los científicos. La consecuencia directa de esta situación es que la aplicación de técnicas no intrusivas se ha masificado. Vale la pena destacar que particularmente aquellos que pudieron ingresar al agua han "dependido" desde los inicios de la tecnología, y que tal vez eso haya promovido el uso de herramientas cada vez más sofisticadas.
Más aún con la ventaja comparativa en términos económicos de levantar información a través de estos medios respecto de montar y efectuar excavaciones con recuperación de material ha sido otro factor que contribuyó a que la arqueología subacuática se haya familiarizado antes que otras especialidades con la idea de acciones no intrusivas.
Relación de Principios
No cabe duda que hoy es mucho más redituable, en términos generales, relevar que excavar, siempre y cuando no exista una necesidad absoluta que obligue al científico a realizar exhumaciones. Desde esta idea se puede desprender otra. La necesidad de generar modificaciones o intrusiones en los sitios depende de la manera de formularse preguntas por parte de los responsables de los proyectos de investigación.
Es claro que ahora cualquier reflexión lleva a pensar que es en este punto donde los preceptos éticos de los profesionales deben ponerse en consideración.
A partir de la consideración de los problemas éticos de la manipulación de los bienes es que los científicos pondrán limitaciones metodológicas o buscarán los medios técnicos que les permitan seguir obteniendo la información buscada pero sin quebrar la idea de aplicar técnicas "reversibles". Para las tareas subacuáticas se han creado muchos equipos que permiten cumplir con bastante precisión esta idea, y en el peor de los casos mitigar los efectos del trabajo científico. Ya no existe la necesidad de retirar del sitio un objeto para su divulgación, y ni siquiera es necesario removerlo para poder comprender el contexto en el que se lo encuentra.
La base de una nueva ética respecto de los bienes arqueológicos ya existe. Está definida en el corpus de los documentos internacionales que ya fueron citados en este trabajo así como en otros que sirvieron de antecedentes a los mismos (Cartas, Declaraciones, Resoluciones y Recomendaciones del ICOMOS). Es necesario ahora que los profesionales la conozcan y decidan utilizarla. La base de la misma es poner en relación dos principios: reversibilidad y acción no intrusiva.
Acción no Intrusiva y Reversibilidad
La Carta sobre la Protección y Gestión del Patrimonio Cultural Subacuático nombra en varios de sus artículos la idea de las acciones no intrusivas. Tomando en cuenta todas estas ocasiones se logra construir una definición precisa de este principio.
En el primer artículo dedicado a los Principios Fundamentales, se plantea explícitamente "Deberán alentarse técnicas no destructivas, investigaciones no intrusivas y extracción de muestras, de preferencia a la excavación". Esta mención de la condición de "no intrusión" establece la mayor de las aplicaciones posibles y la valoriza al punto de entender que tienen una plusvalía en la elección respecto de la excavación misma o de técnicas destructivas. Es en este artículo de la carta en el que se le da el mayor rango conceptual a este principio, colocándolo en la prioridad número uno ante todas las acciones posibles a desarrollar en un sitio. A su vez establece posibles situaciones intermedias como "extracción de muestras" ó similares como "técnicas no destructivas", admitiendo que aún éstas sin ser radicales son preferibles a la excavación completa de un sitio.
Sin mencionar particularmente la "no intrusión", en el primer párrafo de la declaración de principios se dice "La preservación del patrimonio cultural subacuático "in situ" deberá considerarse como la primera opción". Esta frase define implícitamente que al valorar como la primera opción de acción posible frente a un sitio la preservación en el lugar de su hallazgo, su separación parcial o total debe pensarse como una decisión a tomar en una segunda instancia, es decir que efectivamente es preferible no modificar la situación "original" al momento del hallazgo como en el instante de la intervención científica. Es claro que ésta sería la expresión más extrema de un caso de aplicación del principio de acción no intrusiva.
El artículo 5 tiene una mención de este principio: "La metodología debe estar de acuerdo con los objetivos de la investigación y las técnicas a emplear deben ser lo menos intrusivas como sea posible." Si bien ahora se determina desde una condición de deseo de la existencia de algún grado de esta manera de actuar ante el sitio, también es cierto que plantea que la acción debe ser tan importante como sea factible.
El séptimo artículo da cuenta de otra situación. Establece que antes de tomar una acción debe estudiarse cuál es la necesidad de la aplicación de una técnica. Según el documento, este estudio debe estar en relación con el valor y la vulnerabilidad del sito. El tema se plantea en la frase: "Toda investigación intrusiva al patrimonio cultural subacuático deberá estar precedida por un estudio documentado del sitio que evalúe la vulnerabilidad, significancia y potencial del mismo, que deberá ser documentado."
Finalmente en el mismo artículo la "no intrusión" queda valorada nuevamente al establecer la necesidad de una evaluación sobre los resultados de una acción intrusiva. Es ahora cuando se define el problema del valor por las consecuencias, o al menos el intento de mitigar situaciones resultantes del trabajo arqueológico, buscando minimizarlas tanto como sea posible aún en plazos de dimensiones importantes. El párrafo que trata este tema dice: "La evaluación del sitio debe estar acompañada por un estudio de base que contenga observaciones históricas disponibles y evidencia arqueológica, las características arqueológicas y ambientales del sitio y las consecuencias de la intrusión sobre la estabilidad a largo plazo del área afectada por la investigación."
La reversibilidad ha sido uno de los pilares de toda acción en el campo de la preservación patrimonial. Es básicamente resultado de reconocer las limitaciones de conocimiento científico acerca del resultado futuro de aquellas acciones que se tomen hoy para con el patrimonio. Es en alguna medida el principio que establece el intento de aún cometiendo errores poder subsanarlos con la eliminación de la acción y el efecto producidos, permitiendo volver al estado anterior al momento de actuar con el bien patrimonial.
En gran cantidad de casos de bienes se ha utilizado, y es un principio ineludible para la "restauración".
La arqueología ha tenido problemas con este tema. Para algunos científicos es un principio de la preservación que no es posible de utilizarse en la arqueología, ya que en este momento todavía no existe método o técnica alguna que permita retrotraer los sitios arqueológicos al momento anterior a su excavación.
Puesto en estos términos, parece que hasta el momento la única opción de "reversibilidad" en arqueología es evitar la excavación o cualquier acción no intrusiva.
Pero, tal como es factible remover una capa de material agregado a un objeto, con el sentido de volverlo a colocar en su condición previa a los trabajos científicos, en la arqueología es posible dar lugar a la mitigación del impacto sobre u bien no renovable.
Todo indica que la única opción que se dispone para poder evitar los daños que hoy producimos sobre los sitios, sin saber que los estamos haciendo, es tomar la precaución y el esfuerzo de intentar obtener información de ellos sin modificar su actual estado. Es evidente que para la arqueología el principio de "reversibilidad" implica situaciones más complejas que para otras ciencias, pero no por ello es justificable evitar enfrentar el problema.
Tomar el problema e intentar hacer algo con él, requiere poner en contacto estos dos principios. La reversibilidad tiene algún grado de aplicación y verosimilitud cuando se piensa y ejecutan acciones no intrusivas en los sitios.
Resultados
Dadas las condiciones especiales de la arqueología subacuática, y los niveles de conservación de los bienes sumergidos, las acciones no intrusivas han sido mayoritarias en Argentina. Las mismas han permitido que la especialidad se haya desarrollado, y que se haya comenzado a recuperar información que hasta ahora permaneció olvidada o perdida.
Haber realizado trabajos en los que la información del registro arqueológico se obtuvo mediante trabajos en los que no se modificó la situación de cada sitio ha permitido trabajar con costos muy bajos, y a su vez, no poner en riesgo los materiales.
Entre otros réditos, se ha ingresado al estudio específico de problemas tafonómicos de sitios subacuáticos, tema del cual no existen modelos teóricos aplicables en Argentina, y se ha puesto en marcha una especialidad ahora creciente. Es claro que esta visión de la arqueología no hubiera sido factible en los años 50, en los momentos iniciales de los trabajos bajo el agua (según los entendemos en la actualidad). Es claro que aún hoy es necesario excavar y recuperar material para poder obtener mayor información. Pero se ha preferido la realización de trabajos que den tiempo al desarrollo tecnológico, que den lugar a que los sitios puedan ser estudiados en el futuro, tal vez con posibilidades metodológicas diferentes que permitan recuperar más información de la que hoy es posible, sin destruir el contexto.
Los trabajos hechos en los sitios: del pecio de la H. M. S. Swift (los relizados por el autor); de las Lagunas Encadenadas de Saavedra; de Monje, de Posadas y de Santa Fe La Vieja, son los testimonios que dan cuenta de las ideas precedentes.
Cada uno de estos proyectos tiene problemas científicos diferentes y se plantean preguntas diversas, lo cual no fue obstáculo para que en todos se haya podido aplicar una misma ética. En todos se optó por la recuperación de información por medio de técnicas no intrusivas. Sin embargo, en algunos casos se llegó hasta el límite de las acciones no intrusivas y debió comenzarse con la modificación del sitio para levantar más información.
Solo a partir de la idea de realizar acciones no intrusivas es que se ha podido implementar el principio de "reversibilidad" de los trabajos en relación con el patrimonio, tal como se realiza con otros tipos de patrimonio. Si bien no es una actitud generalizada en la arqueología, la especialidad dedicada al patrimonio sumergido ha dado pruebas de la aplicabilidad de este principio, y ha sido la que con mayor frecuencia decidió por ella.
Pensar en obtener información de un sitio mediante acciones no intrusivas requiere de un cambio de actitud por parte de los especialistas. Requiere de un cambio en la concepción de "uso" de un sitio en términos científicos.
El problema de la acciones no intrusivas y sus efectos no debería pensarse independientemente del problema de los derechos del público. Sólo a efectos de recordar esta situación es que se menciona el problema en este trabajo.
El otro gran tema del uso de los bienes sumergidos es el problema del público que hoy puede acceder a los sitios bajo el agua con fines turísticos. El uso no científico del patrimonio es parte de los circuitos de buceo en todo el mundo. En estos casos también se hace necesario un cambio de actitud en los científicos.
Los ejemplos de los sitios sumergidos visitables del archipiélago de Estocolmo (Jutholmen; Riksapplet; Anna María) o los del Lago Michigan en los Estados Unidos de Norteamérica, son actualmente los que demuestran que el cambio de actitud de los científicos ante el patrimonio y su utilización permite ofrecer otros "usos" de los bienes al público. Gracias a no haber realizado rescates ni excavaciones intensivas, los buzos aficionados cuentan con sitios bajo el agua visitables, y mejor aún, al no haber sido excavados en su totalidad, permiten que en el futuro otros científicos den un nuevo y mejor uso a los bienes, pudiendo formularse nuevas preguntas y utilizando nuevas técnicas.
Sin una actitud de interés en la supervivencia hacia el futuro de los sitios sumergidos, no existiría una guía para que el público que hoy bucea en estos lugares pudiese comprender el valor de su necesario cuidado participativo que posibilita estudios futuros. De no haberse privilegiado la obtención de información utilizando métodos no intrusivos, no solo no existiría patrimonio sumergido y estudiado alguno, sino que además se habría generalizado la idea de llegar a estos sitios con el solo objetivo de obtener una pieza preciada que nadie más que su "rescatador" podría conocer o apreciar. De no haberse tenido en cuenta esta ética, los saqueos ocurridos en los comienzos del buceo se habrían generalizado como la única opción de un uso del patrimonio sumergido.
En la actualidad, no todo el patrimonio bajo las aguas es sometido a la aplicación de esta ética. Son muchos los gobiernos (el argentino entre ellos) que no han conformado cuerpos legales que promuevan estas ideas. Son muchos los sitios que sufren el ataque de personas que entienden (como en los 50s) que el recurso económico del patrimonio está en su posesión y posible comercialización. Pero aún así, aquellos que ejercen este otro uso del patrimonio, lo hacen sabiendo que mundialmente se ha establecido la noción ética de la preservación de este patrimonio, que sin duda alguna y tal vez más que otros, es un recurso no renovable.
La relación entre los principios y los derechos del público desemboca en reflexiones importantes. Los derechos del público ponen en duda la "libertad de la ciencia" de actuar con el patrimonio. Más aún, la reversibilidad y sus implicancias, ponen en relación la necesidad de pensar incluso cuánto es lo que se puede "dañar" al patrimonio en pos de alguna reivindicación de los derechos educacionales o de divulgación del conocimiento actual que el público efectivamente tiene. No hay duda que en el momento de diseñar un trabajo, los científicos corren los riesgos pero a su vez condenan (muchas veces sin saberlo) los derechos del futuro del público y sus bienes materiales.
Tal vez la mejor manera de generar una contribución ante el tema del uso del patrimonio sea no limitarse ante la capacidad de preguntarse. Tal vez la mejor forma sea preguntarse hasta dónde se ha comprendido que un "recurso no renovable" requiere de su "no alteración", o de ser necesaria e ineludible, cuál es la capacidad que se tiene para revertir las acciones llevadas a cabo.
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