Especial NAyA 2001 (version en linea del cdrom)

ARTE RUPESTRE “CORDILLERA ANDINA DE LINARES” CHILE

José Retamal Soto
Director de Arte
Museo Antropológico y Arte Rupestre
Colbún, VII Región - Chile
faretal@entelchile.net

 

En el año 1958, se tienen las primeras noticias de la existencia de “un extenso campo de petroglifos en el Cajón de Calabozos, en la Cordillera del Melado”, ubicada en la región del Maule , por parte de militares de la Escuela de Artillería de Linares.

Esto motivó a investigadores como el geólogo George Müller ese mismo año ha efectuar un reconocimiento y documentación del lugar, posteriormente en 1968, Hans Niemeyer efectúa un primer estudio que es completado el año siguiente y en 1970 reconoce otros sitios con Arte Rupestre del ya denominado “Estilo Guaiquivilo” hasta completar siete excursiones desde el año 1968 al año 1973.

En enero del año 2000, el Museo Antropológico y de Arte Rupestre de Colbún efectúa una segunda expedición al Cajón de Calabozo con un equipo multidisciplinario integrado por tres antropólogos, dos estudiantes universitarios de geología, un médico, un camarógrafo profesional, un fotógrafo, una estudiante universitaria de idiomas y tres guías de montaña.

CAJÓN DE CALABOZO

Se encuentra ubicado en la latitud 36° 11’, longitud 70° 56’ en la vertiente suroeste de la Cordillera del Melado, cuyo estero tributa al río Guaiquivilo. Este cajón relativamente estrecho con una fuerte pendiente, solo con huellas que en algunos lugares no superan los treinta centímetros de ancho, las paredes rocosas que lo franquean presentan un ángulo aproximado de 60 grados.

Todo el fondo del cajón es pedregoso con escasos lugares con pasto denominado coirón lo que en comparación a los cajones vecinos no permite sustentar una cantidad superior a treinta vacunos, si permite la crianza de caprinos.

Tampoco existen frutos comestibles que puedan sustentar una población humana de cierta cuantía, de los frutos aptos para el consumo encontrados en ese lugar cabe mencionar el Camán (retamilla ephedra), el Michay (berberis darwinii) y la Zarzaparrilla (ribes sp.) que si permiten sustento por un período corto de tiempo durante el período estival.

También por su ubicación y características geográficas, este cajón cordillerano es uno de los que más se cubre de nieve en invierno y demora más en deshielarse permaneciendo esta hasta marzo en las partes altas de las quebradas, razón por la cual en verano es más frío en las noches y el agua más helada que en otros esteros del sector.

Cabe consignar además que por los deshielos estivales el cruce de ríos y esteros es posible en los meses de enero y febrero para hacerlo sin peligro. Todos estos aspectos hacen suponer que la ocupación humana de este cajón era en cierta época del año y por un período muy corto y con un fin específico.


Desde el fondo del cajón, descendiendo por este nos encontramos con el lugar denominado actualmente como las casas de piedras” que corresponden a una agrupación de grandes bloques de piedras desprendidos de la ladera sur del cordón montañoso que dejan espacios protegidos o aleros donde se refugian los arrieros y pastores en la temporada.

Contrario a lo señalado por Niemeyer en su informe ...”el reconocimiento que hicimos de este lugar no dio resultados positivos en cuanto ha hallazgos arqueológicos”, en esta ocasión al examinar los “techos” o superficie superior de este recinto se encontró en oquedades de la roca restos de pigmento rojo.


En la casa de piedra principal se encuentra una oquedad de aproximadamente treinta por veinte centímetros con restos de pigmento rojo al igual que en la superficie superior de dos planchones rocosos situados subiendo por la ladera sur oeste a unos treinta metros del lugar descrito.

Similar oquedad y con igual pigmento se encuentra en el planchón rocoso principal del yacimiento de petroglifos ubicado aguas abajo, cuyo estilo corresponde al arte rupestre denominado “Estilo Guaiquivilo”.

El color rojo del pigmento, tomado en el contexto cognitivo simbólico, ha sido utilizado por todos los pueblos precolombinos y se mantiene en aquellas etnias aborígenes actuales que no han sido “culturizadas” y que mantienen vivas sus tradiciones, tal como ocurre en las culturas andinas como la aymará en el norte y la mapuche en el centro sur del país, el rojo se asocia a connotaciones positivas en el contexto actual.

ARTE RUPESTRE ESTILO GUAIQUIVILO

En líneas generales podemos sintetizar que existe homogeneidad tanto en el estilo, como en el ámbito geográfico y en la intención con que se efectuaron los grabados.

La técnica empleada corresponde al grabado lineal por percusión o golpeteo repetido con un elemento duro a fin de hacer saltar la platina superficial de oxidación natural de la roca que corresponde a andesita, hasta alcanzar la materia sana y producir un contraste de color, el ancho de las líneas es variable, oscilando de uno a dos centímetros y la profundidad no es mayor a uno o dos milímetros.

Al igual que otros sitios de arte rupestre se encuentran asociado a saltos de agua, sobre afloramientos rocosos andesíticos, su mayor superficie corresponde a planos semihorizontales o ligeramente inclinados lo que permite al ejecutante adoptar la posición más cómoda.

Esto da en algunos lugares una distribución abigarrada y anárquica cubriendo toda la superficie, en otros lugares especialmente en los inclinados permite adivinar la posición en que fue efectuado ya que es la única que permite la superficie rocosa, por lo cual se puede sugerir que quién lo hizo privilegió la textura, color y forma de la roca a las orientaciones astrológicas o de puntos cardinales específicos.

La representación temática tiene un carácter simbólico-abstracto con una riqueza de signos que Niemeyer la agrupa en dos tipos: signos biomorfos y geométricos-abstractos.

Los signos biomorfos son aquellos en que se puede reconocer una forma viva: humana, de animales, plantas o parte de ellas.

Los signos abstractos o geométricos son aquellos que corresponden a dibujos que no tienen una representación interpretativa precisa.

En general estos últimos corresponderían a imágenes creadas en estados alucinatorios producidos por plantas alucinógenas y/o ayuno prolongado utilizado en ceremonias chamánicas, al igual cabe señalar que al analizar en terreno este arte figurativo la presencia de autores de diferentes edades es evidente, al igual que la del grupo familiar.

.

En general la gran mayoría de los pueblos aborígenes practicaban ritos en conexión con el nacimiento, la pubertad, la muerte y el chamanismo.

Mención especial se debe hacer al grabado de dos improntas humanas y tres improntas de felino que ocupa un lugar especial y en excelente estado de conservación y que el ejecutor escogió un lugar semi inclinado apto para trabajar de rodillas y la roca presenta una platina superficial de fuerte color oxidativo, lo que realza el contraste, con un alto grado de prolijidad y belleza del grabado.

En los pueblos aborígenes: Mayas, Chavín, Tiwanaku, el felino tuvo gran importancia en la vida del hombre, símbolo de primer orden y elemento relevante dentro de la cosmovisión, razón por la cual este glifo sería la representación más austral encontrado de la transformación del felino en ser humano.

Un estudio más extenso y de clasificación del arte rupestre del estilo guaiquivilo, vale remitirse al efectuado por Niemeyer y presentado en las actas del VII Congreso de Arqueología Chilena, Santiago, 1973-1973.

En cuanto a la cultura y tiempo en que fueron efectuados, es un campo que cae en las elucubraciones ya que no se han encontrado materiales asociados que sirvan de guía, eso no significa que no existan, sólo que no se ha efectuado una prolija investigación, especialmente en el lugar denominado casa de piedra y esencial en investigaciones futuras.

En el sector de los baños de guaiquivilo, en la plataforma fluvial del lado norte del cajón de Ramadillas perpendicular al cajón de Calabozo, se encontraron restos líticos de obsidiana en superficie y dadas las características del lugar, punto de intersección de las rutas hacia Calabozo, Los Cristales, Cipreses, Ramadilla, además de la presencia de aguas termales que aumentan la temperatura del río, fauna abundante en las vegas vecinas, especialmente patos, caiquenes y roedores, hacen un ecosistema más propicio para el establecimiento temporal de grupos humanos cazadores-recolectores trashumantes, que ocupaban el sector andino tanto del territorio chileno como argentino.

Según Mario Orellana en su publicación “Historia y Antropología de la Isla de la Laja”, opina que los especialistas de arte prehistórico es anterior a la presencia española y podría comenzar hacia el siglo XII d.c. y los autores de estos grabados serían los ancestros de los aborígenes que serían conocidos como Pehuenches en el siglo XVII.

A pesar que actualmente no se encuentran aborígenes actuales en esta área como lo es en Alto Bío-Bío por ejemplo, encontramos lugares denominados como el paso fronterizo cercano a la laguna del Maule “Paso Pehuenche” o los cerros cercanos a la central hidroeléctrica “Pehuenche” que reciben la denominación de “Cerros de los Pehuenches”, donde existía a fines del siglo XIX un poblado indígena.

CONCLUSIONES

El Cajón de Calabozo, ubicado en la Cordillera del Melado, en el sector Andino de Linares, dentro del Arte Rupestre del “Estilo Guaiquivilo”, representa un sitio arqueológico de primera categoría tanto por el diseño de los glifos, como por contar con todos los elementos de un sitio con características de santuario o centro ceremonial de grupos aborígenes, cuyo significado y ritos se han perdido en la memoria del tiempo.

BIBLIOGRAFÍA:

-Hans Niemeyer-Lotte Weisner: Los Petroglifos de la Cordillera Andina de Linares.

-Mario Orellana Rodríguez: Prehistoria y Etnología de Chile.1994.

-Mario Orellana Rodríguez: Historia y Antropología de la Isla de la Laja.1992.

-Greta Mostny: Culturas Precolombinas de Chile.

-José Toribio Medina: Los Aborígenes de Chile.1952.

-Horacio Zapater: Aborígenes Chilenos a través de Cronistas y Viajeros.1978.

-Isabel Margarita Aguirre, Carlos Aldunate: Los Primeros Americanos y sus descendientes.1988.

-M. Ester Grebe, Blas Hidalgo: Simbolismo Atacameño: Aporte etnológico a la compresión de significados culturales.1988.

-V. Manríquez, C. Odone, A. Vega: Etnohistoria en el corregimiento del Maule, la población indígena y el territorio en los siglos XVI y XVII.1998

FOTOGRAFIAS


EQUIPO  EXPEDICIÓN 2000.
        VIVIENDA TÍPICA SECTOR CORDILLERANO

 


CAJÓN  CALABOZOS  (VISTA GENERAL)     
   CAJON CALABOZOS  ( ZONA PETROGLIFOS)

 


ROCA ANDESITICA DE SUSTRATO

SIGNOS  ABSTRACTOS

 DETALLE  (GLIFOS)     
SIGNOS GEOMETRICOS    SIGNOS BIOMORFOS

                                                                                       

Cuadro de texto: José Retamal Soto
Director de Arte
Museo Antropológico y Arte Rupestre
Colbún, VII Región
Chile.
faretal@entelchile.net

Manos marcadas dibujadas sobre tierra,
cascos de andesita tallados y ultrajados con miles
de sinónimos imaginados, caricia sobre el polvo,
reflejando momentos vividos por un pueblo,
incrustados sobre monumentos carcomidos por el tiempo.


Buscar en esta seccion :