Simposio: Alcances, Limitaciones y Proyecciones de los Estudios Paleoetnobiológicos en las Américas (Amelia Sánchez, coord.), 49 Congreso Internacional de Americanistas, Quito, Ecuador, 7 al 11 de julio de 1997.
"ARTICULACION DE DATOS QUIMICOS, BOTANICOS, ZOOLOGICOS Y ARQUEOLOGICOS EN EL ESTUDIO DE AREAS DE ACTIVIDAD EN VIVIENDAS URBANAS ANTIGUAS: EL CASO DE TEOTIHUACAN, MEXICO"
Linda Manzanilla
UNAM
Introducción
La vida cotidiana de los pueblos prehispánicos se ha tornado un tema de interés en la arqueología de nuestros tiempos. En particular, el tema de las variaciones económicas en las unidades domésticas de los centros urbanos se presta para un análisis profundo.
Uno de los ejemplos más atractivos de sociedad urbana temprana es Teotihuacan, en la Cuenca de México. Poco sabemos sobre la vida de este gran centro a principios de la Era Cristiana. De 200 a 500 dC, se definen claramente los elementos de planificación urbana del sitio, así como la vida doméstica en conjuntos habitacionales multifamiliares (Millon 1973): la existencia de calles y áreas de circulación bien definidas, un servicio de agua potable y un sistema de alcantarillado, construcciones ceremoniales y administrativas a lo largo de la Avenida de los Muertos, etcétera.
Alrededor del área central de la ciudad, se dispuso una serie de estructuras residenciales, algunas de las cuales han sido excavadas en su totalidad, mientras otras, lo han sido de manera parcial (Séjourné 1966; Moore 1966; Sánchez Alaniz 1989; Monzón 1989; Sanders 1966, 1994; Storey y Widmer 1989; Widmer 1987, 1991; Manzanilla 1993, 1996).
Los conjuntos habitacionales multifamiliares generalmente consisten de varios cuartos a diversos niveles, alrededor de patios abiertos (algunos son de tipo ritual, y otros espacios que sirven de colectores de agua pluvial y de receptores de desechos, además de proporcionar ventilación y luz); constan de diversos "apartamentos" unidos por pasillos de circulación; tienen santuarios domésticos, y todo el conjunto está circundado por un muro externo (Figuras 1 y 2).
La hipótesis original es que pudieron haber sido ocupados por grupos corporativos compartiendo oficio, parentesco y territorio doméstico; se ha observado que los artesanos dedicados a diferentes manufacturas vivían en conjuntos separados (Spence 1966; Millon 1968). Sin embargo, se ha publicado muy poca información respecto de este tema.
Los conjuntos domésticos varían en área: los hay muy grandes, de más de 3500 m2 (Figura 3); otros son de tamaño medio, de alrededor de 2280 m2; mientras otros mucho más pequeños, entre 280 y 550 m2 (Figura 4).
Otro hecho que se observa en estos conjuntos es su diseño para lograr un máximo de privacía. Cada construcción estaba aislada de la calle y los muros externos no tenían ventanas. Generalmente contaban con un acceso desde el exterior. Los patios internos no estaban techados: así se lograba tener luz y aire, además de agua pluvial para el interior del edificio (Millon 1967: 43).
Los "apartamentos" familiares pueden ser individuados tomando en consideración los pasillos de circulación o los puntos de acceso. En el caso del conjunto excavado en Oztoyahualco 15B:N6W3, preferimos abordar el tema a través de los patrones de distribución de actividades; hemos observado que los "apartamentos" para cada familia nuclear incluyen una zona de preparación y consumo de alimentos, áreas de estancia y dormitorio, cuartos de almacenamiento, sectores destinados al desecho, patios de culto y áreas funerarias. Sin embargo, hay zonas en que todo el grupo familiar se re£ne para hacer actividades comunes, particularmente relacionadas con el ritual y quizá con la cría de animales domésticos. Tenemos la sospecha de que también hay actividades en que participan miembros de las distintas familias en relación al exterior.
En 1985 se inició el proyecto interdisciplinario "Antigua ciudad de Teotihuacan. Primeras fases de desarrollo urbano" (PACT) en el sector noroeste del Valle de Teotihuacan (Oztoyahualco), bajo mi dirección. Los investigadores que participaron en él pertenecen al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
El objetivo primordial era excavar y analizar con el mayor cuidado posible las evidencias de actividades en cada uno de los cuartos de un conjunto habitacional teotihuacano.
Una de las inquietudes era determinar si las unidades domésticas que habitaban los conjuntos residenciales teotihuacanos funcionaban a manera de los calpultin de los mexicas o ayllu de los incas, es decir, unidades de residencia, oficio y parcialmente de parentesco. La primera condición la tenemos de facto; la segunda se averiguaría a través del estudio de las actividades que cada familia hace y aquéllas que toda la unidad doméstica comparte; la tercera se abordaría a través del estudio del DNA en los huesos de los entierros hallados en el conjunto habitacional.
I. Estudio de áreas de actividad
El estudio de áreas de actividad y estructuras domésticas se ha convertido en un campo fértil de investigación arqueológica. Se ha acuñado incluso el término "arqueología doméstica" para hacer referencia al nivel de análisis de la unidad habitacional. Existen otros términos, como "arqueología contextual", "arqueología espacial", "arqueología del comportamiento", etcétera, que revelan el creciente interés por entender los patrones de distribución que reflejen actividades humanas.
A nuestro parecer, es el área de actividad la unidad espacial mínima del registro arqueológico en la que las acciones sociales, repetidas, quedan impresas. Un área de actividad sería la concentración y asociación de materias primas, instrumentos y desechos en vol£menes específicos (Manzanilla 1986a: 11).
Podríamos clasificar las áreas de actividad, siguiendo a Schiffer (1972), en áreas de: abastecimiento, manufactura, uso-consumo, almacenamiento y desecho. Además, podríamos ordenarlas seg£n nuestra propuesta (Manzanilla 1986b: 281), en la que los tipos de producción (sean éstos de elementos de subsistencia, de manufactura y de construcción) se cruzan con los tipos de consumo y uso que se hace de ellos (individual/familiar inmediato, productivo, en la rama de la distribución y el intercambio, en la instancia política y en la vida simbólica).
Una vez que tenemos estudiada una gama de actividades representadas en contextos arqueológicos específicos, el siguiente nivel de análisis es asociarlas a unidades familiares y domésticas particulares. Un grupo doméstico está formado por los individuos que comparten el mismo espacio físico para comer, dormir, crecer, procrear, trabajar y descansar. Los tres criterios básicos que nos permiten definir este concepto son: el de residencia, el de actividades compartidas y el de parentesco (Manzanilla 1986a: 14).
El correlato arqueológico del grupo doméstico es la unidad habitacional que incluiría la vivienda y las estructuras accesorias para almacenar, preparar alimentos, criar animales domésticos, cultivar hortalizas, etcétera. Al analizar un sector determinado de un sitio arqueológico es necesario, pues, abordar el problema de la función específica a la que están destinadas las construcciones.
Durante los £ltimos 15 años, varios investigadores mexicanos (Reyna Robles 1977; Serra Puche 1980, 1988; Manzanilla 1985, 1987, 1988-89, 1990; Manzanilla y Barba 1990) hemos insistido en el enorme potencial de las excavaciones extensivas para comprender asociaciones de artefactos, desechos y materias primas en superficies o vol£menes discretos. Hemos basado nuestro trabajo en la premisa de que un grupo doméstico es esencialmente un grupo que comparte actividades, como Ashmore y Wilk (1988: 3) lo señalan recientemente. Sin embargo, nuestras investigaciones no han permeado la esfera académica norteamericana que se dedica a problemas similares.
Algunos arqueólogos, como Kent (1987: 2), han escogido una metodología etnoarqueológica para abordar estudios espaciales, en particular para desarrollar métodos de estudio de áreas de actividad. Hemos preferido, sin embargo, análisis más convencionales que se basan en la interpretación de patrones de distribución de información arqueológica, química y paleobiológica en estructuras domésticas (Binford 1983; Flannery 1976; Hill 1968; Barba 1986; Barba et al. 1987; Barba y Manzanilla, en Manzanilla 1987; Barba 1990; Ortiz 1990; Ortiz 1991).
Concordamos con Flannery (1976: 5-6) en que el nivel del área de actividad, que refleja acciones repetidas, es la unidad espacial mínima del registro arqueológico, con significado social. En nuestro proyecto, definimos al área de actividad como concentraciones y asociaciones de materias primas, instrumentos, productos semiprocesados y desechos en superficies específicas o en cantidades que reflejen procesos particulares de producción, consumo, almacenamiento o desecho (Manzanilla 1986a).
El grado de transparencia de estas unidades en el registro arqueológico no sólo está relacionado a los procesos de transformación naturales y culturales (Rathje y Schiffer 1982; Seymour y Schiffer 1987), sino a las modalidades de abandono de un sitio (Manzanilla 1979; 1986b: 165).
A continuación nos referiremos a la metodología particular del proyecto. Se eligió el conjunto ubicado en el cuadro N6W3:15B de la retícula de Millon (1973).
Después de aplicar una serie de técnicas de prospección geofísica -como las fotos aéreas de baja altitud, la magnetometría, la resistividad eléctrica y los sondeos-, prospección geoquímica (pH, carbonatos, fosfatos y color) y arqueológica -y la consecuente producción de mapas de distribución de materiales hallados en la superficie-, se inició la excavación extensiva de un montículo amplio, de carácter habitacional. Pronto aparecieron los muros, los pisos, los patios y, naturalmente, las áreas de actividad. Estas fueron registradas durante la excavación misma, a través de una forma descriptiva que incluía aspectos como la ubicación, las dimensiones, el contenido, las asociaciones y los componentes. De la superficie de cada metro cuadrado de piso de estuco se tomaron muestras para fitolitos, polen y flotación. Cuando el total del área construida fue expuesto, se tomaron también muestras del piso mismo para análisis químico. Se usó un taladro eléctrico con una broca para concreto, con el que se hicieron varias perforaciones pequeñas de unos cinco centímetros de diámetro; en cuartos bien definidos éstas estaban espaciadas 50 cm, pero en patios y traspatios se tomaron cada 2 m.
Además de recabar información arquitectónica y funeraria, de elaborar mapas de las distribuciones de artefactos sobre los pisos, del cribado y análisis de muestras de flotación, incluimos microanálisis de compuestos químicos sobre los pisos, fitolitos y polen, macrofósiles botánicos y faunísticos, además de distribuciones de artefactos (Barba et al. 1987; Manzanilla 1988-89; Manzanilla y Barba 1990). Así obtuvimos la anatomía de un conjunto habitacional de las fases Xolalpan y Metepec.
Este conjunto (véase Figura 4) fue abandonado con algo de tiempo para llevarse parte del repertorio de artefactos, por lo que hallamos algunas trazas de desechos de facto en algunos cuartos; en otros casos, hubo información que se acerca más a un abandono s£bito, es decir, áreas que hemos denominado locus agendi (Manzanilla 1986a, 1986b; 1988-89): un pulidor de estuco sobre la mezcla lista para ser aplicada sobre fosas de entierros, un platón roto sobre el piso de un área de consumo de alimentos, concentraciones de navajillas prismáticas junto a una piedra donde cortaban patas de conejos, etcétera.
Sabíamos que los pisos eran barridos escrupulosamente, por lo que no íbamos a hallar restos macroscópicos abundantes para nuestro análisis. Planeamos así una estrategia que tomase en consideración las trazas químicas de actividades sobre los pisos de estuco (Barba et al. 1987; Barba 1990; Ortiz 1990; Ortiz 1991), así como evidencia biológica microscópica.
Al introducir el estudio químico de los pisos, observamos los siguientes fenómenos (Manzanilla y Barba 1990: 42):
a. Las zonas de descanso y dormitorio se encuentran en cuartos internos y, de existir solamente un cuarto, están ubicadas en un sector opuesto al fogón, que se reconoce por un aumento en el pH del piso de estuco, y un viraje de color hacia el oscuro.
b. Las zonas donde se preparan y consumen alimentos generalmente incluyen fogones o puntos de ubicación del anafre o estufa portátil, que se correlacionan con bajos valores de fosfatos, cambios de color y pH alto. Generalmente es posible hallar semillas carbonizadas asociadas.
c. Las zonas donde se consumen alimentos son ricas en fosfato y bajas en pH. Se encuentran localizadas cerca de las zonas de preparación. En ocasiones se detectan concentraciones anómalas de carbonato de calcio que son debidas a la preparación del nixtamal para las tortillas o panes planos de maíz.
d. Las zonas donde se crían o guardan animales muestran concentraciones altas de fosfato.
e. Las zonas de tráfico y circulación sufren desgaste y son pobres en compuestos químicos.
Los compuestos químicos en pisos de estuco son producto de actividades, no pueden ser reusados y prácticamente no muestran desplazamientos verticales ni horizontales. Esta es una ventaja indudable respecto de otros indicadores arqueológicos.
Durante las temporadas de excavación aislamos distribuciones específicas de artefactos, desechos y materias primas que probablemente representasen áreas de actividad. Generalmente estaban asociadas a espacios definidos: fosas de ofrendas o de entierro excavadas en los pisos, asociaciones de vasijas de almacenamiento en bodegas, concentraciones de artefactos o restos faunísticos en las esquinas de los cuartos.
Las hipótesis sobre la existencia de áreas de actividad particulares fueron contrastadas con las distribuciones de elementos biológicos y compuestos químicos, para afinar la interpretación. No siempre hubo concordancia total, pero podemos decir que obtuvimos buena correspondencia en la mayor parte de los casos. El ejercicio interdisciplinario de discutir las conclusiones de los mapas de distribución para interpretar las funciones de los cuartos resultó un trabajo muy estimulante.
Posteriormente, se analizaron las características formales y funcionales de los artefactos, las materias primas y los desechos procedentes de las distintas áreas. Los resultados se virtieron en mapas de distribución que fueron comparados con otros mapas que graficaban la información química y paleobiológica.
Además se analizaron los restos óseos humanos con el fin de determinar paleopatología, dieta y prácticas culturales; se hizo un estudio de la ideología doméstica a través de la iconografía y las prácticas funerarias, además de un estudio más minucioso de un magnífico incensario tipo teatro -de los raros casos hallados en excavaciones controladas-, y por £ltimo una comparación de las arcillas y algunos tipos cerámicos de Teotihuacan con un conjunto cerámico del centro de Veracruz.
Por £ltimo se hizo una comparación entre la información de nuestro conjunto residencial y aquélla procedente de otros conjuntos teotihuacanos excavados anteriormente.
Resultados
1. Procesamiento y consumo de alimentos
Respecto de sitios donde fueron preparados y consumidos alimentos, en Oztoyahualco 15B:N6W3 localizamos tres sectores de cocina, que fueron reconocidos por la existencia de manchas rojo oscuras en el piso de estuco, una reducción de los valores de carbonatos, y un considerable incremento en el pH en el sitio en el que el anafre yacía. Este sector estaba rodeado por una banda semicircular de fosfatos. Las cenizas producto de la combustión, aumentaron el pH en la zona manchada. Finalmente, la banda de fosfatos sugiere que ésta también era una zona importante de consumo de alimentos.
Estas conclusiones estuvieron apoyadas por el hecho de que, en algunos casos, cerca de la mancha roja oscura, se halló un instrumento de molienda. Además, la zona de cocina frecuentemente se hallaba contigua a un almacén. La hipótesis fue corroborada también por la distribución de restos faunísticos y botánicos.
Las zonas de tránsito fueron detectadas por restos orgánicos dejados por la acción de barrer: huesos de conejo, liebre, y venados juveniles y adultos; espinas carbonizadas de Agave, restos carbonizados de Panicum y Zea mays, fitolitos de calabaza, semillas carbonizadas de tuna. En el caso de una de estas cocinas (Cuarto 3-4), la puerta daba acceso a un pequeño patio de servicio, con drenaje al norte, que recibió una banda de desechos del área de consumo (por ejemplo, huesos de guajolote). Las cenizas barridas a través de la superficie del patio provocó un aumento en pH; cerca del drenaje, donde se concentró todo el desecho, había un valor alto de fosfatos.
En general, podemos decir que la subsistencia florística en los conjuntos habitacionales estaba relacionada al maíz, el amaranto, los frijoles, los chiles, Chenopodium, Portulaca, Physalis, los cactos, el tejocote (Crataegus mexicana) y el capulín (Prunus capuli)(McClung 1979, 1980: 162-163; Manzanilla 1985, 1996; Storey 1992: 64).
Así, concluimos que, en general, todos los conjuntos habitacionales teotihuacanos tuvieron un acceso similar a los recursos florísticos.
Los restos faunísticos indican que la subsistencia dependía sobre conejos y liebres, venado, perro y guajolote, suplementado por aves acuáticas y peces de agua dulce (Starbuck 1975; Valadez and Manzanilla 1988).
En Oztoyahualco 15B:N6W3 tuvimos una amplia variedad de especies de conejos y liebres (Sylvilagus floridanus, Sylvilagus cunicularius, Sylvilagus audobonii, Romerolagus diazi y Lepus callotis)(Valadez 1993). Incluso detectamos individuos jóvenes, por lo que hemos propuesto que el Cuarto 10 fuese un sitio de cría de estos animales. También hallamos cuatro perros jóvenes, presentes particularmente en entierros de neonatos e infantes, por lo que hemos propuesto que en Oztoyahualco 15B:N6W3 también se pudieron criar perros.
En Oztoyahualco 15B:N6W3, la alta proporción de conejos y liebres en la subsistencia tiene una contraparte ideológica en una pequeña escultura de conejo que yacía sobre un modelo de templo en el centro de uno de los patios rituales, quizá como deidad patrona. Las patas de los conejos quizá fueron cortadas ritualmente en el Cuarto 9 como parte de un ritual de grupo que se hacía en un santuario semidestruido.
2. Almacenamiento
En Oztoyahualco 15B:N6W3, se localizaron dos sectores de almacenamiento en la vecindad de dos zonas de consumo de alimentos que ya fueron mencionadas. En el Cuarto 5, se hallaron ánforas de anaranjado San Martin, junto con varios macrofósiles botánicos, particularmente maíz carbonizado y Leguminosae no carbonizada, Chenopodium carbonizado, cactos, Euphorbia, e Ipomoea no carbonizada. También hubo polen de Casimiroa en tal cantidad (95%) que seguramente hubo una atado de flores de zapote blanco almacenadas ahí (Manzanilla 1993). Esta planta tuvo usos medicinales en tiempos prehispánicos ya que sabemos por los cronistas que tenía efectos hipnóticos y somníferos (Barba et al. 1987). En los almacenes no había intensa actividad reflejada en concentraciones químicas, excepto por un aumento leve de fosfatos, una situación que perfectamente es acorde con una zona de almacenamiento.
El otro sector de almacenamiento (Cuarto 18) era un cuarto grande en la porción oeste del conjunto, y en él se hallaron varias vasijas de almacenamiento junto con objetos de culto doméstico: candeleros, figurillas y madreperla (Pinctata mazatlanica).
3. Sectores de destazamiento y de desecho
En Oztoyahualco 15B:N6W3, todos los cuartos del sector suroeste tienen evidencia de destazamiento; varios restos óseos de conejos y liebres se hallaron, junto con altos valores de fosfatos. Sólo hubo otro contexto que tuvo información similar: en una esquina de un cuarto al este del patio de servicio (C49) hallamos 12 navajillas de obsidiana cerca de restos de conejo y roedores, además de altos valores de fosfatos y pH (Manzanilla 1988-89).
4. Manufactura y construcción
En Oztoyahualco 15B:N6W3, sólo un sector tuvo datos de rejuvenecimiento de bordes de instrumentos líticos. Estuvo localizado en una esquina de C9, y consistió de una concentración de 58 fragmentos de navajillas prismáticas de obsidiana, un percutor de basalto y una media esfera ritual de caliza.
La otra actividad profusamente representada en Oztoyahualco 15B:N6W3 fue el alisamiento de estuco. Se detectó en el sector norte del conjunto, donde algunas fosas funerarias cortadas en el piso de estuco iban a ser recubiertas de nuevo. Sin embargo, la estructura parece que fue abandonada antes de concluir la tarea. La mezcla de carbonato de calcio ya estaba preparada y tenía un alisador de estuco encima. En total se hallaron 42 alisadores de estuco y 16 fragmentos en nuestra unidad habitacional, quizá proporcionando datos sobre una especialización de grupo doméstico.
En Oztoyahualco 15B:N6W3 observamos que cada unidad familiar pudo haber consumido vajillas de colores distintos: la vajilla mate, la rojo hematita, la naranja y la anaranjada delgada parecen estar asociadas con la Unidad Familiar n. 1. La Unidad Familiar n. 2 usaba las vajillas negra, café, Copa, Granular y San Martín. La Unidad Familiar n. 3 -la más pobre en diversidad cerámica y la más rica en entierros y fauna alóctona- contuvo una concentración de vajillas naranja, Anaranjada delgada y Mate. Esto podría reflejar un acceso diferencial de cada familia nuclear a la producción cerámica en el escenario urbano.
5. Areas de culto
Hubo tres patios de culto, cada uno correspondiendo a cada unidad familiar; uno de ellos -el más grande- probablemente también sirvió para concentrar a toda la unidad doméstica. Estaban localizados en las porciones noroeste, este y sureste del conjunto habitacional. El patio principal, C41, fue llamado el "Patio Rojo" ya que tuvo pintura mural de bandas rojas sinuosas. Fue el £nico con un altar construido, perteneciente a su nivel constructivo inferior. El patio C25 tuvo evidencia de incensarios tipo teatro y varias fosas aztecas que quizá perturbaron ofrendas o entierros. El patio C33 contuvo un modelo de templo portátil de basalto, con tablero y talud, y una esculturilla de conejo.
Alrededor de estos patios se hallaron algunas áreas de actividad relacionadas con la preparación del ritual. También hubo varias fosas funerarias y de ofrenda, particularmente en la mitad este del conjunto. La Unidad Familiar n. 3 fue la más prolífica en entierros, pero también en fauna alóctona: oso, jaguar, madreperla y otros moluscos marinos (Spondylys calcifer).
6. Entierros y materias primas alóctonas
Aun cuando Oztoyahualco 15B:N6W3 tuvo sólo 18 entierros, y no tanta información funeraria y osteológica como en Tlajinga 33 (Storey 1992) o La Ventilla "B" (Serrano y Lagunas 1974), hay conclusiones importantes respecto a este tipo de datos. Anteriormente señalamos que manejamos la hipótesis de tres unidades familiares en el conjunto excavado en Oztoyahualco 15B:N6W3. La primera, ubicada en el sector sureste, está representada sólo por tres entierros. La segunda, en la porción occidental, también tuvo tres entierros. En cambio, la tercera, en el sector noreste, tuvo 11 entierros, seis de los cuales fueron de infantes y niños.
Esta sobre-representación de entierros en determinados sectores de los conjuntos habitacionales también es patente en Xolalpan, donde casi todos los entierros estaban concentrados en el sector suroestes; en Tlamimilolpa, casi todos se agruparon en el sector centro-sur; en Tetitla, se concentraron en el sector noreste. Parecería que una familia está bien representada respecto de las prácticas funerarias, y todo el resto, subrepresentado.
En Oztoyahualco 15B:N6W3, cada unidad familiar tuvo un entierro muy rico en ofrendas (Entierro 8 para la Unidad 1, Entierro 13 para la Unidad 2, y probablemente los Entierros 10 y 1 para la Unidad 3), y de ellos, el Entierro 8 fue el más sobresaliente de todo el conjunto. En él se halló un incensario tipo teatro impresionante, que fue desmantelado y dispuesto alrededor del cuerpo.
Tuvimos representados c. 32 individuos en la muestra osteológica de nuestro conjunto, para cuatro generaciones (Civera 1993). Sin embargo, sigue siendo una muestra pequeña, por lo que sugerimos que algunos miembros de los conjuntos eran enterrados en otros lados. No existieron muchas patologías, por lo que se podría decir que no estaban tan mal en cuanto a la dieta. La presencia de varias especies de liebres y conejos, además de perro, guajolote y venado, corroboran el consumo de proteínas.
Como es com£n en Teotihuacan, la mayoría de los entierros fue hallado en fosas que cortaban los pisos de estuco. Las posiciones predominantes fueron la sedente flexionada y la dec£bito lateral flexionada, a semejanza como ocurre en otros lados (Serrano y Villanueva s.f. para San Francisco Mazapa, y Serrano y Lagunas 1974 para La Ventilla B, por ejemplo). De igual manera existe una fuerte incidencia de entierros infantiles y neonatos, que fue observada también en La Ventilla.
Consideraciones finales
Sin duda alguna la información con que contamos en Oztoyahualco 15B:N6W3 es privilegiada no sólo por la cantidad, sino por la calidad. El trabajo interdisciplinario permitió discriminar muchas actividades difíciles de detectar en casos en que los grupos bajo estudio barren escrupulosamente sus pisos.
En los patios rituales se llevaban a cabo ceremonias diversas. Algunas estaban relacionadas con altares construidos, como el de la £ltima época de C41, relacionadas con material carbonizado y uso del fuego; además, al sur del altar, hubo una fuerte concentración de fosfatos, lo cual indicaría consumo o uso de material orgánico. Otras ceremonias en patios implicaron el uso de maquetas seccionales de templos e incensarios tipo teatro (como aconteció en C25), aunque debido a las perturbaciones mexicas, no sabemos si estos £ltimos formaban parte de entierros. Probablemente los desechos de culto eran sacados vía C34 ya que este cuarto presenta fuerte contaminación, además de una fuente de calor.
En el sector de cuartos (C20 y C24) asociados al patio C33 se hacía un ritual en el que destazaban o comían algo, y usaban mucha ceniza pues ésta impregnó el piso y elevó fuertemente los valores de pH. Se usaron anafres alrededor de la maqueta de templo y la esculturilla de conejo. Probablemente la ceniza era tirada desde el anafre al recorrer C20-C24-C33.
Por £ltimo, en C9 se hacía un ritual probablemente relacionado con el templo de C57, en el que se cortaban las patas de conejo sobre una media esfera. Es de notar que en cada una de las tres fosas de C9 están representada una especie distinta de animales domésticos: el perro, el guajolote y el conejo (en esta unidad). Además se hallaron numerosas semillas de variedades diversas de cactos: tunas, xoconoxtle, garambullo, etcétera.
Existen tríos de espacios interrelacionados, en los que están involucrados un patio, un pórtico y un cuarto interno. Los fitolitos de pinos y encinos que se encontraron en C13 quizá revelen la composición de los techos.
Los espacios abiertos tuvieron evidencia de gran variedad de especies polínicas, muchas de las cuales reflejan la vegetación circundante (como se observó en C10). Los traspatios como C10 fueron usados también como sitios de destazamiento de fauna y de manufactura de los implementos líticos asociados. En C30 se propone la posibilidad de que hubiesen criado o mantenido en cautiverio por lo menos dos especies de conejos.
Las áreas de consumo de alimentos fueron bastante coherentes en su información. Ya hablamos con detalle de C3-4, pero también C15 presentó fitolitos de maíz y calabaza, además de restos de fauna con microdestazamiento. C19-40 fue una cocina eventual. Habíamos mencionado la posible existencia de una cuarta cocina en el sector norte; probablemente la fauna representada en C28 (conejo, guajolote, perro, aves) esté relacionada con esta función.
Respecto de actividades manuales, pudiéramos mencionar a C50, un "pórtico" sin pilastras pero con cortineros, que evidencia la necesidad de tener ventilación.
Una de las conclusiones a que hemos llegado a raíz de este ejercicio de articulación de datos es que existieron tres unidades familiares nucleares al interior de los 550 m2 de área de nuestra unidad habitacional (Ortiz 1990). Es probable que el conjunto fuese ligeramente mayor ya que los bordes están fuertemente alterados por el tractor, y también es posible que hubiese habido una cuarta unidad familiar (ubicada en el sector norte, ya que en el estudio geofísico se detectó una probable cocina ahí). Sin embargo, el tamaño no fue mucho mayor.
Hay diferencias en las actividades de cada familia nuclear (o unidad familiar), sugiriendo la existencia de especialización tanto a nivel familiar como de grupo doméstico. Diferencias incluso en la mezcla del estuco pudieron ser observadas en diversos sectores del conjunto. Podemos enumerar, como lo hicimos anteriormente, algunas de estas distinciones por familia (Manzanilla 1993):
1. La unidad familiar n. 1 está situada al sur. En ella se concentran las navajillas prismáticas (y, por tanto, la actividad de corte), el destazamiento ritual de conejos, las conchas marinas y la cerámica roja. La deidad predominante es el Dios Mariposa, y se observa una clara sectorización funcional. Sólo tuvo tres entierros. Al abandonar esta unidad, la familia hizo un rito en el que se "mató" una vasija de arenisca fina, tirando un pedazo en C2, otro en C6 y otro más en C7.
2. La unidad familiar n. 2 se ubica al oeste. Se caracteriza por las actividades en que intervienen raederas y raspadores, además de la cría de conejos y el destazamiento de animales. En ella se concentran las vajillas negra, café, Copa y Granular. También observamos la presencia frecuente de materiales foráneos que, además de la cerámica Granular, incluye una manopla de juego de pelota (a semejanza de aquellas de la Costa del Golfo), hecha de arenisca fina, procedente del entierro del Cuarto 10. Se hallaron sólo tres entierros, y la deidad predominante parece haber sido el Dios del Fuego y su simbolismo. En ella se encuentra el patio ritual principal del conjunto.
3. La unidad familiar n. 3 se dispone en el sector noreste, y se caracteriza por la actividad de alisar estuco. Es la unidad más rica en fauna alóctona, la más profusa en entierros (11, particularmente de niños e infantes), la más pobre en variedad cerámica. Predominan los símbolos de Tláloc. Comparte con la unidad familiar n. 1 el uso de las vajillas Mate y Anaranjado delgado.
Por encima de este patrón diferencial por familias nucleares se dispuso además un ordenamiento cardinal de actividades. Hubo una clara diferenciación funcional entre los diferentes sectores de la estructura: el sector meridional estaba asociado con zonas de desecho; el sector central tuvo áreas de preparación y consumo de alimentos, así como sectores de dormitorio; el sector oriental fue rico en componentes rituales y funerarios; el sector occidental estaba dedicado al almacenamiento, y finalmente, el sector noroeste tuvo el patio más importante, probablemente el punto de reunión del grupo doméstico. Relacionado a este patrón debemos mencionar la franja norte-sur de entierros infantiles y de neonatos ubicada en el sector oriental, y la presencia de fragmentos de brasero de Huehuetéotl -Dios del Fuego- en el sector oriental de la unidad (a semejanza de otros casos en Teotihuacan). Probablemente también se relacione la serie de cráneos de adulto concentrados al sureste del conjunto.
Al exterior del conjunto pudieron haber otras áreas de actividad complementarias. Hemos sugerido la presencia de un horno para quemar cal en el sector sureste fuera del conjunto, aunque no podemos atribuirlo con certidumbre a la época teotihuacana, ya que no fue excavado. También podemos mencionar la presencia de un basurero muy grande al noreste de nuestro conjunto habitacional.
Es probable que en cada conjunto habitacional haya habido un sector donde se concentre cerámica foránea. Lo detectamos en Oztoyahualco 15B:N6W3, pero también se observa en la porción occidental de Xolalpan o central de Tlamimilolpa.
Cuando tomamos en consideración la presencia/ausencia de recursos botánicos y faunísticos, así como las materias alóctonas, concluimos que las diferencias en el acceso entre los conjuntos son muy leves. Parece haber habido toda una gama de posibilidades socioeconómicas, sin distinciones tajantes entre grupos sociales. Entre los conjuntos, existen también diferencias en el n£mero de productos de alto estatus, particularmente vasos trípodes decorados o pintura mural, y distinciones en la calidad de la construcción misma.
Sin abordar el problema de las diferentes esferas de circulación, el asunto del acceso diferencial permanecerá irresoluto.
Finalmente, me gustaría recalcar que, en Oztoyahualco, muchas de las plazas de tres templos podrían ser los centros de los barrios, donde se llevaba a cabo el culto y el intercambio para numerosos grupos corporativos que vivían en los conjuntos habitacionales alrededor de ellas.
Referencias
Ashmore, Wendy y Richard R. Wilk
1988 "Household and community in the Mesoamerican past", en: Household and community in the Mesoamerican past, W. Ashmore y R. R. Wilk (comps.), University of New Mexico Press, Albuquerque: 1-27.
Barba, Luis A.
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Pies de figura
Figura 1. Plano de Xolalpan, redibujado de Linné 1934.
Figura 2. Perspectiva de Xolalpan, redibujada de Linné 1934:40.
Figura 3. Plano de Yayahuala, redibujado de Séjourné 1966.
Figura 4. Foto aérea del conjunto de Oztoyahualco 15B:N6W3, tomada por Linda Manzanilla. Vista desde el noroeste.
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