Tafonomía regional en el istmo Bahía Inútil-Bahía San Sebastián (Tierra del Fuego)
Luis Alberto Borrero
Programa de Estudios Prehistóricos
Bartolomé Mitre 1970 - Piso 5
(1039) Buenos Aires, Argentina
Introducción
Los trabajos desarrollados durante los últimos años en la región comprendida entre la Bahía San Sebastián (Argentina) y la Bahía Inútil (Chile), en el norte de Tierra del Fuego, permiten comenzar a esbozar una tafonomía regional (Borrero 1988). Si bien la cantidad de trabajo realizado es aún muy despareja, alcanza para delinear algunas tendencias. El objetivo principal es evaluar las variaciones en la depositación y preservación de restos óseos de distintos vertebrados. Para ello es necesario registrar los valores que asumen una serie de variables en los distintos ámbitos sedimentarios de la región (ver Frederiksen 1988). Estas incluyen principalmente meteorización, enterramiento, desarticulación, abrasión, daños de carnívoros y ataques químicos. En este trabajo presentaremos algunos resultados generales.
El norte de la Isla Grande de Tierra del Fuego se caracteriza por un clima de tipo oceánico, relativamente frío, con una temperatura media anual de 5.4ºC y prácticamente sin período libre de heladas (Koremblit y Forte Lay 1991). Una importante diferencia estacional reside en la intensidad de los vientos, que es mucho mayor (hasta unos 100 kilómetros por hora) durante el período entre Noviembre y Abril. Estos valores configuran un ambiente sumamente agresivo para los huesos.
Ambientes
En la región que hemos acotado para estudio se distinguen tres ámbitos principales de depositación de restos de vertebrados:
1. Las bahías. El ambiente de la Bahía San Sebastián, que ha sido mas estudiado, puede ser subdividido en: (a) Llanura mareal fangosa, (b) Cheniers con llanura fangosa, (c) Playa de arena y grava con llanuras mareales fangosas y arenosas, (d) Costa de acantilados, y (e) Complejo "Playa-Lagoon" (Vilas et al. 1987). Esta subdivisión fue usada en un detallado trabajo sobre tafonomía de cetáceos por Florencia Borella (Borella y Favier Dubois 1995, Borella 1996), y aqui solo haremos referencia a algunos de sus resultados.
2. El istmo, dentro del que se diferencian: (a) las praderas húmedas, pantanosas (b) los cerros (afloramientos rocosos de escasos 20-30 metros por sobre el nivel del mar), (c) las lagunas estacionales rodeadas de campos de dunas de arcilla, y (d) los terrenos monticulares morrénicos.
3. Los contrafuertes de la sierra Carmen Sylva, ubicada al sur de istmo, donde se distinguen: (a) los afloramientos rocosos, con aleros y (b) los taludes. Las sierras de San Sebastián limitan el istmo por el norte, pero su exploración tafonómica aún no ha comenzado.
Esta zonación mínima busca entender: (1) los ámbitos de depositación original de restos óseos, (2) los ámbitos de incorporación de huesos al sedimento, y (3) los lugares donde hay mayores posibilidades de mezcla entre materiales arqueológicos y naturales. El interés en este tema reside en que se han registrado materiales arqueológicos en prácticamente todas estas unidades.
Materiales y metodología
Los restos de vertebrados terrestres estudiados son principalmente de guanaco (Lama guanicoe), aunque en algunos casos tambien se utilizaron los restos de ovejas y de caballos, particularmente para evaluar procesos de enterramiento. Los restos de carnívoros más representados son los de zorro. Los microvertebrados mas importantes son los roedores autóctonos, incluyendo Ctenomys magellanicus. Hay distintos trabajos en marcha sobre la forma de depositación de estos restos (Martin 1996, U. Pardiñas, com. pers.). También se consideran los huesos humanos, estudio a cargo de Ricardo Guichón (Guichón et al. 1997). Los vertebrados marítimos mas representados en el intermareal de la bahía son los cetáceos, que incluyen desde delfines a ballenas (Borella y Favier Dubois 1994-95, Borella 1996). Estos estudios se complementan con los que están en marcha desde hace muchos años por parte de Natalie R.P. Goodall (ver Goodall 1978). Los pinnipedos han sido relativamente abundantes en el pasado reciente (Carrara 1952), aunque ahora son más difíciles de observar. El estudio de sus huesos está poco desarrollado. Aún no se ha incorporado sistemáticamente el estudio de los restos de aves (ver Muñoz y Savanti 1994), necesidad que se cubrirá próximamente.
Se han ubicado esqueletos, o restos óseos articulados o desarticulados, en todas las unidades mencionadas. Las metodologías utilizadas para evaluar los valores de las variables de interés incluyen principalmente: (1) el seguimiento longitudinal, (2) el análisis sincrónico de la secuencia de desarticulación (ver Hill 1979), (3) el análisis geoarqueológico (Favier Dubois 1995), (4) la excavación de madrigueras de carnívoros (Martin 1997), (5) el análisis de los restos de microvertebrados recuperados en muestras estratigráficas procedentes de madrigueras y sitios arqueológicos, y en excrementos de zorros (Martin 1996), (6) el estudio de los líquenes registrados sobre huesos y su acción destructiva (Borella 1994).
Todos estos enfoques convergen en la noción de Tafonomía Regional (Borrero 1988), la que básicamente apunta a un estudio tafonómico que incluya tanto observaciones contemporáneas como en el registro fósil, y que funcione en la misma escala que un proyecto arqueológico. En nuestro caso el objetivo arqueológico está planteado por los Proyectos "Magallania", subsidiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, y el Proyecto FONDECYT 1960027 de Chile, dirigido por Mauricio Massone.
Resultados y discusión
Bahías
En la Bahía San Sebastián, sobre el Océano Atlántico, se destaca el espacio intermareal, de hasta cinco kilómetros de extensión. Presenta distintas variantes sedimentarias, resultado de diferencias intermareales de más de 10 metros (Isla et al. 1991). La Bahía Inútil por su parte, tiene diferencias de unos dos metros (Andrade 1991), lo que genera un intermareal mucho menos extenso. Como resultado de las diferencias en los intermareales de ambas bahías, los registros de mamíferos marinos producidos por varamiento son muy inferiores en la última.
El nordeste de la Bahía San Sebastián está parcialmente cerrado por la espiga de El Páramo. Esta crece por la acumulación de guijarros, que son continuamente removidos por el agua de otros sectores de la misma espiga (Isla et al. 1991). Esto afecta a los huesos que se depositan, dentro de la espiga, del lado del océano, que es de donde las corrientes extraen guijarros. Asi, en el comienzo de la espiga se registró recientemente el varamiento de un cetáceo grande, el que en unos pocos meses fué arrastrado por las aguas (R.P. Goodall, com. pers., F. Borella com. pers.). Más al sur se ven regularmente restos de cetáceos abradidos, probablemente transportados (F. Borella com. pers.). En la parte interior de la espiga, en la llamada Punta de Arenas, se ven concentraciones de huesos de pinnipedos (F. Borella y A.S. Muñoz, com. pers.), que corresponden a una antigua lobería, que sabemos que aún funcionaba en la década del 40 (Carrara 1952). Los huesos allí depositados tienen alta abrasión. Los conjuntos registrados en esta espiga pudieron comenzar a depositarse hace unos 5000 años radiocarbónicos (Isla et al. 1991).
Los varamientos de cetáceos se concentran en los ambientes intermareales (Goodall 1978). Allí el oleaje cambia de acuerdo con el viento, mientras que la marea circula de acuerdo con las agujas del reloj dentro de la bahía. De esa manera el oleaje disminuye hacia el norte (Isla et al. 1991).
"Esto explica la presencia de sedimentos gruesos en el
sur y finos en el norte. Es decir, hay una selección en
el transporte que se correlaciona con la localización
de los varamientos (Goodall 1978) y con el rodamiento-
abrasión de los huesos" (Borella 1996: 70).
Sobre esa base y dado que existen evidencias de asentamiento humano importante al sur de la bahía, Borella plantea que allí es probable esperar mezcla de materiales arqueológicos y naturales. Esto es un problema para la intepretación de los contextos arqueológicos, pues distintos trabajos han mostrado que la depositación de restos de cetáceos en esta bahía ocurre desde al menos hace unos 5000 años radiocarbónicos, a partir del fechado de restos de cetáceos que hoy se encuentran a más de 5 km de la línea de marea alta (datos inéditos).
La bahía está rodeada, por el sur, por un alto acantilado. A su pie se definió el Complejo "Playa-Lagoon", sobre el que se depositan dunas. En el fondo de una laguna, probablemente asociada con sedimentos marítimos (C. Favier Dubois com. pers.), hay restos de cetáceos que parecen depositados naturalmente (F. Borella, com. pers.). Estos hallazgos se realizaron en las cercanías de un sitio arqueológico (San Genaro 2), el que también incluye restos de cetáceos (Horwitz 1995). Destacamos que allí se obtuvieron también restos humanos, los que habían experimentado una serie de procesos tafonómicos comparables a los de los huesos de guanaco (Guichón et al. 1997).
En un sector más alto, en pleno campo de dunas, hay una notable acumulación de huesos de guanaco que, a juzgar por su completitud y otras propiedades (C. Favier Dubois, com. pers.), se depositó naturalmente casi en el mismo lugar en el que posteriormente se iba a formar un depósito arqueológico (San Genaro 1). Estos depósitos naturales han de ser anteriores a unos 1000 años radiocarbónicos. La cronología de este depósito está siendo discutida con fechados radiocarbónicos sobre valvas, carbón y huesos de guanaco, y con fechados OCR sobre paleosuelos (C. Favier Dubois, com. pers.).
Es necesario continuar los trabajos en la Bahía Inútil, a fin de completar el análisis comparativo con Bahía San Sebastián.
Istmo
Las praderas húmedas del istmo son terrenos muy bajos, donde la velocidad de enterramiento de huesos es relativamente alta. De acuerdo con esto la visibilidad es baja. En los pocos casos en que se han podido estudiar restos orgánicos, en general en las barrancas del curso medio del río San Martín, que cruza la parte meridional del istmo, la preservación orgánica ha probado ser buena. Cuando el río se acerca a su desembocadura, sobre la Bahía San Sebastián, circula cortando depósitos de arcilla, en lso que han sido ubicados restos óseos que están en estudio (N.V. Franco, com. pers.).
En distintos sectores del gran bajo que constituye el istmo afloran cerros bajos. Estos plantean condiciones adecuadas para la preservación de restos de vertebrados en pequeñas grietas y en praderas chicas ubicadas en su cumbre. En muchos casos hemos hallados restos de moluscos marinos, probablemente testigos de la transgresión Flandrian [1] del Holoceno medio, a veces en asociación física con huesos de conejos de origen europeo, los que solo pudieron depositarse después de la década de 1930 en que fueron introducidos. Se están realizando fechados radiocarbónicos sobre los moluscos y fechados OCR sobre paleosuelos.
Si se analiza la distribución de sedimentos de este a oeste, la principal diferencia la constituye la abundancia cada vez mayor de depósitos glaciarios hacia el Oeste, remanente de la retirada de los hielos del Pleistoceno (Clapperton 1993). Estos depósitos no son particularmente adecuados para la preservación orgánica y, salvo casos muy especiales, en el fondo de lagunas estacionales, no suelen ofrecer condiciones para el enterramiento de huesos.
Un rasgo muy característico, especialmente al norte del río San Martín, son las lagunas estacionales en campos de arcilla. El trabajo en las lagunas Mandíbulas (Argentina), mostró condiciones particularmente adecuadas para la acumulación de huesos de guanaco, su enterramiento e, inclusive, su buena preservación. Esta última parece relacionarse tanto con la presencia de manganeso en la zona (Favier Dubois com. pers.) como con la incrustación de sales (Martin, en prep.). También se han recuperado huesos humanos (Guichón y Muñoz 1997), los que han estado sometidos a los mismos procesos. Se han ubicado lagunas similares del lado chileno del istmo (Massone et al. 1993).
Esas lagunas también están mostrando condiciones bajo las cuales pueden preservarse restos tan delicados como los de lagomorfos neonatos en posición articulada, probablemente como resultado de episodios de muerte catastrófica (Martin, en prep.).
Contrafuertes
La comparación entre dos sectores de los contrafuertes de la Sierra Carmen Sylva, el cerro Cabeza de León, en Argentina, y el Cerro de los Onas en Tres Arroyos, Chile, permite apreciar algunas de las fuentes de variación de ese ambiente. En Cabeza de León hay depósitos eólicos básicamente arenosos (Favier Dubois 1995), completamente faltantes en Tres Arroyos. Eso implica diferencias enormes en las tasas de depositación de sedimentos, asi como en las posibilidades de enterramiento de materiales. De allí que en Cabeza de León se pueda contar con un registro de la depositación natural de huesos de guanaco de más de 3000 años radiocarbónicos en distintos sectores del cerro. Los registros óseos de Tres Arroyos, en cambio, están en depósitos resultantes de la meteorización de areniscas terciarias, en los que la preservación ósea no es tan buena. Hay fechados radiocarbónicos en marcha sobre estos restos.
Los aleros que se forman en los afloramientos rocosos configuran un medio de excelente conservación ósea, lo que está demostrado con los depósitos de más de 10.000 años radiocarbónicos de Tres Arroyos (Massone et al. 1993).
En Cabeza de León se observó una desigual concentración de huesos de guanaco en el talud de un alero, que se cuenta entre las más altas conocidas en el norte de la isla. Analizando esta concentración, se sugirió que al menos en parte es el resultado de la muerte de guanacos por stress invernal Algunos de estos huesos se enterraron en distintos depósitos eólicos, que tienen mas de 3000 años radiocarbónicos, y se han mezclado con materiales arqueológicos (Martin y Borella 1997).
De este a oeste aumenta la cantidad de bloques erráticos en los contrafuertes de la sierra. Al sur de Bahía Inútil la densidad y tamaño de estos bloques es muy grande, lo que implica la existencia de microambientes capaces de generar una rápida acumulación de sedimentos, y por ende de crear condiciones adecuadas para la preservación de huesos. La evidencia procedente del sitio Marazzi, junto a un gran bloque errático muy cercano a la bahía, muestra la preservación de restos óseos de unos 9000 años radiocarbónicos (Laming-Emperaire et al. 1972).
Conclusiones
Algunos primeros resultados permiten plantear cuales son las zonas con mejores expectativas para preservar bien materiales óseos. La variación observada es muy grande, pero se puede mencionar que los aleros, los depósitos coluviales (Martin y Borella 1996, Favier Dubois, en prep.), los depósitos eólicos (Favier Dubois 1995), las lagunas estacionales (Martin, en prep.), y las líneas de costa del Atlántico (Borella 1996) presentan condiciones adecuadas para la preservación ósea a largo plazo. Algunos de estos medios ya ofrecieron evidencia que avala esta idea.
¿Varían esos lugares en su potencial para la mezcla con materiales arqueológicos?. Se puede sostener que si. La línea de costa de San Sebastián es apta para la mezcla, especialmente al sur; en tanto que la de Bahía Inútil no parece serlo tanto. Los taludes de los contrafuertes muestran variedad de situaciones de mezcla: (1) en trampas naturales, ya sean rocas o depresiones del terreno, y (2) al pie en sedimentos eólicos (Cabeza de León), o de meteorización del sustrato rocoso (Tres Arroyos).
Las lagunas estacionales en depósitos arcillosos también producen ambientes donde la mezcla de materiales es muy probable, lo que en parte está relacionado con el hecho de que estas lagunas migran hacia el este, como resultado de la acción del viento, interceptando depósitos arqueológicos.
En suma, como resultado de estas observaciones, resulta posible decir que los taludes y los bordes de lagunas presentan las condiciones bajo las cuales existen mayores posibilidades de mezcla entre materiales arqueológicos y naturales. Esta situación ya permitió la reevaluación del sitio arqueológico Cabeza de León 4, originalmente interpretado como sitio de matanza de guanacos, donde escasos restos arqueológicos se superpusieron con abundantes restos naturales de guanaco (Martin y Borella 1996).
En general las posibilidades de mezcla no dependen exclusivamente de los procesos de depositación natural, sino también de las variaciones en la densidad de materiales arqueológicos. Esta es relativamente alta en varios sectores del istmo, por ejemplo cerca las lagunas estacionales, lo que sustenta la necesidad de continuar con esta línea de investigación.
Estas observaciones serán complementadas en el futuro con (1) estudios sobre preservación diferencial, actualmente en realización, (2) la intensificación de los trabajos en Bahía Inútil, y (3) continuando con los trabajos arqueológicos que le dan sentido. Aspiran a entegar una imagen de la forma en que varían las condiciones de depositación y preservación ósea a lo largo de una variedad de ambientes, que abarca desde el Océano Atlántico hasta el Océano Pacífico, y el efecto que esa variación tiene sobre nuestra percepción del registro arqueológico.
Agradecimientos
Mi sincero agradecimiento a todos los miembros del equipo de investigación Magallania, quienes han generado la información que aqui sintetizo. Estos trabajos se realizaron con subsidios del CONICET, la Universidad de Buenos Aires y la Fundación Antorchas. Agradezco especialmente al Profesor Mauricio Massone, quién me ha dado la oportunidad de analizar ambientes localizados en el sector chileno de la isla, a través de su proyecto FONDECYT 1960027.
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NOTAS
[1] Esa transgresión es, por otra parte, la que probablemente explica los restos de cetáceos registrados a distintas distancias de la actual línea de marea alta, con fechados variables entre 5000 y 1000 años radiocarbónicos (Codignotto y Malumián 1981; datos inéditos).
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