LO QUE EL AGUA SE LLEVÓ: ¿UN NAUFRAGIO DEL SIGLO XVI EN LOS CAYOS TRIÁNGULOS?
Vera Moya Sordo[1]
Jorge Manuel Herrera Tovar[2]
Se sabe que son pocos los sitios arqueológicos en aguas americanas que presentan restos de embarcaciones del siglo XVI, y aún son todavía menos aquellos que han sido objeto de investigación antes de que cazadores de tesoros dañen o extraigan los materiales. Dentro del trabajo de investigación llevado a cabo por parte del proyecto de la Flota de la Nueva España 1630-31 e Inventario y Diagnóstico de los Recursos Culturales Sumergidos en el Golfo de México de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, un sitio del siglo XVI fue detectado y hasta ahora, no se sabe si los restos son parte de un naufragio o no. El presente artículo trata sobre el trabajo arqueológico que ha sido realizado en el sitio, así como su potencial importancia para la comprensión de algunos de los procesos marítimos históricos.
GONE WITH THE WATER: A 16th CENTURY SHIPWRECK SITE IN THE TRIANGULOS KEYS?
It is well Known that there are few archaeological sites with remains of 16th century ships in American waters, and even fewer that have been the subject of archaeological research before treasure hunters or looters damage or extract the remains. In the field research work done by the New Spain’s 1630-31 Fleet Research Project and Submerged Cultural Resources Inventory in the Gulf of Mexico undertaken by the Vicedirectorate on Underwater Archaeology of the National Institute of Anthropology and History of México, a new early 16th century site was discovered and still we don’t know if the rests are part of a shipwreck or not. This paper is about the archaeological work that has been done on the site, as well as its potential contribution to the understanding of some of the historical maritime proceses.
LO QUE EL AGUA SE LLEVÓ: ¿UN NAUFRAGIO DEL SIGLO XVI EN LOS CAYOS TRIÁNGULOS?
Vera Moya Sordo
Jorge Manuel Herrera Tovar
Antes de sumergirnos dentro de los aspectos tratados en este escrito, debemos mencionar que el trabajo arqueológico que sirve como base para el presente artículo, encierra el deseo de realizar una investigación que se dirija no sólo hacia el estudio de los restos materiales, sino más que nada, hacia la comprensión del principal objeto de estudio de las ciencias antropológicas: el hombre y los procesos sociales en los que está inmerso. Nada es más demandante que mantener este objetivo y hacerlo realidad, lo cual sólo puede suceder mediante una completa combinación de diversas disciplinas como son la arqueología, la historia y la cartografía, entre otras; cuyo objeto de estudio es el mismo, no obstante su acercamiento a él es a través de diferentes caminos.
El presente trabajo es acerca de un sitio sumergido que forma parte del complejo y extraordinario mundo de la historia de la navegación y la interminable conquista del hombre hacia el mar. Como en este sitio se encuentran restos arqueológicos de la época del descubrimiento y exploración, se presenta como una rica fuente de información que bien estudiada, puede ayudar con una pieza en el arduo trabajo de construcción del conocimiento de la época. Es el anhelo de esta investigación combinar los estudios arqueológicos con los históricos, no como un simple apoyo de una disciplina con la otra, sino como recursos complementarios. Pero comencemos con el principal tema que nos trajo hasta aquí: un sitio sumergido llamado Pilar y su contribución al entendimiento de algunos de los aspectos de la historia de la navegación.
Las cálidas aguas del Golfo de México encierran numerosos secretos que nosotros, los enemigos del olvido, pretendemos develar. Mucho de lo que éste vehemente mar se ha tragado y oculta debajo de ese submundo sin horizonte, son los pedazos de un momento o quizá de una vida pasada, que ha quedado perdida debajo del azul oleaje.
En la cara sur de la barra formada por los Cayos Triángulo Sur y Triángulo Este, en un área donde existen abundantes cabezas de coral y donde una fuerte corriente golpea con sus olas los cayos, se encuentran descansando a 2 y 3 m. en el suelo marino, los restos materiales de lo que pudo haber sido un navío de tiempos de la exploración y descubrimiento.
El sitio se detectó al hallarse realizando una prospección mediante instrumentos de investigación geofísica en aguas de la Sonda de Campeche, como parte de la temporada de campo del Proyecto Flota de la Nueva España 1630-1631 e Inventario de Recursos Culturales Sumergidos del Golfo de México, llevada a cabo durante el año de 1998. Debido a que se detectaron algunas lecturas geofísicas importantes se decidió bajar a verificar las dichas anomalías. Así fue cómo se encontraron algunos de los materiales que componían el sitio y que evidenciaban ser aproximadamente del siglo XVI.
La dificultad de navegar en el área, así como el fuerte oleaje y corriente que imperaban en el lugar, hicieron peligrar hasta la misma embarcación de rastreo, limitando en gran parte el reconocimiento y registro del sitio. De manera que, hasta donde se pudo indagar, el sitio está conformado por cinco anclas, cinco piezas de artillería de hierro forjado (entre las que se encuentran dos cañones del tipo bombarda y 3 versos ), siete cámaras de repuesto y otros materiales como fragmentos de anclas y una bala. Durante el recorrido del lugar no se detectaron restos de lastre, de casco, o de algún otro tipo de material que pudiera haber pertenecido al cargamento de alguna embarcación y que pudiera tener relación con nuestro sitio.
Las anclas y el tipo de artillería encontrada nos han permitido acercarnos a la temporalidad del sitio, pues ambos presentan características comunes al siglo XVI. Las anclas muestran cañas delgadas y muy largas en relación con el ancho de las palmas; además de que las llaves para el cepo se encuentran paralelas a los brazos. Por otro lado, la artillería es de hierro forjado, la cual, para la segunda mitad del siglo XVI, fue sustituida en gran parte por la artillería de hierro colado.
De lo que resulta del registro se sabe que de las cinco anclas, dos están casi completas y , calculando a través de las concreciones que las cubren, parecen tener aproximadamente 3.40 m de largo. La más completa de ellas presenta quebrado el arganeo. Las tres anclas restantes presentan la caña rota y sus uñas se encuentran incompletas, y hay que resaltar que dos de éstas tienen los fragmentos faltantes cerca de ellas.
Se estima que debido a que las palmas de la mayoría se encuentran muy gastadas y algunas hasta rotas, además de que cuatro de las anclas aparecen ubicadas hacia la misma dirección (más hacia dentro de los cayos), muy probablemente fueron expuestas a una resistencia mayor a la que podían sostener, que las arrastró hacia esta dirección y las hizo romperse.
Con respecto a las dos bombardas , éstas se hallan juntas y paralelas y tienen 1.71 m y 2 m de largo respectivamente. Por otro lado, las siete recámaras miden aproximadamente 60 cm y evidentemente eran piezas de carga.
Sobre los tres versos, dos tienen aproximadamente entre 2 y 3 m de largo, mientras que el otro se encuentra incompleto. Además, parecen ser del mismo tipo que los detectados en otros sitios del siglo XVI que han sido estudiados en América.
Es importante mencionar que durante dicha temporada de mar se acordó que los materiales no serían recuperados, dejándolos descansar en el lecho marino. Esta decisión fue tomada, más que nada, porque en ese entonces no se tenía ninguna pregunta de investigación que pudiera ser respondida mediante la recolección de alguno de los restos. Además, no había ningún plan o programa de conservación que asegurara que los materiales estarían bien cuidados y preservados.
¿SE TRATA DE UN NAUFRAGIO?
El principal problema a resolver en la investigación del sitio Pilar es el que nos permitirá explicar si hubo un proceso de naufragio o no. Dentro de esto, independientemente de si fuera el caso o no, ¿cómo el entendimiento de lo que ocurrió, que llevó a los restos hasta el fondo del mar donde descansan, nos puede ayudar a comprender el lugar y función del material como parte del cargamento de una embarcación?. Además, ¿cómo el estudio de los objetos y su contexto, así como la investigación histórica, nos permite acercarnos al entendimiento de la vida a bordo?, y ¿a qué mentalidad responden los diferentes comportamientos detectados?.
Partiendo de que un naufragio es un proceso complejo por el cual transcurren una serie de aspectos deposicionales y posposicionales a través del tiempo y cuyo resultado queda representado en el contexto sumergido al que nos enfrentamos; el sitio Pilar presenta dificultades para definir si éste es el caso, sobre todo debido a la ausencia de algunos materiales indicadores de naufragio, como lo serían el lastre o partes del casco.
Un aspecto fundamental para la interpretación del suceso que se manifiesta en un sitio sumergido es en definitiva la distribución de los materiales, lo cuál está directamente determinado por los efectos que el medio ha tenido sobre la evidencia a través de los años. En el sitio estudiado, las circunstancias no ha sido tan propicias como hemos podido notar, ya que se encuentra en un lugar que presenta características adversas para la preservación de los restos. Aún si hubiera habido restos de madera del casco o de otra clase de materia orgánica perteneciente al cargamento del barco, es muy poco probable que éstos pudieran sobrevivir debido a la alta generación de vida marina y la fuerte corriente que impera en el lugar.
Pese a este inconveniente, y al hecho de que solamente se ha hecho un análisis basado en un trabajo de recorrido de superficie no intrusivo, se han determinado algunas posibles causas que pudieron haber llevado a los materiales hasta su disposición actual. Dadas las características que las anclas junto con su contexto presentan:
1- El barco pudo haber encallado y al tratar de liberarlo utilizando las anclas, éstas se rompieron.
2- Al tratar de detener el barco que iba hacia los cayos, la fuerza del mar pudo haber hecho que se rompieran las anclas, no soportando el jaloneo entre el barco y la corriente.
3-Que las anclas ya hubieran estado rotas y las llevaran abordo para venderlas o cambiar el metal, o posiblemente como lastre. En este caso, pudieron haber sido arrojadas para quitar peso al barco, lo que parece muy improbable, sobre todo por el hecho de haberse encontrado pedazos rotos de arganeo y uñas de algunas de ellas en el sitio.
En los tres casos mencionados cabe la posibilidad que el barco hubiera naufragado, pero también que lograra escapar y retirarse. Sin embargo, en las dos primeras situaciones escapar sin las anclas resultaría casi imposible debido, más que nada, a la complicación que esto representaría para el regreso de la embarcación.
Por otro lado, con respecto a la artillería, es factible que ésta:
1-Hubiera sido arrojada de la embarcación para quitarle peso al barco en caso de estar encallando.
2-Hubiera caído al mar debido al fuerte movimiento del barco al tratar de escapar del peligro.
En ambos casos, también cabe la posibilidad de que el barco naufragara o lograra escapar.
Si suponemos que efectivamente se trata de un naufragio, podríamos sostener esta explicación bajo el hecho de que algunas de las anclas encontradas presentan los fragmentos restantes cerca, lo que muestra que posiblemente fueron utilizadas para detener el barco, por lo que se rompieron quedándose en el fondo mientras el barco seguía luchando contra el tempestuoso mar. Además, con respecto a los fragmentos de las otras anclas que no se han encontrado en el sitio, posiblemente pudieran estar más adentro de los cayos.
Otro aspecto que no podemos pasar por alto es que el rumbo que marcan cuatro de las anclas es el mismo, como si la embarcación hubiera sido arrastrada hacia este lugar, ósea, más hacia dentro del arrecife, donde ya no se hizo prospección magnética por el peligro que esto representaba. Posiblemente ahí se pudieran encontrar más materiales que correspondan al sitio, como el lastre por ejemplo, pues el límite de la marca magnética del último transecto rastreado parece continuar hacia esta dirección.
Y por último, un aspecto determinante que pudiera respaldar esta explicación plausible es que el lugar presenta características físicas evidentemente peligrosas para la navegación, de donde difícilmente pudiera salir a salvo una embarcación.
Ahora, si partimos de la suposición de que no hubo tal naufragio, podríamos argumentar en defensa la ausencia total de lastre. Además, el hecho de que se encuentren los fragmentos de algunas anclas rotas cerca de ellas, pero de otras no, podría indicar que los fragmentos faltantes pudieron haberse quedado con la cuerda del ancla, por lo que se mantuvieron abordo de la embarcación cuando ésta logró escapar. Por último podríamos agregar que no necesariamente tiene que ocurrir un accidente marítimo de tal magnitud para que los materiales, como la artillería, descansen en el lecho marino. Quizá pudieron haber sido arrojados de la embarcación o pudieron haberse caído cuando ésta intentó salir.
Hasta hoy, ambas explicaciones se presentan como argumentos serios y probables. Sin embargo, cabe la fuerte posibilidad de que en realidad sí se trate de un naufragio, pues como ya lo habíamos mencionado, el sitio está a muy poca profundidad, además de que las corrientes son muy fuertes a barlovento, pegando justo hacia donde convergen los dos cayos, donde la embarcación pudo haber sido arrastrada y dónde mucho del material podría encontrarse. Tampoco se descarta la posibilidad de que mucho del material que no se observó al hacer el registro, se encuentre enterrado bajo el sedimento o a distancia del lugar.
EL PROBLEMA DE LA ARTILLERÍA COMO MATERIAL DIAGNÓSTICO
En la gran mayoría de las investigaciones que se han hecho sobre sitios sumergidos pertenecientes a embarcaciones del siglo XVI, se ha hecho hincapié en la importancia de la artillería como material diagnóstico de fechamiento.
En los estudios que se han seguido en este campo, indudablemente aún queda mucho por indagar y existe todavía un gran abismo de duda e incertidumbre.
En el caso de la artillería del siglo XVI, se ha afirmado contundentemente que el hierro forjado se volvió obsoleto para mediados del siglo XVI, cuando fue tomando su lugar la artillería de hierro colado. Este tipo de aseveraciones deben de manejarse con mucho cuidado, tomando en cuenta que cuando se dice que algo es obsoleto generalmente se está diciendo que algo ha caído en desuso. Y podemos asegurar, que las armas de hierro forjado como las bombardas, continuaron siendo utilizadas a la par que las armas de hierro colado (R. Brown, 1997: 108). Aunque tal vez en menor frecuencia, estas armas debieron seguir siendo utilizadas por expediciones de bajos recursos que no podían adquirir armamento más moderno. Además, en esos tiempos las armas eran más preciadas debido a la dificultad de la obtención del metal, su costo y con más razón, al arduo trabajo de manufactura, por lo que difícilmente pudieron haber sido desechadas del todo.
La importancia de estudios en sitios de esta índole, cuyas características los determinan como muy tempranos, es indiscutible y debe seguir su camino hacia la compresión de las particularidades que hacen de los materiales, piezas únicas en la comprensión de la vida marítima de los tiempos de descubrimiento y exploración.
En el caso de la artillería, la investigación arqueológica debe continuar hacia el reconocimiento del material, manufactura y características particulares de los tipos y familias, siendo que existían una gran cantidad de similitudes tanto en su estructura como en su forma y función, que hacían a veces casi hasta imposible a simple vista la diferenciación entre una y otra. Y aunque los documentos son una fuente rica al respecto, generalmente los datos tienden a ser confusos y poco claros. Es por eso que los estudios realizados directamente sobre el objeto son una fuente prominente de información que puede ayudarnos a comprender los procesos culturales que los hizo cambiar de una u otra forma.
Aún cuando no se podría afirmar con certeza, basándose en la evidencia de artillería y anclas detectada en el sitio Pilar, a qué siglo pertenece el sitio exactamente; podemos fecharlo entre el siglo XVI o quizá principios del XVII.
La importancia del sitio es evidente, dado que es de los sitios más tempranos, hasta la fecha, que se ha detectado y registrado en aguas mexicanas (otro se encuentra en Bahía de Mujeres, Quintana Roo). Además, son escasos los trabajos e investigaciones arqueológicas que se han llevado a cabo al respecto en el continente americano en general, por lo que su investigación puede aportar elementos relevantes al entendimiento de la época.
Desafortunadamente y debido al costo que implica el estudio de un sitio en estas condiciones, no se ha podido corroborar si existen otros materiales en las cercanías o más adentro de los cayos, que pudieran pertenecer o estar asociados al sitio; o si las piezas presentan marcas particulares que pudieran indicar su origen.
No obstante, actualmente se están haciendo estudios del contexto del sitio y los materiales, basados en la información que se extrajo de ese primer reconocimiento en 1998. La información está siendo evaluada en lo posible con el análisis de documentos de la época, mientras se compara con estudios de otros sitios del mismo periodo.
Todavía quedan muchos aspectos por considerar y resolver, como por ejemplo, si se trataba de una embarcación de exploración y reconocimiento, o si acaso tenía algún otro fin. También queda la duda de si el armamento era llevado a bordo para protección de la embarcación contra ataques de ladrones de mar, o estaba destinada para enfrentamientos en la costa o para ser utilizadas en tierra firme.
El análisis y las conclusiones que se deriven finalmente de ese trabajo pretenden ser la base para un futuro proyecto donde se incluya excavación y conservación, y dónde las hipótesis puedan ser corroboradas y resueltas con mayor precisión.
Más que nada, nuestro deseo es continuar nuestro camino en la comprensión del hombre, su ambiente marítimo, y los procesos sociales y culturales que lo envuelven. De manera que los estudios arqueológicos de sitios como el de Pilar deben ser guiados bajo la búsqueda antropológica, donde lo más importante no es el objeto, sino la sociedad que lo hizo, lo usó y lo perdió en la bruma del tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
Bass George, ed. “Shipwrecks of the Explorers”, de Ships and Shipwrecks of the Americas. A history based 1988 on Underwater Archaeology. Thames and Hudson, London.
Carrero Blanco, Luis. Arte Naval Militar. Del Bodoque a la Bomba Atómica. Naval, Madrid.
Tomo primero. Editorial
Keith,Donald. The Molasses Reef Wreck.
1987 INA. Exploration and Discovery Research Team.
Martín-Bueno Manuel. La Nave de Cavoli y la Arqueología Subacuática en Cerdeña.
1992 Depto. Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza. Aragón, España.
Melero María Jesús. “La evolución y empleo del armamento a bordo de los buques entre los siglos XIV al 1993 XIX”, de Militaria, Revista cultural militar. Nª 5. Ed. Complutense, Madrid.
R. Brown, “Arms and armour from wrecks: an introduction” de Artefacts from Wrecks. Dated assemblages
1997 from the Late Middle Ages to the Industrial Revolution. Edited by Mark Redknap. Oxbow Monograph 84. Great Britain.
NOTAS
[1] Instituto Nacional de Antropología e Historia. Subdirección de Arqueología Subacuática, Seminario #8, Centro Histórico, México D.F., C.P. 06060, e-mail: matrixlaingrata@yahoo.com
[2] Escuela Nacional de Antropología e Historia, Periférico Sur y Zapote s/n, Col. Isidro Fabela, Delegación Tlalpan, México D.F., e-mail: sanjorgeyeldragon@yahoo.com
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