DETERIORO Y RECUPERACION DE MATERIALES METALICOS SUMERGIDOS.
Por Adrián Angel Pifferetti
Por Adrián Angel Pifferetti
Los restos metálicos recuperados en campañas de arqueología
subacuática o en terrenos saturados de humedad presentan problemas
de no fácil solución en lo que respecta a los métodos
de recuperación, restauración, conservación y musealización.
Muestran en mayor o menor medida ataques o degradación por corrosión
y normalmente se encuentran recubiertos de los productos resultantes
de dicho proceso, incrustaciones calcáreas o siliceas y organismos
animales y vegetales.
Definimos como corrosión los fenómenos de naturaleza química y electroquímica que provocan la destrucción parcial de una aleación metálica por reacción con los agentes del ambiente que lo rodea: agua, oxígeno, anhídrido carbónico, anhídrido sulfuroso; con formación de óxidos u otros productos. (1)
El agua es un electrolito natural con una concentración variable
de sales y provoca la instauración de procesos electroquímicos
en que las superficies metálicas se comportan como los electrodos
de una pila galvánica o microcélula electrolítica
desarrollando corrientes entre las zonas anódicas, que se deterioran,
y las catódicas, que resultan protegidas. La densidad de corriente
es proporcional a la magnitud de las áreas anódicas y
catódicas, por los que si las primeras superan a las segundas
la velocidad de corrosión será lenta mientras que velocidades
muy elevadas de destrucción se verifican si, por el contrario,
las áreas catódicas son mucho mayores que las anódicas.
(2)
Estas pilas electrolíticas no solo se establecen entre metales
de distinta naturaleza en contacto entre si, sino también entre
aleaciones del mismo tipo pero con variaciones de la composición
química (pilas bimetálicas). Otras causas de formación
de pilas son cualquier tipo de cambio estructural en el material: variaciones
de terminación superficial, deformación plástica,
tensiones internas, tamaño de grano, inclusiones, segregaciones,
etc. (3)
También se forman pilas entre distintas zonas de una misma aleación en contacto con soluciones de distinta concentración (pilas de concentración salina) o de distinto grado de oxigenación (pilas de aireación diferencial). También las variaciones localizadas de temperatura originan la formación de pilas (pilas de temperatura diferencial). (4)
En base a las características del material y del medio ambiente, a las condiciones de exposición e interacción entre ambos y a la naturaleza de los productos resultantes, el ataque corrosivo puede adquirir diversas formas, las que se suelen clasificar en base a la morfología del proceso de degradación en la estructura de la pieza. Tendremos entonces corrosiones generalizadas mas o menos uniformes cuando afectan toda la superficie, y localizadas cuando se producen sólo en ciertas zonas o lugares. Estas ultimas según su entidad y profundidad reciben la denominación de picaduras o "pittings" cuando presentan aspecto puntual, úlceras o pústulas cuando las zonas afectadas son amplias y superficiales, cráteres cuando son más profundas y cavernas cuando se agrandan hacia el interior del material. Cuando provoca fisuras estas pueden ser ramificadas o no y desde el punto de vista de la estructura serán intergranulares cuando se propaguen por el borde de los granos cristalinos y transgranulares cuando lo hagan a través de estos. Corrosión selectiva es cuando se produce en una de las fases o componentes, y como casos particulares de esta, tendremos la interdendrítica en piezas fundidas y la estratificada en materiales deformados plásticamente. A todos estos casos debemos agregar la tensocorrosión o corrosión bajo tensiones en materiales deformados en frío o con tensiones internas y la corrosión de tipo galvánica cuando están en contacto aleaciones de diversa naturaleza y composición. (5)
Dentro de los factores que influencian la instauración y las características corrosivas de un medio acuoso podemos considerar (1)(2)(4)(6):
La acción concomitante de todos estos factores determina que
los objetos metálicos que han permanecido sumergidos durante
tiempos prolongados no se presenten en el estado metálico del
momento de la inmersión, sino recubiertos de incrustaciones,
fundamentalmente calcáreas, pero también silíceas
y terrosas, algas y organismos vivos y muertos. Por debajo de las incrustaciones
y mezclados en parte con ellas se encuentran los productos de corrosión
formados por la reacción parcial del material original y por
consiguiente parte integrante de la pieza en el momento de su recuperación.
Por lo tanto no se los puede eliminar en forma indiscriminada.
Muchas veces la capa de recubrimiento e incrustaciones es de tal magnitud
que no resulta fácil identificar el tipo de aleación metálica,
o ésta puede confundirse con otra como es el caso de piezas de
plata que pueden parecer de cobre por estar recubiertas de productos
de corrosión de este último metal, menos noble y por lo
tanto mas reactivo, ya por contenerlo la aleación o por haber
estado mezcladas con objetos de aleación de cobre.
Los objetos de hierro, en especial en aguas superficiales y aireadas, pueden presentarse como una masa informe de productos de corrosión en la que no perdura la matriz metálica, debido a su reactividad en presencia de agua y oxígeno y al hecho de que sus productos de corrosión no cumplen ninguna función de protección del metal subyacente, debido a sus características físicas y a su volumen cinco veces superior al del metal que los ha formado. En estos casos pueden cometerse errores al eliminar incrustaciones que se supone, equivocadamente, no responden a la forma original o viceversa.
De todos modos no se debe olvidar que la pieza en el estado de conservación
en que se encuentra, ha establecido un equilibrio mas o menos estable
con el ambiente en que se encuentra y que debe alterarse lo menos posible
en el momento de la recuperación, ya que esto provocaría
un rápido proceso de deterioro.
Si bien los metales son menos afectados que los materiales orgánicos,
como la madera y el cuero, por el cambio de medio durante la extracción,
se deben modificar paulatinamente las condiciones de humedad relativa,
luz, salinidad y oxigenación; por lo que resulta recomendable,
en especial si se trata de agua de mar, efectuar el transporte manteniéndolos
en recipientes con el mismo tipo de agua en que se encontraban o envueltos
en telas embebidas en ella. También es conveniente agregarles
alguna sustancia inhibidora de la corrosión. (10)
En todos estos casos se debe integrar un experto conservador al equipo
de campaña para que realice las primeras intervenciones sobre
las piezas en el momento de la extracción, efectúe un
primer proceso de limpieza y eliminación de concreciones calcáreas
(conchas, corales, etc.) y formaciones vegetales (algas, esponjas) y
supervise la preparación, almacenamiento y transporte al laboratorio
para completar el trabajo, siempre en estrecho contacto Una vez en el
laboratorio se efectuará el proceso paulatino de eliminación
de sales mediante inmersiones sucesivas con parcial modificación
del medio acuoso, el secado hasta la humedad relativa de mantenimiento
en depósitos o exhibición, la limpieza mediante procedimientos
mecánicos, químicos y electrolíticos (11) y finalmente,
en caso de ser necesario la recomposición, integración
de fragmentos, consolidación y protección. Todo ello siempre
en estrecho contacto con los arqueólogos y evitando eliminar
todo lo que pueda resultar dudoso, acompañado de estudios y análisis
fisico-químicos y del registro fotográfico y escrito de
cada uno de los pasos del proceso de tratamiento. (12)
(1) BIANCHI G. y MAZZA F., Corrosione e Protezione dei Metalli. Tamburini, Milano. l975.
(2) BUTLER G., Corrosion and its Prevention in Waters. L. Hill, London. 1966.
(3) LEONI M., Elementi di Metallurgia Applicata al Restauro delle Opere d'Arte. OpusLibri, Firenze. 1984.
(4) SCULLY J.C., Fundamentos de la Corrosión. Ed. Alhambra, Madrid. 1968.
(5) PIFFERETTI A. A., El Deterioro de Metales Arqueológicos y sus Engaños. Revista de la Escuela de Antropología IV:127-137, Universidad Nacional de Rosario. Rosario. 1998.
(6) SHREIR L.L. (Ed.), Corrosion. 2 vol. Neunes, London. 1963.
(7) CYTED, La Plata. 1995.
(8) MAGAUDDA G., Il Biodeterioramento dei Beni Culturali. Borgia-ENEA: 320-322, Roma. 1994.
(9) TRABANELLI G. y ZUCCHI F. Evolution et Etat Actuel des Possibilites des Inhibiteurs de Corrosion en Milieu Marin. Annali dell'Universitá di Ferrara, Sez.V, Vol. III, Nº 10, Ferrara. 1974.
(10) PEREZ de ANDRES C., Arqueología Subacuática y Conservación. Arqueología Nº 93 (X), Madrid. Enero 1989.
(11) PIFFERETTI A. A., Limpieza y Conservación de Restos Arqueológicos Metálicos. Revista de la Escuela de Antropología I:73-78, Universidad Nacional de Rosario. Rosario. 1993.
(12) PIFFERETTI A.A., Limpieza y Conservación de Materiales Metálicos de Santa Fe La Vieja. 2ª Conf. Intern. de Arq. Hist. Americana, Santa Fe.Tomo II. Historical Archaeology in Latin America 15:119-124. University of South Carolina, Columbia. 1996.