ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA
E HISTORIA |
Pinturas espirituales.
Identidad y agencia en el paisaje relacional de los cazadores, recolectores y pescadores del centro-oeste de Sonora
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE
DOCTORA EN
ARQUEOLOGÍA
PRESENTA
SILVINA ANDREA VIGLIANI
DIRECTOR DE TESIS: DR. STANISLAW IWANISZEWSKI
MEXICO, D.F. |
2011 |
II. AREA DE ESTUDIO
1. Descripción general de la planicie costera de Sonora
El actual estado de Sonora posee un medio ambiente variado
determinado, entre otros factores, por la topografía, los
sistemas fluviales, la vegetación y la temperatura. Desde el
punto de vista geográfico se extiende hacia el oeste una gran
planicie costera más ancha al norte que al sur y con
características de ambiente desértico. Hacia el este,
en cambio, la altura va en aumento hasta llegar a la Sierra Madre
Occidental con condiciones climáticas diferentes, esto es
mayor cantidad de lluvia y una vegetación más densa y
alta.
Mapa 1: Planicie central de Sonora
Los contornos del desierto
En la porción norte de la costa central el paisaje esta dominado por la Sierra Seri, una cadena montañosa que corre paralela a la costa. Varios macizos montañosos más pequeños, generalmente de origen volcánico, salpican la línea de la costa. Al norte, y al oeste de la Sierra Seri, se destaca el Cerro Tepopa, mientras que al sur sobresalen la Sierra Prieta o Sierra Libre–área de la presente investigación- y el Cerro San Nicolás, adyacentes a Bahía Kino y Cerro Tastiota. Al este de la Sierra Seri se abre el Desierto Encinas, una extensa planicie aluvial que se extiende al interior de Sonora. Al sur del Desierto Encinas, entre Bahía Kino y Estero Tastiota se extiende otra planicie aluvial denominada Llanos de San Juan Bautista, caracterizada por un suelo muy fino que se vuelve barroso durante la temporada de lluvias. Hasta mediados del siglo xx el área estaba dominada por bosques bajos de mezquite. Además del mezquite destacan densos parches de cardón (Pachycereus) y de sahuaro (Carnegiea). De acuerdo a Felger y Moser [1985: 99], esta zona fue probablemente la mayor productora de recursos terrestres de la región seri. A pocos kilómetros al este se extiende la Sierra Libre o Sierra Prieta.
Aridez y precipitación
La costa central es sumamente árida y extremosa, con un patrón estacional de temperatura que va de calor excesivo en verano y un invierno moderado. Las temperaturas máximas diurnas se registran en los meses de julio y agosto, excediendo los 38° y a veces hasta los 43°, mientras que en diciembre y enero las temperaturas nocturnas llegan casi al límite de congelamiento aunque raramente pasan de éste.
La aridez del medio está íntimamente relacionada con un bajo índice de precipitación anual. El patrón de precipitación esta caracterizado por su estacionalidad, con una media anual baja y una marcada fluctuación en la pluviosidad tanto estacional como anual. Las lluvias de verano se dan principalmente entre julio y septiembre coincidiendo en gran parte con la época de temperaturas más elevadas, lo que da por resultado un excesivo rango de evaporación. En pocas palabras, todas las aguas que corren terminan siendo absorbidas por las secas arenas de las planicies, o bien se evaporan por las altas temperaturas. Por tal motivo, los arroyos permanecen secos la mayor parte del año, y el agua es muy escasa especialmente en los meses de abril y mayo. Con relación al río Sonora, el Padre Adamo Gilg decía en 1692 que “el río que cruza este país tiene algo raro, pues en varios sitios, especialmente en el verano desaparece en la tierra para aparecer después de un tiempo otra vez”, siendo ésta una buena descripción del curso final del río Sonora que se va perdiendo en el desierto costero [Montané, 1996: 153]. Debido a estas características ambientales, las lluvias de invierno resultan más beneficiosas ya que al tener temperaturas más bajas la evaporación es menor [Bowen, 1976: 14-18]. De este modo, durante la estación húmeda de invierno y en menor medida en el verano, las vías fluviales de las sierras son ocupadas por veloces torrentes que recorren largas distancias por las planicies. En cambio, durante las sequías normales, los torrentes se reducen a arroyuelos o a extensos arenales.
De acuerdo a McGee [1980 (1898): 45], la inclinación natural hacia el sudoeste como consecuencia del levantamiento de la Sierra Madre y de las Rocallosas meridionales, ha fortalecido las corrientes que fluyen hacia el sur y paralizado las que corren hacia el norte y este.
Fuentes de agua
La costa central no tiene corrientes de agua permanentes. El principal sistema de drenaje que vierte sus aguas en el golfo a la altura de Bahía Kino es el río Sonora, aunque solo en raras ocasiones llega el agua hasta el golfo. En términos generales existen tres fuentes naturales de las cuales se puede obtener el agua: las playas, los manantiales y las tinajas.
Las playas o lagos secos acumulan agua durante las lluvias de verano y por lo tanto deben haber sido fuentes de agua significativas tanto para humanos como para animales. Una de las más importantes es Playa Noriega, el lugar preferido para la caza por los actuales grupos seri. Pero las fuentes de agua más importantes para estos grupos han sido las tinajas y los manantiales. Las primeras son depresiones en la roca madre que sirven para captar el agua de lluvia, y pueden estar lo suficientemente protegidas como para ser permanentes, aunque la mayoría conserva el agua por periodos cortos de tiempo. Los manantiales aparecen dispersos a lo largo de la costa central, y aunque pueden ser permanentes la mayoría son intermitentes [Bowen, 1976].
La escasez de agua es uno de los determinantes más importantes para el nomadismo estacional. Si bien la naturaleza cíclica de los recursos alimenticios ha sido un factor fundamental en el nomadismo estacional de los grupos humanos, la disponibilidad de agua es también un elemento de considerable importancia en sus movimientos, especialmente durante la estación seca. En la costa central de Sonora los grupos se movilizaban al desierto durante la época de florecimiento e instalaban sus campamentos cerca de las fuentes de agua para dedicarse a la caza y la recolección. Al finalizar la época de lluvias volvían a la costa para obtener recursos del mar movilizándose a lo largo de la playa entre los mejores esteros y los criaderos de caguamas o tortuga marina. En la región de Tastiota, especialmente entre Guaymas y Bahía Kino, existe una flora mucho más diversa y rica que en las regiones más norteñas de la costa central. Esto hizo que los grupos que se movilizaban por esta región dependieran más de los recursos terrestres que de los recursos marinos, como bien lo recordaban los ancianos seri a mediados del siglo xx [Felger y Moser, 1985: 98].
Flora y fauna
La vegetación de la región varía según el tipo de suelo, la disponibilidad de agua y la exposición de las pendientes de las montañas o cerros. De este a oeste, dentro de las pendientes escalonadas de sierras y montañas, así como asociadas a las fuentes de agua del interior de los cañones, esta la vegetación más importante como el mezcal, la higuera cimarrona y el carrizo. Hacia la costa pero todavía en las partes más altas de la planicie costera se encuentran tanto el palo blanco como distintos tipos de suculentas. En la porción media pueden localizarse sahuaros, cardones, cenitas y otras suculentas como la pitahaya agria. Asimismo, sobre los cauces de los arroyos existen densas concentraciones de mezquite y otras leguminosas como el palo verde, palo fierro y joroba. Finalmente, en la parte baja de la planicie costera destacan el ocotillo, torote, sangrengrado y varios tipos de choyas, mientras que en los esteros existe la vegetación de tipo manglar.
De acuerdo a Felger y Moser [1985], los seris actuales tienen nombres para muchas de las plantas y animales de su territorio. Respecto a las plantas, los autores registraron 427 nombres seri y aseguran que, dependiendo de la región en donde vive, una persona o grupo puede conocer los nombres de 350 a 400 plantas. Sin embargo, dado que los 427 nombres seri de plantas representan aproximadamente 411 especies botánicas, es posible, de acuerdo a los autores, que los seris tiendan a sobrediferenciar a las plantas y probablemente también a los animales, especialmente a los más importantes como la tortuga marina, el venado y ciertas choyas, aunque también es probable que reconozcan micro-razas o poblaciones desconocidas para los biólogos [Felger y Moser, 1985: 61].
La fauna característica de la región también es muy variada, y al igual que la flora, se trata de especies adaptadas a las condiciones del riguroso clima desértico. Entre éstas los seris utilizaban un amplio rango de mamíferos y reptiles como alimento, desde el venado cola blanca y bura, jabalí, borrego cimarrón, conejos, liebres, roedores y aves, hasta varias subespecies de iguanas y la tortuga del desierto. El potencial marino es enorme en recursos alimenticios, destacando especialmente la caguama o tortuga marina, los moluscos, el trigo marino, las aves y los mamíferos. Estos recursos son generalmente abundantes durante todo el año siendo un excelente complemento de los recursos terrestres. Las caguamas o tortugas marinas constituían la parte más importante de la dieta seri. Estos grupos conocían y explotaban las cinco especies de tortuga marina que habitan en las costas del Pacífico, con un acento fundamental hacia las tortugas verdes o cara prieta (Chelonia mydas), de las cuales distinguían ocho tipos diferentes [Felger y Moser, 1985: 47].
Finalmente, el golfo de California añade una dimensión muy importante de flora y fauna a la costa central. Además de los mamíferos marinos y las aves, el golfo provee una gran diversidad de peces y tiburones, moluscos y crustáceos. Muchos de estos organismos habitan en la zona intermareal donde son fácilmente accesibles al ser humano. Así por ejemplo, la vasta presencia de concheros o concentraciones de conchas marianas a lo largo del litoral de la costa central, señala la importancia que los moluscos representaban en la dieta de estos grupos [Bowen, 1976: 87]. Por tal motivo, el golfo de California es considerado como un ecosistema de gran importancia por su enorme diversidad ecológica y ha sido fundamental para la subsistencia de los grupos humanos.
2. Las paredes de la planicie: Sierra Libre
Rodeando la carretera que une a Guaymas con Hermosillo existe una serie de elevaciones o sierras formadas por rocas ígneas. Estas elevaciones alcanzan alturas de poco más de 1000 metros sobre el nivel del mar, aunque rápidamente decrecen hasta alcanzar una altura promedio de 300 metros. El área de estudio, cañón del Tetabejo y cañón del Abolio, se ubica en el sector nor-noroeste de la Sierra Libre, también conocida como Sierra Prieta o Cerro Prieto, distante aproximadamente 50 km de la costa a la altura del estero Tastiota, y única vía natural a través de la cadena montañosa que se extiende de Hermosillo a Guaymas (Mapa 2).
La Sierra Libre, como las otras sierras de la región, es de origen volcánico. En su interior existen grandes yacimientos de basalto negro, opalita y obsidiana lo que habría sido un importante atractivo para cualquier grupo humano [Robles, 1974]. Asimismo, es posible ubicar una gran cantidad de tinajas o depresiones en la roca en donde se junta el agua de lluvia, y las cuales se llenan durante las lluvias torrenciales de verano y se recuperan con las “equipatas” de invierno. Las tinajas suelen formarse en profundas hendiduras o grietas en el cerro lo que hace que en la mayoría de los casos aparezcan rodeadas por altos paredones.
La flora de la región corresponde a desierto de matorral, caracterizada por ser relativamente escasa y dispersa. En términos generales se destacan la gobernadora, ocotillo, palo verde de Sonora, acacia huisache, pitahaya, mezquite, pluma sonorense, palo fierro, torote, rama blanca, jito, guayacanes, zacate, etc. La disponibilidad de agua y consecuentemente de recursos vegetales y animales, además de la presencia de importantes fuentes de materia prima lítica, habrían sido de vital importancia para los grupos que se movilizaron por esta parte de la planicie costera.
Mapa 2: Sierra Libre, también conocida como Sierra Prieta o Cerro Prieto
Este macizo montañoso fue descrito por Juan Nentuig en 1764 en El rudo ensayo al hacer referencia al principal refugio de los seris durante las incursiones militares mexicanas:
“ Su principal abrigo es el famoso Cerro Prieto , al poniente de San José de los Pimas, 12 leguas; y 12 casi al sur de Pitic; y del mar, como 14 leguas al oriente; y de la boca del río Yaqui, al norte, 30 leguas. Dicho cerro es un agregado de muchos cerros que hacen un conjunto de una fortaleza, casi incontrastable, con innumerables cortaduras que hizo naturaleza por medio de unos cajones o barrancas profundísimas, que no se pueden pasar a caballo para dar alcance al enemigo, aunque éste vaya vencido, sino por muchas vueltas y rodeos; y entretanto ya el seri se halla remontado en alturas y picachos inexpugnables.” [1977: 81]
A continuación, refiere a algunos de los cañones del Cerro Prieto en donde los seris se guarecían:
“ Los cajones más nombrados, dejando otros de menos nombre; son: el del Cossari , que mira para el oriente; el de Rodríguez , para nordoeste, el Cajón Grande , a nornoroeste; el de la Palma, casi al norte; el de Cara Pintada , al norueste; el de Otates , al uesnorueste; el de la Nopalera , al poniente; el de las Avispas , al uestsudueste; la Ciénaga , al sudueste.” [1977: 81]
El aquí citado cajón de Otates corresponde al cañón del Tetabejo, mientras que el de la Nopalera refiere al cañón del Abolio. Las evidencias de ocupación poscolonial especialmente en el Tetabejo se manifiestan, en parte, en la presencia de numerosas pinturas rupestres que representan particularmente jinetes a caballo y ganado vacuno. Por su parte, el cajón de Cara Pintada corresponde al cañón de La Pintada, ubicado inmediatamente al norte del Tetabejo y el cual ha recibido mayor atención por sus magníficas pinturas rupestres. En el capítulo siguiente relativo a los antecedentes de investigación en el área haré referencia a los estudios que se han realizado en ese sector de la sierra.
Mapa 3: Extracto del “Mapa de la frontera del Virreinato de Nueva España nuevamente construido por el ingeniero don Nicolás de Lafora”, 1771 [tomado de Hers et.al 2000].
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