Homo Sapiens en búsqueda de su identidad
Daniel Gelabert
El camino seguido por los homínidos, desde A.Afarensis hasta nosotros, los Homo Sapiens, constituye una extraordinaria demostración de que la evolución de las especies existe también para los seres humanos, aún cuando una larga serie de fenómenos culturales pareciera querer negar los términos de adaptación y cambio en sentido positivo.
Si bien para analizar las actitudes vivenciales de nuestros predecesores(H.Hábilis-H.Erectus, etc.debemos hacer uso de Hipótesis, para demostración de las cuales carecemos de elementos físicos, dado que "la conducta no deja huellas", no es menos cierto que disponemos de todo un conjunto de herramientas proporcionada por las más diversas ciencias para evaluar LA INDUSTRIA de los homínidos en la larga saga de su proceso evolutivo ,que hoy continúa aún a pesar de la globalización (que no es más que un síntoma).
Pero debemos estar prevenidos contra las malas artes de quienes se oponen no sólo a la teoría de la evolución sino a la evolución misma.
El hecho de que yo asuma la carencia de elementos físicos para demostrar conductas vivenciales de nuestros ancestros no implica que tal Hipótesis queda huérfana de todo sostén y que cualquier oportunista la podrá rebajar al grado de Conjetura.
La aclaración es válida, puesto que no es tan infrecuente el hecho de que suele contraponerse deliberadamente, en distintos ámbitos, la conjetura mas disparatada a la hipótesis más verosímil.
Estar alerta sobre esta realidad es tarea del investigador honesto que no quiere vendar sus ojos con prejuicios SEUDORELIGIOSOS ni posturas SEUDOCIENTIFICAS.
La religiosidad es inherente al género HOMO. Tal vez comenzó a serlo desde los tiempos de AFARENSIS, hace millones de años. Pero admito que ésta sí es sólo una conjetura: AFARENSIS ya llevaba la génesis de lo que sería la ulterior religiosidad del género HOMO.
Pero, hablando de prejuicios SEUDORELIGIOSOS, me resulta imperioso aclarar que se trata de aquellas posturas institucionalizadas en las iglesias y que consisten en clasificar como ateas(como sinónimo de a-religiosas)a las personas que no acatan sus preceptos.
Lamento comunicarles a tales personas e instituciones que, tratándose del HOMBRE, la a-religiosidad no existe. Lo que sí puede existir es el ATEÍSMO.
Pero(que me perdonen los ateos),ser ATEO ES UNA FORMA DE RELIGIÓN.
Digámoslo de una vez: NO HAY HOMBRE SIN RELIGIOSIDAD, AUNQUE SEA ATEO.
LA RELIGIOSIDAD ES INHERENTE AL SER HUMANO.
Pero, hay que decirlo, existen algunos investigadores encomiastas y respetables que pretenden estar exentos de todo tipo de "contaminación" religiosa. Es ésta una actitud dogmática que, precisamente, denota una NO ASUMIDA CONCIENCIA de la natural aptitud religiosa del hombre, aptitud que, por supuesto, supera la esfera de lo institucional y que constituye la principal reserva del desarrollo del ser individual y trascendente.
Más allá(o más acá) de que éstas aserciones puedan constituir un juicio de valor con connotación ética sobre tal o cual actitud religiosa, la idea es aprovechar las circunstancias de este congreso para establecer un debate sobre una cuestión que, como casi todas las cuestiones humanas, suele escapar del ámbito de la racionalidad para internarse por los escarpados senderos de las justificaciones esotéricas.
Como no me considero ajeno a estas trampas de la filogenia, es que quiero exponer estas ideas a la consideración de los participantes puesto que, aun cuando las respuestas fuesen lapidarias, devastadoras, me cabe el orgullo de no haber permitido, con cobarde esperanza, que los DUEÑOS DE LA VERDAD llenen mi frutera con frutos envenenados.
La construcción de conocimiento requiere tanta voluntad y sacrificio como la búsqueda de PODER. Pero, ¿es el conocimiento una cuestión de PODER? ; y, en caso afirmativo, ¿existe una diferencia cualitativa entre PODER INSTITUCIONAL y PODER INTELECTUAL?
No es este el preciso momento en que debemos preguntarnos si hemos ungido el conocimiento a la categoría de DIOS. ¿Y, Qué será entonces de los sabios ATEOS?
¿No son acaso los Eruditos falsos dioses (autoendiosados) que confunden memorización con conocimiento?
Pero tales Eruditos no son necesariamente Sabios Ni los Sabios son una cuestión hecha y acabada.
En todo caso, los Sabios son Dioses en construcción permanente(no perpetua).
Pero, si hemos de darle un valor cualitativo a esta recategorización de lo Sagrado, es necesario establecer una clara diferencia con lo Profano. Se me ocurre que tal diferencia está entre la Conciencia que logramos establecer sobre lo Ontogénico y lo Filogénico, que sucede en nuestro ser como individuo y nuestro ser como especie, respectivamente.
El lenguaje estandarizado no siempre es adecuado para definir diferenciaciones sutiles, más aún si se trata de aspectos o cuestiones de naturaleza distinta a las de las leyes de la física. Tampoco habrán de sernos útiles las abstracciones o cálculos matemáticos para favorecer nuestra búsqueda del momento en que la ontogénesis y/o la filogénesis determinan la secuencia en que lo sagrado adquiere la categoría de profano o viceversa, sin que el resultado signifique una apostasía sino, mas bien, una diferenciación intelectual y consecuentemente, un progreso evolutivo de la natural proclividad del hombre a su desarrollo interior; aún en aquellos casos en que la cultura impone métodos harto sofisticados que actúan en sentido opuesto a tal proclividad.
Tal vez se podrían utilizar cálculos estadísticos, considerando los procesos de las sociedades primitivas que aún en la actualidad conservan su primitivismo, para establecer algunos parámetros sobre el campo, dicho esto con la salvaguarda de que todo método estadístico debe ser considerado un elemento auxiliar de ponderación y no, como suele suceder, un instrumento de manipulación voluntaria de los datos de la realidad.
Cuando despojemos este discurso de su involuntario ropaje retórico deberá quedar como mensaje natural la búsqueda, por parte de los participantes de este evento que así lo deseen, de un mecanismo colectivo de construcción de un Corpus Teórico que permita avanzar en un proyecto de carácter no religioso (en lo institucional)que permita dotar a las personas de un organismo de consulta y apoyo institucional no sustentado por ningún tipo de poder político-económico, sino por voluntades individuales capaces de aceptar y generar estados de conciencia individual y colectiva que, aún actuando en pequeña escala permiten que el hombre recupere su salud mental, espiritual y física.
Tal es el anhelo del autor de éstas líneas, que tal vez halla pecado de audaz atrevimiento al postularse a participar en un evento para el cual hubiera debido contar con más tiempo. Pero sea este déficit superado por mi voluntad y vuestra buena disposición y paciencia.
La obliteración del pensamiento fue el resultado de los métodos coercitivos empleados por los gobiernos dictatoriales.
La dispersión de voluntades para lograr la máxima explotación del hombre por el hombre es el logro de las democracias actuales. Tal dispersión es posible mediante la manipulación mediática y el vaciamiento intelectual de colegios y universidades, donde la excelencia académica forma ya parte de la leyenda.
¿Formará este conjunto de vicisitudes un lastre imposible de vencer? ¿O, por el contrario, la correcta definición del mismo nos permite vislumbrar los instrumentos que habremos de utilizar para la construcción de un Homo Conciens, capaz de basar su desarrollo en cualidades, más que en ciegas creencias que lo hagan proclive a todo tipo de manipulaciones?
Sería demasiado simplista pretender llegar a conclusiones definitivas en tan breve espacio, brevedad que, supuestamente, me relevaría de la obligación de las demostraciones que avalen tales hipótesis.
Efectuar una mirada restropectiva de la porción histórica que contiene a la sociedad post-socrática, por citar un ejemplo, nos permite observar como constante la presencia de un Poder que se sustenta más en los métodos coercitivos que en la valoración de los aspectos positivos de la condición humana, valoración que, obviamente, sería el mecanismo idóneo de recambio generacional que posibilite un individuo sano que contribuye a la creación de una sociedad sana.
Pero tales datos de la realidad histórica, lejos de constituir un impedimento, debieran actuar como disparador de mecanismos naturales de autodefensa del individuo consciente que descubre que su salud también es una potencialidad a construir, dada las actuales condiciones del mundo real.
Para la valoración de estas afirmaciones parto de la hipótesis que considera al género humano como un fenómeno social, con capacidad de autoconciencia como individuo.
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