CONGRESO VIRTUAL 2000

2001 Odisea del Manejo: Conservación del Patrimonio Arqueológico y Perspectiva Holística

* - Roberto MOLINARI
- Lorena FERRARO
- Horacio PARADELA
- Anabelle CASTAÑO
- Soledad CARACOTCHE

Introducción

Trabajando en la conservación del patrimonio, a través del Manejo de Recursos Culturales (MRC), no se puede dejar de considerar cuán descuidadas están diversas áreas de la vida de nuestra sociedad que paradójicamente, encontrándonos en general por debajo del nivel esperado de bienestar y crecimiento, son vitales para nuestro desarrollo. También uno se pregunta cuál es la verdad que se antepone a la otra en esa paradoja, si no estamos bien porque descuidamos ésas áreas de la vida que son más vitales o si las descuidamos porque no tenemos el suficiente bienestar y crecimiento.

El hecho es que áreas vitales de nuestra sociedad - como salud, educación, medio ambiente y patrimonio - coinciden en presentar un diagnóstico general de grave deterioro y al mismo tiempo carecen de una política orientadora, clara y eficaz para revertir tal situación. Finalmente uno se pregunta cómo podrán funcionar y ser eficaces los restantes campos de la sociedad, si éstos que son básicamente necesarios para el desarrollo de cualquier pueblo, se encuentran a la deriva.

En principio esta es una imagen de la totalidad mayor de la cual forma parte la conservación del patrimonio arqueológico: nuestra sociedad. En ella existen dos características que nos interesan fundamentalmente: fragmentación (Bohm 1998) y cortoplacismo (Molinari 1998b; Savory 1999). Estas son centrales para nuestro análisis de la sociedad en la cual actuamos para conservar el patrimonio, porque representan formas opuestas y no coherentes con una realidad que funciona como totalidad y a largo plazo.

Dentro de la totalidad que implica al patrimonio cultural, del cual el arqueológico es una parte, nos hemos referido en otras publicaciones haciendo referencia a sus relaciones con el uso público o con la posesión o participación del mismo por parte de la sociedad (Molinari op.cit.; Molinari 2000). Agregaremos al presente análisis otras relaciones importantes como son las de la producción y desarrollo de una sociedad cuyo vínculo de actividad principal se da a través de la evaluación del impacto arqueológico; las de la legislación que intenta proteger el patrimonio arqueológico y las de la ciencia arqueológica, cuya fuente de datos son los recursos de ese patrimonio.

En suma, el presente trabajo describe el estado actual del modelo de manejo de recursos culturales que guía nuestras actividades de conservación dentro de las áreas protegidas y fuera de ellas. La reciente incorporación de conceptos y metodologías de la Evaluación hacia la Sostenibilidad (UICN 1997) y Holistic Management (Savory 1999) incrementan nuestras expectativas iniciadas con el manejo integrado y adaptativo, basadas en la búsqueda de un patrimonio relacionado activamente con la vida contemporánea y para mejorar el bienestar de las poblaciones y sus ecosistemas. A continuación formularemos una serie de discusiones temáticas basadas en las implicancias y relaciones comentadas más arriba para desembocar más tarde en el nuevo entendimiento holístico que proponemos para el manejo del patrimonio arqueológico.

Pero existe una discusión fundamental para tal planteo sin la cual resultaría imposible establecer el rumbo o meta holística de nuestras acciones o nuestro por qué y para qué de la conservación (Savory 1999), y es definir lo que entendemos por patrimonio.  Qué es, qué representa, para qué sirve, por qué es importante, a quién pertenece, son preguntas clave para poder a continuación y no antes, preguntarnos cuál es la mejor forma de usarlo y mantenerlo, cómo lo vamos a hacer y cómo vamos a hacer cumplir tales formas.

Discusión

Patrimonio, identidad y conservación

Creemos que existe una interrelación vital y dinámica entre estos tres conceptos. En primer lugar, definimos al patrimonio arqueológico como el conjunto de recursos o vestigios indicadores de la diversidad y variabilidad de las actividades e interrelaciones humanas con el medio ambiente, representativos de un aspecto de la historia humana (en sentido amplio prehistóricos e históricos) y/o su evolución (Molinari 1998a).

El patrimonio arqueológico es para nosotros una parte del patrimonio cultural, que a su vez forma parte de un patrimonio más amplio junto con los bienes y riquezas naturales. Por otra parte, consideramos que en forma global este patrimonio tiene un carácter social, participativo y dinámico ya que lo visualizamos como un repertorio de significados que continuamente son interpretados por una comunidad (en la cual nos incluimos).

En esos términos, patrimonio sería la base fundamental o las pruebas tangibles de nuestra identidad, los elementos y valores a través de los cuáles socialmente nos reconocemos y somos reconocidos. Qué tenemos, cuánto tenemos, en qué estado se encuentra, cómo lo usamos y protegemos, serían algunos indicadores del grado de construcción y reconocimiento de nuestra identidad, resultando inevitable asociar patrimonio e identidad a la conservación.

A ésta la hemos definido en diversas oportunidades con una idea bastante alejada de la preservación absoluta, de la imagen de algo estático y pasivo, porque justamente si patrimonio e identidad son componentes vitales para las sociedades, mal nos iría con una actividad para sostenerlos que no sea y resulte también dinámica y activa. De esta manera, definimos a la conservación como el uso racional, rentable y sustentable del patrimonio para mejorar el bienestar de las poblaciones y los ecosistemas de los cuales forman parte.

Entonces, si un conjunto de recursos representan valores comunes y constituyen nuestro patrimonio, el cual da forma a nuestra identidad, la cual se reafirma cotidianamente a través de la conservación, podemos concluir que la problemática de esta última se relacionaría fundamentalmente con la idea y el valor que le otorgamos a ese patrimonio.  Conservarlo es esencialmente una tarea social y participativa de y con las comunidades, a partir de la evaluación de los recursos y de la identificación de problemas (UICN 1997), recuperando la capacidad de evaluar, reconvirtiendo valores transformados o recuperando valores perdidos, en una estrategia de acción en todos los frentes de nuestra vida contemporánea a fin de relacionarnos con los recursos hacia su uso sustentable.

La sustentabilidad sería la clave del mantenimiento y aprovechamiento continuo de los recursos culturales.  Resulta difícil establecer cuál es el concepto de uso sustentable, mas es común escuchar a menudo el término.  Para nosotros está asociado a uso racional y a uso rentable.  Entendemos por racional al que ocurre en forma acorde a su demanda para la satisfacción de necesidades de subsistencia, crecimiento y desarrollo, implicando la evaluación global de los bienes disponibles y la consecuente planificación que impide el mal uso, las superposiciones, ausencias e insuficiencias. Por rentable consideramos a aquel que se refiere a la capacidad indirecta que poseen los recursos dispuestos al uso público para generar fuentes de trabajo e inversión que producirán fondos para su investigación, mantenimiento y conservación (s.s.).  Sustentabilidad entonces es el resultado de ambos, consistiendo en el aprovechamiento sostenido de los recursos culturales para las presentes y futuras generaciones, atendiendo a la continuación de la demanda en una forma de "auto-renovación" de bienes que, por su naturaleza, no son renovables.

Definimos patrimonio, identidad y conservación, y sus implicancias en la vida de la sociedad. Nos resta discutir un último aspecto de los planteados, referido a la pertenencia del patrimonio cultural que caracterizábamos como social y participativo. Alguna condición esencial se desprende de esta consideración cuando de los supuestos bajamos a los hechos en el manejo de los recursos culturales.

Dos ejemplos opuestos contribuyen a la comprensión de entendimientos estructuralmente dispares con respecto a si el patrimonio se posee o si se participa, y bajo los cuales la conservación y el manejo -que lleva a cabo ese objetivo- serán una tarea que atiende problemas parciales o se convertirán en una estrategia global, de cuyos resultados obtendremos respectivamente "parches" aleatorios de solución a casos particulares o el comienzo de un camino para la reconversión de valores, que comprende a todo el patrimonio y para toda la sociedad.

El primero ejemplo alude a como fue manipulada una colección privada de materiales arqueológicos de la provincia de Chubut, que un inmigrante europeo, radicado desde décadas en la Patagonia, pudo "poseer y donar" a otro europeo, este último, dueño de enormes extensiones de campo con pueblo incluido, también en la Patagonia. Así se decide crear un museo para la preservación de los materiales y su uso interpretativo / educativo. La noticia recorre el territorio a través de los medios y es considerada un éxito, tanto que las instituciones argentinas dedicadas a fomentar la investigación científica y técnica, acompañan el proyecto y su desarrollo.  Esta es una parte de nuestra realidad, desvinculada de todas las implicancias de patrimonio, identidad o conservación que mencionáramos como meta holística. En concreto, no se refleja el sentido de participación inherente al patrimonio, y el resultado final es que agrega un estímulo a tales emprendimientos.

El segundo ejemplo es un movimiento hacia otro entendimiento capaz de articular una estrategia de conservación de un patrimonio cultural relacionado activamente con la vida contemporánea y para mejorar el bienestar de las poblaciones y sus ecosistemas.  Se trata de la restitución de un Rewe y su espacio sagrado a la comunidad mapuche de Ñorquinco en el Parque Nacional Lanín, recurso cultural que por la misma política de manejo y el entendimiento de la comunidad indígena de "volver a ser parte" del lugar, conlleva la expectativa de restituir las relaciones ancestrales que mantuvieron a ese espacio en condiciones sustentables.

Como decimos en otro trabajo presentado a este Congreso, bajo el entendimiento de una realidad que funciona como totalidad y a largo plazo (Savory 1999), insertos en una sociedad que fragmenta los campos de la realidad al nivel de que funcionen como realidades independientes (Bohm 1998) y cortoplacistas, no podemos dejar de entrever que podría existir una relación dada entre fragmentación / posesión,  y entre interrelación / participación, y que, consecuentemente, estas perspectivas afectan diferencialmente los resultados de nuestro manejo para la conservación (Molinari 2000).

Consideramos entonces que el tratamiento de los recursos culturales arqueológicos en orden a resolver problemas parciales que los afectan (evaluación de impacto, legislación, protección, difusión, investigación, etc.), reproduce en sí el "desorden" de la perspectiva de nuestra propia sociedad que fragmenta los campos de la realidad en múltiples realidades independientes.

         Manejo de Recursos Culturales y Arqueología

Decíamos en Ferraro y Molinari (1999) que la importancia de la arqueología, radica en la interpretación de la diversidad y variabilidad del comportamiento humano a partir del estudio de restos materiales de las sociedades. Nuestra ciencia es capaz entonces de desarrollar el patrimonio cultural que caracterizábamos más arriba como social y participativo, de interés general y para el bien común; de aportar dinámicamente elementos que hacen a la construcción de la identidad de nuestra sociedad; de dar cuenta, como ninguna otra ciencia, de la experiencia humana en el manejo del medio ambiente en un rango temporal muy amplio, desde el pasado más remoto de su interacción.

Esta última capacidad interesa trascendentalmente al manejo de ecosistemas, en tanto la autorrenovación de los procesos ecológicos es condición para un desarrollo sustentable (Allen 1980).  Si consideramos desde la conservación que el hombre puede ser definido por su capacidad para alterar en forma deteriorante el medio ambiente como ningún otro animal sobre la tierra (Savory 1999), y si asumimos también que el mundo se encuentra en una crisis de insostenibilidad (UICN 1997), cuya manifestación es la imposibilidad de lograr el bienestar de las poblaciones y la degradación progresiva de los ecosistemas, entonces el conocimiento de la conducta humana en un amplio rango temporal es fuente sustancial para el análisis y planificación de los ambientes actuales, hacia un desarrollo sustentable.

Podemos ver un gran desarrollo de la ciencia arqueológica, pero ese desarrollo es interno, dado que existe una pared, límite o falta de aplicación sistemática entre el conocimiento alcanzado y la sociedad.  Sin embargo los límites son holísticamente una vía o puente de relación, -que vinculan a las partes de un todo-. Entonces esa pared es la forma de relacionarse entre la arqueología y la sociedad, y sus consecuencias más notables para la ciencia son la falta de oportunidades laborales, la carencia de presupuestos para la investigación, de espacios y recursos, etc.  Basándonos en la importancia mencionada en el párrafo anterior, creemos que nuestra extensión y aporte de conocimiento útil hacia las comunidades en función de sus problemáticas, retornará en una demanda social de la arqueología para el desarrollo.

Estimamos que el MRC es un nexo de articulación entre la ciencia y la sociedad, y que las problemáticas que afectan la conservación del patrimonio arqueológico es un campo profesional de los arqueólogos. Un ejemplo de este modelo de vinculación es que la mayor parte de los arqueólogos profesionales estadounidenses trabajan actualmente en MRC (Green and Doershuk 1998).

Aún considerando a la conservación de recursos culturales arqueológicos en su sentido más reducido, como el conjunto de actividades tendientes a mantener la integridad y estabilidad física de los objetos y sitios arqueológicos afectados por una investigación, no deja de percibirse una interrelación retroalimentativa entre conservación y ciencia, una interdependencia basada en que se podrá investigar aquello que se conserve y se podrá conservar aquello que se investigue. Pensamos que una hace a la otra o que constituyen una realidad cuya forma y desarrollo está dada por la relación entre ambas.

Si esto ya constituye nuestro nuevo entendimiento, la ausencia de exigencias o requerimientos de conservación para la autorización estatal de investigaciones arqueológicas o para el otorgamiento de subsidios estatales o privados para tales estudios, resulta un indicador más de la fragmentación y de la falta de una meta holística que nos conduzca en el marco de una causa final, dentro de la cual podremos calibrar las consecuencias deseadas y no deseadas que provocarán o recibirán nuestras decisiones y acciones (Savory op.cit.)

        Manejo de Recursos Culturales y Legislación

Al principio de este trabajo formulábamos el interrogante "Cómo vamos a hacer cumplir tales formas?, refiriéndonos al último término de una serie de cuestionamientos sobre nuestro patrimonio arqueológico, los cuales son vitales para comprender: qué intentamos proteger, cuál es su importancia, cuál es la mejor forma de usarlo y mantenerlo, cómo lo vamos a hacer.  Dicha cadena de interrogantes nos conduciría a nuestra meta holística para el manejo del patrimonio arqueológico, sin cuyo planteo resultaría poco concreto, ordenado o eficaz, y hasta descuidado, el tratamiento de cualquier problema parcial que lo afecte.

En otras publicaciones explicábamos a la legislación como la regulación de una estrategia de conservación previamente planteada (Molinari 1998b) y consensuada como objetivo nacional (Ferraro y Molinari op.cit.).  A pesar de que nuestro país ha tenido en la ley nacional de protección del patrimonio arqueológico de 1913 un antecedente muy temprano, ésta nunca fue aplicable y no se ha promulgado otra que la reemplace.  Han habido proyectos a lo largo de todo el siglo pasado, individuales, institucionales, leyes provinciales, ordenanzas municipales, etc.  Por el número y nivel de heterogeneidad de las mismas se diría que se trata de un sinfín de sociedades diversas y por el nivel de solución de las problemáticas de conservación podría decirse que poco se ha aportado.

Para nosotros es un reflejo más de la fragmentación de los campos que mencionáramos más arriba, donde atendiendo al problema parcial de una ley de protección sin tener previamente una imagen del conjunto o la totalidad dentro de la cual el patrimonio arqueológico es una parte relacionada, y sin haberse planteado en consecuencia una meta holística, el resultado reproduce una reducción del problema, es una meta en sí mismo y entonces es posible idear "...formulaciones legales que conduzcan a operativizar la protección del patrimonio arqueológico en Argentina, a través de la implementación de mecanismos de rescate arqueológico, y de la adecuación de la terminología legal a la luz de las teorías arqueológicas contemporáneas." (Endere 2000).

Las consecuencias de tal situación las trataremos en el próximo punto, ya que integra la perspectiva que poseen los propios arqueólogos sobre la práctica de actividades que en su conjunto constituyen el manejo de recursos culturales.

Manejo de Recursos Culturales y Evaluación de Impacto

Si asumimos que el patrimonio arqueológico posee carácter social y participativo, que la estrategia de conservación debería relacionarlo activamente con la vida contemporánea y para mejorar el bienestar de las poblaciones y sus ecosistemas, que nos encontramos ante una ausencia de legislación con capacidad de hacer cumplir los procedimientos hacia esa meta deseada y que las evaluaciones de impacto arqueológico parecen reducir la conservación a una cuestión de rescate arqueológico, frente a una realidad que exige "soluciones rápidas y efectivas", donde esta última actividad parecería plantearse como "el punto de partida para la conservación del patrimonio arqueológico en peligro" y también "un factor determinante para su éxito" (Endere op.cit.), nuevamente la falta de una perspectiva acorde con una realidad que funciona en forma global y a largo plazo, puede conducir a resultados no deseados o efectivos.

En principio diremos que como arqueólogos que manejamos un patrimonio cultural que hace a la identidad de la sociedad y cuyo desarrollo es vital para el crecimiento social y económico de la misma, nuestro punto de partida es la participación real de las poblaciones en la construcción de los propósitos o metas que mejorarán sosteniblemente su calidad de vida, basados en sus propias evaluaciones (Savory op.cit.; UICN op.cit.).  En ese contexto pensaríamos al rescate arqueológico como la alternativa final y no inicial de salvaguardar el patrimonio, seleccionado como una instancia extrema resultado de las evaluaciones y de la ponderación del impacto que cualquier actividad pudiera ocasionar, medida en términos de pérdida patrimonial vs. utilidad pública.

Los arqueólogos deberíamos discutir profundamente la estrategia de esta temática, en relación a la postura citada anteriormente, teniendo en cuenta los alcances que tuvieron para el desarrollo de las comunidades locales grandes obras de infraestructura. ¿En qué ha mejorado la calidad de vida de las poblaciones locales con la explotación de la Mina La Alumbrera? Comparemos esto con el impacto del ambiente natural y cultural que esta obra ha provocado en las provincias de Catamarca y Tucumán. Y, ¿quién restituye la desarticulación de los caminos de circulación de ganado trashumante de las poblaciones collas de Los Naranjos en la provincia de Salta, ocasionados por el Gasoducto Norandino, cuando los montos del resarcimiento pagados por la empresa fueron destinados a la creación de un área protegida desvinculada de tal comunidad?

Creemos que hasta hoy las evaluaciones de impacto, en general, reproducen la estructura de entendimiento coherente con la fragmentación y el cortoplacismo, inherente a nuestra sociedad. La legislación carente o en proyecto y el campo fragmentado de las evaluaciones de impacto corren el riesgo de convertirse en finalidades, la arqueología de rescate y la arqueología contractual, fines en sí mismos y no medios o herramientas de una estrategia de conservación.

Manejo de Recursos Culturales y Perspectiva Holística

   Antecedentes

Nuestro modelo plantea un nuevo entendimiento que hemos ido trasluciendo a lo largo de este trabajo. Este entendimiento es sustancialmente diferente al que domina como idea central en nuestra sociedad, a partir del cual se genera el proceso de toma de decisiones para el manejo de cualquier cosa, y de las cuales se derivan resultados que en su conjunto son los indicadores de un progresivo deterioro ambiental y consecuentemente, de la condición de la humanidad (Savory op.cit.).

Ante la paradoja planteada al comienzo "...si no estamos bien porque descuidamos ésas áreas de la vida que son más vitales o si las descuidamos porque no tenemos el suficiente bienestar y crecimiento?", aludiendo a los ámbitos de "...salud, educación, medio ambiente, patrimonio...", pensamos que ambas verdades se retroalimentan y reproducen en la perspectiva actual de fragmentación y cortoplacismo, y conducen una y otra vez al estado en que nos encontramos.

Parte de esta idea central ya había sido planteada en trabajos anteriores cuando nos referíamos a que el patrimonio arqueológico pertenece a un sistema o realidad total, cuyas partes operan con gran incidencia para su conservación y dábamos cuenta de la necesidad de construir un cuerpo de principios teórico-metodológicos alineado con la realidad que manejábamos (Molinari 1998a, 1998b y Ferraro y Molinari op.cit.) y el cual fuimos poniendo a prueba sobre el terreno a fin de evaluar sus resultados y retroalimentar su construcción, con el aporte de ideas y metodologías de diversas fuentes (Hurtado Mendoza 1993; Rabinovich 1981; Bohm 1998) pero coincidentes en su perspectiva integradora.

En el primero de esos trabajos (Molinari 1998a) exponíamos nuestra Política de MRC, considerando puntualmente el vínculo indisociable entre patrimonio natural y cultural y la consiguiente perspectiva de manejo integrado de ambos componentes (Hurtado Mendoza 1993), basándonos en la importancia sustancial de la información del pasado para la comprensión de los fenómenos actuales.  La política mencionada daba cuenta de los criterios y prácticas que guiarían el manejo y de los procedimientos y actividades de carácter participativo e integrador para el tratamiento de los recursos culturales hacia su conservación (l.s.).

           

En Molinari (1998b) nos introducíamos en un tema específico y muy inquietante de la problemática de conservación como lo es la presentación de sitios arqueológicos al público.  Demostrábamos con algunos ejemplos, el alto riesgo de las experiencias que no consideraban en un plano más abarcativo el conjunto de valores, intereses y significados de los bienes culturales para la sociedad, y cómo, en  la actividad concreta  de la difusión, tampoco valoraban  el conjunto de variables capaces de producir impacto sobre el recurso,  la forma de estimarlo y su dimensión.

Destacábamos la poca sustentabilidad de aquellos planteos cortoplacistas y poco evaluativos del conjunto de elementos relacionados en un sistema, para el uso de cualquier recurso, de los cuales dábamos ejemplos que tenían que ver con la explotación ganadera ovina en Santa Cruz y sus resultados a lo largo del siglo XX, comparándola con el incipiente boom de difundir sitios arqueológicos en estancias turísticas, sin un rumbo en el uso sustentable y por consiguiente sin condiciones sustentables.

Por sobre todas las cosas, hacíamos hincapié en que la presentación de sitios arqueológicos es una actividad enmarcada en el MRC, cuya orientación principal es la conservación del patrimonio y no un emprendimiento económico, planteando el modelo de manejo adaptativo implementado en el Parque Nacional Lihué Calel, con mecanismos de monitoreo para el seguimiento y control de nuestra propia actividad de manejo, de los impactos previstos y no previstos en el conjunto de variables que componían la realización del Sendero de Interpretación Cultural, y de encuestas para la participación del visitante en opiniones y sugerencias sobre ese recurso y el conjunto de atractivos que ofrece el área protegida.

Apuntábamos a una actividad que se retroalimentara a través de la experiencia, en virtud de la complejidad de los sistemas manejados (Rabinovich 1981), con nuestro objetivo puesto en el desarrollo sustentable.  Pensamos que con ese fin, que integra lo racional y rentable, es que entonces los recursos pueden detentar una mayor calidad, mantenerse y ser productivos para un desarrollo social y económico del conjunto de la sociedad y a largo plazo.

Los aportes en Ferraro y Molinari (1999) consistían en los avances del manejo integrado y adaptativo de los recursos culturales arqueológicos en el Parque Nacional Perito Moreno, sumando la visión de la totalidad, frente a una realidad comúnmente observada en forma fragmentaria, a efectos de no extender la segmentación del análisis más allá de los límites dentro de los cuales funciona correctamente (Bohm 1998).

Metodológicamente planteábamos y aplicábamos una estrategia basada en la evaluación global de los recursos arqueológicos del área, consistente en calibrar el valor cultural de cada sitio, el estado de conservación de sus partes constitutivas, sus condiciones y relaciones micro y macroambientales, naturales y humanas.  A partir de esto podíamos estimar grandes decisiones como alternativas acerca de qué preservar y qué difundir, establecer limitaciones, permisiones y/o intervenciones relacionadas con la investigación, la conservación (s.s.) y el uso público, basándonos en el conjunto de evaluaciones, las cuales arrojaban según sus valores combinados, oportunidades o amenazas para las diferentes alternativas.

El trabajo ilustraba la forma de llevar a cabo las evaluaciones y enumeraba la serie de variables consideradas para el análisis micro y macroambiental de los sitios, además de una planilla específica para el Registro de Conservación del Arte Rupestre.  El resultado más significativo fue el de comenzar a implementar un manejo sistemático y global que nos permitió, en lo inmediato, corregir pautas no sustentables con respecto a la difusión de unidades arqueológicas, modificar áreas de recreación que entraban en conflicto con la conservación de sitios, diseñar medidas de mitigamiento para el arte rupestre y para sitios a cielo abierto afectados parcialmente por áreas de visitación y habilitar un sendero de interpretación cultural en un sitio arqueológico, bajo condiciones sustentables.

   La perspectiva holística

En la perspectiva holística, donde sólo la totalidad es realidad y dentro de la cual plantearemos nuestra meta holística, cualquier acción que tomemos para tratar un problema o para alcanzar un objetivo, no sólo se realizará por ser requerida sino también para incrementar el crecimiento hacia esa meta (Savory op.cit.).  Básicamente consistirá en un nuevo proceso para la toma de decisiones, en el cual podamos considerar las consecuencias que nuestras acciones tendrán para el resto de las partes relacionadas de una totalidad definida y los efectos de éstas sobre nuestros objetivos, en el corto y largo plazo.  La sola consideración de esta perspectiva nos permitirá construir una estructura más adecuada para organizar el manejo y la toma de decisiones, y se reflejará diferencialmente en nuestras actividades y en sus resultados.

En este sentido planteamos que, a través del modelo propuesto por Savory, el Manejo de Recursos Culturales se presenta como una verdadera estrategia holística de conservación del patrimonio arqueológico. La posibilidad de aplicar una visión global al manejo facilita la consecución de que todas las actividades que se desarrollen sean determinadas y coherentes con nuestra meta general.

Desarrollaremos a continuación el modelo, y de qué manera es aplicado en forma teórica al MRC para luego presentarlo de manera práctica en un caso de aplicación.

El planteo teórico se sustenta en la visión de que toda nuestra realidad esta compuesta por patrones o modelos que funcionan como totalidades, cuyas cualidades no pueden ser predecidas por algún aspecto aislado. Sólo a partir de plantear cual es la totalidad en la cual se inserta nuestro problema es que podemos comenzar a visualizar cual será nuestra meta u objetivo holístico.

Pero la mayoría de las veces las metas son tan generales que se diluyen en el proceso de llevarlas a cabo, a la vez que las actividades planteadas divergen del rumbo que en un principio se creía debían tener. Por eso también se requiere de la definición de pequeñas totalidades, o sea, tratar de identificar la mínima entidad que corresponderá a nuestro explícito manejo. Como plantea Savory: "(...) This minimum whole is then viewed as one entity for management"[1]

Según nuestra visión, la práctica del MRC se encuentra inserta dentro de una totalidad que es el manejo de Recursos Naturales y Culturales, que a su vez es parte de una totalidad mayor que corresponde al conjunto de actividades o aspectos de la sociedad en la que vivimos. Visualizada esta totalidad mayor, podemos dar cuenta de cuál es la meta holística global en el manejo de recursos culturales, definiéndola como mejorar la calidad de vida de las poblaciones y sus respectivos ecosistemas a través de la conservación o uso racional, rentable y sustentable de los recursos culturales.

Sólo a partir de establecer esta lógica de pensamiento holístico es que podremos definir nuestras "pequeñas totalidades" que surgirán a partir del caso específico que estemos tratando y que conducirán a precisar las metas holísticas respectivas. Esta coherencia es la que nos permitirá no sólo resolver un problema concreto de manejo (p.e. estabilizar un sitio arqueológico) sino que también nos permitirá aportar a una meta holística mayor (conservación del patrimonio) o aún mayor (desarrollo social).

Podría pensarse que este planteo puede generar un círculo vicioso en donde las decisiones y acciones estén sostenidas por una incorrecta evaluación previa, por lo que los problemas y errores no podrían llegar a ser visualizados.  Por el contrario, el mismo proceso determina sistemáticamente que todo plan será monitoreado a efectos de evaluar los alcances logrados y las consecuencias no deseadas,  permitiendo la continuación o corrección del mismo.  Esta no es una metodología infalible pero admite progresiva y adaptativamente realizar preguntas más precisas y en consecuencia acciones más efectivas, hacia la sustentabilidad de los recursos (Ver esquema al final del trabajo).

Savory plantea cuatro ideas clave que fueron integrándose a partir de su experiencia en diversos ámbitos del manejo de recursos naturales, aplicables para el manejo y la toma de decisiones en todas las esferas.  Nosotros las hemos adaptado al MRC, formulándolas de la siguiente manera:

-          La perspectiva holística es esencial al manejo.  Si basamos las decisiones de manejo en otra perspectiva, es probable que los resultados sean diferentes de lo que intentamos, porque sólo la totalidad es realidad.

-          Los sistemas que manejamos, como totalidades, pueden ser clasificados sobre un continuum no-susceptibles hasta muy susceptibles, donde la susceptibilidad es considerada a partir de las interrelaciones, antes que por las características aisladas de los elementos de un entorno. 

-          En los sistemas susceptibles, que son relativamente numerosos, la interacción hacia el uso sustentable -alejada de la idea de preservación absoluta-, es vital para mantener el patrimonio.

-          En cualquier sistema, el deterioro tiene menos que ver con la intensidad de uso que con las condiciones racionales, rentables y sustentables de ese uso.

   Aplicando la perspectiva holística

Dos proyectos de investigación arqueológica en el Departamento Río Chico de la provincia de Santa Cruz: "Estudio de la variabilidad de enterratorios de momentos tardíos de Pampa-Patagonia. Aspectos arqueológicos y bioantropológicos" (Director: Lic. Rafael Goñi) con localización en el área de la comunidad de Hipólito Yrigoyen (Lago Posadas), y "Poblamiento humano y paleoambientes de las cuencas lacustres esteparias: Arqueología de los lagos Cardiel y Strobel, Pcia. de Santa Cruz" (Director: Lic. Rafael Goñi)  localizado en el área de influencia de la comunidad de Gobernador Gregores, incluyeron formalmente en su plan de actividades relacionadas, el manejo de los recursos de la investigación.

Este patrimonio integra la base general de recursos relacionados con la comunidad.  Asi, la totalidad mayor en la cual está integrado e interrelacionado el patrimonio arqueológico  es el sistema humano y ecológico y sus interacciones en Gobernador Gregores y en Hipólito Yrigoyen.  A partir de definir esta entidad como totalidad mayor, cuya meta holística como sociedad es el crecimiento, bienestar y desarrollo, podemos establecer que la meta holística del patrimonio arqueológico será el manejo de los recursos culturales para el desarrollo social y económico de las comunidades, entendiéndose para el mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar de las poblaciones y de los ecosistemas de los cuales forman parte.

Nuestro Plan de Manejo se integrará así activamente a la vida de esas sociedades, las cuales ejercerán la responsabilidad primaria sobre el cuidado del patrimonio y el derecho primario sobre el beneficio social y económico que su uso sustentable genere. Nuestra intervención en ese nivel de totalidad y su correspondiente meta holística consiste en el planteo de constituir -desde un marco interinstitucional considerable (Municipalidades, Universidades, Administraciones e Instituciones)-  una organización reflexiva ampliamente participativa de todos los actores y sectores sociales a efectos de:

-          elaborar una evaluación diagnóstica de las relaciones sociales, económicas y ambientales de la comunidad y su área de influencia, a efectos de contar con una línea de base sobre los recursos potenciales existentes, su estado de conservación y las ventajas y amenazas implicadas en su manejo para el desarrollo.

-          establecer propósitos de desarrollo vinculados a las potencialidades destacadas previamente.

-          crear comisiones consultivas para planificar los objetivos o propósitos de desarrollo

-          elaborar proyectos para la ejecución de los planes de desarrollo.

Consideramos que en este intento de ordenamiento, hacia un funcionamiento más acorde con la realidad, se establece una nueva estructura para la toma de decisiones.  Esta permite evaluar ajustadamente las consecuencias que cualquier actividad provoca sobre el resto de las partes involucradas en una totalidad definida y se podrá generar un crecimiento retroalimentativo basado en la participación en las decisiones y en la valoración de los recursos, a partir de los cuales se podrá dar un cambio en las relaciones y los comportamientos, que se traducirá en el uso racional del patrimonio y en una producción más diversificada y sostenible de bienes y servicios.

El MRC estará conducido y ordenado al lineamiento metodológico de la Evaluación hacia la Sostenibilidad (UICN 1997), donde la evaluación es el elemento básico para alcanzar el desarrollo sustentable, consistiendo en un proceso o ciclo continuo de acción y reflexión.

Las actividades que así se generen dependerán de esta manera de una planificación reflexiva basada en la evaluación inicial del sistema y su diagnóstico.  El diagnóstico explicará por qué la acción es necesaria; el monitoreo controlará su progreso y la evaluación extraerá conclusiones sobre el progreso de la acción y el resultado de la misma.

Si bajamos esta iniciativa a la realidad de la conservación de los recursos culturales de una de las áreas de los proyectos mencionados, la del Lago Cardiel, podemos evaluar arqueológicamente que está representada por un conjunto de valores significativos para el conocimiento del poblamiento prehistórico, consistentes en numerosos sitios arqueológicos a cielo abierto y en aleros rocosos, los cuales poseen por lo general representaciones de arte rupestre.

El estado de conservación de esos recursos se halla íntimamente vinculado con los problemas de conservación que afectan al área en general, producidos por las actividades humanas de la sociedad actual.  Zonas como la Bahía del Lago Cardiel, que presentan una alta degradación como consecuencia de las actividades de recreación y pesca indiscriminada carentes de un plan de ordenamiento y control, producen efectos de deterioro sobre el ambiente reflejados en el profundo denudamiento de los suelos, en la acumulación de basura y su consecuente efecto contaminante y de impacto visual, como también en el daño cometido en el arte rupestre de los sitios aledaños, consistente en graffiti y extracción de soportes con pinturas.  El ejemplo es ilustrativo y contribuye a darnos cuenta que el área del Lago Cardiel constituye una totalidad de partes relacionadas: actividades humanas, recursos naturales y recursos culturales, cuyas problemáticas de uso y protección deben evaluarse en su conjunto para encontrar respuestas eficaces sobre las partes.

Conclusiones

El entendimiento actual sobre el patrimonio arqueológico reduce la percepción de la complejidad de sus relaciones, no existe un rumbo o meta holística para su manejo, es posible poseerlo y no podremos medir y/o cuidar los efectos que provocará o recibirá de sus partes "realmente" relacionadas.  Si por el contrario, entendemos que el patrimonio arqueológico es una parte relacionada de la realidad, cuya totalidad es la forma que adquieren el conjunto de las relaciones, entonces consideraremos la complejidad en la cual se inserta, tendremos un rumbo o meta holística afín a su naturaleza, seremos partícipes y no dueños, y nuestras decisiones de manejo sobre cualquiera de sus problemáticas podrán medir y/o cuidar los efectos que nuestras actividades provocarán o recibirán de sus partes relacionadas.

Pensamos que si nuestra meta holística para el MRC es el mejoramiento del bienestar y la calidad de vida de las poblaciones y de los ecosistemas de los cuales forman parte, y que trabajamos insertos en una sociedad que en general desconoce las consecuencias ambientales de su comportamiento, entonces nuestras decisiones y actividades deberían reproducir nuestras experiencias en conservación hacia un cambio de conductas y relaciones.

Insistimos en algo sustancial.  Se llegará a las estrellas en el largo plazo.  No existe técnico viviente de la NASA, relacionado con este proyecto, que llegue a ver los resultados de la meta última.  Sin embargo, paso a paso, en el corto plazo y dentro de la meta planteada, esos técnicos obtienen sus resultados con éxito, porque están en el camino, y ese camino es el único que garantiza (hasta ahora) la realización del todo.

No tratamos de viajar a las estrellas, pero valga el juego de palabras del título de este trabajo para ubicarnos en un objetivo más concreto, básico y vital para nuestra sociedad, como es el de reconocernos en lo que tenemos, en lo que vale, en lo que necesitamos para crecer con bienestar y en cómo lo vamos a lograr.  Es una odisea, pero comienza con lo que cada uno de nosotros y nuestra sociedad plantea para su realización y reproducción.

Bibliografía

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* Programa de Manejo de Recursos Culturales - Dirección de Conservación y Manejo - ADMINISTRACION DE PARQUES NACIONALES. Alsina 1418 - 5º Piso - (1088) Capital. TE y FAX 4383-2631.

E-mail: consyma@parquesnacionales.gov.ar

[1] "Esta mínima totalidad es luego vista como una entidad para el manejo" (pp. 59)


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