Los Movimientos Eclesiales y la Realidad Latinoamericana
Dr. Abelardo Jorge Soneira (CEIL/CONICET)
Introducción
El presente informe es parte de una investigación en curso: “Globalización y Nuevas Formas de Religiosidad. El caso de los “Movimientos” en la Iglesia Católica”. Propone una reflexión sobre el tema de los Movimientos Eclesiales y su repercusión en el contexto latinoamericano.
Hace casi veinte años, José Comblín en un artículo señero y anticipatorio sostenía que: “Está cada vez más claro que los Movimientos constituyen un modelo histórico nuevo en la Iglesia, sin comparación con todo lo que existió y se desarrolló hasta ahora en la Iglesia Católica.”[1]
También se suele señalar que los movimientos surgen y se desarrollan como una manifestación de insatisfacción respecto del contexto socio-cultural y religioso vigentes.
Nos interesa, por tanto, determinar si los Movimientos constituyen, efectivamente, un nuevo modelo de Iglesia, y si son expresión de un malestar cultural y religioso. En tal caso, que consecuencias tendría todo esto en la realidad socio-religiosa latinoamericana.
¿Qué son los “Movimientos Eclesiales”?
Los movimientos eclesiales son “un conjunto de varios grupos de personas unidos al participar de un mismo carisma fundacional en una única entidad asociativa y con una misma misión”[2]. Sin embargo, más que una definición jurídica nos interesa destacar que son formas de asociación, dentro de la Iglesia Católica que comparten, en mayor o menor medida, los siguientes rasgos típico-ideales:
- En su gran mayoría, se inspiran en el carisma personal de algún sacerdote o laico (Chiara Lubich para los Focolares, el P. Kentenich para Schöenstatt, mons. Juan Hervas en Cursillos de Cristiandad, etc.)
- Exceden el marco organizativo territorial de la iglesia (diócesis, parroquia), y aún el funcional (inserción por sectores especializados).
- Algunos autores señalan que tienden a constituirse en ámbitos de las clases medias
de las grandes urbes, hondamente impregnadas por la cultura global, convirtiéndose así en grupos con características elitistas, alejados de los problemas de los sectores populares.
- Surgen como expresión de un cierto grado de insatisfacción respecto del contexto socio-cultural de inserción y del modelo eclesial vigente.
- Tienden a constituir "comunidades de sentido" (Berger), con una fuerte identidad grupal y pertenencia religiosa. Algunos autores los señalan como formas de "privatización" de lo religioso.
- Tienden a ocupar el espacio vacante dejado por las antiguas formas de organización del laicado (tipo Acción Católica) y por las órdenes y congregaciones religiosas.
· Su nacimiento, o por lo menos su crecimiento, se ubica generalmente en Europa, en la década del 60 e inspirados en la enseñanzas del Concilio Vaticano II.
La importancia que los movimientos eclesiales han adquirido en la Iglesia queda señalada por la convocatoria realizada en mayo de 1998. En efecto, ese año el Consejo Pontificio para los Laicos de la Iglesia Católica organizó en Roma un congreso de movimientos bajo el lema "Movimientos eclesiales: comunión y misión en los albores del III Milenio". Aunque esta no fue la primera reunión de movimientos, sí fue la primera convocada directamente por la máxima conducción de la Iglesia, el Papa Juan Pablo II[3]. Desde entonces se han sucedido los encuentros, tratando de implementar los logros alcanzados en el congreso de Roma[4].
Ahora bien: ¿Qué tipo de religiosidad manifiestan los Movimientos Eclesiales? ¿Son expresión de un catolicismo intransigente, integral, restauracionista; o más bien de un nuevo tipo de religiosidad?
¿Cuál es su importancia? ¿Cuál su extensión? ¿A qué sectores sociales llegan? ¿Qué papel juegan en la "estrategia institucional" de la Iglesia hoy?
Finalmente, ¿Existe alguna acción palpable de los movimientos a favor de los “pobres de los pueblos y de los pueblos de los pobres” al decir de Medellín o, como sostienen algunos, proponen preferentemente una espiritualidad “desencarnada” de los problemas sociales?
Los Movimientos en el Magisterio Social de la Iglesia
¿Cómo define a los movimientos el Magisterio de la Iglesia?
Un documento importante que obra como marco de referencia respecto al tema es, sin duda, la Exhortación Apostólica Postsinodal Christifideles laici sobre la «vocación y la misión de los laicos en la Iglesia» (1987).
La Christifideles laici ubica claramente el tema de la participación laical y del florecer de grupos, asociaciones y movimientos en el postconcilio. No solo por razones cronológicas, sino también como una “praxis” concreta de lo propuesto por el Concilio Vaticano II, el cual habría brindado la “teoría”. Esta participación supone nuevas formas de colaboración entre sacerdotes, religiosos y fieles laicos. También propone una primera categorización entre grupos, asociaciones y movimientos de espiritualidad y de compromiso laicales. Entre las tareas emprendidas por el sínodo menciona el de nuevos ministerios y tareas confiadas a los laicos, el de los nuevos movimientos y asociaciones y el papel de la mujer en la iglesia y en la sociedad, tema éste al cual le dedica un extenso párrafo (n° 6). Reconoce que en los últimos tiempos se ha dado una nueva época asociativa: junto a las formas tradicionales (recuerda especialmente a la Acción Católica), han surgido asociaciones y nuevos movimientos. Especialmente pide a éstos que busquen el reconocimiento oficial y que vivan en comunión eclesial.
Si analizamos los dos discursos leídos por el Papa Juan Pablo II en oportunidad del Congreso Mundial de Movimientos que mencionamos más arriba[5] tendremos mayores elementos.
En el Mensaje de recepción, Juan Pablo II menciona los siguientes puntos:
- Percibe a los movimientos como “novedad” que aún espera ser acogida y valorada
- Percibe en ellos una autoconciencia más madura
- Representan uno de los frutos más significativos del Concilio Vaticano
- Son un "testimonio común"
- Expresan la dimensión de comunión con otras realidades de la iglesia
- Expresan la dimensión ecuménica con otras iglesias y comunidades cristianas.
- Los movimientos constituyen una unidad en la pluralidad, no deben ser una homogeneidad negadora de la diversidad, ni convertirse en particularismo o dispersión.
Finalmente ensaya una definición:
"¿Qué se entiende, hoy, por "movimiento"? El término se refiere con
frecuencia a realidades diferentes entre sí, a veces, incluso por su
configuración canónica. Si, por una parte, ésta no puede ciertamente
agotar ni fijar la riqueza de las formas suscitadas por la creatividad
vivificante del Espíritu de Cristo, por otra indica una realidad eclesial
concreta en la que participan principalmente laicos, un itinerario de fe y
de testimonio cristiano que basa su método pedagógico en un carisma
preciso otorgado a la persona del fundador en circunstancias y modos
determinados.” (N° 4)
En el Discurso suele referirse a ellos denominándolos movimientos y nuevas comunidades. Y sigue mucho más de cerca los lineamientos de la Christifidelis Laici. Lo fundamental del Discurso, es lo siguiente:
- El Espíritu suscita eventos que cambia radicalmente a las personas y a la historia
- Una de estos eventos fue la experiencia del Concilio Vaticano II
- En esta experiencia la Iglesia redescubrió que la dimensión carismática es parte constitutiva de su esencia
- Los aspectos institucional y carismático son casi co-esenciales en la constitución de la Iglesia
- En esta línea de redescubrimiento de la dimensión carismática de la Iglesia es que se ha desarrollado, antes y después del Concilio, la línea de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades
- Cada carisma es otorgado para el bien común, para beneficio de toda la Iglesia
- El paso del carisma originario al movimiento ocurre por el atractivo que el fundador ejerce sobre cuanto participan de la experiencia espiritual.
- De este modo los movimientos reconocidos oficialmente por la autoridad eclesiástica se presentan como formas de autorrealización y reflejos de la única iglesia
- Los movimientos como novedad han suscitado interrogantes, malestares y tensiones. Hoy se abre una nueva etapa: la de la madurez eclesial
- Frente a una cultura secularizada del fin del milenio, los movimientos son la respuesta suscitada por el Espíritu.
- Los verdaderos carismas tienden al encuentro con Cristo en los sacramentos. Han ayudado también al nacimiento de familias cristianas, vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa y a nuevas formas de vida laical.
- Para conservar y garantizar la autenticidad del carisma es fundamental que cada movimiento se someta al discernimiento de la autoridad eclesiástica competente.
- Las experiencias de los movimientos deben insertarse en las iglesias locales y las parroquias.
· No existe contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa.
Los Movimientos en el Magisterio Latinoamericano
Es interesante revisar el magisterio episcopal latinoamericano para ver cómo trata este tema de los movimientos.
El Documento de Rio, recoge las conclusiones de la I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (4/8/55). En un claro contexto ideológico de intransigencia católica todo el documento enfatiza la idea de la Acción Católica como colaboración de los seglares en el apostolado jerárquico. No hace referencia a movimientos de ningún tipo (de hecho todas las asociaciones deben considerarse como “Acción Católica”). Es más, en el contexto del documento, el término movimientos tiene una clara valoración negativa: los movimientos anticatólicos.
El Documento de Medellín[6] utiliza el término movimientos en varios contextos: movimientos familiares (3. Familia y demografía), movimientos juveniles (5. Juventud), movimientos de laicos (10. Movimientos de Laicos), además de numerosas menciones en otras partes del documento. El tema movimiento de laicos parte de una crítica a la Acción Católica, sin mencionarla, por “la insuficiente respuesta” a las nuevas condiciones de vida, las estructuras rígidas y no saber ubicarse en “un contexto de un compromiso histórico liberador”. Por otra parte se reconoce y se promueve los movimientos de laicos por ambientes o en estructuras funcionales (Acción Católica especializadas). Llama a la integración de los movimientos en la “Pastoral de conjunto”.
El Documento de Puebla[7] utiliza con mayor asiduidad la denominación de movimientos apostólicos aunque usa también el término movimientos laicales o de laicos. Suele referirse también a las Comunidades Eclesiales de Base, las cuales aparecen como algo distinto de los movimientos, aunque esto no esté explicitado. En su última parte sobre todo se dirige a los movimientos juveniles. En términos generales todo el documento insta a una planificación pastoral para el sector, y a una integración de los diversos movimientos en la misma.
El Documento de Santo Domingo[8] utiliza la denominación movimientos apostólicos con mayor frecuencia, seguida por la de movimientos eclesiales Se nota en todo el documento la influencia de la Exhortación Apostólica Postsinodal Christifideles laici, la cual es citada en varias ocasiones. De acuerdo al documento, los movimientos deben trabajar en el marco de la nueva evangelización. Nuevamente las CEBs aparecen como algo distinto de los movimientos.
En síntesis, el Episcopado Latinoamericano ha preferido, históricamente, manejarse con la denominación de movimientos laicales o movimientos apostólicos, no habiendo introducido todavía, orgánicamente, la idea de los movimientos eclesiales con su especificidad.
Dentro de los Episcopados nacionales, la Conferencia Episcopal Peruana ha producido un medular documento sobre el tema[9]., el cual analiza el tema desde distintos ángulos, con una posición más bien favorable hacia los mismos.
El Encuentro
Otra forma de avanzar en una definición de los movimientos, es analizar con cierto detalle, el conjunto de los que fueron invitados a concurrir al Congreso Mundial de Movimientos celebrado en Roma.
Si analizamos los movimientos por lugar de origen, tenemos la siguiente tabla:
Cuadro N° 1: Movimientos Eclesiales por país de origen
País |
Fr |
Italia |
|
Francia |
12 |
España |
6 |
EE.UU. |
4 |
Alemania |
3 |
Filipinas |
2 |
Le siguen luego Brasil, Argentina, Malta, Irlanda, Polonia, Eslovaquia, Perú, México, Chile, y Holanda representados con un movimiento cada una (n = 52). Es interesante destacar que, si sumamos la cantidad de movimientos de Italia, Francia, España y Alemania, éstos representan el 64,26% del total. Si estas frecuencias las proyectamos por continente, tenemos el siguiente cuadro:
Cuadro N° 2: Distribución de los Movimientos Eclesiales por continente
Continente |
Fr. |
% |
Europa |
40 |
71,42 |
A. del Norte |
5 |
8,92 |
A. del Sur |
4 |
7,14 |
Asia |
3 |
5,35 |
N/S |
4 |
7,14 |
Total |
56 |
99,97 |
Podemos sacar, por tanto, una primera conclusión: el congreso de movimientos fue eminentemente eurocéntrico; siendo la representación de este continente del 70% de los asistentes. América del Sur, el “continente católico”, está representado con solo el 7% del total. Cerca del 9% si le sumamos México, haciendo un planteo “latinoamericano”.
No solo la escasa cantidad, sino que llama también la atención el tipo de movimiento que representa a Latinoamérica. En efecto, por caso Brasil, cuna del movimiento de las CEBs, está solo representado por 1 movimiento diocesano de tipo carismático (Shalom). Los casos de Argentina y México (Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino y Regnum Christi, respectivamente) se inscriben claramente en la línea del “catolicismo intransigente”[10]. Solo el caso de Perú, el Movimiento de Vida Cristiana, pareciera tener otra impronta.
Si analizamos la variable tiempo, o sea año de creación del movimiento, podemos ver si su creación se ubica antes o después del Concilio Vaticano II[11].
Cuadro N° 3: Cantidad de Movimientos Eclesiales creados antes o después del Concilio Vaticano II. Frecuencias y %.
Fr. |
% |
|
Antes del Concilio Vaticano II |
21 |
37,5 |
Después del Concilio Vaticano II |
30 |
53,5 |
N/S |
5 |
9,0 |
Total |
56 |
100,0 |
Antes del Concilio se ubican, entre otros, los grandes movimientos, con presencia internacional. Tal el caso de Schoenstatt, Focolares, Legión de María, Cursillos de Cristiandad, Kolpingwerk.
Sin embargo, pareciera que se cumple esta afirmación de que los movimientos “son fruto del Concilio”. Ya que la mayoría de ellos son creados con posterioridad a este evento. ¿Pero qué frutos? En principio podemos ver cierto equilibrio entre movimientos espirituales (la mayoría de ellos carismáticos) y de compromiso (promoción social).
La diversidad de los movimientos
Si algo llama la atención cuando uno analiza el conjunto de los movimientos asistentes al congreso, es su diversidad. Ésta se expresa en los siguientes hechos:
· Desde el punto de vista de su reconocimiento eclesial el grueso, por lo menos de los que tenemos información, aparecen como asociación privada de fieles o asociación internacional privada de fieles. En algunos casos se presentan como asociación pública de fieles (p.e. la Comunitá di San Egidio o la Communauté “Réjois-toi”); pero también otras formas de institucionalización religiosa como el instituto secular (p.e. el Movimento Oasi y el Movimento Pro Sanctitae), y aún la congregación religiosa (p.e. la relación entre los “Legionarios de Cristo” y Regnum Christie). Es decir, el reconocimiento abarca desde la aprobación como asociación a nivel diocesano (Shalom) hasta asociación internacional de derecho pontificio.
· La experiencia que da origen al movimiento puede provenir de un fundador laico (p.e. Clara Lubich en los Focolares), un fundador religioso (el P. José Kentenich para la Obra de Schoenstatt), una experiencia comunitaria (el caso de Seguimi Gruppo Laicale) o provenir del carisma original de una orden religiosa (el caso del Movimiento Teresiano dell’Apostolato o el Movimiento de Seglares Claretianos).
· También llama la atención la diversidad en la extensión de los movimientos convocados. Hay asociaciones de presencia internacional, como ser Schoenstatt, Focolares, Legión de Maria, por citar algunos; con otros que son estrictamente nacionales (Communauté Réjois-toi), diocesanos (Comunitá Maria), y aún... parroquiales (Comunitá Gesu Risorto).
· Igualmente en los propósitos se manifiesta la diversidad: desde grupos de oración (Comunitá Gesú Risorto), experiencias comunitarias (Seguimi Gruppo Laicale), educación y formación religiosa (ICPE – International Catholic Programme of Evangelisation), servicio (Adsis, Asociazione Papa Giovanni XXIII), o especializados en metodologías diversas (Cursillos de Cristiandad, Encuentros Matrimoniales, Talleres de Oración y Vida).
· La gran mayoría están abiertos a todos los sectores sociales, sin distinción. Sin embargo, algunos movimientos se especializan en cierta categoría social en particular: jóvenes (Associazione Cooperatori Salesiani, Equipes Notre-Dame Jeunes), pobres (Comunitá di San Egidio, Associazzione Papa Giovanni XXIII), matrimonios (Couples form Christ, Marriage Encounter), trabajadores (Kolpingwerk), discapacitados mentales (Communautés de L’Arche, Foi et Lumiére), etc.
Conclusiones
Lo visto hasta aquí nos permite elaborar un breve balance sobre la realidad de los movimientos. En principio, podemos decir que existe coherencia en la autoridad eclesiástica entre la realidad discursiva (definición nominal) y la realidad sociológica (definición real) de los movimientos: la inscripción dentro de una determinada interpretación del Concilio (la dimensión carismática), la diversidad de organización y la pluralidad de reconocimiento jurídico, los fundadores y sus carismas como fuente de inspiración.
Sin embargo nos interesa retomar dos cuestiones que planteábamos en la primer parte de nuestra exposición: si constituyen un ”nuevo modelo” de Iglesia, y si son fruto de ciertoa insatisfacción respecto del contexto socio-cultural y eclesial vigentes.
Los Movimientos Eclesiales pueden constituir un “nuevo modelo histórico de Iglesia” como ya vimos señalaba Comblin, ya en la década del 80? Sin duda los Movimientos recogen dos tradiciones presentes en la historia de la Iglesia: una, la del apostolado laico, y otra eclesiástica, dada por las órdenes, congregaciones e institutos seculares. Ambas tradiciones entraron profundamente en crisis en la segunda mitad del siglo XX. La primera a partir de la crisis de la Acción Católica en todas sus formas, por sus estructuras rígidas y uniformadoras. Con roles bien diferenciados: el laico como militante, el sacerdote como asesor y formador. Cimentada en una formación intelectual rigurosa, dada por la teología. Este tipo de formación y organización produjeron una realidad uniforme separada del contexto. La variante de la Acción Católica por “ambientes” (JOC, JUC, JEC, etc.) no modificó esta situación, ya que entró rápidamente en crisis cuando la realidad del ambiente interpeló seriamente a los militantes, quienes cuando la asumieron entraron en conflicto con la jerarquía, la cual en términos generales no estaba dispuesta a exceder el plano estrictamente religioso.
Las órdenes y congregaciones religiosas, principalmente las nacidas en el siglo XIX, lo hicieron en un contexto de “catolicismo integral”, en la necesidad de reconquistar el mundo moderno. En este contexto se dedicaron casi exclusivamente a obras temporales, como ser la educación, la salud, la prensa. El fracaso de esta estrategia y el cambio radical del contexto plantearon serios problemas a las órdenes y congregaciones respecto de sus carismas fundacionales y la necesidad de readecuación de los mismos. Y esto queda expresado en la disminución de vocaciones y del abandono de la vida religiosa. Los institutos seculares, surgidos después de la Segunda Guerra mundial, no lograron colmar las expectativas por las cuales fueron creados, tal vez por quedar muy atados al modelo de vida religiosa anterior.
Los Movimientos Eclesiales parecen dar una oportunidad de reconsiderar y potenciar ambas tradiciones. En primer lugar, parecen dar la posibilidad no solo de colaboración entre laicos, sacerdotes y vida religiosa, sino de integración de los mismos. Esta integración es posible a partir de una redefinición de roles: el sacerdote ya no es el ”asesor” en el sentido tradicional, impuesto desde una instancia jerárquica. Sino que cumple su rol sacerdotal dentro de una comunidad eminentemente laical a la cual debe integrarse. Por otra parte el sacerdote ya tampoco es el formador en el sentido tradicional, basado en una fuerte formación intelectual, ya que en muchos movimientos prevalece lo emocional, siendo este hecho parte de su atractivo. A su vez, las diversas posibilidades de experiencia religiosa dentro de los movimientos tornan más lábiles las fronteras entre vida consagrada y comunidad laical.
Ahora bien, esta posibilidad de integración no desdibuja, sin embargo, el hecho que los Movimientos Eclesiales son eminentemente laicales, como lo reconoce la misma autoridad eclesiástica. Pero ¿qué laicos?
Los Movimientos Eclesiales tiene su anclaje en los sectores medios urbanos, con una cultura cosmopolita y transnacional, por un lado fuertemente integrada a la modernidad y al mismo tiempo crítica de la misma. Especialmente de la de la modernidad crítico-ilustrada. “El enemigo mortal de los NME (Nuevos Movimientos Eclesiales) es esa parte de la modernidad que ha estado a la greña con la religión y que incluso ha deseado y proclamado su desaparición. Los NME –no hay que olvidarlo- se llevan bien, y hasta muy bien, con esa otra parte de la modernidad que, aparentemente, no le crea problemas a la religión: la científico-técnica, la productiva y burocrática. “[12] Su religiosidad es típicamente sectorial, es decir , un área de legitimidad separada de otras áreas. En tal sentido es incompatible con la religiosidad tradicional (integral). Las distintas áreas que integran la vida –laboral, educativa, esparcimiento, etc.- se encuentran separadas, incluso geográficamente, lo cual torna difícil su “anclaje” territorial. No sin cierta ironía decía Comblin: “los movimientos entre las personas que disponen de auto individual y no están subordinadas al ritmo de los transportes públicos”[13]
El otro elemento a analizar es que los movimientos son internacionales, “globales” diríamos hoy. Por eso concitan a los sectores medios que tienen posibilidades de participar de este proceso. De lo anterior nos surgen la pregunta: ¿Cuál es en América Latina el porcentaje de población que participa de estas características? ¿El 10, el 20% de la población? “Los movimientos ayudan a estructurar un mundo del cual el 80% de la población está excluida”[14]
Vimos también que, a partir de la convocatoria del Papa, la internacionalización que proponen los movimientos tiene un modelo implícito que recoge la experiencia del asociacionismo laical de los países centrales, especialmente europeo. Es decir que el modelo propuesto nace y se desarrolla en un contexto extraño para la gran mayoría de los latinoamericanos, a partir del cual se internacionaliza. Como señalaba Comblin, parten de otras necesidades, de otras sensibilidades. Por otra parte, cabría también preguntarse si el modelo implícito propuesto no significa, de hecho, un nuevo proceso de “romanización”, similar al que se dio en la segunda mitad del siglo XIX. “Si la presente evolución continúa, se puede imaginar una situación extrema en que la Santa Sede podría hallar mejor gobernar la Iglesia por medio de los Movimientos, contando más con ellos que con los episcopados.”[15]
Finalmente, de todo lo anterior quedan flotando más preguntas que respuestas, y la necesidad de seguir profundizando en el tema. Este “nuevo modelo “ de Iglesia, ¿Será solamente la expresión de las clases medias cosmopolitas o integrará a los sectores populares latinoamericanos? ¿Respetará e integrará la rica historia del asociacionismo laical latinoamericano, especialmente el surgido después de Medellín, o propondrá un modelo que, bajo formas organizativas diversas, plantea una cierta uniformidad cultural? ¿Ayudará a la conservación de las diversidades nacionales y locales o será la expresión del proceso de globalización en el plano religioso?
Bibliografía
Barazzutti, Luis; 1987. Movimientos Eclesiales Contemporáneos, Ediciones Don Bosco Argentina, Folletos DB 47/48, Buenos Aires.
González, Fidel; 1999. Los Movimientos en la Historia de la Iglesia, Ediciones Encuentro, Madrid.
González Muñana, Manuel, 2001. Nuevos Movimientos Eclesiales, San Pablo, Madrid.
Heredia, Carlos Ignacio, 1994. La Naturaleza de los Movimientos Eclesiales en el Derecho de la Iglesia, Educa, Buenos Aires.
ANEXO
Lista de Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades participantes en el Encuentro
- Adsis
- Associazione Papa Giovanni XXIII
- Associazione Cooperatori Salesiani
- The Catholic Fraternity
- Cammino Neocatecumenale
- Centro lnternazionale Milizia dell'lmmacolata
- City of the Lord Covenant Community
- The Christian Community of God's Delight
- Communautés de L'Arche
- Communauté de L'Emmanuel
- Communauté des Béatitudes
- Communauté du Chemin Neuf
- Communautó du Pain de Vie
- Communauté du Verbe de Vie
- Communauté «Réjouis toi,>
- Communion de communauté Béthanie
- Comunidade Católica Shalom
- Comunione e Liberazione
- Comunitá di San Egidio
- Comunitá di Vita Cristiana
- Comunitá Gesu Risorto
- Comunitá Maria
- Comunitá Missionaria di Cristo Risorto
- Couples for Christ
- Cursillos de Cristiandad
- El Shaddai
- Equipes Notre-Dame
- Equipes Notre-Dame Jeunes
- FASTA - Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino
- Foi el Lumiére
- Foyers de Charité
- ICCRS - International Catholic Charismatic Renewal Services
- ICPE - International Catholic Programme of Evangelisation
- Katholische Integrierte Gemeinde
- Kolpingwerk
- Jeunesse-Lumiére
- La Dieci - Associazione Laicale
- Legione di Maria
- Luce e Vita
- Movimento comtemplativo missionario “Padre de Foucauld”
- Movimento dei Focolari
- Movimento di Spiritualitá «Vivere In»
- Movimento Nazareth
- Movimento «Oasi»
- Movimento Pro Sanctitate
- Movimento Teresiano dell'Apostolato
- Movimiento de Seglares Claretianos
- Movimiento de Vida Cristiana
- Opera di Schónstatt
- Ordine Francescano Secolare
- Regnum Christi
- Rinnovamento nello Spirito Santo
- ,Seguimi,, Gruppo Laicale
- Talleres de Oración y Vida
- Worldwide Marriage Encounter
- Werkgroep Katholieke Jongeren
[1] Joseph Comblin, Os "Movimentos" e a Pastoral Latino-americana, Revista Eclesiástica Brasileira, vol.43, fasc.170, junio de 1983; 227.
[2] Carlos Ignacio Heredia, La Naturaleza de los Movimientos Eclesiales en el Derecho de la Iglesia, Educa, Buenos Aires, 1994; 169.
[3] Con anterioridad se celebraron congresos internacionales en Roma en 1981, en Rocca di Papa -cerca de Roma- en 1987, y una tercera reunión en Bratislava (Eslovaquia) en 1991.
[4] En este sentido cabe mencionar el encuentro de Speyer (Alemania) en 1999, y el de Madrid 2000.
[5] Mensaje del Papa Juan Pablo Ii a los Participantes en el Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales, Vaticano, 27 de mayo de 1998, y Discurso del Papa Juan Pablo II a los Participantes en el Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales, Vaticano, 30 de mayo de 1998.
[6] Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 30/11/68.
[7] Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, enero de 1979.
[8] Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, octubre de 1992.
[9] Comisión Episcopal de Apostolado Laical. Conferencia Episcopal Peruana, Asociaciones y Movimientos Eclesiales. Criterios de Orientación, Lima, 15/08/96.
[10] Cuando hablamos de "catolicismo intransigente", lo hacemos en el sentido de la definición de E.Poulat, como un catolicismo marcadamente antimoderno.
[11] El Concilio Vaticano II se realizó entre 1962-1965. Hemos hecho el corte de la variable tiempo (antes o después del Concilio) en el año 1962, y no en 1965; en el convencimiento de que el mismo evento de la realización del Concilio y las expectativas que ello animaba, motivó la creación de algunos movimientos. De todas maneras, la diferencia de corte en 1962 ó 1965 es de 2, tal vez, 3 casos.
[12] José Maria Mardones, “El marco socio-cultural de los Nuevos Movimientos Eclesiales”, Sal Térrea, 1996, 277.
[13] José Comblín, op. cit., 250.
[14] Idem, 249.
[15] Idem, 257.
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