REVERBERANCIAS EN EL POLVORIENTO DE ATACAMA: Acerca de Miradas y Reflejos.

Por Alfredo Gahona Olmos

Este trabajo forma parte de un conjunto integrado por otros dos, a saber “Del Exotismo Radical Como Lectura de la Alteridad Supuesta” y “De Textos y Etnógrafos” que fueran presentados en los congresos de antropología de Valdivia y Temuco respectivamente. Los contenidos analizados aquí se pueden encontrar desarrollados de muchas formas en el trabajo  de tesis “Watauola paf motu ‘on”.

Cuando era niño tuve la oportunidad de leer a un autor que me impresionó de tal forma que me provocaba darme un gusto… uno se va poniendo más viejo y…en fin es mi invitado… (palabras al público IV Congreso de Antropología Chilena)

“Cuando retorné a los Estados Unidos hace algunos meses, después de las extraordinarias aventuras que se describen en las páginas siguientes, quiso el azar que entablase amistad con varios caballeros de Richmond (Virginia), quienes me rogaron con ardoroso empeño que hiciera público el relato de mis viajes por los mares del Sur y otras regiones del globo. Diversas razones, de índole personal las unas y de distinto carácter las otras, me impedían acceder al pedido de aquellas personas, que tanto interés demostraban en todo lo relativo a los países visitados por mí.

Lo que mayor fuerza daba a mis vacilaciones era el hecho de no haber llevado un registro de las incidencias ocurridas en mis viajes durante una buena parte de ellos, y por tal motivo temía no poder escribir una relación lo bastante minuciosa y bien hilvanada como para que tuviese apariencia de verosímil, y que, en vez de ser el fiel reflejo de la realidad, llevase el sello de la exageración, en la que todos tendemos a caer cuando narramos acontecimientos que han ejercido una activa y poderosa influencia sobre nuestra imaginación.

Otra razón no menos digna de tenerse en cuenta era la de que los hechos que había que referir eran extraordinarios hasta lo sorprendente; y, como mis aserciones no podían ser ratificadas por testigo alguno- salvo un mestizo indio-, sólo me quedaba la esperanza de ser creído por mis familiares y por aquellos de mis amigos que en el curso de la vida habían tenido oportunidad de comprobar mi amor por la verdad, y lo más probable era que el público considerara mi historia como una descarada e ingeniosa mentira. Debo decir, además, que la poca confianza que tenía en mis condiciones de escritor influyó bastante en mi resolución.

Entre los caballeros de Virginia a quienes tan vivamente interesaba mi relato, sobre todo la parte que se refería al Océano Antártico, se encontraba el señor Poe, ex editor del Southern Literary Messennger, una revista mensual que entonces publicaba en Richmond el señor Thomas White.

El fué quien con mayor vehemencia me instó a que escribiese en seguida un relato completo de todo cuanto había visto y sufrido, animándome a confiar en el buen sentido del público, y afirmando, muy cuerdamente por cierto, que por deficiente que fuese mi trabajo desde el punto de vista literario, en su misma deficiencia se hallaba la garantía de que sería acogido como la más fiel expresión de la verdad. Con todo, no me decidí a seguir sus consejos, y más tarde, viendo mi tenaz obstinación, me rogó que le autorizase a escribir, a su manera, y basándose en algunos sucesos deshilvanados que yo le refiriera, una relación de la primera parte de mis aventuras, que se publicaría en el Southern Literary Messenger, “bajo el manto de la ficción”. No ví en esto inconveniente alguno, y dí mi consentimiento, pero con la condición de que mi nombre no debía aparecer para nada.

Así pues, la mencionada revista publicó dos fragmentos de la pretendida ficción, en sus números de enero y febrero del año 1837, y, a fin de que nadie dejase de atribuirle las características de una verdadera concepción fantástica, figuró en los índices de la revista con el nombre del señor Poe.

La reacción que esta superchería suscitó en el público me indujo por último a emprender la tarea de compilar y publicar un relato completo de mis aventuras, puesto que, pese a la forma de fábula con que fue ingeniosamente revestida la parte de mi historia publicada en el Messenger (y en la cual, por otro lado, no se alteró ni se desfiguró ningún hecho), el público no se sentía del todo dispuesto a recibirla como hija de la imaginación, y al señor Poe le fueron enviadas numerosas cartas en las que se expresaba la convicción de que los relatos eran reales.

De todo esto deduje que los acontecimientos narrados por mi eran de tal naturaleza que llevaban en sí mismos el sello de la autenticidad, y por lo tanto, poco había que temer de la incredulidad del público.

Por lo que he expuesto, fácil será distinguir, en las líneas que siguen, lo escrito por mi de las escasas páginas debidas a la pluma del señor Poe, en las que, como queda dicho, tampoco se ha disfrazado la verdad; y hasta para aquellos de mis lectores que no hayan tenido ocasión de ver los números del Messenger, sería innecesario señalar dónde concluye el señor Poe y donde principio yo, pues la diferencia en lo que se refiere al estilo es bien evidente”.

A. Gordon Pym

Nueva York, julio de 1838*

*The Narrative of Arthur Gordon Pym, es una novela de aventuras, publicada por entregas en el Southern Literary Messenger, entre enero y febrero de 1837, y luego, como libro acabado en 1838. Es considerada como una autobiografía simbólica de Edgar Allan Poe, que contó entre sus fuentes los informes sobre las expediciones de Jeremiah N. Reynolds al Polo Sur. ** (** publicados bajo el título de “An Address on the Subjet of a Surveying, Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas, Nueva York, 1836 

Abstract

La mayoría de los objetos de interés o valor patrimonial especialmente arqueológico o etnográfico, yacen en silencio en depósitos o discretamente exhibidos, extendiendo a partir de sus formas, diseños y colores una sombra que hace difusa su clasificación, descripción, caracterización e interpretación, más allá de la obviedad o la simple especulación, dada la escasa data con que cuentan dichos bienes.

Cuantas veces más abundante y fecundo sería el desempeño de museos y bibliotecas en el trabajo con dicho Patrimonio si este hubiese sido reconocido en su naturaleza, en el primer contacto como tal y no como objeto de replica, curiosidad, descalificación o burda comparación.

La pretensión es resimbolizar las miradas proyectadas por cronistas, viajeros y estudiosos en torno a las antiguas poblaciones de Atacama y su repertorio cultural. En un nuevo intento por acceder a la alteridad o conocer al Otro a partir del discurso de otros. Este trabajo está dedicado, también, a develar los esfuerzos destinados a la invención de una herencia cultural y a una aproximación al análisis del discurso que la soporta. 

Reberverancias en el polvoriento

Lo primero es detenerse para mirar dentro del concepto que inicia esta exposición, lo que permitirá, además, justificar la realización de un trabajo de aproximación somera y en gran medida obligatoria a una temática bastante más extensa que pretende llegar ser objeto de una tesis de postgrado.

El termino "reverberancias", representa un estímulo discriminativo que favorece la intención contenida en el nombrar, es de alguna manera una recuperación tácita de la institución del bautismo, que como práctica tradicional, contiene para diversos grupos humanos el carácter de la creación y de la criatura.

Así reverberancias o su modo singular reverbero, quiere significar también espejeo, reflejo, brillo, destello, resol, reflexión y tiene como términos relacionados aunque más lejanos, vibración y temblor. De todo el despliegue anterior interesa destacar los conceptos de espejeo y reflexión este ultimo entendida como introversión.

Como se podrá notar, este texto, más allá de los relatos que la etnohistoria garantiza como fuentes de primer orden, o de las precisiones e intentos de estudio sistemático, se encuentra dominado por el imperio de las palabras. Toda vez que ellas implican la manera en que Unos y Otros, damos cuenta de nuestra percepción de las cosas y de la manera en que hacemos inteligible el mundo que nos rodea, o simplemente verbalizamos la experiencia.

En efecto, al leer y releer los relatos hechos por cronistas y viajeros, resulta cada vez más fuerte y obvia la sensación de estar frente a una interminable serie de prejuicios y racionalizaciones que pretenden ser descripciones reales, adecuadas al interés de informar una condición de la alteridad desmenuzada en detalles que se sitúan normalmente en un plano de escasa credibilidad.

Pero el objeto de interés aquí no es la manida credibilidad de cronistas y viajeros, de hecho no son los únicos actores, también queremos integrar las visiones de investigadores tempranos o precursores de la disciplina antropológica y por ende la vibración de los elementos que componen sus discursos al menos en dos campos de producción o construcción de un discurso sobre el patrimonio o campos de construcción cultural, a saber:

a)      Aquel donde la descripción del objeto es una construcción adecuada a la simple proyección de la experiencia y expectativa previa del autor, una mirada a sí mismo, al que llamaremos campo del espejo o especular.

b)      Aquel donde la construcción del objeto se basa en una racionalidad "científica", entendida como objetiva que, además, incorpora no sólo la retrospectiva del autor típico del campo especular, sino que de una tradición positivista, también autoreferencial, que llamaremos campo reflexivo o de la introversión.

En ambos campos comprobamos que la realidad referida corresponde a un artilugio, lo que otorga sentido al título del trabajo. Se diría que siempre estamos frente a ilusiones o figuras fantasmagóricas, espejismos, que por cierto residen en  la base de la reflexión humana.

El agregado que hace más fácil eludir la obviedad del planteamiento, es que no se trata de mera retórica. El objeto de estudio, como producto de un campo u otro, se circunscribe a un área geográfica determinada, el polvoriento de Atacama. Area desértica, donde se registran innumerables referencias de espejismos reales o imaginarios, que se integran como parte de la experiencia colectiva humana, y la dotan de una naturaleza tal, que cualquier interés en la verificabilidad de la data, se diluye como en tantas otras ocasiones.

Una vez que tenemos medianamente claro cual es el centro de nuestro interés, es importante señalar que problemas supone abordar esta temática. Los relatos de cronistas y viajeros y reportes de los precursores, son en realidad la excusa para hablar de un tema por demás ambiguo, el Patrimonio Cultural como producto o construcción de ambos campos semánticos, fuente y resumidero de los fragmentarios procesos de identificación de la Nación. 

Haciendo un parafraseo más bien domestico de Bordieu y su De Questions de Sociologie, resulta de gran interés mencionar que algo del juego dialéctico esbozado en su obra, es central para entender nuestro planteamiento.

Bordieu plantea que en el proceso de producción o construcción cultural, existirían campos, que él reconoce, caracterizados por principios de la distinción y de la pretensión. Este último por oposición, sería al que pertenecen los cientistas noveles, que deben hacer grandes esfuerzos por adquirir la connotación de la que gozan sus pares consagrados cuyos trabajos o productos suelen reportarle una cuota adicional de prestigio que finalmente justifica su quehacer.

Así el cronista que acompaña al conquistador, haciendo permanente gala exagerada de los despliegues propios del quehacer militar. O el religioso que justifica su desempeño, en la lucha del bien contra el mal, dotando a su relato de componentes morales difíciles de cuestionar, a propósito de una conciencia colectiva muy poco llana a tolerar la discrepancia. Vienen a representar un nivel místico que hace de este campo, una instancia valórica no exenta de la necesidad de prestigio, y materializada en el principio de pretensión y  distinción,  validado en la creencia.

El mismo comentario se puede aplicar a los viajeros que junto con mediar temporalmente entre unos y otros (cronistas y precursores) son en alguna medida responsables de retrotraer el campo especular o los elementos constitutivos de aquellas producciones o construcciones, una visión de mundo enclavada entre el teocentrismo medieval y el naturalismo decimonónico, validado en la razón, se diría como acto de fe.

Si entendemos a estos autores como productores de cultura, es común asistir a diferentes comparaciones que hacemos sobre la calidad, representatividad, credibilidad o prestigio de las fuentes.

En el caso de los precursores cautivos en un evolucionismo duro, nutren su campo de producción intelectual de cuanto elemento reconocen pertinente en el desarrollo de un discurso lineal construido en la presunción y afectado sin duda también por el principio de la pretensión y la necesidad de prestigio. Por otra parte la práctica del documentalismo extricto convierte su quehacer en una suerte de corolario eufemístico de una noción cultural que obedece tan solo a la formación e instrucción de los compiladores.

Aún más, frente a la estatura de sus contemporáneos consagrados, nuestros intelectuales (muchas veces "importados" por el gobierno) realizan su mejor esfuerzo en el proceso productivo homologando cada vez que es posible nuestro patrimonio con aquellos que se hallan en boga dada la particular influencia de las modas o corrientes intelectuales que regulan la producción cultural en las naciones dominantes.

Lo anterior, sin embargo, no es historia pasada, sino en parte la historia de la actividad científica en nuestro país y por cierto plena de incidentes. Cada campo por su parte, tratándose de productos elaborados a partir de modas y necesidades de prestigio sigue desarrollándose inexorablemente, siendo las publicaciones, cátedras, estudios, simposios, claustros y otros, el vehículo propiciatorio de fomento y difusión de candidatos noveles y de los consagrados. Entre Unos y Otros puede advertirse una línea divisoria definida en la distinción.

Solo en la difusión pertinaz de un discurso que se refuerza en la medida que se reproduce de campo en campo, logramos revelar, mas allá del incidente estético, una autentica ética de las cosas, pues debemos considerar que la moda se propaga y reinterpreta y por lo tanto sus productos dejan de ser creación exclusiva, para integrarse como parte del mismo patrimonio y del sistema de ideas que lo soporta. Un sistema de ideas que avalado en la academia es entre otras cosas política, social, económica y sexualmente excluyente.

El producto cultural o discurso patrimonial entonces se instalará en la memoria colectiva tras la legitimación de su feble e incuestionada presencia y la reinterpretación que cada actor realice de acuerdo a su experiencia, para circular a diestra y siniestra y llegar a enriquecer un proceso identificatorio, tan fragmentario como ilusorio que da cuenta del carácter especular y reflexivo (introvertido) que lo motivó.

En Museos, bibliotecas y publicaciones de difusión cultural, podremos hallar una gran concentración de esta actividad productiva de rendimientos muchas veces discretos no en su concepción que sin duda goza de buena salud, sino en contenidos que históricamente han sustentado la creencia y/o tradición discursiva patrimonial local, regional y nacional, normalmente compuesta de  nociones  saturadas de preconcepciones de tan larga trayectoria que es difícil aún para el lectorado instruido o público asiduo e interesado, comprender las eventuales variaciones de los textos, sus interpretaciones o los alcances de una redefinición de la gramática cultural.

Las instalaciones vigentes en el ideario son a menudo el resultado de historias construidas dentro de los muros de la academia donde a fuerza de evaluaciones y ejercicios de concupiscencia se han desarrollado, adquirido potencia y convertido en columnas del referente identitario. Al mismo tiempo y como corolario patético se han dosificado, atomizado y sintetizado a propósito del consumo masivo y transformado en una suerte de iconografía de dudosas implicaciones semánticas, desde allí serán transmitidas y resimbolizadas tantas veces como sean requeridas por el afán de pertenencia.

Enfrentados a la necesidad de producir bienes culturales la tradición obliga a tomar parte de los círculos de reproducción del prestigio. Instancias como este Congreso representan entonces la forma de mantenerse vigente, retar al consagrado y validarse frente a los pares, acaso los únicos consumidores asiduos de los productos mencionados.

***

Finalmente nuevas noticias de mi invitado  a manera de despedida:

“Las circunstancias relativas a la reciente muerte del señor Pym, tan imprevista como lamentada, son ya conocidas por el público gracias a la información de la prensa diaria. Es de temer que los pocos capítulos restantes que debían completar su relato, y que fueron retenidos por él, sin duda con el propósito de corregirlos, mientras los precedentes se imprimían, se hayan perdido para siempre a consecuencia de la catástrofe en la que halló la muerte. Sin embargo, tal vez no haya ocurrido así, y si los papeles se encuentran, serán dados a la publicidad.

Se han ensayado todos los medios posibles para reparar la dificultad que dejamos expuesta. El caballero cuyo nombre figura en el prefacio, a quien, de acuerdo a sus propias manifestaciones, se le habría considerado capaz de llenar este vacío, ha rehusado ese honor por razones muy justificadas, que se relacionan con la general inexactitud de los pormenores que le fueron comunicados y con su desconfianza respecto de la absoluta veracidad de las ultimas partes del relato. Peters, de quien se podrían esperar algunas informaciones, vive aún y reside en Illinois; mas hasta ahora no ha sido posible hallarle. Tal vez pueda encontrársele más tarde, y entonces, de seguro, suministrará los antecedentes necesarios para completar el relato del señor Pym.

La pérdida de los dos o tres capítulos finales (pues sólo había dos o tres) es tanto más sensible cuanto que contenían, fuera de toda duda, descripciones del mismo polo o, por lo menos, de regiones muy próximas a él. De todas maneras, los asertos del autor relativos a las regiones australes podrán ser confirmados o desmentidos por la expedición que el gobierno prepara en la actualidad al océano Antártico”.

 


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