El Pueblo Indígena Yuracaré:
La Ecuanimidad y la exclusión en el Trópico de Cochabamba
Por: Gustavo Cardoso Subieta
Yo le voy a contar como vivía antes el Pueblo Yuracaré, mis antepasados. La historia dice que nosotros estábamos en 4 departamentos, La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y una parte del Beni. En ese tiempo nuestros antepasados eran bastante ingenuos, bastante humildes, porque, dicen que vivíamos como nómadas, de un lado a otro porque el territorio era muy grande y muy rico a la vez...Actualmente nosotros vivimos en el río Chapare, y ahí estamos ahora. Entonces como eso ha pasado, yo no entiendo por qué la gente Yuracaré no es conocida a nivel nacional, yo he leído de los investigadores que hay mucho de historia, pero pareciera que el Pueblo Yuracaré, que está en un lugar escondido, ¿yo no se por qué será? (Teobaldo Noé) 1.
I. Introducción
Bolivia, encuentra al siglo XXI con una población indígena de más del 50 por ciento. Sin embargo, la marginalidad, exclusión e inequidad, son el común denominador para este grueso de sus habitantes; no queda exento de ésta realidad uno de los Pueblos Indígenas representativos del Trópico de Cochabamba: el Pueblo Yuracaré. Sus casi cuatro mil habitantes, sueñan, piensan y construyen su visión pensando en su idioma y en aquel que hoy por hoy nos sirve para comunicarnos entre los bolivianos, el español.
Como los otros 34 Pueblos Indígenas y Originarios, que habitan el territorio, los Yuracaré comparten formas de vida y cosmovisiones diferenciadas, habiéndose organizado, en los últimos años, para ser actores en la movilización, participación y representación política del país, y sobre todo para evitar algo que todavía persiste en ellos y en el resto de nosotros, “la negación del otro”.
Habitan entre los bosques vírgenes o deforestados del Chapare, quién sabe desde cuando, porque incluso su memoria histórica ha sido arrancada en la colonia y la república, y son los estudios de exploradores, historiadores, antropólogos y otros, los que dan pautas que la cultura Yuracaré tiene, desde luego, un ayer, un presente y un futuro que lo construyen tratando de tomar de la coyuntura su derecho a la diferencia.
II. Fundamentación y marco de análisis
Se considerarán Pueblos Indígenas a aquellos conglomerados que descienden de las culturas que habitaban América Latina antes de la conquista europea, en el Siglo XV, se caracterizan por poseer una cultura propia, diversas lenguas vivas, y cosmovisiones particulares. Sin embargo, luego de cinco siglos de presencia de una visión occidental, modos de producción feudal y capitalista; colonia y república; darwinismo social o indigenismo; evangelización católica y/o protestante; éstos, se han acondicionado a las relaciones sociales diferenciadas, habiendo casi perdido en muchos casos su lengua originaria o se encuentran amenazadas de desaparición.
La discriminación y exclusión, propias de esa mentalidad colonialista heredada ha sido justificada por una clase y cultura dominante, fundamentalmente por el origen étnico- racial, habiéndose incluido implícitamente en la escuela formal, "los caray son más inteligentes, porque son más estudiados que nosotros..."2. Esta orientación se manifiesta de igual manera en el acceso a los servicios básicos, generando y alargando la inequidad.
Particularmente Bolivia, en los últimos años ha pretendido romper esta distancia entre quienes detentan el poder político y un pequeño grupo privilegiado, habiendo reconocido como política de Estado “(...) su calidad de país pluricultural y multiétnico, modificando su Constitución Política del Estado en 1994, en la que se incluyen, justamente, ambas categorías en su primer artículo, dejando entrever la predisposición de realizar cambios estructurales al respecto” (Cardoso 2002:11), como el reconocimiento a sus Tierras Comunitarias de Origen (TCO’s).
Esta predisposición se halla manifiesta, con la aprobación de muchos artículos en diversas leyes, decretos supremos y/o ministeriales que consideran sustancialmente a las poblaciones indígenas nacionales. Además, de la rúbrica y aceptación de la Declaración Universal, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del Convenio (Nº 169)3 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, de junio de 1989, se constituye en “...el instrumento jurídico internacional más actualizado sobre el tema” (OIT: 2001).
En resumen: Bolivia, en los últimos años, ha reconocido los derechos de los Pueblos Indígenas, bajo presión de los propios actores o con el fin de cumplir convenios internacionales y la propia voluntad de la sociedad boliviana, aunque es importante mencionar que todavía es un proceso en ciernes.
III. Panorama etnohistórico: el Pueblo Indígena Yuracaré
"Pocos países (...) tienen una escena primordial tan precisa y tan confusa. Desnuda y velada al mismo tiempo. Minuciosamente descrita por cronistas y, tal vez por eso mismo envuelta en mitos y malentendidos que se acumulan a través de generaciones. Por eso la necesidad de regresar una y otra vez a ese principio para tratar de explicar los problemas actuales. Por eso la sensación del país inacabado, a medio hacer, de nación en construcción, promesa y posibilidad" (Degregori).
Respecto al Pueblo Yuracaré, se puede encontrar cierta información mediante crónicas españolas, básicamente en cuanto a la presencia del Tawantinsuyo o Imperio de los Incas, cuya representación estaba marcada en uno de los 4 suyos el Collasuyo -parte del actual territorio boliviano-, sin embargo, el Trópico se convierte en una de sus fronteras hacia su mayor expansión, momento en el cual se produce la conquista.
Aparentemente el miedo había imposibilitado la incursión hacia ese territorio, fundándose el criterio de tratarse de una “tierra incógnita” (...) es decir un territorio de nadie; (...) de moradores feroces, de “naciones infieles”, de plantas y animales amenazantes” (Rodríguez: 12).
"Contrariamente a lo que ocurrió en otras partes de América, especialmente en zonas templadas y frías, el hábitat tradicional Yuracaré que pertenecía a la zona amazónica del continente americano no fue objeto de saqueo por dos razones: primera, en su territorio no existieron los productos apetecidos por los europeos -quina y caucho-; segunda, en la selva donde habitaban no existían vías de fácil acceso y se la consideraba como una de las más indomables del oriente boliviano" (Paz: 42).
Ya en el año 1754 incursiones jesuitas intentaron por poco tiempo incursionar en tierra Yuracaré, “... pero no tuvo mayor trascendencia. (Kelm 1983). “A partir de fines del siglo XVIII los franciscanos, tratando de compensar el trabajo de los jesuitas, se hicieron cargo de las misiones y encararon la tarea de reducir a los Yuracarés. Durante medio siglo los intentos fueron perseverantes, pero el grupo se oponía a vivir bajo el estilo de vida de reducción” (Paz 43).
Muchos autores, que estudian el fenómeno de las reducciones y misiones, coinciden en señalar las diferentes formas de resistencia de lo pueblos indígenas, ya sea pasiva o activa, la primera corresponde al apoderamiento de la personalidad física y cultural del individuo, un rompimiento de su hábitat, manifestándose en una simulada obediencia. En el segundo caso se trataba de expresiones de violencia, principalmente grupales.
Esta expresión se manifestará en 1680, bajo una violenta revuelta que obstruyó por un tiempo la expansión de más misiones, consolidándose las de Chimoré y el Mamoré. Esto podrá explicarse por el proceso de rompimiento de su forma de vida nómada hacia su sedentarismo, relevando el abandono de las misiones, problema al que se tuvo que enfrentarse permanentemente, “... a veces ni siquiera toleraban vivir juntas las familias de un asentamiento” (Idem 43).
Se buscó la diversificación de cultivos, introduciéndose el cacao y el algodón, no obstante, la producción de coca, comenzó desde ese entonces a cobrar mayor relieve, Tadeo Haenke, español que visitó la región Yuracaré, dirá: “No hay esperanza de adelantar este ramo de industria ni aún medianamente en los montes de Yuracarés” (Haenke 1975:150) paradójicamente 200 años más tarde se convertirá en un sitio de flujo económico importante por la producción cocalera, que confluía en la elaboración de cocaína.
En 1821, "...los indios Yuracarés de las misiones de San José del Chimoré y San Francisco del Mamoré huyeron a los bosques" (1805).
Cuatro años después nacía, el 6 de agosto, a nueva República de Bolivia, que habría de asumir a los Yuracarés, inconsultamente, ésta vez dispersos por sus bosques, aunque con una nueva cosmovisión que se confundía con una propia y sabiéndose dueños de una resistencia pasiva.
El Pueblo Yuracaré y la República
“El Americano no está privado de ninguna de las facultades de los otros pueblos; sólo le falta la oportunidad para desenvolverla. Cuando esas naciones sean libres, mostrarán mucha más facilidad en todo género de actividad intelectual, y si hoy algunas de ellas no son más que la sombra de lo que han sido, ello se debe solamente a su posición social actual” (D´orbigny 1944: 117).
La relación de los Yuracarés se entrecruzará con los intentos de su traslado a fin de hacer viable una carretera y la continuación de la presencia Franciscana en su territorio. “En 1850, el Prefecto beniano, José Matías Carrasco, profundo conocedor de la zona, anotaba preocupado el despoblamiento, calculando que de los mil quinientos Yuracarés existentes en las postrimerías coloniales, restaban –bajo vigilancia oficial- apenas trescientos, divididos en “cuatro pequeñas rancherías”. (Rodríguez 43).
Y nunca pudieron conseguir a esta pequeña tribu a la vida religiosa y social, pues los mismos obstáculos que se presentaron ahora noventa años atrás, se ofrecen hoy como son. El retirarse al monte todas las veces que se les antoja (...) el de no querer atender el trabajo, sino a su estilo (...) el de no querer dedicarse a la producción de cacao, café, arroz y algodón, que con tanta abundancia produciría4
“La ‘fiebre de la goma’ que sacudió a comienzos del siglo a los países amazónicos, también desplazó capitales, hombres de empresa de aventureros rumbo a las selvas bolivianas. Y con ellos llevó los elementos que entretejieron urdimbres de drama y de tragedia. (...)” (Valdez: 1948)5
Esta actividad entre Mojos y Cochabamba movió nuevamente la vista hacia la población Yuracaré, aunque la producción cauchera no era propia del territorio, pero si era importante la fuerza de trabajo en la siringa. “Solo las mujeres y niños están en casa, los hombres escaparon al bosque a nuestra llegada. Temían ser apresados por lo blancos para el servicio de remo” (Nordenskiöld 1922: 35).
Empero, hasta el año 1930, el Pueblo Yuracaré mantuvo su predominancia en el Trópico, pero posteriormente comenzaron los procesos de colonización de personas venidas de las alturas (collas) y trinitarios. “En el caso de los collas, a partir de 1940 empezaron a migrar, una vez que la economía familiar campesina en los valles de Cochabamba entró en un proceso de pauperización y la densidad demográfica empezó a ejercer presión sobre el proceso de parcelación de la tierra” (Laserna 1987: 94).
La Revolución de 1952, a su vez empujó a que los sectores campesinos puedan migrar a diferentes lugares del país, entre ellos el Trópico Cochabambino, llevando consigo una cultura propia, hacia zonas ecológicas completamente disímiles a su origen. Se trata de un proceso de colonización, ya no de ibéricos hacia “tierras indómitas”, sino de pueblos originarios hacia otros similares en otros estadios geográficos.
Esto a su vez implica un proceso de préstamo cultural, simbiosis y sincretismo con lo que ya habían adquirido, a su vez, del proceso de colonización anterior. Desde luego que el régimen de propiedad de la tierra, también influyó en ambas concepciones, por un lado quienes venían de las alturas traían consigo la idea de la propiedad familiar, frente a los Yuracarés que concebían un espacio mayor, sin propietarios, grande y de usufructo colectivo bajo el régimen de la recolección, caza, pesca y los cultivos que fueron introducidos en las misiones.
Los testimonios que se recogen, con los Yuracarés, hoy en día viviendo ya en comunidades, y en estrecha relación con los colonizadores, que han invadido prácticamente todo el escenario geográfico, muestran entonces un proceso de enculturación y exogamia mayor que aquellos intentos coloniales y republicanos, y son ahora los menos, demográficamente, respecto a los otros. En un proceso mutuo de intercambio y una pérdida paulatina y peligrosa de su cultura.
Coincidentemente con el año de la revolución, llega a Bolivia la Misión Nuevas Tribus, haciendo viajes de reconocimiento por el Trópico, realizó un trabajo lingüístico, fundando en 1957 la Escuela de Nueva Vida.
Esta organización responde a una nueva concepción misional, a partir de la iglesia protestante o denominadas también “sectas evangélicas fundamentalistas”, que iniciaron su labor durante los siglos XVII y XVIII bajo “la idea de la bondad natural del ser humano, bondad innata que la sociedad se encarga de corromper” (Lewis 1998).
Yo soy católico... antes la gringa les daba con todo, medicamento. Mucho se dedicaban a la Biblia, a la palabra de Dios...”6
"Desde 1970 hasta 1990 se producen una serie de transformaciones en la población Yuracaré, en un proceso continuo de reducción de su área de movilización y de vinculación con la sociedad mayor [sic]. La época de los setenta marcada por el auge de la renta de cueros de animales silvestres así como de aprovechamiento de la madera, que define una dinámica de relación de los Yuracaré con el mercado nacional. Lo Yuracaré se insertan en un proceso de modernización paulatino en una combinación de estrategias locales, culturales y de mercado. Ya en la década de los noventa, se consolida en el país un proceso de demandas territoriales indígenas en áreas que tradicionalmente habitaban, defendiéndose una nueva dinámica para muchos de los pueblos indígenas del país" (CONIYURA 1998: 70).
"A Pesar de que los Yuracaré buscaron la consolidación de su territorio desde 1988, recién en agosto de 1996 se oficializa la presentación de su demanda territorial al gobierno nacional, a través, de un proceso de definición de la Ley de Tierras (...) sumándose a 16 demandas (...) de consolidación de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO's)" (CONIYURA 1998: 71).
“Bueno, las TCO’s, como concepto las Tierras Comunitarias de Origen, significan mucho para los Pueblos Indígenas, es su hábitat donde realizan toda su actividad, en la caza, en la pesca, en la recolección de frutas, inclusive ahora estamos entrando al proceso de un desarrollo local, hacia una producción y el aprovechamiento forestal. Entonces, TCO, es para nosotros nuestra vida, nuestro futuro...”7
Pero el Pueblo Yuracaré ha dado pasos más sólidos en la consolidación de su presencia política a nivel local y nacional, el año 1999, fue electo y posesionado el primer Concejal Indígena, ante el Municipio de Chimoré.
La Coordinadora de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba – CPITCO
Según el Plan de Desarrollo con Integridad, elaborado para el Pueblo Yuracaré, cuatro Consejos Indígenas, en febrero de 1997, formaron la Coordinadora de Pueblos y Comunidades Indígenas del Trópico de Cochabamba (CPITCO), que se constituyó en la máxima instancia de representación indígena del Trópico de Cochabamba. Estos consejos son:
(i) Consejo Indígena Yuracaré (CONIYURA).
(ii) Consejo Indígena de Sur (CONISUR).
(iii) Consejo Indígena del Río Ichilo (CIRI).
(iv) Consejo Indígena Yuquí (Consejo Yuqui).
(v) Consejo Indígena Yuracaré San Salvador (CIYSS).
(vi) Comunidad el Indígena Yuracaré Río Sacta (CIYRIS).
(vii) Consejo Originario Indígena Progreso (CIOYP)
"Los fines y objetivos de la CPITCO, están orientados a defender los derechos e intereses de todos los pueblos y comunidades indígenas asentados en el Trópico cochabambino, además de poder crear una conciencia indígena tendiente a sensibilizar e interesar a la opinión pública, organismos de Cooperación Internacional y Gobierno sobre la importancia de la preservación de los territorios indígenas, no solo para el sustento cotidiano de sus habitantes sino para asegurarles un futuro digno con bienestar social a sus hijos" (CPITCO 2000: 18). Así mismo, la CPITCO, esta afiliada a la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) la misma que está compuesta por ocho regionales en todo el país.
"Mire, muy particularmente en el territorio Indígena Yuracaré, existen aproximadamente (...) son en total 403 familias, y asciende a un total de 2.322 habitantes, Yuracarés. Ahora sin contar lo que hay en el Departamento del Beni, ni de La Paz, ni de Santa Cruz, donde hay por Yapacaní, y una parte, me indica un compañero que hay en el Brasil, hay Yuracarés brasileros. Juntando todos los Yuracarés yo me atrevería a decir que son más de 4 mil pueden ser hasta mas de 5 mil familia. Porque cada familia o Yuracaré tiene de 9 a 10 hijos, yo nomás tengo 10 hijos y mis antepasados tenían hasta 12" (Teobaldo Noé).
Conclusiones
Hoy, el Pueblo Yuracaré levanta su voz con más fuerza, plantea la reivindicación de los derechos básicos, económicos, sociales, culturales y territoriales, habiendo arrancado que sus denominadas Tierras Comunitarias de Origen (TCO´s), estén siendo legalmente reconocidas como parte de la justicia social que debemos socializarla.
Caminar por varias horas por los bosques primarios, en el Isiboro Sécure, hasta llegar a pequeñas comunidades Yuracaré, de árboles inmensos, incólumes, entre ríos y riachuelos, sobre esponjosos resabios de las mismas hojas convertidas en humus; nos mueve a pensar sobre la visión holística de este pueblo, sobre la necesidad de encontrar otra acepción al término integración, no aquella que significa la asimilación y desintegración cultural, sino, por el contrario, la universalización del respeto, en cuanto a las especificidades culturales, lingüísticas y religiosas o los derechos colectivos que aún parecieran privilegios de unos pocos.
Bibliografía
Cardoso, Gustavo 2002: Monografía: Visión general de los Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba respecto a su desarrollo, La Paz, Universidad Católica Boliviana San Pablo – Carrera de Antropología, 55 pp.
Central de Pueblos y Comunidades Indígenas del Oriente Boliviano 2001: La situación de los Pueblos Indígenas antes de 1994, CIDOB, 4 pp.
CONIYURA 1998: Plan de Manejo de Bosque del territorio Indígena Yuracaré, Cochabamba, CERES/FTPP-CONIYURA.
Coordinadora de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba 2000: Plan Distrital de Desarrollo Indígena – Yuracaré, Cochabamba, CPITCO, 260 pp.
D'orbigny, Alcides 1944 El hombre americano, Buenos Aires, Editorial Futuro.
Degregori, Carlos Iván 1986: Del mito de Inkarrí al mito del progreso, en Socialismo y Participación N° 36, Lima, CEDEP.
Haenke Tadeo, 1974: Descripción Geográfica, física e Histórica de las Montañas habitadas por la Nación Yuracaré (1796), en: Tadeo Haenke. Su obra en lo Andes y la Selva Boliviana, Cochabamba, Los Amigos del libro.
Kelm, Hans 1966: Constancia y cambio cultural entre los Yuracarés: Bolivia Oriental, Cochabamba, s/d. Biblioteca Etnológica – Universidad Católica Boliviana San Pablo.
Laserna, Roberto 1987: Sociedad regional, Cochabamba, CERES.
Nordenskiöld, Erland 1922: Indianer und weisse, Cochabamba, Fotocopia Biblioteca Etnológica de la Universidad Católica Boliviana San Pablo
Norman, Lewis 1990: Misioneros - Dios contra los indios, Barcelona, Herder, 245 pp.
Organización Internacional del Trabajo 2001: Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y tribales.
Paz, Patiño Sarela 1991: Hombres de río, hombre de camino: relaciones interétnicas en las nacientes del Río Mamoré (trabajo de tesis para optar el grado de licenciatura en Sociología), Cochabamba, Universidad Mayor de San Simón – Facultad de Ciencias Económicas y Sociología, 199 pp.
Peña, Rafael 1976: Flora Cruceña, La Paz Universidad Gabriel René Moreno, 372 pp.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 2001: Indice de Desarrollo Humano 2001.
Rodríguez, O. Gustavo 1997: Historia del Trópico de Cochabamba, Cochabamba, Prefectura del Departamento de Cochabamba, 116 pp.
Wade, P. 1997: Race and Ethnicity in Latin America, Chicago, Pluto Press.
1 Noé, Teobaldo, Cacique Yuracaré, fundador de la Coordinadora de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba, entrevista realizada en Chimoré el 5 de diciembre del 2001.
2 Investigación de campo, participante del Juego Interactivo: “Nuestra Cultura”, Comunidad Indígena Yuracaré El Progreso, 19 de abril del 2002.
3 Reconocimiento por parte del Estado boliviano según Ley Nº 1257 de 11 de julio de 1991.
4 Extraído del Texto de Gustavo Rodríguez Ostria. Fuente: ANB. MC. T.2 Nº 7, 19859. ff 3.
5 Extraído de la contratapa de la Novela Trópico del Norte de Nazario Pardo Valle.
6 Testimonio de la familia Herrera Medrano, Comunidad El Progreso 19 / abril / 2002.
7 Entrevista realizada al Concejal Indígena, Sr. Saúl Chávez, Comunidad El Progreso 20 / abril / 2002.
Buscar en esta seccion :