La Iglesia misionera en el oriente del Perú: Los Agustinos en el Siglo XX

María Victoria Fernández*

Introducción

“La Iglesia misionera en el oriente del Perú: los agustinos en el siglo XX” forma parte del proyecto “La “conquista” misionera en la Amazonía Peruana (1542-1769)”. Proyecto que comenzó a gestarse en Buenos Aires para luego realizar el relevamiento bibliográfico y documental en Iquitos (Provincia de Maynas, Departamento de Loreto, Perú) en enero de 2001 y 2002 como trabajo de campo para el seminario “Los Andes antes de los Inka II: Pueblos de la Selva”, que a su vez se encuadra dentro de un convenio internacional entre el Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”, el Centro de Investigaciones Precolombinas (CIP) y la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP).

Este trabajo trata de reflejar la acción pastoral desplegada por la Orden de los Agustinos Recoletos en Iquitos, Provincia de Maynas, Departamento de Loreto, Perú, durante el siglo XX. También hará referencia al contexto histórico en que estos religiosos arriban al oriente del Perú. A este momento lo denominamos “segunda entrada misionera” (siglo XX) (Fernández, 2001) [1] . Según el P. Joaquín García Sánchez, este proceso puede sintetizarse en cinco ítems: doctrinal, normativo, económico, político y misionero. Con relación a lo doctrinal puede hacerse referencia al Concilio Vaticano I que habla de una restauración neoescolástica. Con respecto a la segunda etapa (normativa) se estipula una reconquista y restauración espiritual de América. Con relación a lo político, existe una consolidación de los estados nacionales bajo el modelo liberal. Y en el aspecto misional, entran en escena las denominadas congregaciones modernas, aunque también hay presencia de las antiguas como agentes de evangelización. 

El objetivo de los religiosos por pedido del Papa León XIII en esta “segunda entrada misionera” (siglo XX), era propiciar la apertura de misiones en territorio amazónico peruano en forma urgente. El 25 de diciembre de 1898, este Papa convoca al Concilio Plenario Latinoamericano celebrado en Roma en 1899 bajo un plan de restauración y revitalización de la Iglesia (García Sánchez, 2000). No obstante, los antecedentes de la presencia agustina en territorio peruano se remonta al siglo XVI pero sus intereses, en ese primer momento, al que llamamos “primera entrada misionera” (1542-1769) eran la evangelización y la cristianización. Durante la “segunda entrada misionera” (siglo XX), la Iglesia se propuso reconquistar espacios de poder después del hiato producido entre 1769 y 1901.

Los primeros agustinos que arribaron al Oriente del Perú

El 1 de marzo de 2001 se cumplió un centenario de la presencia de la Orden Agustina en Iquitos. Cumplir cien años, es ocasión propicia para hacer un poco de historia sobre el accionar pastoral de la orden antes mencionada.

Los primeros misioneros que arribaron al puerto del Callao en diciembre de 1900,  y llegaron a Iquitos en marzo de 1901 fueron: P. Paulino Díaz, P. Pedro Prat, P. Bernardo Calle, P. Plácido Mallo y el Hermano Pío González [2] (Lovera Vásquez, 2000).

A su arribo no fueron bienvenidos. El Prof. José Barletti, un estudioso sobre este tema, nos comenta en una entrevista realizada en enero de 2002, que Iquitos era por ese entonces una ciudad cosmopolita bajo la influencia de los patrones caucheros, quienes no vieron con buenos ojos la llegada de los misioneros porque en esa ciudad no existían “salvajes”, y las misiones debían establecerse donde estos existieran. Barletti coincide con lo dicho por el P. Avencio Villarejo cuando se les dio la bienvenida a los misioneros:

“Al oficio de presentación, el Prefecto del Departamento contestó: “Le felicito por su feliz arribo, y me felicito por la civilización que U. S.  se propone difundir entre las tribus bárbaras”, dándole a entender claramente cual era la opinión del pueblo ante el hecho consumado de la instalación de una misión, que desde un principio tomaron como un insulto a una ciudad cosmopolita y tan culta como se consideraba entonces Iquitos, pues ellos juzgaban que las misiones solamente se establecían para atender salvajes” (Villarejo, A., 1965:387-388).

El Prof. Barletti, agrega que los patrones caucheros tenían “su propio” sacerdote, el P. Correa quien “cerraba los ojos” ante las atrocidades cometidas por los señores del caucho y quienes temían el accionar de los nuevos misioneros.

Época del Caucho y el accionar misionero

El avance misionero durante la “segunda entrada misionera” (siglo XX) se produjo a raíz del denominado “escándalo del Putumayo”. El mismo se origina hacia 1896 durante el período denominado “Época del caucho” (1880 – 1914). Julio César Arana, comerciante cauchero, constituyó la firma “Arana, Vega y Cía.” en 1904. Según Pilar García Jordán hacia 1907 se produjo una baja en los precios del caucho. Arana exigió un aumento en la producción del citado producto, que según lo afirmado por Pilar García Jordán, trajo como consecuencia una sobreexplotación de mano de obra indígena que provocó la desaparición de 30.000 a 40.000 huitoto, según varias estimaciones.

Esta masacre fue denunciada por Walter E. Hardenburg a la revista “Truth” en 1909. El resultado de esa denuncia hizo que: 1) El gobierno británico enviara al Cónsul en Río de Janeiro, Roger Casement a indagar la situación denunciada;  2) el gobierno de Augusto B. Leguía nombró una comisión para investigar el caso precedida por el Juez Rómulo Paredes; y 3) el Vaticano solicitó a su delegado en Lima, Ángelo Scapardini información sobre los acontecimientos ocurridos en Iquitos (García Jordán, 2000).

Los Padres Agustinos también denunciaron esta situación como lo prueba una de las cartas escritas por el P. Paulino Díaz:

“He venido tristemente impresionado de la precaria situación en que se encuentra... Las diversas tribus de aushiris, sáparos, ninanas, tiracunas, angoteros y piojeses, casi han desaparecido por completo y los pocos que aún quedan se han remontado a lugares inaccesibles, quedando reducida la actual población del Napo a restos de los habitantes de varios pueblos fundados por los padres jesuitas en los afluentes del alto Napo. Estos pueblos han desaparecido...” (Anales de la Propagación de la Fe en el Oriente Peruano, t. VI, entrega primera, 1909:17).

La Iglesia tomó tres resoluciones con respecto al tema. Primero, el Papa Pío X escribió la encíclica “Lacrimabili Statu” [3] donde denunciaba la explotación de los indígenas. Segundo, comisionó al P. Franciscano G. Genocchi a visitar las misiones católicas en América Latina para indagar la situación real de los nativos. Tercero, habilitó una nueva misión en La Chorrera (principal puesto cauchero en el Putumayo) (García Jordán, 2000).

Si la encíclica escrita por el Papa Pío X tuvo que ver o no con la caída estrepitosa del caucho, hay que analizar exhaustivamente las estadísticas. Por ahora, puede decirse que la encíclica causó un efecto pero no puede afirmarse que dicho documento desencadenó la caída de la citada industria.

            Según lo afirmado por los P. Martínez y García Sánchez  la encíclica del Papa Pío X no acusaba a nación alguna, sino que se refería a la situación del indio latinoamericano  (Martínez  y Sánchez, 1995).

Durante el denominado “boom del caucho”, la Amazonía dejó de ser una zona desconocida y cayó bajo la dependencia del capitalismo industrial foráneo. Comienza a perfilarse una estructura socioeconómica de clases donde el nativo ocupará el estrato más bajo, apareciendo en escena dos actores sociales: el patrón cauchero y el peón cauchero. El primero era un intermediario entre la región amazónica y los capitales ingleses y norteamericanos

“[...] Hombre “aventurero, nómada, temerario, explorador, atrevido, sabio conocedor de los secretos de la selva, capaz de vivir a sus expensas, con sólo su machete, su escopeta y su hacha [...]” (San Román, J., 1995:151).

y el segundo realizaba el trabajo de extraer la savia y prepararla

“[...] Unas veces con el “fango hasta la rodilla” o “con el agua a la cintura”, y otras “pisando espinas”, estaba expuesto a toda clase de peligros: enfermedad (paludismo, fiebre amarilla, etc.), la picadura de víboras o de algún insecto venenoso, y también las flechas envenenadas, etc. [...]” (San Román, J., 1995:153).

Podemos afirmar que se entabló un tipo de “relación feudal” [4] entre el patrón cauchero y el peón cauchero, reflejo aunque en otro contexto a la relación “Señor – siervo” de la época medieval. El nativo quedó atrapado dentro de una red de sujeciones donde alcanzan su punto máximo las formas de explotación y dominación. Este nuevo tipo de “relación feudal” tuvo su punto central de apoyo en la propiedad, que conservaba un matiz individualista. Por un lado, tenemos el interés con respecto a la explotación de caucho; y por otro, la apropiación de tierras. Ambos casos laceraban los derechos de los grupos nativos, que vieron como “los blancos” avasallaban e invadían sus posesione. En consecuencia, el nativo que anteriormente fue “amo” de sus tierras, ahora se veía reducido a la condición de “siervo”.

El declive de la explotación del caucho comienza hacia 1911. Su caída fue estrepitosa, no pudiéndose prevenir ni atenuar sus efectos. Mariátegui dice con referencia a este hecho

“La ilusión del caucho. En los años de su apogeo el país cree haber encontrado El Dorado en la montaña, que adquiere temporalmente un valor extraordinario en la economía y, sobre todo, en la imaginación del país. Afluyen a la montaña muchos individuos de “la fuerte raza de los aventureros”. Con la baja del caucho, tramonta esta ilusión bastante tropical en su origen y en sus características” (Mariátegui, 1987:27).

El accionar pastoral de la Orden Agustina tuvo sus mayores logros en la faz pedagógica. Reátegui Chuquipiondo afirma que el sistema educativo agustino se basó en la sistematización del proceso educativo a través de la Escuela, los Centros Misionales y las Parroquias,  que es lo que explicaremos a continuación.

Agustinos, siglo XX

Las escuelas fundadas por la orden de San Agustín fueron instituciones dedicadas a la formación intelectual de los loretanos. Los Centros Misionales y  las Parroquias se dedicaban específicamente a la formación religiosa (Reátegui Chuquipiondo, 2000).

Las misiones agustinianas son continuación de la obra jesuítica en la región de Maynas. A raíz de la expulsión de los jesuitas en 1767 [5] , las misiones quedaron a merced de diferentes demarcaciones durante 150 años, bajo la responsabilidad de los franciscanos de San Francisco Solano y algunos clérigos seculares (Martínez y García Sánchez, 1995).

Los misioneros realizaron su tarea educativa creando establecimientos sociales, cofradías y diversos centros que dinamizaron el proceso educativo religioso. Más tarde, arribaron al Departamento de Loreto, otras órdenes como la de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, cuyo rol era el de complementar los vacíos del sistema educativo agustino (Reátegui Chuquipiondo, 2000).

Actualmente, en el Vicariato de Iquitos, once parroquias sobre un total de dieciocho están a cargo de los religiosos agustinos. Estos desarrollaron actividades pastorales desde diferentes instituciones. A continuación, una breve descripción de cada una de ellas:

Colegio de San Agustín: fundado en 1903. En este centro de estudios se educaron generaciones de loretanos que ocupan altos cargos en el ámbito nacional e internacional.

Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (CETA): fundado en 1972. El objetivo era instalar la reflexión teológica y pastoral y formar laicos.

Instituto de Promoción Social de la Amazonía (IPSA): creado en 1973. Tiene a su cargo la radio “La voz de la Selva” que se emite en tres frecuencias AM, FM y onda corta.

Centro de Capacitación Campesina de la Amazonía (CENCAA): fue fundado por el P. Antonio Aladro hacia 1983 en Nauta. El objetivo: atención continua y sistemática de líderes de comunidades (Martínez y García Sánchez, 1995).

La influencia de esta orden  también se hizo notar en la fundación de otras instituciones, las cuales generan propuestas innovadoras con respecto al desarrollo regional. Estas instituciones son cuatro, anteriormente nos hemos referido a una de ellas, el Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (CETA). Las otras tres son:

Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP): fue creada por la Ley 13498 del 14 de enero de 1961. El P. Avencio Villarejo intuyó la necesidad de un centro de estudios superiores y realizó las gestiones pertinentes al más alto nivel a través de su relación con el Pdte. Manuel Prado y los miembros del Congreso.

Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP): fue fundado en 1973. El P. Jesús San Román (OSA) y el P. Luis Uriarte (S.j.) fueron sus creadores. Este organismo depende de los Obispos de la Amazonía Peruana y se dedica al trabajo de investigación y promoción de las poblaciones nativas de la Selva. Es de destacar su compromiso a favor de la defensa de las culturas nativas y de los derechos humanos y culturales de los nativos.

Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP): fue fundado en diciembre de 1981 debido al artículo 120 de la Constitución Peruana de 1979 que disponía la creación de un Instituto cuyos objetivos fueran inventariar, investigar y controlar los recursos naturales de la Amazonía Peruana (Kanatari, 2000).

Los colegios pertenecientes a la Orden de San Agustín [6] forman un tipo de hombre de acuerdo al ideario de San Agustín de Hipona, su Padre fundador. El perfil del hombre agustino se centra en dos dimensiones, una personal y otra comunitaria. La primera dimensión se encuadra dentro de la búsqueda de la verdad por el camino de la interioridad mediante el cual se alcanza la trascendencia. La segunda dimensión es comunitaria y se concreta sobre la base de los valores de amistad, fraternidad, amor y caridad. Estos colegios son centros de gestión  donde se imparte educación Primaria y Secundaria según la orientación de la Iglesia Católica y de los objetivos de la Educación Nacional de acuerdo con la Ley General de Educación 23384.

Educadores, padres y alumnos conforman una comunidad donde cada uno desempeña un rol. Los educadores se responsabilizan por la enseñanza dentro de un clima de amistad y trabajo en equipo. Los alumnos participan en el crecimiento de la comunidad educativa dentro de un marco donde la persona humana es profundamente respetada. Y los Padres fomentan el ámbito familiar, participando activamente de los programas de acción de los colegios donde asisten sus hijos (Pastor Aparicio,2000).

Conclusión

La acción pastoral de los agustinos en el oriente del Perú se relaciona con el escándalo del Putumayo, dentro de lo que denominamos “Segunda entrada misionera (siglo XX)”. En este segundo momento no podemos hablar de fracaso evangelizador porque la acción pastoral llevada a cabo por los religiosos de esta orden, en el transcurso de estos cien años se centró fundamentalmente en el plano educativo, a pesar de la oposición del Congreso peruano en los primeros años del siglo XX. Esa tarea se aprecia a través de las diversas instituciones que hacen al quehacer cultural ampliando de los loretanos, teniendo presente la Regla de San Agustín, que puede sintetizarse en el siguiente lema “Tener un alma y su solo corazón”.

Bibliografía

Anales de Propagación de la Fe en el Oriente Peruano, Tomo VI. 1909. Revista trimestral.

Fernández, M. V. Investigación en el Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (Iquitos – Perú). En: IV Jornadas de Investigadores en Arqueología y Etnohistoria del Centro-Oeste del país y III Seminario de Arqueología Histórica del Centro-Oeste del país. Carácter: expositor. Universidad Nacional de Río Cuarto. Río Cuarto, 6 y 7 de julo de 2001 (en prensa).

García Jordán, P. La Iglesia y el ciclo económico del caucho. En: Kanatari, Año XVII, 31 de diciembre de 2000, Nº 850, Iquitos, Perú.

García Sánchez, J. (O.S.A.). La Prefectura Apostólica de San León del Amazonas. En: Kanatari, Año XVII, 31 de diciembre de 2000, Nº 850, Iquitos, Perú.

Kanatari, Año XVII, 31 de diciembre de 2000, Nº 850, Iquitos, Perú.

Lovera Vásquez, A. J. Llegada de los agustinos ala Prefectura de San León del Amazonas. En: Kanatari, Año XVII, 31 de diciembre de 2000, Nº 850, Iquitos, Perú.

Mariátegui, J. C. 1987. Siete ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. Amauta. Lima.

Martínez, G. (O.S.A.);García Sánchez, j. (O.S.A.).  1995. Vicariato Regional de Iquitos en la amazonía Peruana. En: García, J. (Comp.). Los Agustinos en América Latina. Pasado y Presente. O.A.L.A. (Secretaría General de la Organización de los Agustinos de Latinoamérica).

Pastor Aparicio, A. (OSA). Colegios Parroquiales. En: Kanatari, Año XVII, 31 de diciembre de 2000, Nº 850, Iquitos, Perú.

Reátegui Chuquipiondo, P. Los agustinos y la educación en Loreto. En: Kanatari, Año XVII, 31 de diciembre de 2000, Nº 850, Iquitos, Perú.

San Román, J. V. 1995 (Segunda edición). Perfiles Históricos de la Amazonía Peruana. CETA-CAAAP-IIAP. Iquitos.

Villarejo, A. P. 1965. Los Agustinos en el Perú y Bolivia. Lima.


NOTAS

* Profesora de Historia. Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”. Profesora Adjunta del Seminario “Los Andes antes de los Inka II: Pueblos de la Selva”. Miembro del Centro de Investigaciones Precolombinas.

[1] La autora utiliza el término “entrada” no como penetración a la tierra la cual ya estaba conquistada. Es utilizado para diferenciar entre en un primer momento denominado por el P. Jesús San Román “Período Misional” (1542.1769), y un segundo momento al que podemos situar en lo que este mismo denomina “Época del Caucho” (1880-1914) (San Román, 1995).

[2] P. Paulino Díaz (1850-1919). Profesó como religioso de la Orden de San Agustín en Valladolid en 1867. Hacia 1872 pasó a las Filipinas donde es ordenado sacerdote en 1873. Al crearse la Prefectura de San León del Amazonas es nombrado Prefecto Apostólico y Superior de la órden mencionada. Por razones de salud renunció a su cargo en 1911, regresando a España.

P. Pedro Prat (1861-1929). Profesó como religioso de la Orden de San Agustín en Valladolid en 1878. Hacia 1885 pasó a las Filipinas, regresando a España en 1892 a causa de la independencia de esas islas. Se embarcó luego en la misión hacia el Amazonas. Al renunciar el P. P. Díaz a su cargo como Prefecto Apostólico, es nombrado su sucesor en 1913. Debe dejar la misión por razones de salud. Es nombrado por esa causa Prior en Lima en ese mismo año y hacia 1918 regresó a las Filipinas como subprior y maestro de novicios. Muere en Manila.

P. Bernardo Calle (1876-1904). Tomó los hábitos de la Orden de San Agustín en 1892. Se embarcó en la misión al Amazonas, y fallece a causa de una revuelta indígena en 1904.

P. Plácido Mallo (1876-1936). Profesó como religioso de la Orden de San Agustín en 1894. Se embarcó en la misión en el Amazonas pero por motivos de salud regresó a España en 1905. Es asesinado a causa de la guerra civil el 25 de julio de 1936.

Hno. Pío Gonzalo (1858- ¿?). No existen datos biográficos sobre él. Vino con los anteriores a misionar en el Amazonas, regresando a España en 1912 por motivos de salud.

[3] Encíclica escrita por Pío X, publicada en castellano en España y América en 1912 (Martínez y García Sánchez, 1995). También este documento es denominado “Breve” que es lo mismo que una encíclica pero trata asuntos más puntuales.

[4] En su forma clásica el feudalismo asume que toda la tierra pertenecía al soberano. Este cedía los fundos a sus nobles quienes a su vez le rendían fidelidad. En el caso de la Amazonía decimos que existe una relación de tipo feudal porque la tierra era propiedad del patrón con los nativos incluidos.

[5] Los jesuitas fueron expulsados en 1767 pero recién en 1773 mediante la bula  “Dominus ac Redemptor” ordenada por el Papa Clemente XIV se hizo efectiva la supresión de la orden. La misma fue restaurada el Papa Pío VII en 1814.

[6] Los Colegios Parroquiales pertenecientes a la Orden de San Agustín son los que se describen a continuación:

Colegio Parroquial Sagrada Familia que funciona en convenio con el Ministerio de Educación y el Vicariato Apostólico de Iquitos. Fue creado en junio de 1992.

Centro Educativo Parroquial Nuestra Señora de Loreto. Fundada en 1968 en el Pueblo Joven de Versalles.

Colegio Parroquial Secundario “Virgen de Loreto”. Ante una pedido de los Padres de Familia del colegio Nuestra Señora de Loreto se da comienzo a las gestiones pertinentes para la construcción del centro educativo, comenzando a funcionar el 1 de abril de 1995.

C.E.P.P.S.M. Nº 60019 San Martín de Porres. Por iniciativa del P. Felicísimo Prieto Martínez encargado de la Parroquia San Martín de Porres del Pueblo Joven de Mariscal Castilla, se dan comienzo a las gestiones para dar valor oficial a la Escuela. En marzo de 1969 la Dirección de Educación autorizó su funcionamiento con el nombre de Escuela Primaria Mixta NC 1838 y recién en 1971 le asignan el NC 60019. En junio de 1997 la Dirección Regional de Educación autorizó la ampliación al nivel secundario.

Colegio Nuestra Señora de la Salud. El Párroco y los Padres de Familia de la Parroquia Nuestra Señora de la Salud deciden iniciar las gestiones necesarias para contar con un centro educativo. En la actualidad es un moderno establecimiento primario-secundario que cuenta con todos los adelantos tecnológicos para la buena educación de los alumnos (Pastor Aparicio, 2000).


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