La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales
La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales
EL PATRIMONIO HISTORICO-CULTURAL REVALORIZADO EN EL MARCO DE UN DESARROLLO SUSTENTABLE DEL TURISMO.
Prof. Lic. Guillermina Fernández
Prof. Lic. Aldo Guzmán Ramos
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Tandil. Argentina.
E-mail: guillermina1@ciudad.com.ar
E-mail: aldo_ramos@hotmail.com
I) INTRODUCCIÓN.
El patrimonio histórico-cultural comprende todos aquellos
elementos y manifestaciones tangibles o intangibles producidos por
las sociedades.
En ocasiones, la masificación del turismo conlleva a la transformación,
el deterioro y la destrucción de los recursos culturales.
Siempre aparece como más importante el interés económico
de maximizar los beneficios, que la adopción de medidas concretas
de salvaguarda de los diversos componentes que integran el patrimonio
histórico-cultural.
Considerando esto el desarrollo sustentable propone estrategias
diversificadas que permitan mejorar la realidad social, política,
económica y ambiental especifica de cada lugar. Así
el turismo, como uno de sus ejes de acción, propuesto para
algunas comunidades, puede preservar o revalorizar elementos patrimoniales.
En el marco de la sustentabilidad el turismo plantea la necesidad
de dar respuestas a las realidades locales. La revalorización
del patrimonio, ya sea cultural o natural, es la respuesta que muchos
destinos encuentran en procesos de cambio y readaptación.
Teniendo en cuenta esto, la ponencia pretende analizar las posibilidades
que el turismo ofrece para conservar, gestionar y valorizar el patrimonio
histórico-cultural dentro de un modelo de desarrollo sustentable.
II) EL PATRIMONIO HISTORICO-CULTURAL.
El patrimonio histórico-cultural de un país, región
o ciudad está constituido por todos aquellos elementos y
manifestaciones tangibles o intangibles producidas por las sociedades,
resultado de un proceso histórico en donde la reproducción
de las ideas y del material se constituyen en factores que identifican
y diferencian a ese país o región.
Un concepto moderno de patrimonio cultural incluye no solo los monumentos
y manifestaciones del pasado (sitios y objetos arqueológicos,
arquitectura colonial e histórica, documentos y obras de
arte), sino también lo que se llama patrimonio vivo; las
diversas manifestaciones de la cultura popular (indígena,
regional, popular, urbana), las poblaciones o comunidades tradicionales,
las lenguas indígenas, las artesanías y artes populares,
la indumentaria, los conocimientos, valores, costumbres y tradiciones,
características de un grupo o cultura. Este último
constituye el patrimonio intelectual: es decir, las creaciones de
la mente, como la literatura, las teorías científicas
y filosóficas, la religión, los ritos y la música,
así como los patrones de comportamiento y la cultura que
se expresa en las técnicas, la historial oral, la música
y la danza. Es posible conservar trazas materiales de este patrimonio
en los escritos, las partituras musicales, las imágenes fotográficas
o las bases de datos informáticas, pero no resulta tan fácil
cuando se trata, por ejemplo, de un espectáculo o de la evolución
histórica de un determinado estilo de representación
o de interpretación.
En definitiva los elementos que constituyen el patrimonio histórico-cultural
son testigos de la forma en que una sociedad o cultura se relacionan
con su ambiente. (Casasola, L. 1990:31). En esto se puede encuadrar
el significado de la Pachamama, para el pueblo Coya en Argentina.
Entonces el patrimonio cultural se constituye por una porción
del ambiente transformado incluyendo formas de organización
social, relaciones entre los diversos sectores de la sociedad y
de las instituciones sociales. Esto es variable en cada época,
y cada sociedad rescata el pasado de manera diferente, seleccionando
de este ciertos bienes y testimonios que se identifican con el patrimonio.
El patrimonio, por lo tanto, es el producto de un proceso histórico,
dinámico, una categoría que se va conformando a partir
de la interacción de agentes y diferentes situaciones, que
obligan a obtener una mirada a largo plazo, tanto en la concepción
como en el uso de los recursos.
Finalmente, la información es un componente esencial del
patrimonio, ligado a todos los demás: saber cómo,
cuándo y por quién ha sido utilizado un instrumento
musical enriquece nuestra comprensión del contexto humano
del que procede. La transmisión de este tipo de información
es tan importante como la del propio objeto al que se refiere.
Hablar de patrimonio es considerar a la cultura resultante de la
interacción de la sociedad con el ambiente, en donde se incluye
el conocimiento, las aptitudes y hábitos adquiridos por el
hombre como miembro de una sociedad.
Estas manifestaciones y elementos son un reflejo de la respuesta
que el hombre da a los problemas concretos de su existencia y su
relación con el entorno; esto es lo que lo hace válido
para el desarrollo sustentable.
III) IMPACTOS DEL TURISMO EN EL PATRIMONIO.
Actualmente se impone una oferta de productos turísticos
en los que la flexibilidad pueda dar respuesta a la tendencia de
la individualización creciente. Hoy, los nuevos modelos formales
del turismo, que pretenden acomodarse a las nuevas motivaciones
turísticas, se basan en la característica esencial
de la desmasificación (MARCHENA, M. et al, 1993). Por ello
deben crearse nuevos escenarios turísticos de futuro, donde
se evite el deterioro que han sufrido aquellos productos o destinos
tradicionales, vinculados a un uso indiscriminado de los recursos
y a la ausencia de objetivos a largo plazo.
El turismo, como cualquier actividad humana, produce impactos sobre
las comunidades donde se desarrolla. En ocasiones este no es el
factor principal de deterioro de los recursos, pero se ve afectado
porque otras situaciones pueden dañar un producto o todo
un destino (explosivo crecimiento demográfico, urbanización
descontrolada, especulación inmobiliaria, incompatibilidad
de usos del suelo, etc.).
Ahora bien, la información acerca de las repercusiones ambientales
del turismo tiene dificultades conceptuales y metodológicas
similares a aquellas relacionadas a la dimensión holística
del medioambiente. La investigación sobre las repercusiones
del turismo es tópicamente desigual y particularmente escasa
acerca de la calidad del suelo, del aire y del agua. La mayoría
de los estudios se refiere a los efectos que ejerce el turismo en
un componente ambiental particular. América Latina carece
de estudios regionales sobre la situación actual y faltan
evaluaciones previas del impacto de proyectos de inversión
turística.
En esta línea se considera que el turismo puede afectar tanto
las áreas naturales como las construidas y habitadas. De
lo poco que se ha investigado sobre esto último se reconoce
que en ocasiones el turismo genera:
- Contaminación arquitectónica: a menudo se ha fracasado
al querer integrar la infraestructura de sitios o de lugares turísticos
con las características del medio natural, provocándose
así "choques" entre el medioambiente construido
y el propio de la zona.
- Urbanización y postura: la urbanización responde
a los diferentes paisajes, ya se trate de ambientes costeros (lineal),
a lo largo de valles y rutas escénicas, en áreas de
tierra interior. En ocasiones esto no se respeta e incluso las áreas
permanecen mucho tiempo deshabitadas.
- Sobrecarga en la infraestructura: se manifiesta cuando la intensidad
de las visitas supera la capacidad de la infraestructura prevista.
Esto a su vez trae aparejado contaminación y posibles consecuencias
en la salud.
- Segregación de residentes locales: la separación
espacial de las áreas turísticas del resto del centro
turístico o en los alrededores del campo conlleva, en ocasiones,
a una segregación social.
- Congestionamiento de tráfico: esto ha surgido como una
de las consecuencias más significativas del desarrollo de
algunos centros turísticos. El incremento del congestionamiento
de tráfico y sobrecarga de tráfico. Problemáticas
asociadas al acceso y número de los estacionamientos.
- Descargas residuales: El equipamiento hotelero y los servicios
de apoyo, así como las residencias privadas, son las principales
fuentes de descargas residuales en muchos de los desarrollos turísticos.
Detrás de esto se identifica la presencia de una sociedad
que usando los recursos del entorno como atractivo, les otorga además
la categoría de receptor de sus propios desechos. Los residuos
pueden afectar el patrimonio histórico-cultural en forma
indirecta (por ejemplo: contaminación visual, olores, etc.)
Agravando los anterior, en muchas ocasiones, las jurisdicciones
locales no cuentan con un cuerpo legislativo adecuado para la gestión
de su propio patrimonio, poseen superposición de funciones
o directamente no tienen ninguna competencia porque esta se encuentra
en el ámbito provincial o nacional, desconocen la jerarquía
que poseen sus atractivos e incluso carecen de recursos económicos
para realizar una buena intervención.
Considerando todo esto resulta necesario relacionar los distintos
impacto del turismo en el patrimonio cultural. Para ello, y como
expresa Luis Casasola (1990:36) es necesario agrupar en tres grandes
segmentos los componentes del patrimonio cultural para así
poder analizar en que forma son afectados cada uno de ellos por
la actividad turística, estos son: a) zonas y monumentos
arqueológicos e históricos, poblaciones y comunidades
tradicionales, b) artesanías y artes populares y c) lenguas,
conocimientos, fiestas, costumbres y valores tradicionales. Cada
uno de estos se vincula dentro del sistema turístico de una
forma singular. En un destino las costumbres pueden verse afectadas
de forma irreversible, mientras que un sitio arqueológico
se mantiene intacto.
El grado en que un atractivo cultural puede ser influido por la
actividad turística depende, entre otras cosas de los ámbitos
y jurisdicciones que existen sobre el atractivo, de la intensidad
de su uso, de la categoría y jerarquía del atractivo,
de la capacidad de carga del mismo, de su comercialización
excesiva, del comportamiento de la población local y de los
visitantes, entre otras cosas.
Según la categoría del atractivo, su posicionamiento
dentro del mercado, las formas de comercialización turísticas,
la estacionalidad de la demanda, la facilidad de acceso y la disponibilidad
de servicios, varía la intensidad del uso y la función
que desempeña dentro de la estructura del sistema turístico.
Es lógico que esto tendrá que ver con el volumen de
visitantes y con la espectacularidad y particularidad que el recurso
tenga. Además se encuentra asociado a la capacidad de carga
que un atractivo posea en la proyección con los niveles de
crecimiento turístico potenciales, para evitar el deterioro
y la pérdida de sostenibilidad. Un número excesivo
de turistas, un uso demasiado intensivo puede generar no solo reducción
de la jerarquía sino la destrucción parcial o total
del patrimonio.
La modalidad de uso del suelo del entorno donde se ubica el atractivo
es una de las variables que más afecta al patrimonio cultural.
La inexistencia de un proyecto de ordenamiento territorial que evite
el deterioro e incluso la destrucción de monumentos o zonas
de interés patrimonial ha generado incompatibilidad en los
usos del suelo, pérdida de accesibilidad y de calidad visual,
etc. Esto lleva a la disminución en calidad y cantidad de
atractivos histórico-culturales para el turismo, o lo que
es más grave, a la perdida de gran cantidad de elementos
que hacen a la identidad de un lugar.
Por otro lado la excesiva comercialización y manipulación
del patrimonio desde el punto de vista del marketing ha reducido
a símbolos las características más relevantes
de un sitio arqueológico, de una fiesta popular, de una artesanía,
etc., descontextualizando los elementos culturales que a lo largo
de la historia han formado parte del patrimonio de un espacio.
Lo anterior esta asociado a la "falta de educación"
y al comportamiento de la población local y de los visitantes.
La desvalorización o el desconocimiento del lugar o sitio
que se visita conlleva muchas veces al maltrato del recurso. Así
mismo para el residente la cotidianeidad de su convivencia con el
recurso muchas veces, puede distorsionar la percepción que
este tiene del verdadero valor del atractivo. Es imposible desvincular
un monumento, un sitio arqueológico, etc., de su entorno,
del asentamiento donde se ubica y de la sociedad que lo contiene.
El desconocimiento de esa realidad ha generado impactos negativos
en el recurso y en los lugares donde se han propuesto productos
turísticos.
De todos los impactos el más grave quizás se asocie
a aquellos lugares en donde la necesidad de captar una demanda muy
especifica ha llevado a modificar, desplazar o destruir la arquitectura
tradicional; transformar y uniformizar el paisaje urbano, cambiando
la imagen original de las poblaciones y comunidades tradicionales
en detrimento de sus particularidades culturales, con la pérdida
de identidad.
Las consecuencias del desarrollo turístico no controlado
puede incidir de manera negativa sobre la cultura, especialmente
a través de los demonstration effect y la aculturación.
Estos factores pueden dar lugar a una banalización de las
culturas, cuyas manifestaciones pueden desplazarse de lugar y no
obedecer a sus raíces tradicionales religiosas o profanas,
transformándose en un espectáculo de consumo para
los turistas (marketing de la cultura). El efecto ejemplo implica
por otra parte la adopción de nuevas formas de comportamiento
y de consumo, que adoptadas por mimetismo suponen una variación
de las costumbres tradicionales.
Lamentablemente el impacto del turismo en la cultura de la población
es el más difícil de identificar y medir. La transformación
del patrimonio histórico-cultural provocado por el turismo
suele ser una realidad, por lo que la sociedad debe estar consciente
que la conservación y fortalecimiento de los valores socioculturales
son tareas con igual importancia que las del crecimiento y progreso
técnico-económico.
A pesar de que actualmente la revolución de la información
y la globalización de la economía hacen recaer sobre
el patrimonio amenazas a la vez más inmediatas y generales
que en ningún otro momento del pasado, y que van más
allá del turismo, existe un deseo de preservar el patrimonio
(el entorno concreto, que hemos conocido y que puede darnos un sentimiento
de continuidad) para apoyarse en ese universo familiar frente a
la avalancha de innovaciones que nos abruma.
IV) EL DESARROLLO SUSTENTABLE Y EL TURISMO.
El desarrollo sustentable aparece como una alternativa desde hace
ya varias décadas y al igual que otros modelos (algunos antropocéntricos
otros ecocéntricos) surge a partir de las enormes crisis
ambientales causadas por una racionalidad meramente económica
y la progresiva pérdida de confianza en la viabilidad del
modelo de crecimiento económico y modernización, como
única estrategia. La evolución de estos paradigmas
refleja los cambios en la percepción ambiental desde una
preocupación inicial acerca de las externalidades del crecimiento
económico, hasta el interés por cuestiones de diversidad
e integridad cultural y natural, sustentabilidad y derechos intergeneracionales.
A fines de la década del '60, el enfoque del crecimiento
económico fue revisado a la luz de las críticas que
argumentaban que aún cuando muchos países alcanzaron
un crecimiento económico substancial, este no frenó
la pobreza de Tercer Mundo, ni revirtió los procesos de degradación
natural y contaminación ambiental del Primer Mundo.
Muchas fueron las líneas críticas que estallaron desde
los '70 y cada una de ellas estableció diferentes interpretaciones
en torno al medio ambiente y el desarrollo. En algunos casos el
Desarrollo Sustentable ha sido el redentor, capaz de superar objetivos
muy antagónicos. Sin embargo este consenso internacional
ha llevado a diferentes interpretaciones y enfoques. Probablemente
la definición más popular ha llegado de la mano del
Informe Brundtland, este documento supone que el desarrollo sustentable
debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin
comprometer el derecho de las generaciones futuras de satisfacer
sus propias necesidades. Pero también es sabido que el Desarrollo
Sustentable demanda estrategias diversificadas que permitan mejorar
la realidad social, política, económica y ambiental
especifica de cada lugar.
La interpretación dominante del Desarrollo Sustentable postula
el alcance de los objetivos tradicionales del desarrollo (bienestar
social y aumento de la productividad económica) a partir
de la adopción de criterios de sustentabilidad ecológica
en el uso de los recursos a largo plazo. Muchos países han
elaborado sus propias interpretaciones, pero en pocos casos se ha
traslado a líneas directas de acción.
Entre estas acciones el turismo se perfila como una actividad que
puede contribuir con estas formas de desarrollo si logramos limar
las asperezas que este ha tenido en propuestas anteriores.
Es clara la importancia del turismo para algunos espacios y de sus
impactos sociales, económicos y territoriales en la estructura
previa de los lugares sobre los que se desarrolló y a los
que influye directa o indirectamente. El turismo es constructor
de paisajes en términos de gestión, con creación
de composiciones territoriales, con cambios de la perspectiva y
de percepción. Se ha convertido en un elemento clave para
la mejora de la calidad de espacios degradados y la valoración
del patrimonio, o por el contrario el causante de espacio degradados,
muy artificializados y fuera de contexto.
En torno a esto los convenios y recomendaciones de la UNESCO (1)
se basan en las mejores prácticas profesionales conocidas,
con vistas a garantizar el mantenimiento y la preservación
del patrimonio cultural; formulando las reglas para hacer frente
a las amenazas contra el patrimonio cultural. Es preciso sensibilizar
a los gobiernos con respecto a ese importante tesoro de la humanidad
y sugieren los principios sobre los cuales debe cimentarse la legislación
nacional que deberá, por supuesto, tener en cuenta la especificidad
de los distintos patrimonios presentes en cada país. Estos
pretenden igualmente ayudar a los ciudadanos que luchan contra proyectos
inadecuados; y favorecen la constitución de redes de profesionales
de la cultura, que pueden comparar sus éxitos y sus fracasos,
y mejorar así sus capacidades para salvar el patrimonio de
una posible desaparición.
En el marco de la sustentabilidad el turismo también se plantea
la necesidad de dar respuesta mas adecuadas a los entornos donde
se desarrolla y a la sociedad en general. La OMT (Agenda para planificadores
locales. TURISMO SOSTENIBLE y GESTIÓN MUNICIPAL. Edición
para América Latina y el Caribe. 1999) sostiene que es necesario
hacer viable las empresas, el negocio y la comunidad local dentro
del respeto a la participación en el marco de la planificación
turística sobre tres vértices, beneficios sociales
y económicos para el municipio y sus habitantes, calidad
y sostenibilidad ambiental, y desarrollo turístico acorde
a la autenticidad e identidad cultural.
El reto es articular y consensuar intereses de los distintos grupos
actuantes, trabajar sobre proyectos específicos en protección
de determinados lugares, señalar procedimientos de inversión
y convenios de colaboración. En tal sentido también
se hace necesaria la gestión sustentable en el proyecto empresarial
con recursos atractivos que den origen a productos diferenciados
y competitivos, donde se valoren los recursos y se apueste por una
red productiva, con la contribución a la gestión y
conservación del patrimonio, creación de espacios
de calidad, etc.
Todas estas recomendaciones pueden trasladarse a la gestión
que el turismo realiza del patrimonio histórico-cultural,
y de las potencialidades que este tiene en el marco del rescate
de valores sociales que garanticen no solo su funcionamiento actual
sino para el uso de las generaciones futuras. El patrimonio se convierte
en uno de los ejes claves de los desafíos que el turismo
tiene en la actualidad, tanto en la generación de nuevos
productos, como en la preservación de elementos que ya están
en el mercado, o la reactivación de sociedades en decadencia.
El Código Etico Mundial para el Turismo sostiene que este
es un factor de aprovechamiento y enriquecimiento del patrimonio
cultural de la humanidad. Los recursos turísticos pertenecen
al patrimonio común de la humanidad y las comunidades en
cuyo territorio se encuentran, tienen respecto a ellos derechos
y obligaciones particulares. Las políticas y actividades
turísticas deben llevarse a cabo con respeto al patrimonio
artístico, arqueológico y cultural que deben proteger
y transmitir a las generaciones futuras. Se concederá particular
atención a la protección y a la rehabilitación
de los monumentos, santuarios y museos, así como de los lugares
de interés históricos o arqueológico que deben
estar abiertos a la frecuentación turística. Además
se fomentara el acceso del publico a los bienes y monumentos culturales
de propiedad privada con todo respeto a los derechos de sus propietarios,
así como a los edificios religiosos sin prejuicio a las necesidades
de culto. Los recursos procedentes de la frecuentación de
los sitios y monumentos de interés cultural abrían
de asignarse, al menos en parte, al mantenimiento, a la protección,
a la mejora, y al enriquecimiento de ese patrimonio. La actividad
turística se organizará se modo que permita la supervivencia
y el florecimiento de la producción cultural y artesanal
tradicional, así como del folklore, y que no conduzca a su
normalización y empobrecimiento.
Además de lo anterior, como propuestas globales, y del análisis
de las actitudes de los que operan y gestionan con los recursos
turísticos, existe una categoría que no debe ser descuidada
en una visión integral tanto del turismo como del desarrollo
de los destinos turísticos; es el turista. Entendiendo a
este como aquel que visita un lugar que no es el de su residencia
habitual, con la convicción de abandonarlo, y que permanece
en este determinado tiempo (horas, días, semanas, etc.).
Algunos psicoanalistas analizan al turista como un individuo capaz
de transformar su comportamiento, adaptándose a múltiples
situaciones. Un ser, que producto de las circunstancias, también
desarrolla una capacidad de aprendizaje de determinados aspectos,
los cuales en su vida cotidiana pasaría por alto; o por el
contrario reacciona frente a determinadas situaciones que cotidianamente
controla. Esto es de singular importancia considerando que a través
de las actividades de ocio y turismo, se puede no solo preservar
determinado patrimonio, sino educar a quienes se vinculan con esta
actividad, trasladándolo a otros aspectos de su vida cotidiana.
Como señala Bernáldez (1992) "es evidente la
gran importancia futura de las versátiles formas de educación,
sensibilización e información relativas al medio ambiente,
de las que forman parte, sin duda muchas formas de turismo"
(VERA, J., et. al. 1997), entre ellas las que hacen uso de las distintas
formas de patrimonio.
Por lo tanto, la revalorización del patrimonio cultural,
no implica sólo un acto de restauración sino que esta
acción lleva implícita la necesidad de recuperar valores
perdidos o degradados a través de la historia. Por esta razón
surge la necesidad de incorporar programas de intervención
que contribuyan a resaltar las individualidades que configuran el
patrimonio que le otorga identidad a la sociedad.
En este sentido los ámbitos urbanos específicos, los
viejos edificios cargados de significados e historia, etc., son
transformados y puestos como valores de mercado que pueden ser captados
para la actividad turística.
En México el Programa de Ciudades Coloniales tiene por objeto
promover las ciudades del interior tipificadas como joyas arquitectónicas
y culturales fundadas en su mayoría en el siglo XVI, entre
las que se encuentran: Guanajuato, Oaxaca, San Miguel de Allende,
Taxco y Zacatecas y en Colombia se destaca por su conjunto monumental
de Cartagena de Indias y Cuba por el casco histórico de la
ciudad de La Habana que muestra las características urbanísticas
y arquitectónicas pertenecientes al período colonial
español.
No sólo la revalorización del patrimonio está
dada por la aplicación de políticas elaboradas por
Organismos Internacionales, sino que también organismos nacionales,
regionales o locales pueden implementar programas de revalorización
del patrimonio histórico cultural que sean valiosos para
la construcción de la identidad local. Latinoamérica,
y Argentina particularmente, poseen pequeños poblados históricos
que considerados individualmente pueden tener una atracción
relativa, sin embargo multiplicarían su importancia en tanto
se encare su recuperación y preservación a nivel del
territorio, involucrando a la comunidad local.
Con el nuevo rol del estado y las políticas de descentralización
donde emerge el poder local, el municipio asume un importante papel
en el diseño y aplicación de políticas de desarrollo
sustentables, basadas en mecanismos de gestión participativa
pública y privada. De esta forma, podrían desarrollarse
proyectos entre distintos municipios en forma conjunta, para contribuir
a romper el estancamiento y convertir al patrimonio en una fuente
de recursos que posibilite su rehabilitación integral. Una
alternativa válida puede ofrecerla el turismo, si se plantean
circuitos entre los centros complementados con paisajes naturales
y otros lugares de interés, vinculados al turismo cultural.
El turismo planificado, puede aportar beneficios socioeconómicos
a la comunidad (generación de divisas, creación de
empleos, estímulo a la economía local, etc.) que dinamicen
espacios deprimidos y potencien las particularidades del patrimonio
local. El turismo tal como se señalo puede destinar una parte
de los beneficios obtenidos de la utilización del patrimonio
para el pago de los insumos en la conservación y gestión
del mismo.
Los modelos de desarrollo del turismo cultural y/o patrimonial,
en general se encuentra en centros urbanos y turísticos en
los que se concilian actividades turísticas polivalentes
(centros de congresos, museos, festivales) con la rehabilitación
de edificios para su uso turístico. Las ciudades de arte
se están promocionando para atraer este turismo cultural
que representa una importante demanda en el segmento de las vacaciones
cortas. Complementariamente los recursos turísticos relacionados
con el turismo rural se extienden a la cocina, conocimiento de las
lenguas, poesía, conciertos y/o manifestaciones culturales
variadas. El turismo cultural y etno-histórico tiene un importante
peso en la mayoría de los países latinoamericanos
tanto en función de su enorme riqueza en manifestaciones
culturales precolombinas (pueden dar lugar a una articulación
de rutas como las ya existentes ruta andina o la ruta maya) como
por su valor histórico-monumental de épocas posteriores,
especialmente en relación a la arquitectura colonial española
(México, Guatemala, Perú, Ecuador). Ciudades como
Buenos Aires (combinación de arquitectura y actividades culturales-teatro,
opera, etc.) o la Vieja Habana poseen los atractivos esenciales
para este tipo de atracción turística. El potencial
turístico basado sobre los recursos culturales es reforzado
además por diversas manifestaciones de tipo cultural basadas
en actos indígenas (bailes, danzas) o lúdicas (Carnaval
de Río). Tal como se analizara el patrimonio no solo es revalorizado
en la ciudad, el agroturismo y el turismo rural rescatan los valores
del patrimonio etnográfico de un determinado lugar o región.
Desde lo local se pueden resaltar valores patrimoniales singulares
transformados en productos turísticos o complementándolos.
En definitiva es posible la revitalización y rehabilitación
del patrimonio historico-cultural a partir de un uso turístico
directo o indirecto, que se convierta en la garantía para
su conservación
V) CONCLUSIONES.
El patrimonio histórico-cultural puede revalorizarse en
el marco de un desarrollo sustentable de la actividad turística.
Para ello se requiere la formulación de productos turísticos
que incluyan el patrimonio histórico-cultural como una dimensión
más de su desarrollo y no un mero elemento.
Los lugares, convertidos hoy en espacios de destino turístico,
deben sustentarse en la revalorización, refuncionalización
y creación de nuevos patrimonios que refuercen su identidad.
Pueden citarse múltiples tendencias que intentan incluso
la recuperación de valores tradicionales de nuestras comunidades
primitivas o nuestro pasado cercano. La búsqueda de valores
perdidos por parte de una sociedad que adaptada a otra velocidad
ha olvidado, en ocasiones sus propias raíces y sus tiempos.
En ellas suelen encontrarse profundos rasgos de respeto por el ambiente
social y natural, en un equilibrio constante.
Esto es un reto frente a las demandas de la globalización
y los cambios del turismo a nivel mundial. Los desafíos del
turismo frente al patrimonio histórico-cultural plantea entonces
un triple desafío, por un lado como rehabilitar o reutilizar
aquellos elementos patrimoniales que se han degradado a lo largo
de la historia, producto de un uso inadecuado por esta actividad.
Por otra parte se plantea la necesidad de rescatar nuevos patrimonios
que partiendo desde los valores locales consideren de forma integral
al entorno, a sus componentes, y otorguen una salida a muchos espacios
que están en crisis, especialmente en América Latina.
Por último, frente al desarrollo sustentable también
resulta urgente contribuir con la educación no formal en
la medida en que se eduque al turista y a la población en
el respeto al multiculturalismo en sus diferentes manifestaciones.
Finalmente la revalorización del patrimonio en el marco de
un desarrollo sustentable del turismo requiere una gestión
participativa que involucre a la comunidad en la búsqueda
de la imagen representativa de la sociedad y la transformación
del patrimonio como producto turístico. Esto será
la base para que un turismo planificado contribuya a un desarrollo
local y sustentable.
VI) NOTA.
(1) La UNESCO ha establecido cuatro tratados multilaterales para
reforzar la protección del patrimonio cultural físico.
Se trata del Convenio para la protección de los bienes culturales
en caso de conflicto armado (Convenio de La Haya, 1954) y su Protocolo;
el Convenio referente a las medidas a tomar para prohibir e impedir
la importación, exportación o venta ilícita
de bienes culturales (1970); y el Convenio sobre la protección
del patrimonio mundial cultural y natural (1972). Estos cuatro instrumentos
aplicables al patrimonio cultural, sea cual sea la región
del mundo a la que pertenezca, constituyen un código de protección,
válido tanto en caso de conflicto (Convenio de La Haya) como
en tiempos de paz (bienes, muebles en 1970; bienes inmuebles en
1972).
VII) BIBLIOGRAFIA.
BOULLON, Roberto. Ecoturismo y sistemas naturales urbanos. Colección
Temas de Turismo. Buenos Aires. Argentina. 1993.
CASASOLA, Luis. Turismo y ambiente. Ed. Trillas. Turismo. México.
1990.
MATHIESON, Alister y Geoffrey WALL. Turismo. Repercusiones económicas,
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1990.
MOLINA, Sergio E. Turismo y ecología. Ed. Trillas. Turismo.
México. 1994.
Organización Mundial del Turismo. Agenda para planificadores
locales: Turismo sostenible y gestión municipal. Edición
para América Latina y el caribe. 1999.
VALCARCELT-RESALT Germán; TROITIÑO VINUESA, Miguel
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Diputación Provincial de Cuenca. España. 1993.
VERA, J. Fernando; LOPEZ PALOMEQUE, F.; MARCHENA, Manuel J. y ANTON,
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Barcelona. España. 1997.
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