La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales
La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales
Reencontrar el Patrimonio. Estrategias de Desarrollo Territorial a Partir de la Interpretación
Margalida Castells Valdivielso
Licenciada en Historia, especialista en Interpretación del Patrimonio y Turismo Cultural
Ni las violetas ni las rosas son interesantes en sí mismas, lo que importa es la manera de describirlas. Gustave Flaubert
RESUMEN
Esta comunicación reflexiona sobre el papel del patrimonio en el progreso económico, social y cultural de una comunidad. Se plantea que la interpretación del territorio, como resultado de la interacción entre patrimonio cultural y natural y como testimonio identitario, puede generar diversos beneficios en la comunidad. En este sentido, la planificación de las actuaciones interpretativas contemplará necesariamente cuatro aspectos: la protección del patrimonio y la identidad local; el protagonismo de la comunidad en el proceso de desarrollo y mejora de su calidad de vida; la conjugación del desarrollo económico, social, cultural e identitario, y la creación de una oferta complementaria dinámica y adaptada a la demanda social.
INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente considerado un elemento de estudio historico-científico, el patrimonio ha derivado en los últimos tiempos en testimonio, comunicación y elemento identitario. Esta revalorización, que empezó en otros ámbitos hace ya décadas, considera de una parte que el patrimonio -los bienes materiales y inmateriales que configuran nuestro pasado- debe ser conservado para las futuras generaciones; pero por otra lo presenta como un producto que se ve sometido a la dinámica propia de los nuevos hábitos de consumo, de ocio y de entretenimiento. La promoción del turismo cultural y ecológico, de una parte, y los nuevos hábitos vinculados con el tiempo libre, por otra, son los responsables de que el patrimonio esté desarrollando su vertiente social de manera significativa y sea objeto de un mayor interés por parte del público, que demanda actividades variadas y de calidad. Una diversificación de las fuentes y formas de financiación, la utilización de nuevas tecnologías y lenguajes y la aparición de nuevas formas de gestión más descentralizadas y autónomas hacen necesario, además, un replanteamiento de su gestión y administración.
Desde esta perspectiva, el patrimonio está consiguiendo posicionarse como una pieza clave en las actuaciones estratégicas de desarrollo territorial y apoyo al crecimiento económico y la mejora de la calidad de vida de una comunidad. Esta afirmación es válida siempre y cuándo se considere el patrimonio como un bien de uso social, se vincule a políticas de desarrollo territorial sostenible y se organice a partir de productos patrimoniales viables. Como señalan Miró y Padró, "la necesaria integración de los recursos culturales y naturales en la planificación territorial debe llevarse a cabo mediante la realización de proyectos que promuevan un desarrollo equilibrado y no agresivo de la oferta cultural y turística procurando una buena calidad de los servicios. Es evidente que el patrimonio no se encuentra aislado del contexto socioeconómico y territorial sino interrelacionado con el resto de actividades humanas y, por lo tanto, es posible su promoción socioeconómica en base a una utilización de los recursos y en un marco de desarrollo sostenible y endógeno, respetuoso con el entorno y que procure incrementar el producto interior por la vía de las actividades tradicionales y la creación de nuevos servicios vinculados al patrimonio y el turismo".
De acuerdo con esta dinámica, al ofrecerse como un sólido producto turístico, el patrimonio se consolida como fuente de riqueza y factor de desarrollo local. En nuestros días, y especialmente en el caso del área mediterránea, el patrimonio puede suponer una alternativa a la economía actual, que se encuentra marcada por la dependencia de un turismo de sol y playa altamente sometido a las fluctuaciones del mercado que provocan factores exógenos. En buena parte, la búsqueda de exclusividad ha introducido criterios de excelencia, especialización y calidad de los servicios. Por conseguir la ya tan mencionada desestacionalización, esta situación debe ser completada con medidas como la promoción del turismo cultural y una oferta de ocio y cultura basada en productos patrimoniales de calidad. En este marco, pues, el patrimonio local representa un elemento clave en el futuro municipal, un instrumento de desarrollo capaz de integrarse en la política de planificación territorial, generador de bienestar, motor de crecimiento económico y creación de sitios de trabajo puesto que, entre otros consecuencias, genera nuevas demandas profesionales directa o indirectamente vinculadas al patrimonio.
La información constituye, sin duda, el mecanismo más importante y efectivo para la protección del patrimonio además de una vía razonablemente económica. En este sentido, la explicitación del trabajo científico -dando a conocer la metodología del trabajo- y la implicación de la colectividad en su conservación constituyen dos estrategias imprescindibles de protección del patrimonio puesto que quién conoce, respeta.
Además de una intención social y educativa, el patrimonio tiene que gestionarse con el fin de su protección para futuras generaciones. Aunque existe un abanico de normas y leyes para su conservación, nuestro patrimonio ha estado hasta hace poco tiempo lejos de ser correctamente protegido y adecuadamente utilizado desde el punto de vista social. Como señala Menéndez (1995:156) "la conservación es un paso previo y necesario por rentabilizar el patrimonio como instrumento de dinamización científica, educativa y lúdica dirigido a la comunidad, que es el objetivo capital y final de la gestión del patrimonio". La necesidad de un cambio en las estrategias de intervención hacia el patrimonio, que complemente las tareas de conservación, protección y investigación con el uso público es cada vez más manifiesta. Así, se hace necesaria la búsqueda de mecanismos para que este creciente interés de la sociedad hacia la comprensión del significado de los restos materiales de su pasado sirva a la vez para el disfrute, la educación y el ocio así como la salvaguarda del patrimonio.
Una de estas estrategias es la interpretación. Uno puede hablar, tal y como lo definió Carrier (1989), de producto patrimonial en cuánto un bien patrimonial, siempre y cuando se proteja por evitar su destrucción, puede ser consumido. Por lo tanto se le da uno valor utilitario, deja de tener un valor por sí mismo y lo toma en cuanto a su utilización por parte de la sociedad, se pone al servicio de la población y acontece un signo de calidad de vida para los ciudadanos. Su apertura a la sociedad marca también que esté en constante evolución, abierto a todas las formas de vida y visiones, a la globalidad de la experiencia social y cultural cotidiana (Padró,1997). A la vez, y como ya hemos apuntado anteriormente, el patrimonio es un bien potencialmente productivo; únicamente necesita una gestión adecuada que lo acerque a la sociedad, de por sí interesada por el producto, ya que carece de una adecuada presentación. Posiblemente la única opción que permitirá la conservación y protección de buena parte de nuestro patrimonio pasa por la rentabilidad económica que, guste o no, prima a menudo sobre la rentabilidad social. Tan sólo buscando un equilibrio sostenible entre rendimiento económico, uso colectivo y defensa de los bienes culturales podremos preservar un patrimonio tan amplio como frágil.
Desde este punto de vista, la puesta en valor del patrimonio debe apoyarse en políticas de gestión orientadas a la vez hacia la conservación, la creación de sitios de trabajo y las nuevas exigencias de la sociedad. Es en el ámbito local donde se pueden emprender acciones de gestión integral del patrimonio de un territorio; en este sentido la administración local ha ido adquiriendo progresivamente un mayor interés y protagonismo en las intervenciones hacia el patrimonio. Pero para llegar a un proyecto viable y con perspectivas de futuro necesariamente debe contarse con la colaboración, complicidad y responsabilidad de otros ámbitos de la administración, especialmente el autonómico.
1. LA INTERPRETACIÓN EN EL MARCO DE LA GESTIÓN
Cualquier acción dinamizadora debe sustentarse necesariamente en una política gestora explícita, dotada de objetivos y integral, es decir, que contemple todas las actuaciones relacionadas con este bien patrimonial desde el momento de su planificación hasta la presentación de los resultados.
Por gestión entendemos todo un conjunto de actuaciones destinadas al conocimiento, conservación y difusión del patrimonio, que necesariamente deberán ligarse con las necesidades y la demanda de la sociedad del tercer milenio. En este sentido, el patrimonio necesita una política gestora particular y explícita que responda a necesidades concretas y busque la dinamización de su potencial. Esta política se decanta principalmente por la difusión patrimonial pero sin olvidarse de los elementos histórico-culturales que el hombre ha ido aportando a su paisaje; por ello será fundamental la interpretación del territorio, no sólo del yacimiento.
Esta gestión se basará en tres puntos: planificación, control y difusión.
La difusión es la acción social que da sentido al patrimonio puesto que canaliza todo el esfuerzo investigador hacia la sociedad, aun cuando ha de estar forzosamente precedida y acompañada de las actuaciones de planificación y control de las actuaciones (conservación, investigación, gestión, difusión). Se dirige a desarrollar una actitud positiva, madura y correcta hacia el patrimonio, permitir a la sociedad su identificación, valoración y salvaguarda, a la vez que incentivar también su disfrute.
Podemos concluir señalando que las actuaciones en materia de patrimonio no deben olvidar las siguientes premisas:
1. basarse en la conservación del patrimonio y la identidad local
2. contextualizarse en el territorio
3. integrar el patrimonio natural y cultural
4. incidir en la sostenibilidad
5. empezar por una planificación esmerada
6. constituir un instrumento de orientación colectiva, dirigido hacia el presente y el futuro
7. conjugar el desarrollo económico, social, cultural e identitario
8. tienen que ser dinámicas y adaptarse a la demanda social
2. EN TORNO AL CONCEPTO INTERPRETACIÓN
El concepto Interpretación fue introducido en España, en el último tercio del siglo XX, de la mano de los responsables del patrimonio natural y bajo la forma de interpretación ambiental, recogiendo los postulados teóricos que acompañaron, a finales del siglo XIX, la declaración de los primeros parques naturales estadounidenses. Un momento de inflexión lo marcó la obra de Freeman Tilden "Interpreting our Heritage" (1957), considerada todavía hoy en día un excepcional trabajo sobre la teoría de la interpretación. En los años 80, cuándo el patrimonio adoptó una perspectiva integral, la Interpretación se consolidó en el panorama mundial, especialmente a partir del Primer Congreso Mundial del Patrimonio que se celebró a Banff (Canadá) en el año 1985. Ya en la Declaración de Brujas (1995) se establecieron varios niveles de protección y uso de los bienes patrimoniales a conservar, con una perspectiva a medio y largo plazo en lo que acontece a su rentabilidad cultural, social y económica.
Como se puede desprender del párrafo anterior, el concepto de Patrimonio ha ido evolucionando y, en las últimas décadas, se ha convertido en la estrella de los discursos teóricos sobre los bienes culturales. Desde el fetichismo formalista hasta la socialización del disfrute de los elementos patrimoniales hay una distancia, conceptualmente hablando, que ha pasado por la democratización del patrimonio cultural. En este proceso, la interpretación está adquiriendo un papel fundamental como medio para comunicar contenidos culturales a un público cada vez más numeroso. Desde que en los años cincuenta Tilden iniciara sus trabajos de interpretación, ambos conceptos han evolucionado sincrónicamente; al mismo tiempo que se extendía legalmente la consideración del patrimonio se ampliaban los principios de la interpretación (Castells et al, 1999).
Así las cosas, el concepto de patrimonio incluye más elementos de los que legalmente le están reconocidos. Se deben incluir, necesariamente, variables cargadas de significación identitaria como las tradiciones, las costumbres, las formas de vida, el paisaje, el lenguaje, la artesanía o la gastronomía, ampliando por lo tanto el concepto más allá de lo puramente material. La interpretación se desarrolla tanto en referencia a los elementos culturales como al propio entorno, en un contexto que implica al mayor número de objetos y conceptos para llegar a la comprensión de la realidad en toda su complejidad. Cualquier patrimonio es portador de varios significados y valores entre los que tienen cabida los simbólicos (religiosos, ideológicos y políticos, entre otros) así como los materiales o económicos, los documentales e históricos, o los estéticos. Así pues, en los últimos años se ha modificado el concepto hacia un sentido más amplio y integrador, superando el objeto, el monumento aislado, hacia el entorno monumental o el territorio.
3. PATRIMONIO Y TERRITORIO EN EL MARCO DE LA INTERPRETACIÓN
Paralelamente a la ampliación del concepto de patrimonio se ha desarrollado la consideración de éste en un marco territorial. El territorio tiene que ser entendido como una suma de los recursos potenciales - siendo cada vez más imposible separar los de carácter natural y cultural- que pueden ser integrados en un entorno territorial. Esta revalorización debe ser entendida como el proceso de conversión del bien patrimonial en producto patrimonial, desde la esfera de la potencialidad a la esfera de la productividad. Y el municipio, como nivel básico de la administración, constituye un espacio de potencialidades patrimoniales que deben ser debidamente evaluadas y puestas en valor para fundamentar su desarrollo.
Así pues, se puede considerar que el territorio y su patrimonio se convierten en el contenido de la interpretación. Desde esta perspectiva, la interpretación del patrimonio sobrepasa los muros de los equipamientos tradicionales por abarcar la gestión y dinamización social de la totalidad del patrimonio de un territorio. La voluntad claramente contextualitzadora e integradora de considerar tanto el patrimonio natural como el cultural, los bienes muebles y inmuebles, el patrimonio material y el inmaterial, es la clave de comprensión del territorio. En tanto no existe el espacio natural sino el cultural, el territorio es el resultado de un largo proceso de ocupación humana en el cual se fusionan naturaleza, cultura y sociedad.
En palabras de Duch (1995:200), el territorio es "un espejo donde la población se contempla y reconoce, una expresión del hombre y de la naturaleza, una expresión del tiempo, una interpretación del espacio, un laboratorio para el estudio histórico de la población, un conservatorio por la preservación del patrimonio natural y cultural, una escuela donde se pueden hacer actividades y tomar conciencia del presente y el futuro de la población". Así pues, el territorio acontece un espacio museístico abierto, que permite una visión global de la realidad natural, social y económica, la evolución cultural y la identidad de la comunidad.
Aun cuando existe un público turístico, la interpretación del territorio se dirige fundamentalmente a la población local, puesto que es ésta la que activamente lo sustenta y se beneficia, y por lo tanto importan sus necesidades y demandas. En este sentido, el discurso interpretativo no tiene un objetivo didáctico, no tiene que condensar determinadas características geográficas, históricas o sociales del territorio; prioriza una función social, que la población se identifique con el territorio, reinvindicando su defensa, uso y utilidad. La musealización del territorio, por lo tanto, puede ser entendida como revitalizadora puesto que genera reacciones sociales de concienciación y respeto pelo patrimonio que aseguran su continuidad. La participación comunitaria es fundamental para la articulación del patrimonio en una oferta de servicios de ocio y cultura que tiene que contar necesariamente con el apoyo de la administración local y debe estar abierta a la iniciativa de los agentes económicos, las entidades asociativas, etc.
Se debe entender el proyecto interpretativo como territorial en cuanto así puede ser entendido por la comunidad, pero siempre y cuando sea posible deberá apoyarse en elementos supraterritoriales y contar con la colaboración de otras entidades. La necesidad de conceptualitzar y desarrollar la identidad comunitaria como estrategia de aprovechamiento social del territorio supone el planteamiento de un hilo conductor que presenta varias claves interpretativas, a partir de las cuales se organizará la oferta cultural. En este sentido las estrategias de actuación deberán integrarse y organizarse bajo un marco conceptual común (el concepto-clave de interpretación) y bajo una unidad de presentación (el conjunto interpretativo o producto patrimonial) el patrimonio más relevante del territorio, de modo que sea accesible a la comunidad.
4. BAZAS CONCEPTUALES DE LA INTERPRETACIÓN
Según la Heritage International Interpretation, se entiende por Interpretación el arte de explicar el significado y el sentido de un lugar que se puede visitar, es decir, un método de presentación, comunicación y explotación coherente del patrimonio. Se encuentran presentes en ella cuatro finalidades -social, cultural, educativa y turística- y el objetivo de provocar en la comunidad su reconocimiento y uso social.
Cargada de contenidos que arraigan en la identidad y el territorio, la interpretación se encuentra al servicio de los intereses sociales, económicos y culturales de la comunidad y, según Renée Sivan (1998:148), le ofrece tres beneficios: ilustrar (enriquecer el conocimiento en en cuanto al pasado histórico de la comunidad a la cual se pertenece), proteger (valorar el patrimonio y despertar la necesidad de su conservación para la posteridad) y capitalizar (preservar un recurso económico para la sociedad, crear una fuente de ingresos y un entorno económico favorable para la comunidad).
Al entender el patrimonio como una realidad plural y diversificada, la interpretación ofrece una visión contextualizada e integral del territorio basada tanto en los testigos culturales como naturales. Y superando la tendencia de la museología tradicional a priorizar el objeto material, incorpora al discurso interpretativo otras expresiones y manifestaciones culturales, de raíz más profunda y con mayor sentido cultural que el propio objeto, el denominado patrimonio intangible. Este último no resulta tan evidente pero se encuentra próximo al ciudadano, y permite trabajar valores espirituales, tradiciones y costumbres de la área, etc.
Como ya manifestó F.Tilden (1957), la interpretación de un territorio no es puramente la entrega de información, sino una explicación de esta información basada en la personalidad y la experiencia de los visitantes, con el objetivo de provocar la curiosidad, el diálogo y la interacción entre ellos y el patrimonio. Se trata, en definitiva, de ofrecer al visitante tanto un significado (información) como una vivencia (sentimientos y sensaciones): ver, explorar, situar, observar, analizar, comprender, sentir, vivir y revivir el patrimonio. La clave de la interpretación recae en seducir, es decir, utilizar los objetos no para impresionar al visitante sino para establecer la comunicación y, una vez conseguido esto, transmitir la información. En base a una presentación amena e interesante -que ofrece un significado y a la vez plantea varios interrogantes a ser resueltos durante la visita- se desarrollan toda una serie de propuestas orientadas a garantizar la calidad de la experiencia. El visitante no es, por tanto, un sujeto pasivo sino participativo, generador de respuestas, estimulado intelectualmente y abierto a la experiencia con los cinco sentidos.
La mirada hacia el objeto provoca siempre una reacción -una emoción (positiva o negativa), una interrogación, una reflexión- por lo cual se pueden identificar tres ámbitos o esferas de interpretación (Carrier, 1998:144-145):
· la esfera emocional o sensitiva. La presentación de los objetos, así como la decoración de la exposición, el diseño tipográfico y la elección de los materiales, colores o luces, puede provocar varios efectos en el visitante: majestuosidad, sacralización, trivialidad, dramatización, etc
· la esfera ideológica, que genera, entre otras, una explicación histórica, económica, sociológica o religiosa de la realidad territorial
· la esfera instrumental, que ayuda al espectador a comprender la complejidad de lo que ve mediante reconstrucciones, esquemas, planos esquemáticos o detallados, modelos reducidos y ampliaciones, maquetas animadas, inmóviles o interactivas, fotografías, audiovisuales y películas, instrumentos interactivos, etc
Partiendo de un hilo conductor temático y un concepto clave de interpretación -concepto global que permite explicar el significado y sentido más profundo del territorio- se da una cohesión a la oferta patrimonial y se la presenta como singular y diferenciada. Bajo este concepto-clave se pueden agrupar los varios temas, discursos, lecturas y propuestas (culturales, educativas y turísticas) que se utilizarán en la presentación, comunicación y explotación del territorio como conjunto interpretativo o producto patrimonial. La explicitación del proyecto interpretativo implica la toma de decisiones y la priorización hacia cuestiones de comunicación -qué se da a conocer y cómo-, exposición -cómo se estructura el conocimiento para satisfacer las expectativas y necesidades del visitante- y explotación -cómo se garantiza la conservación y el mantenimiento (Miró,1997).
Por conjunto interpretativo se entiende una oferta patrimonial centrada en la interpretación del territorio y basada en su personalidad histórica e identidad cultural. Acorde con un eje temático, y mediante la estructuración de una oferta variada y atractiva de actividades y servicios a lo largo del año, puede dinamizar la comunidad y estimular un turismo sostenible que rompa la estacionalidad y canalice los flujos turísticos desde el centro económico hacia la periferia.
Como ya hemos adelantado, el conjunto interpretativo ofrece al visitante la posibilidad de adentrarse en el territorio, disfrutarlo -escogiendo aquellos fragmentos de patrimonio que antes existían pero que ahora se encuentran organizados- y contrastar lo que sabía con lo que ha aprendido. Estas acciones se desarrollan a partir de la presentación in situ del bien patrimonial, tanto si tiene elementos claramente identificables como si ofrece la lectura de un patrimonio intangible, con una clara ventaja enfrente de los operadores culturales tradicionales (museos y otros equipamientos culturales) que disponen los objetos fuera de su contexto original.
Además del propio patrimonio, el principal apoyo del planteamiento interpretativo y punto de partida de la oferta patrimonial son los Centros de Interpretación, equipamientos que acogen todo un conjunto de servicios destinados a la presentación, comunicación y explotación del patrimonio y que conjugan varios medios comunicativos: exposición, maquetas, dioramas, audiovisuales, montajes escenográficos, elementos interactivos y luminotécnicos, presentaciones en realidad virtual, etc.
La interpretación se puede completar con señalización, información turística, espacios de síntesis monográfica, circuitos interpretativos, itinerarios temáticos, visitas guiadas, talleres y actividades didácticas, escenografías ambientales y experiencias de living history, edición de materiales informativos o científicos.
El proyecto interpretativo es el encargado también de las condiciones de accesibilidad y visitabilidad que, junto con la interpretación del patrimonio, definen el grado de satisfacción del visitante. Entro de otros aspectos se tienen que prever las condiciones de apertura, restricción de horarios, iluminación, accesibilidad física, usos compatibles e incompatibles con la visita, etc
5. LA INTERPRETACIÓN: UNA ESTRATEGIA DE DESARROLLO TERRITORIAL
La interpretación no puede ser entendida como un simple ejercicio de presentación del patrimonio sino que, mediante un determinado discurso comunicativo y un sistema de presentación y gestión de los recursos, es a la vez comunicación y explotación. Y en ambos casos es capaz de generar efectos en la comunidad. De hecho, la interpretación aparece como respuesta a una demanda o necesidad social de uso del patrimonio. Como señala Menéndez (1995:155) para el caso de los centros de interpretación bajo la competencia de la administración local, la interpretación es capaz de generar dinámicas de rentabilidad social del patrimonio y se convierte en un instrumento fundamental para la definición de políticas de intervención y uso social del patrimonio. Pero al mismo tiempo el patrimonio ofrece a cada territorio la posibilidad de posicionarse frente a sus competidores y desarrollar políticas de comercialización y explotación turística: un territorio rico en elementos históricos contextuales no puede desarrollar sus actividades productivas, comerciales y culturales a espaldas de este potencial, generador de servicios culturales o de ocio y potenciador de los recursos endógenos.
Así las cosas, la interpretación del patrimonio debe consensuar: la democratización de los bienes culturales, la demanda y consumo del pasado como producto turístico y la necesidad de proteger y conservar la herencia cultural. O dicho con otros palabras, las iniciativas de revalorización del territorio partirán de tres premisas:
· patrimonio e identidad: el patrimonio como generador de imagen y identidad territorial)
· patrimonio y sociedad: la mejora de la calidad de vida de la población
· patrimonio y economía: la rentabilidad de las inversiones
Podemos afirmar, pues, que la interpretación permite la conservación íntegra y la mejora de los elementos patrimoniales, naturales y culturales, en el marco de una economía sostenible; supone la difusión pública y educativa de los valores de este patrimonio mediante su utilización social, y contempla la armonización de los usos científicos, culturales y económicos.
5.1 DESARROLLO IDENTITARIO
"El patrimonio histórico son todos aquellos bienes materiales e inmateriales sobre los que, como en un espejo, la población se contempla para reconocerse, donde busca la explicación del territorio en el que está enraizada y en el que se sucedieron los pueblos que la precedieron. Un espejo que la población ofrece a sus huéspedes para hacerse entender, el respeto de su trabajo, de sus formas de comportamiento y de su identidad". (Castellano et al, 1999:32)
Por una parte, el patrimonio puede servir de refuerzo identitario de la comunidad, cohesionando sus habitantes en base a una memoria histórica colectiva y la consciencia de pertenecer a un territorio que reconocen como propio. La recuperación del patrimonio, con su puesta en valor y su proyección social significa, para el ciudadano, la recuperación de valores que le son propios, que configuran sus señas de identidad, y en los cuales tal vez antes no había reparado. Estos valores no responden a conceptos meramente subjetivos como antigüedad o belleza, sino a aspectos sociales y económicos, costumbres, tradiciones y mentalidad, que enlazan pasado y presente y por lo tanto hablan de la propia identidad.
El patrimonio puede servir también como instrumento formativo de las generaciones más jóvenes, de transmisión de los valores humanísticos y conocimientos de gran importancia pedagógica y social: sirve por mostrar, representar y hacer vivir esta memoria colectiva; fomenta el respeto y la identificación con nuestro patrimonio inculcándolo a las generaciones más jóvenes mediante los centros educativos y culturales, y se configura como clave para la integración del individuo en su entorno social. Los valores que se pueden fomentar desde esta perspectiva son los que hacen referencia a las vivencias sociales y la historia de la comunidad, puesto que la tradición hace referencia al pasado pero también al presente, como algo vive, dinámico, capaz de articular y dar sentido cultural al nexo entre ambos espacios temporales. De hecho, al considerar el patrimonio como apoyo a la memoria social, es necesario tener presente el valor de la comunidad como parte del territorio y que, por lo tanto, cualquiera iniciativa tendrá que ser dinámica y reconocer la necesidad de cambios, de adaptaciones a nuevas necesidades, nuevos hábitos y transformaciones funcionales.
Por otra parte, un proyecto de revalorización del patrimonio puede despertar la conciencia social sobre la importancia de su protección y conservación para beneficio de la comunidad. Evidentemente es necesario el conocimiento para que el ciudadano pueda valorar, respetar y disfrutar su patrimonio.
La implicación de la población en el proyecto puede programarse mediante iniciativas diversas -una campaña de información previa sobre el patrimonio del municipio y las actuaciones que se vuelan realizar para su dignificación; actividades de voluntariado, formación, conservación y difusión, etc- para llegar a la conscienciación y convertir así la comunidad en garante y defensora de su cultura y de su pasado, velando por su conservación y evitando su expolio.
5.2. DESARROLLO SOCIAL
"Si pretendemos que el elemento esencial sea el público y la función más importante la difusión, como se acepta generalmente en museología, entonces el motor del museo deben ser unos objetivos definidos en relación con la difusión del patrimonio, en cualquiera de sus tipologías o en todas ellas, y respeto al servicio público y la función que se quiere cumplir" (San Martín, 1998:52)
La interpretación propugna la democratización del patrimonio, la puesta al servicio de la sociedad de todos los artefactos culturales heredados de la historia, como un instrumento en contra de la ignorancia colectiva y a favor de la búsqueda de la igualdad social y la identidad. El patrimonio puede servir también como instrumento para el desarrollo de una política cultural de calidad más allá de los productos puramente lúdicos, de consumo inmediato o ajenos a la propia identidad: puede formar parte de la oferta cultural desde una perspectiva pedagógica, lúdica o estética. Esta oferta debe ser variada, coherente e integrada en su marco territorial, y debe prever la participación del tejido social correspondiente y la colaboración de otros instituciones sociales, culturales y científicas locales. Entre otros se pueden organizar excursiones, rutas urbanas o salidas de conocimiento del medio natural; charlas sobre programas de investigación, catálogos y inventarios de patrimonio; colaboraciones en campañas de recuperación del patrimonio mueble, documental o tradicional; publicaciones divulgativas, etc.
El Patrimonio puede servir también como instrumento de justicia social y de calidad de vida, mejorando la evolución urbanística, generando plusvalías y favoreciendo el desarrollo de barrios históricos o determinados inmuebles o espacios en degradación.
5.3. DESARROLLO ECONÓMICO
La valorización del objeto patrimonial tiene en parte una connotación económica puesto que la presentación responde en cierto modo a una lógica de explotación, de "mirar el objeto desde un punto de vista comercial" (Davallon y Carrier,1989).
La búsqueda de rentabilidad social ha de equilibrarse con la rentabilidad económica. Es evidente que no se pueden plantear programas de revalorización del patrimonio en busca del beneficio pero sí es posible que una parte cada vez mayor del presupuesto se genere por el propio patrimonio. Esta explotación debe ser entendida como sinónimo de aprovechamiento, porque no tan sólo debe tener un uso o beneficio social e intelectual sino que también lo puede tener económicamente; sin duda, la riqueza económica generada por un bien cultural es su mejor garantía de conservación en cuánto sus beneficios pueden reinvertirse en su mantenimiento.
En este sentido, Morales (1998:152) argumenta que se trata de una inversión rentable a corto y a largo plazo; la rentabilidad inmediata viene dada por una mejora de la gestión, de la utilización del espacio por visitante y un menor impacto sobre el recurso patrimonial (descenso del vandalismo, conscienciación y mejores actitudes durante la visita). A largo plazo, porque mejora la viva imagen pública del territorio, de sus instituciones y puede servir como factor de impulso económico por la creación de servicios colaterales, impulsar el comercio local, incrementar la demanda turística y crear sitios de trabajo a numerosos profesionales y empresas. Si bien una parte de los gastos puede sustentarse en políticas de apoyo público o esponsorización privada, también se puede recurrir a la autofinanciación, con medidas como el establecimiento de una política tarifaria, la oferta de servicios y actividades que favorezcan el consumo y el desarrollo de la industria local (rutas y visitas guiadas, actividades didácticas, productos locales de artesanía o gastronomía, reproducciones, videos, materiales didácticos, publicaciones) y obtención de recursos mediante la explotación de servicios.
La constitución de una oferta atractiva y interesante de patrimonio cultural con todo una gama de sugerencias en torno al turismo cultural y rural puede suponer una alternativa y complemento a la economía local. Como síntesis, el patrimonio es un bien generador de flujos económicos que, entre otros aspectos, puede suponer:
- diversificar la fuente económica
- reducir la estacionalidad
- reducir el desempleo, al crear puestos de trabajo tanto directos como indirectos
- promover puestos de trabajo estables a lo largo de en el año
- desarrollar oportunidades de negocio
- mejorar el nivel de vida de la población
- proporcionar expectativas laborales a jóvenes con titulación, especialización y/o calificación en temas de recuperación, gestión, difusión del patrimonio y turismo
- beneficiarse de programas europeos de desarrollo local
- producir una entrada de divisas
- modernizar infraestructuras y equipamientos
- recuperar las actividades artesanales y tradicionales
- financiar reconstrucciones y proyectos de conservación
- y fijar la población a un territorio
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