La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales
La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales
EL TURISMO CULTURAL Y EL PATRIMONIO EN EL MARCO DEL DESARROLLO SUSTENTABLE.
Guillermina Fernández (1)
Aldo Guzmán Ramos (2)
Resumen:
El patrimonio puede ser considerado como todo aquello que el hombre posee y que le ha sido legado por sus antepasados. Toda esta riqueza tiene suma importancia para el desarrollo del turismo. Pero así como el patrimonio permite el desarrollo del turismo también puede verse afectado negativamente por esta actividad. Por lo tanto es necesario que se plantee un desarrollo sustentable del turismo; un modelo de desarrollo que obtenga beneficios económicos del patrimonio pero que a su vez permita que este se revitalice y revalorice
Abstract:
The patrimony can be considered like everything what the man has and who has been bequeathed him by its ancestors. All this wealth has extreme importance for the development of the tourism. But as well as the patrimony allows the development of the tourism also can be seen negatively affected by this activity. Therefore it is necessary that a sustainable development of the tourism considers; a development model that obtains economic benefits of the patrimony but that it allows that this it is revitalized and it revalues as well
INTRODUCCIÓN.
Existe una profunda relación entre cultura, turismo, patrimonio y desarrollo sustentable. La noción de patrimonio, actualmente, tiene una concepción más amplia e integral; concepto que ha excedido de sus tradicionales límites (de monumentos históricos- artísticos, museos, etc.) para extenderse y abarcar otras dimensiones menos conocidas como las costumbres y otros elementos inmateriales. Esto se vincula a una nueva definición de cultura que permite ampliar el universo de los objetos a proteger. Se trata de rescatar aquellas formas intangibles que testimonian el espíritu y la identidad nacional; como las leyendas, las festividades religiosas y paganas, etc.
Por otro lado, en la sociedad en que vivimos existe una progresiva concienciación de los valores que nuestro patrimonio cultural encierra en sí mismo. Esto tiene un importante reflejo en el rápido crecimiento del llamado turismo cultural y en la gran demanda de información que éste suscita, pero también se asocia a una concepción del desarrollo que apuesta por sostenibilidad tanto del sistema físico-natural como del económico y social.
Además, hoy más que nunca y de manera decisiva, el patrimonio, encarnación del presente y del pasado, contribuye a conformar la identidad propia de los diferentes destinos turísticos, dotándoles de un carácter distintivo acorde con los objetivos de singularidad y autenticidad buscados por la demanda y por el propio desarrollo sostenible.
Considerando esto, el desarrollo sustentable propone estrategias diversificadas que permitan mejorar la realidad social, política, económica y ambiental especifica de cada lugar y la propia interpretación de los elementos patrimoniales. Así, el turismo, como uno de sus ejes de acción propuesto para algunas comunidades, puede preservar o revalorizar elementos patrimoniales. El presente trabajo pretende reflexionar sobre la necesidad de estrechar el vinculo del turismo cultural con los valores del desarrollo sustentable, en relación con la revalorización, conservación, o rehabilitación del patrimonio, como una manifestación de la propia comunidad en su devenir histórico, y en un contexto mas amplio.
PATRIMONIO CULTURAL Y TURISMO.
El concepto de patrimonio.
Hoy en día hablar de turismo es indudablemente hablar de cultura y por ende de patrimonio en su concepto más amplio. El patrimonio cultural de un país, región o ciudad está constituido por todos aquellos elementos y manifestaciones tangibles o intangibles producidas por las sociedades, resultado de un proceso histórico en donde la reproducción de las ideas y del material se constituyen en factores que identifican y diferencian a ese país o región.
El Patrimonio, relacionado con la herencia, es un concepto dinámico que alude a la historia, que se enlaza con la esencia misma de la cultura y es asumido directamente por los grupos locales. Es la síntesis de los valores que dan identidad a una sociedad que los reconoce como propios. Ello implica un proceso de reconocimiento intergeneracional de unos elementos como parte del bagaje cultural y su vinculación a un sentimiento de grupo.
Como se señalara anteriormente un concepto moderno de patrimonio cultural incluye no solo los monumentos y manifestaciones del pasado (sitios y objetos arqueológicos, arquitectura colonial e histórica, documentos y obras de arte), sino también lo que se llama patrimonio vivo; las diversas manifestaciones de la cultura popular (indígena, regional, popular, urbana), las poblaciones o comunidades tradicionales, las lenguas indígenas, las artesanías y artes populares, la indumentaria, los conocimientos, valores, costumbres y tradiciones, características de un grupo o cultura. Este último constituye el patrimonio intelectual: es decir, las creaciones de la mente, como la literatura, las teorías científicas y filosóficas, la religión, los ritos y la música, así como los patrones de comportamiento y la cultura que se expresa en las técnicas, la historial oral, la música y la danza. Es posible conservar trazas materiales de este patrimonio en los escritos, las partituras musicales, las imágenes fotográficas o las bases de datos informáticas, pero no resulta tan fácil cuando se trata, por ejemplo, de un espectáculo o de la evolución histórica de un determinado estilo de representación o de interpretación.
En definitiva los elementos que constituyen el patrimonio cultural son testigos de la forma en que una sociedad o cultura se relacionan con su ambiente. (Casasola, 1990:31).
Entonces el patrimonio cultural se constituye por una porción del ambiente transformado, incluyendo formas de organización social, relaciones entre los diversos sectores de la sociedad y de las instituciones sociales. Esto es variable en cada época, y cada sociedad rescata el pasado de manera diferente, seleccionando de este ciertos bienes y testimonios que se identifican con el patrimonio.
El patrimonio, por lo tanto, es el producto de un proceso histórico, dinámico, una categoría que se va conformando a partir de la interacción de agentes y diferentes situaciones, que obligan a obtener una mirada a largo plazo, tanto en la concepción como en el uso de los recursos.
Además, la información es un componente esencial del patrimonio, ligado a todos los demás. Saber cómo, cuándo y por quién ha sido utilizado un instrumento musical enriquece nuestra comprensión del contexto humano del que procede. La transmisión de este tipo de información es tan importante como la del propio objeto al que se refiere.
Hablar de patrimonio es considerar a la cultura resultante de la interacción de la sociedad con el ambiente, en donde se incluye el conocimiento, las aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad.
Estas manifestaciones y elementos son un reflejo de la respuesta que el hombre da a los problemas concretos de su existencia y su relación con el entorno; esto es lo que lo hace válido para el desarrollo sustentable.
El patrimonio cultural desde la mirada del turismo.
En 1954 la Comisión Europea de Turismo precisaba que los paisajes, monumentos, ciudades, y costumbres constituían el capital turístico. A los fines turísticos, integran el patrimonio todos aquellos atractivos capaces de motivar el viaje, ya sean estos las tradiciones de una comunidad o las manifestaciones artísticas de la misma. Un producto turístico es la integración de los recursos naturales y/o culturales con los respectivos servicios, en una unidad que justifique un desplazamiento turístico.
En tal sentido el turismo cultural es aquella forma de turismo que tiene por objeto, entre otros fines, el conocimiento de monumentos y sitios histórico-artísticos y otras formas patrimoniales de manifestación de la cultura. Al respecto, es tan importante el monumento como el entorno: la ciudad o el campo. Conocer a los habitantes, su realidad sociocultural y sus proyectos de futuro a través de la presencia activa del turista en las calles y plazas, pasa a ser tan importante como conocer sus museos, monumentos, leyendas o ferias.
El turismo cultural constituye, hoy en día, un segmento turístico en expansión, convirtiéndose en un importante protagonista de la recuperación urbanística, arquitectónica y funcional de muchos lugares. Un producto turístico en el que los consumidores buscan un contacto más directo con el patrimonio y la cultura. A este respecto, el turismo cultural contribuye a dotar a los proyectos culturales de un carácter más concreto y da buena prueba de los beneficios económicos que pueden sustraerse del mismo (generación de empleo directo indirecto, conservación, mejoramiento paisajístico, etc.).
Como sostiene Elisa Prados Pérez (2001) en una ciudad turística, el patrimonio cultural hay que considerarlo como un elemento más de los ingredientes del producto turístico. Como ha señalado Romero Moragas, (1994) vender el pasado en sus diferentes formas es uno de los principales reclamos del marketing turístico. Sin embargo, es una idea actual la de conscientemente poner en valor todo este patrimonio, tanto material como inmaterial.
Pero para conseguir todo esto es preciso aunar esfuerzos y fomentar la conservación del patrimonio y la inversión en infraestructura cultural. La infraestructura cultural se convierte en un recurso turístico más, que ha pasado de ser referencia de un ámbito científico o estético a convertirse en otro de carácter económico, capaz de generar riqueza y empleo.
Como señala el informe final de la reunión sobre conservación y utilización de Monumentos y Lugares de interés Histórico y Artístico (Normas de Quito, 1967) "Desde el punto exclusivamente turístico, los monumentos son parte del equipo que se dispone para operar esa industria en una región dada, pero la medida en que dicho monumento puede servir al uso al que se lo destina, dependerá no ya sólo de su valor intrínseco, es decir de su significación o interés arqueológico, histórico o artístico sino de las circunstancias adjetivas que concurran en el mismo y faciliten su adecuada utilización. De ahí que las obras de restauración no sean siempre suficientes por sí solas para que un monumento pueda ser explotado entrando a formar parte del equipo turístico de una región. Puede hacerse igualmente necesaria la realización de otras obras de infraestructura, tales como un camino que facilite el acceso al monumento o un albergue que aloje a los visitantes al término de una jornada de viaje. Todo ello manteniendo el carácter ambiental de la región". Esto indica que es necesario considerar el patrimonio en el sentido amplio de su utilización y revalorización y puesta en valor dentro de la oferta turística de un determinado destino. Para ello el paso previo es reconocer que en lo local es donde se producen las grandes acciones culturales de creación, conservación e innovación, y es desde lo local por tanto desde donde se deben impulsar las acciones de promoción de la cultura en todas sus vertientes.
Teniendo en cuenta esto es necesario considerar los aspectos sobresalientes del Informe de la Organización Mundial del Turismo (OMT) presentado en el Seminario sobre "Turismo Cultural: Desarrollo de Productos y Promoción" realizado en Salvador (Brasil). (Burbridge, 1999: 152-153).
· El sector turismo requiere desarrollar nuevos productos de calidad capaces de enfrentar con éxito la competencia de otras propuestas. La cultura es al respecto un recurso excepcional que, además, a través del turismo se transforma en la mejor fuente potencial para financiar la preservación del patrimonio cultural. De aquí la necesidad del trabajo conjunto de ambos sectores en procura de comunes intereses.
· Uno de los obstáculos para el referido entendimiento y para la promoción intersectorial de programas de turismo cultural es la ausencia de un lenguaje afín; no existen bases conceptuales reconocidas que unan el turismo y la cultura.
· Tampoco existe un claro acuerdo sobre el significado del turismo cultural. En términos generales es una forma de turismo sustentable que implica servicios muy profesionales apoyados por tecnología de punta y que se orienta hacia la interpretación del patrimonio con propósitos educativos y estéticos. El turismo cultural reclama no solo edificios y reliquias, sino también la cultura viva de la comunidad anfitriona. En tal sentido un desarrollo sustentable debe ser concebido con el aporte de pequeñas y medianas empresas suministradoras de una amplia variedad de servicios.
Estos principios deben plasmarse en objetivos y estrategias en donde se discutan los alcances del turismo cultural en todas sus dimensiones y en la utilización del patrimonio, desde una concepción integral para ser incorporado dentro de productos turísticos que respondan a las actuales demandas de los diferentes segmentos del mercado. Nuevamente el ámbito local-municipal, se convierte en la escala que pareciera ser la mas apropiada.
PATRIMONIO, TURISMO Y DESARROLLO SOSTENIBLE.
Los efectos negativos del turismo sobre el patrimonio cultural.
Actualmente se impone una oferta de productos turísticos en los que la flexibilidad pueda dar respuesta a la tendencia de la individualización creciente. Hoy, los nuevos modelos formales del turismo, que pretenden acomodarse a las nuevas motivaciones turísticas, se basan en la característica esencial de la desmasificación (MARCHENA, M. et al, 1993). Por ello deben crearse nuevos escenarios turísticos de futuro, donde se evite el deterioro que han sufrido aquellos productos o destinos tradicionales, vinculados a un uso indiscriminado de los recursos y a la ausencia de objetivos a largo plazo.
El turismo, como cualquier actividad humana, produce impactos sobre las comunidades donde se desarrolla. En ocasiones este no es el factor principal de deterioro de los recursos; pero se ve afectado porque otras situaciones pueden dañar un producto o todo un destino (explosivo crecimiento demográfico, urbanización descontrolada, especulación inmobiliaria, incompatibilidad de usos del suelo, etc.).
La investigación sobre las repercusiones del turismo es tópicamente desigual y particularmente escasa acerca de la calidad y la alteración del patrimonio. La mayoría de los estudios se refiere a los efectos que ejerce el turismo en un componente particular, por ejemplo: ambiental, cultural, histórico, artístico, etc.
De todas formas, los efectos del turismo sobre el patrimonio en sentido amplio (considerando su influencia en centros turísticos) pueden clasificarse de la siguiente forma:
Contaminación arquitectónica: a menudo se ha fracasado al querer integrar la infraestructura de sitios o de lugares turísticos con las características del medio natural y social, provocándose así "choques" entre el medioambiente construido y el propio de la zona y ciertos rasgos patrimoniales vinculados a la edificación, a los monumentos y sitios históricos incluso a perdida de calidad visual de algunos monumentos o construcciones.
Sobrecarga en la infraestructura: se manifiesta cuando la intensidad de las visitas supera la capacidad de la infraestructura prevista tanto del entorno como de los atractivos patrimoniales dispuestos en el destino. Esto a su vez trae aparejado contaminación y posible perdida de valor de los atractivos y se convierte en una de las alteraciones más comunes.
Perdida de calidad del destino: El equipamiento hotelero y los servicios de apoyo, así como las residencias privadas, son las principales fuentes de descargas residuales en muchos de los desarrollos turísticos. Detrás de esto se identifica la presencia de una sociedad que usando los recursos del entorno como atractivo, les otorga además la categoría de receptor de sus propios desechos. Los residuos pueden afectar el patrimonio histórico-cultural en forma indirecta (por ejemplo: contaminación visual, olores, etc.). A esto se agrega la congestión del tránsito, el depósito de residuos en la vía pública, etc.
Agravando lo anterior, en muchas ocasiones, las jurisdicciones locales no cuentan con un cuerpo legislativo adecuado para la gestión de su propio patrimonio, poseen superposición de funciones o directamente no tienen ninguna competencia porque esta se encuentra en el ámbito provincial o nacional, desconocen la jerarquía que poseen sus atractivos e incluso carecen de recursos económicos para realizar una buena intervención. Esto resulta muy común en la Argentina, donde el sistema federal y la actual descentralización del Estado ha dejado vacíos legales y problemas jurisdiccionales graves.
Con relación a las repercusiones culturales del turismo, la mayor cantidad de información examina los efectos culturales del mismo en las expresiones manifiestas de la cultura, descuidándose los efectos más profundos, es decir los valores, normas e identidad. Para poder analizar esto Ritchuie y Zins (Mathieson, 1990) consideraron 12 elementos de cultura que atraían a los turistas y que eran: las artesanías, el idioma, las tradiciones, la gastronomía, el arte y la música, la historia de la región, los tipos de trabajo de sus residentes, la religión, los sistemas educativos, la vestimenta o las actividades de tiempo libre. Todas estas eran posibles de ser afectadas de una u otra manera. Así tres formas de manifestación del patrimonio eran reconocidas formas de cultura inanimada o que no intervienen directamente en la actividad humana, (arquitectura, artesanías, etc.), formas de cultura reflejadas en la vida diaria normal de un destino, (vestimenta, organización, idioma, costumbres en general) y formas de cultura especialmente animadas que pueden implicar eventos especiales, descripciones históricas, acontecimientos famosos, (festivales, carnavales, o grandes ferias.) Así como el turismo puede proporcionar un mercado para ayudar a preservar las culturas, también alienta formas culturales seudotradicionales. Así, por ejemplo, se producen grandes volúmenes de artesanías, generando productos de menor calidad que pierden su valor artesanal diferenciado. También en ocasiones se presentan o manufacturan productos de acuerdo a los gustos del turista, perdiéndose rasgos de identidad fuertes que no son comercializables.
En algunos destinos la demanda de turismo cultural sobrepasa a la oferta; para compensar esto se organizan atracciones especialmente preparadas para que los turistas puedan ver y experimentar aspectos culturales de las comunidades anfitrionas. Las presentaciones pueden tener efectos negativos y positivos; estos últimos cuando distraen al turista y alivian las presiones sobre la comunidad local, y las primeras al manipular las tradiciones y costumbres de la gente para hacer experiencias turísticas más estimulantes y satisfactorias.
Considerando todo esto resulta necesario relacionar los distintos impactos del turismo en el patrimonio cultural. Para ello es necesario agrupar en tres grandes segmentos los componentes del patrimonio cultural para así poder analizar en que forma son afectados cada uno de ellos por la actividad turística, estos son: a) zonas y monumentos arqueológicos e históricos, poblaciones y comunidades tradicionales, b) artesanías y artes populares y c) lenguas, conocimientos, fiestas, costumbres y valores tradicionales (Casasola, 1990: 36). Cada uno de estos se vincula dentro del sistema turístico de una forma singular, por ejemplo en un destino turístico las costumbres pueden verse afectadas de forma irreversible pero al mismo tiempo un sitio arqueológico de ese lugar se mantiene intacto.
El grado en que un atractivo cultural puede ser influido por la actividad turística depende, entre otras cosas de los ámbitos y jurisdicciones que existen sobre el atractivo, de la intensidad de su uso, de la categoría y jerarquía del mismo, de la capacidad de carga, de su comercialización excesiva, del comportamiento de la población local y de los visitantes, entre otras cosas.
Según la categoría del atractivo, su posicionamiento dentro del mercado, las formas de comercialización turísticas, la estacionalidad de la demanda, la facilidad de acceso y la disponibilidad de servicios, varía la intensidad del uso y la función que desempeña dentro de la estructura del sistema turístico. Es lógico que esto tendrá que ver con el volumen de visitantes y con la espectacularidad y particularidad que el recurso tenga. Además se encuentra asociado a la capacidad de carga que un atractivo posea en la proyección con los niveles de crecimiento turístico potenciales para evitar el deterioro y la pérdida de sostenibilidad. Un número excesivo de turistas, es decir un uso demasiado intensivo puede generar una reducción de la jerarquía y la destrucción parcial o total del patrimonio.
La modalidad de uso del suelo del entorno donde se ubica el atractivo es una de las variables que más afecta al patrimonio cultural. La inexistencia de un proyecto de ordenamiento territorial que evite el deterioro e incluso la destrucción de monumentos o zonas de interés patrimonial ha generado incompatibilidad en los usos del suelo, pérdida de accesibilidad y de calidad visual, etc. Esto lleva a la disminución en calidad y cantidad de atractivos culturales para el turismo, o lo que es más grave, a la perdida de gran cantidad de elementos que hacen a la identidad de un lugar.
Por otro lado la excesiva comercialización y manipulación del patrimonio desde el punto de vista del marketing ha reducido a símbolos las características más relevantes de un sitio arqueológico, de una fiesta popular, de las artesanías, etc., descontextualizando los elementos culturales que a lo largo de la historia han formado parte del patrimonio de un espacio.
Lo anterior esta asociado a la falta de educación y al comportamiento de la población local y de los visitantes. La desvalorización o el desconocimiento del lugar o sitio que se visita conlleva muchas veces el maltrato del recurso. Así mismo para el residente, la convivencia cotidiana con el recurso, muchas veces, puede distorsionar la percepción que este tiene del verdadero valor del atractivo. En definitiva es imposible desvincular un monumento, un sitio arqueológico, etc., de su entorno, del asentamiento donde se ubica y de la sociedad que lo contiene. El desconocimiento de esa realidad ha generado impactos negativos en el recurso y en los lugares donde se han propuesto productos turísticos.
De todos los impactos el más grave quizás se asocie a aquellos lugares en donde la necesidad de captar una demanda muy especifica ha llevado a modificar, desplazar o destruir la arquitectura tradicional; transformar y uniformizar el paisaje urbano, cambiando la imagen original de las poblaciones y comunidades tradicionales en detrimento de sus particularidades culturales, con la pérdida de identidad.
Las consecuencias del desarrollo turístico no controlado puede incidir de manera negativa sobre la cultura, especialmente a través del denominado demonstration effect. Este puede dar lugar a una banalización de la cultura, cuyas manifestaciones pueden desplazarse de lugar y no obedecer a sus raíces tradicionales religiosas o profanas, transformándose en un espectáculo de consumo para los turistas (marketing de la cultura). El efecto ejemplo implica por otra parte la adopción de nuevas formas de comportamiento y de consumo, que adoptadas por mimetismo suponen una variación de las costumbres tradicionales.
Lamentablemente el impacto del turismo en la cultura de la población es el más difícil de identificar y medir. La transformación del patrimonio cultural provocado por el turismo suele ser una realidad, por lo que la sociedad debe estar consciente que la conservación y fortalecimiento de los valores socioculturales son tareas con igual importancia que las del crecimiento y progreso técnico-económico.
A pesar de que actualmente la revolución de la información y la globalización de la economía hacen recaer sobre el patrimonio amenazas a la vez más inmediatas y generales que en ningún otro momento de la historia humana, y que van más allá del turismo, existe un deseo de preservar el patrimonio (el entorno concreto, que hemos conocido y que puede darnos un sentimiento de continuidad) para apoyarse en ese universo familiar frente a la avalancha de innovaciones que nos abruma.
El desarrollo sustentable y su vinculo con la cultura y el turismo.
El desarrollo sustentable aparece como una alternativa desde hace ya varias décadas, y al igual que otros modelos (algunos antropocéntricos otros ecocéntricos), surge a partir de la crisis ambiental causada por una racionalidad meramente económica y la progresiva pérdida de confianza en la viabilidad del modelo de crecimiento económico y modernización, como única estrategia. La evolución de estos paradigmas refleja los cambios en la percepción ambiental desde una preocupación inicial acerca de las externalidades del crecimiento económico, hasta el interés por cuestiones de diversidad e integridad cultural y natural, sustentabilidad y derechos intergeneracionales.
A fines de la década de 1960, el enfoque del crecimiento económico fue revisado a la luz de las críticas que argumentaban que aún cuando muchos países alcanzaron un crecimiento económico substancial, este no frenó la pobreza de gran parte de la humanidad, ni revirtió los procesos de degradación natural y contaminación ambiental de gran parte del planeta.
Muchas fueron las líneas críticas que estallaron desde 1970 y cada una de ellas estableció diferentes interpretaciones en torno al medio ambiente y el desarrollo. En algunos casos el desarrollo sustentable ha sido el redentor, capaz de superar objetivos muy antagónicos. Sin embargo este consenso internacional ha llevado a diferentes interpretaciones y enfoques. Probablemente la definición más popular ha llegado de la mano del Informe Brundtland, este documento supone que el desarrollo sustentable debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer el derecho de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. En términos generales el desarrollo sustentable demanda estrategias diversificadas que permitan mejorar la realidad social, política, económica y ambiental especifica de cada lugar.
La interpretación dominante del desarrollo sustentable postula el alcance de los objetivos tradicionales del desarrollo (bienestar social y aumento de la productividad económica) a partir de la adopción de criterios de sustentabilidad ecológica en el uso de los recursos a largo plazo. Muchos países han elaborado sus propias interpretaciones, pero en pocos casos se ha traslado a líneas directas de acción.
Entre estas acciones el turismo se perfila como una actividad que puede contribuir con estas formas de desarrollo si logramos limar las asperezas que este ha tenido en propuestas anteriores.
Es clara la importancia del turismo para algunos espacios y de sus impactos sociales, económicos y territoriales en la estructura previa de los lugares sobre los que se desarrolló y a los que influye directa o indirectamente. El turismo es constructor de paisajes en términos de gestión, con creación de composiciones territoriales, con cambios de perspectiva y de percepción. Se ha convertido en un elemento clave para la mejora de la calidad de espacios degradados y la valoración del patrimonio, o por el contrario el causante de espacios degradados, muy artificializados y fuera de contexto.
En torno a esto, los Convenios y recomendaciones de la UNESCO se basan en las mejores prácticas profesionales conocidas, con vistas a garantizar el mantenimiento y la preservación del patrimonio cultural; formulando las reglas para hacer frente a las amenazas contra el patrimonio. En razón de esto este organismo internacional ha establecido cuatro tratados multilaterales para reforzar la protección del patrimonio cultural físico. Se trata del Convenio para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado (Convenio de La Haya, 1954) y su Protocolo; el Convenio referente a las medidas a tomar para prohibir e impedir la importación, exportación o venta ilícita de bienes culturales (1970); y el Convenio sobre la protección del patrimonio mundial cultural y natural (1972). Estos cuatro instrumentos aplicables al patrimonio cultural, sea cual fuere la región del mundo a la que pertenezca, constituyen un código de protección, válido tanto en caso de conflicto (Convenio de La Haya) como en tiempos de paz (bienes, muebles en 1970; bienes inmuebles en 1972).
El organismo internacional señala que es preciso sensibilizar a los gobiernos con respecto a la importancia de los "tesoros de la humanidad" y sugieren los principios sobre los cuales debe cimentarse la legislación nacional que deberá, por supuesto, tener en cuenta la especificidad que toma el patrimonio en cada ciudad, comarca o región del país. Estos pretenden igualmente ayudar a los ciudadanos que luchan contra proyectos inadecuados; y favorecen la constitución de redes de profesionales de la cultura, que pueden comparar sus éxitos y sus fracasos, y mejorar así sus capacidades para salvar el patrimonio de una posible desaparición.
En el marco de la sustentabilidad el turismo también se plantea la necesidad de dar respuestas más adecuadas a los entornos donde se desarrolla y a la sociedad en general. La OMT en su "Agenda para planificadores locales. Turismo sostenible y gestión municipal" (1999), sostiene que es necesario hacer viable la empresa, el negocio y la comunidad local dentro del respeto a la participación en el marco de la planificación turística sobre tres vértices, beneficios sociales y económicos para el municipio y sus habitantes, calidad y sostenibilidad ambiental, y desarrollo turístico acorde a la autenticidad e identidad cultural.
El reto es articular y consensuar intereses de los distintos grupos actuantes, trabajar sobre proyectos específicos en protección de determinados lugares, señalar procedimientos de inversión y convenios de colaboración. En tal sentido también se hace necesaria la gestión sustentable en el proyecto empresarial con recursos atractivos que den origen a productos diferenciados y competitivos, donde se valoren los recursos y se apueste por una red productiva, con la contribución a la gestión y conservación del patrimonio, creación de espacios de calidad, etc.
Todas estas recomendaciones pueden trasladarse a la gestión que el turismo realiza del patrimonio cultural, y de las potencialidades que este tiene en el marco del rescate de valores sociales que garanticen no solo su funcionamiento actual sino para el uso de las generaciones futuras. El patrimonio se convierte en uno de los ejes claves de los desafíos que el turismo tiene en la actualidad, tanto en la generación de nuevos productos, como en la preservación de elementos que ya están en el mercado, o la reactivación de sociedades en decadencia.
El "Código Etico Mundial para el Turismo" sostiene que este es un factor de aprovechamiento y enriquecimiento del patrimonio cultural de la humanidad. Los recursos turísticos pertenecen al patrimonio común de la humanidad y las comunidades en cuyo territorio se encuentran, tienen respecto a ellos, derechos y obligaciones particulares.
Las políticas y actividades turísticas deben llevarse a cabo respetando el patrimonio artístico, arqueológico y cultural, el cual deben proteger y transmitir a las generaciones futuras. Se concederá particular atención a la protección y a la rehabilitación de los monumentos, santuarios y museos, así como de los lugares de interés históricos o arqueológico que deben estar abiertos al movimiento turístico. Además se fomentara el acceso del publico a los bienes y monumentos culturales de propiedad privada con todo respeto a los derechos de sus propietarios, así como a los edificios religiosos sin prejuicio a las necesidades de culto. Los recursos procedentes de la frecuentación de los sitios y monumentos de interés cultural abrían de asignarse, al menos en parte, al mantenimiento, a la protección, a la mejora, y al enriquecimiento de ese patrimonio. La actividad turística se organizará de modo que permita la supervivencia y el florecimiento de la producción cultural y artesanal tradicional, así como del folklore, y que no conduzca a su normalización y empobrecimiento.
Además de lo anterior, como propuestas globales, y del análisis de las actitudes de los que operan y gestionan con los recursos turísticos, existe una categoría que no debe ser descuidada en una visión integral tanto del turismo como del desarrollo de los destinos turísticos: el turista. Entendiendo a este como aquel que visita un lugar que no es el de su residencia habitual, con la convicción de abandonarlo, y que permanece en este determinado tiempo.
Algunos psicoanalistas analizan al turista como un individuo capaz de transformar su comportamiento, adaptándose a múltiples situaciones. Un ser, que producto de las circunstancias, también desarrolla una capacidad de aprendizaje de determinados aspectos, los cuales en su vida cotidiana pasaría por alto; o por el contrario reacciona frente a determinadas situaciones que cotidianamente controla. Esto es de singular importancia considerando que a través de las actividades de ocio y turismo, se puede no solamente preservar determinado patrimonio, sino educar a quienes se vinculan con esta actividad, trasladándolo a otros aspectos de su vida cotidiana.
Es evidente la gran importancia futura de las versátiles formas de educación, sensibilización e información relativas al medio ambiente, de las que forman parte, sin duda muchas formas de turismo (VERA, et. al.: 1997), entre ellas las que hacen uso de las distintas formas de patrimonio.
Por lo tanto, la revalorización del patrimonio cultural, no implica sólo un acto de restauración sino que esta acción lleva implícita la necesidad de recuperar valores perdidos o degradados a través de la historia. Por esta razón surge la necesidad de incorporar programas de intervención que contribuyan a resaltar las individualidades que configuran el patrimonio que le otorga identidad a la sociedad.
En este sentido los ámbitos urbanos específicos, los viejos edificios cargados de significados e historia, etc., son transformados y puestos como valores de mercado que pueden ser captados por el turismo cultural.
Así podemos mencionar lo realizado en algunos países de América Latina. Por ejemplo en México el Programa de Ciudades Coloniales tiene por objeto promover las ciudades del interior tipificadas como joyas arquitectónicas y culturales fundadas en su mayoría en el siglo XVI, entre las que se encuentran: Guanajuato, Oaxaca, San Miguel de Allende, Taxco y Zacatecas. En Colombia se destaca por su conjunto monumental la ciudad de Cartagena de Indias y en Cuba, el casco histórico de la ciudad de La Habana muestra las características urbanísticas y arquitectónicas pertenecientes al período colonial español.
En Argentina, podemos mencionar a manera de ejemplo, las siguientes propuestas de turismo cultural. (BURBRIDGE, 1999: 167-173)
1) "Por los caminos jesuíticos": este recorrido involucra estancias y los restos arquitectónicos de las misiones jesuíticas de los siglos XVII y XVIII.
2) "Red de paradores turísticos": es un programa de alcance nacional que transforma casonas (del Noroeste Argentino) con alto valor histórico y/o arquitectónico en paradores de turismo.
3) "El camino del vino" y "El circuito de los viejos molinos harineros": son dos productos turísticos vinculados a la producción y a una tradición cultural de la región de Cuyo. El primero recorre bodegas, viñedos, museos y viviendas patronales. La segunda propuesta recorre las tierras fértiles del río Jachal y el Huaco, donde desde la época colonial se cultivo el trigo y se construyeron molinos harineros a la vera de los canales de riego. En este lugar se aprovechaba la fuerza del agua para mover los mecanismos de moliendo de los molinos.
4) "Por los poblados de la inmigración patagónica": en este se propone conocer las expresiones culturales de dos grupos de colonizadores de la Patagonia; los galeses llegados en 1835 y los suizos establecidos en 1895. En el caso de los galeses es posible disfrutar de sus capillas, gastronomía (por ejemplo las casas de té), arquitectura de sus viviendas, molinos, etc.
Al aprovechamiento del potencial cultural del interior del país, podemos agregar el de la ciudad de Buenos Aires, que ofrece a los visitantes una interesante arquitectura y una historia sumamente rica que ha dejado edificios, museos, monumentos, barrios con características distintivas, como la Boca, San Telmo, etc.
Pero, no sólo la revalorización del patrimonio está dada por la aplicación de políticas elaboradas por organismos internacionales, sino que también organismos nacionales, regionales o locales pueden implementar programas de revalorización del patrimonio histórico y cultural que sean valiosos para la construcción de la identidad local. América Latina posee pequeños poblados históricos que considerados individualmente pueden tener una atracción relativa, sin embargo multiplicarían su importancia en tanto se proyecte su recuperación y preservación a nivel del territorio, involucrando a la comunidad local.
Con el nuevo rol del Estado y de las políticas de descentralización donde emerge el poder local, el municipio asume un importante papel en el diseño y aplicación de políticas de desarrollo sustentable, basadas en mecanismos de gestión participativa pública y privada. De esta forma, podrían desarrollarse proyectos entre distintos municipios en forma conjunta, para contribuir a romper el estancamiento y convertir al patrimonio en una fuente de recursos que posibilite su rehabilitación integral. Una alternativa válida puede ofrecerla el turismo, si se plantean circuitos entre los centros complementados con paisajes naturales y otros lugares de interés, vinculados al turismo cultural.
El turismo planificado, puede aportar beneficios socioeconómicos a la comunidad (generación de divisas, creación de empleos, estímulo a la economía local, etc.) que dinamicen espacios deprimidos y potencien las particularidades del patrimonio local. El turismo tal como se señalo puede destinar una parte de los beneficios obtenidos de la utilización del patrimonio para el pago de los insumos en la conservación y gestión del mismo.
Los modelos de desarrollo del turismo cultural, en general se encuentra en centros urbanos y turísticos en los que se concilian actividades turísticas polivalentes (centros de congresos, museos, festivales) con la rehabilitación de edificios para su uso turístico. Complementariamente los recursos turísticos relacionados con el turismo rural se extienden a la cocina, conocimiento de las lenguas, poesía, conciertos y/o manifestaciones culturales variadas. El turismo cultural y etno-histórico tiene un importante peso en la mayoría de los países latinoamericanos tanto en función de su enorme riqueza en manifestaciones culturales precolombinas (pueden dar lugar a una articulación de rutas como las ya existentes ruta andina o la ruta maya) como por su valor histórico-monumental de épocas posteriores, especialmente con relación a la arquitectura colonial española (México, Guatemala, Perú, Ecuador). Ciudades como Buenos Aires (combinación de arquitectura y actividades culturales, teatro, opera, etc.) o la Vieja Habana poseen los atractivos esenciales para este tipo turismo.
El potencial turístico basado en los recursos culturales es reforzado además por diversas manifestaciones de tipo cultural como los actos indígenas (bailes, danzas) o lúdicas (Carnaval de Río). Pero el patrimonio no solo es revalorizado en la ciudad; el agroturismo y el turismo rural rescatan los valores del patrimonio etnográfico de un determinado lugar o región. Desde lo local se pueden resaltar valores patrimoniales singulares transformados en productos turísticos o complementándolos. Es desde allí donde se puede apostar a un desarrollo sustentable que comprende tres dimensiones y al mismo tiempo escalas, en relación al patrimonio como al turismo cultural:
a) Como eje para la interpretación del patrimonio de una comunidad a partir formas de educación no formal. Indudablemente esto encierra un proceso muy complejo que involucra una interrelación de agentes asociados al sector, y políticas que incorporan estos objetivos y una mirada a largo plazo. Se sostiene la importancia de la cultura, el cambio en el ser y hacer de una sociedad, como un cambio de paradigma que trastoque el modelo actual. Así, la Interpretación del patrimonio cultural se asocia a la creación de estrategias de comunicación diseñadas especialmente para revelar el sentido de espacios, lugares, objetos, etc., de interés cultural. Argumenta la necesidad de evitar la degradación y deterioro, en la medida de lo posible, y fomenta su conservación, con la intención de que sean conocidos y disfrutados por generaciones futuras. Es una forma de educar dando las razones por las cuales un determinado sitio está siendo conservado o debería serlo. Influye en la reorientación de las actuaciones no deseables que en éstos se puedan producir (vandalismo, restauraciones inapropiadas, mala conservación de espacios de interés, ruina de edificios, etc.), actuando como agente de sensibilización social y fomentando el apoyo ciudadano hacia éstos. Son múltiples las formas que se asocian a la posible generación de actitudes y percepciones de los turistas, que no solo se desarrollan en el destino sino que pueden trasladarse a los sitios de origen de los turistas. En ocasiones se despiertan nuevas formas de ver el mundo, que van más allá de la preservación de un sitio arqueológico patrimonio de la humanidad, y apuntan a una visión más abarcativa de la propia realidad cotidiana.
b) En la elaboración y en la gestión de proyectos vinculados a la conservación del patrimonio histórico, cultural, artístico, arqueológico, etc. El concepto amplio de desarrollo planteado en términos sustentables apuesta a una visión del patrimonio que rastrea su valor en la propia comunidad, en el pasado de la misma y en el futuro planteando instrumentos de conservación, de restauración o rehabilitación más integrados a la comunidad, a su situación coyuntural y su proyección en el futuro. Así en la conformación de productos turísticos culturales se tienen en cuenta:
· enfoques integrados de coordinación y administración entre el sector público y privado, entre cultura y turismo, entre agentes locales y prestadores de servicios por fuera de la comunidad,
· planificación del uso del suelo, del control de visitantes, de las actividades vinculadas a las artes y el folklore popular,
· evaluación de proyectos de intervención en el patrimonio previos a su realización.
· información ciudadana y a los usuarios y gestores, del valor del patrimonio tanto actual como futuro.
· búsqueda de mecanismos de mercado, promoción, marketing, y proyección de la demanda,
· complementariedad de la oferta de elementos patrimoniales.
En definitiva es necesario integrar el patrimonio al resto de los elementos de la comunidad, y a otras manifestaciones, para generar una imagen completa de la cultura local y propuesta coherente.
c) En la planificación estratégica de los lugares, comunidades y entornos donde se encuentran o encuadran el patrimonio en cualquiera de sus dimensiones. La planificación estratégica como método racionalizado de tratamiento de los problemas de sectores o sociedades concretas, presenta una serie de elementos diferenciadores que la hacen especialmente indicada para afrontar procesos vinculados al desarrollo sustentable y la preservación del patrimonio. Posee la capacidad de integrar coherentemente aportaciones de muy diferentes agentes sociales y gestores administrativos pertenecientes a distintos ámbitos, abriendo la posibilidad de un tratamiento interdisciplinario en la imagen general de un destino y su funcionamiento, tanto como en la gestión propia del patrimonio como del turismo cultural. Las ventajas extraídas de la mayor perspectiva obtenida a través del enfoque de los problemas a medio y largo plazo, analizando su trayectoria anterior y su evolución futura posible. Así se analiza el tratamiento general de diversos componentes que hacen a la gestión integral del destino.
Medidas para un turismo consciente y responsable con el medio ambiente y con la población y culturas locales.
Turismo consciente y responsable |
Agencias de viaje |
Municipios |
Hoteleria-Restauración |
Organizadores de actividades de tiempo libre |
Turistas |
Información al turista |
Promueve conductas respetuosas con la naturaleza y cultura de los destinos |
Informa de los valores naturales y culturales del municipio |
Orienta sobre los medios de transporte publico, actividades complementarias |
Organiza actividades que permiten al turista descubrir los valores del lugar |
Se informa de los valores y problemas locales |
Paisaje, valores naturales |
Los guías conocen los valores naturales y los problemas ambientales locales |
Ordena el territorio con criterios ambientales y respeto del patrimonio arquitectónico |
Hace estudio del impacto ambiental, antepone restauración de patrimonio a nueva construcción |
Diseña actividades de modo que no produzcan impactos negativos |
Elige ofertas que no causan impacto ambiental, no demanda infraestructuras impactantes |
Flora y fauna |
No ofertan destinos con valores naturales amenazados o sensibles |
Protege y señaliza áreas valiosas y vulnerables |
Adecua el edificio y el jardín para favorecer a la fauna silvestre |
Evita riesgos de molestias o daños |
Respeta animales y plantas, no los compra como recuerdo |
Identidad cultural |
Los guías conocen profundamente la cultura del pueblo anfitrión |
Mantiene la identidad cultural, planifica para que el turismo beneficie a todos los vecinos |
Ofrece un confort adecuado al nivel de vida local, oferta gastronomía tradicional |
Facilita la integración del turista en el modo de vida local |
Rechaza guetos turísticos, contacta con la población, compra artesanía tradicional |
Energía |
Ofrece destinos cercanos y/o con acceso en transporte publico |
Facilita el transporte publico y el no motorizado, reserva áreas peatonales |
Adopta medidas de ahorro de energía y conciencia a los clientes |
Prescinde de actividades que consumen energías fósiles |
Utiliza transportes públicos, pasea, monta en bicicleta o a caballo |
Agua |
No ofrece destinos con problemas y escasez de agua o depuración |
Instala depuradora y promueve medidas de ahorro |
Instala mecanismos de ahorro y sensibiliza a los clientes para que colaboren |
Evita actividades que derrochan agua o que impactan sobre los medios acuáticos |
Ahorra agua y no practica actividades que la despilfarran |
Basuras |
Utiliza papel reciclado en sus folletos publicitarios |
Organiza recogida selectiva y reciclaje, realiza campañas de sensibilización |
Reduce el uso de envases no reciclables |
Utiliza enseres y materiales que no generan residuos |
Evita envases no reciclables, solo deja basura en las papeleras. |
Fuente: ECOTRANS (1995). Manual para la mejora de la calidad ambiental de los municipios turísticos.
En definitiva es posible la revitalización y rehabilitación del patrimonio histórico-cultural a partir de un uso turístico directo o indirecto, que se convierta en la garantía para su conservación
REFLEXION FINAL.
El patrimonio cultural puede revalorizarse en el marco de un desarrollo sustentable de la actividad turística. Para ello se requiere la formulación de productos turísticos que incluyan el patrimonio histórico-cultural como una dimensión más de su desarrollo y no un mero elemento plausible de usufructo económico.
Los lugares, convertidos hoy en espacios de destino turístico, deben sustentarse en la revalorización y refuncionalización del patrimonio en todas sus dimensiones. Esto debe vincularse a la propia comunidad, a su crecimiento, lo que implica un mejor nivel de vida y a su vez la necesidad de un desarrollo integral que refuerce su identidad local.
Pueden citarse múltiples tendencias que intentan incluso la recuperación de valores tradicionales de nuestras comunidades primitivas o nuestro pasado cercano. La búsqueda de valores perdidos por parte de una sociedad que adaptada a otra velocidad ha olvidado, en ocasiones sus propias raíces y sus tiempos. En ellas suelen encontrarse profundos rasgos de respeto por el ambiente social y natural, en un equilibrio constante. En las actuales tendencias registradas a nivel Mundial, Latinoamericano y de Argentina, (a partir del aumento en el número de turistas extranjeros producto de la actual devaluación de la moneda frente al dólar, y de la movilidad del turismo interno por los costos que implica el viajar al exterior), el turismo cultural se convierte en uno de los ejes, tanto a nivel urbano como rural. Es todo un reto, hacer coincidir la oferta de patrimonio cultural con las demandas de la globalización, los cambios del turismo a escala mundial y políticas sociales y económicas que busquen un desarrollo equilibrado.
Los desafíos del turismo frente al patrimonio histórico-cultural plantea entonces un triple desafío, por un lado como rehabilitar o reutilizar aquellos elementos patrimoniales que se han degradado a lo largo de la historia, producto de un uso inadecuado por esta actividad. Por otra parte se plantea la necesidad de rescatar nuevos patrimonios que partiendo desde los valores locales consideren de forma integral al entorno, a sus componentes, y otorguen una salida a muchos espacios que están en crisis, especialmente en América Latina. Por último, frente al desarrollo sustentable también resulta urgente contribuir con la educación no formal en la medida en que se eduque al turista y a la población en el respeto al multiculturalismo en sus diferentes manifestaciones.
La revalorización del patrimonio en el marco de un desarrollo sustentable del turismo requiere una gestión participativa que involucre a la comunidad en la búsqueda de la imagen representativa de la sociedad y la transformación del patrimonio como producto turístico. Esto será la base para que un turismo planificado contribuya a un desarrollo local sustentable. En definitiva se debe apostar a un turismo ambientalmente equilibrado, económicamente viable, institucionalmente asumible y socialmente equitativo. Aún desde los espacios en crisis es necesario responder con proyectos integrados, donde el turismo cultural sea auténtico, sea lógico, sea comercializable y sea particularmente beneficioso para los propios agentes de ese patrimonio y para sus generaciones futuras. Que el eslogan sea de lo nuestro y por lo nuestro, para nosotros y con nosotros, para otros y pensando en otros (las generaciones pasadas y futuras)... y por todos.
NOTAS.
(1) Profesora y Licenciada en Geografía. Master en Gestión Publica del Turismo.
Universidad Nacional del Centro. Centro de Investigaciones Ecogeográficas y Ambientales.
E-mail: guillefr@fch.unicen.edu.ar
(2) Profesor y Licenciado en Geografía. E-mail: agramos@fch.unicen.edu.ar
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