LA LEYENDA ORAL EN LA ARGENTINA
ANA MARIA DUPEY
BUENOS AIRES - ARGENTINA
2002
Introducción
La leyenda oral, como instancia narrativa, presenta una gran potencialidad para la reflexión y el estudio de diversas nociones vinculadas a la comunicación verbal de la que participa, pero también con aquellos aspectos relacionados con las convenciones sociales y expresiones simbólicas de una determinada comunidad. Para indagar cada una de las aristas de temática, tan fecunda, se ha organizado la presente obra en dos partes. La primera consiste en un estudio que en forma actualizada, presenta la trama de contenidos en los que la leyenda se inscribe, relacionándola con la comunicación verbal, la teoría de los géneros, la narrativa, con el rumor, para luego especificar las características de este relato singular. En diferentes secciones se abordan las peculiaridades estilísticas, semánticas y pragmáticas de la leyenda oral. Simultáneamente, se revisan las principales discusiones teóricas que sobre estos temas se han producido desde ámbitos disciplinares diferentes.
La segunda parte, comprende una antología comentada. Esta tiene por finalidad ilustrar mediante el análisis de diferentes leyendas orales, que circulan en nuestro país, contenidos teóricos que se exponen en la primera parte.
El análisis del relato sobre la Salamanca, documentado en la provincia de Salta se ha focalizado en la modalidad de construcción y estructuración de la leyenda oral. Identificándose sus componentes, en términos, de trama y evaluación, la articulación entre las convenciones colectivas (conocimiento objetivo) y la perspectiva subjetiva y, finalmente, explorar el papel de lo verosímil en la constitución de la leyenda oral.
Los contextos de producción de la leyenda se ilustran con el de la entrevista científica, llevada a cabo en la provincia de Tucumán, para documentar un relato tradicional: El Familiar. En este capítulo se profundiza en la textualización de la leyenda en el intercambio comunicativo de la entrevista, el proceso de la relación dialógica entre interrogador y respondente, en los cambios de turnos y estilos de intervención de los participantes. Asi, como también, la relevancia de sus posiciones sociales.
La interrelación entre el canal oral y los medios impresos en la generación y desarrollo de la leyenda se analiza, a través, del caso de La Brasilera. Relato que circula en la provincia de Tucumán. En esta sección se profundiza en el tratamiento de la temática legendaria, según las formas y características que son propias del medio impreso masivo y los efectos de la noticia periodística en el desarrollo de la leyenda oral.
Las leyendas denominadas "urbanas", vinculadas a problemáticas emergentes en sociedades complejas en estado de transformaciones sociales y tecnológicas, son revisadas para diferenciar la historia narrada (enunciado) y las operaciones efectivizadas por el sujeto para producir el enunciado (enunciación) y la articulación entre el eslabonamiento de los enunciados con anteriores y/o simultáneos (el conocimiento objetivo) y la constitución de subjetividades en la interioridad del relato.
Finalmente, se aborda el estudio de la inscripción de una leyenda oral en un relato escrito de experiencia personal. Relato, que adquiere la calidad de una actuación cultural, en el que se efectiviza la incorporación del otro social en la construcción de la propia identidad social.
Cada capítulo incluye una actividad práctica a llevar cabo, que ha sido previamente desarrollada y la bibliografía pertinente.
Esta obra intenta articular los actuales desarrollos científicos en el estudio de la leyenda con los requerimientos de los contenidos curriculares en las áreas de Lengua y Ciencias Sociales de la educación escolar vigentes y se pretende que constituya un eficaz instrumento, que sirva a los alumnos para el desarrollo de sus competencias y habilidades para analizar a) en el área de Lengua la diferencia entre los sistemas semióticos verbales y no verbales, los géneros discursivos y mediáticos, la relación entre texto y contexto, y b) en el ámbito de las Ciencias Sociales, la diversidad de las experiencias y percepciones de los actores sociales en la construcción del mundo y ponderar su valor en relación con problemáticas actuales. Asimismo, tiene por objetivo contribuir a la formación permanente de los docentes al invitarlos a recorrer el camino del conocimiento crítico, que ha desarrollado la ciencia, en el estudio de estos temas.
LA LEYENDA ORAL EN LA ARGENTINA
Ana María Dupey
"A mí me parece que las palabras escritas pierden el valor que las boca les ha dado" (Tralamán) (1)
"Siempre pensamos en el ‘tikui-tikua’ de los años pasados en los cuentos que sabía la abuela para los nietos y en el pájaro que usó estas palabras para cambiarse en hombre. Y es una tristeza que ‘tikui-tikua’ no sirva para cambiarnos en pájaros" (2)
El universo de la narración.
Sin detenernos a considerar los procesos que implican, cotidianamente trasmitimos nuestras experiencias o la de otros (o mejor dicho el conocimiento que elaboramos de dichas experiencias) y las emociones que nos suscitan en una forma expresiva, tan sencilla y universalmente humana, pero a la vez tan compleja y problemática como es la narración. Digo problemática porque, a pesar de que, como práctica es compartida por todos los hombres, ha suscitado densos debates a la hora de pensarla ya sea como producto o como proceso por el cual se produce. La narrativa ha evidenciado potencialidad para trasmitir puntos de vista subjetivos de individuos (autobiografías) y colectivos (memorias barriales, étnicas, de género, etc.), así como también, las mejores expresiones del conocimiento científico como serían las grandes narrativas científicas (teorías como el marxismo, el psicoanálisis etc. desde perspectivas posmodernas son calificadas como narraciones totalizadoras), así como también, las excelentes creaciones que ha sido capaz el hombre de producir en géneros tales como la novela (Amalia de José Mármol), los diarios de viajeros (Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo en el navío de S.M. Beagle de Charles Darwin) o crónicas de exploradores (Naufragios de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca).
La narración ha tenido un rol destacado en el surgimiento, desarrollo y mantenimiento de grandes movimientos religiosos, como es el caso de los relatos bíblicos: el cruce del Mar Rojo para el pueblo judío o la Ultima Cena para los cristianos, a los que luego de la Revolución Francesa se agregaron los relatos de las modernas religiones cívicas de la nacionalidad ( el caso del Martín Fierro de José Hernández para Argentina y el Kalevala entre los finlandeses). A través de la narración no solo se han edificado las modernas naciones, sino que también, renuevan sus sentidos de nacionalidad.
Los relatos, también, han sido un medio para cuestionar y denunciar la parcialidad de grandes relatos totalizadores. Pensemos en las versiones alternativas producidas por grupos minoritarios, de inmigrantes, de exiliados, que refieren a diferencias en lugar de homogeneidad, que desde los márgenes desplazan el centro, cuestionan el origen y desdibujan los esquemas fronterizos frente a las historias nacionales oficialmente construidas.
La revisión de las transformaciones de los interrogantes que se han suscitado en torno a la narración, desde las precursoras preguntas acerca del origen y difusión de los textos narrados hasta la política de la producción estética o su rol en la producción o reproducción de la hegemonía, pone en evidencia que la narración ha sido un escenario de complejas tensiones teóricas.
La potencialidad de la narración para relacionar a) la visión individual subjetiva con las convenciones colectivas del imaginario social. Los relatos personales de noruegos, que interpretan el incendio de iglesias como producto del accionar de sectas satánicas, se relacionan con el mito del diablo y el sabbath incorporado con el cristianismo en la sociedad noruega. Se crea un relato personal a partir de un conocimiento colectivo tradicional, que revoluciona el modo de producción de una sociedad; b) los distintos tiempos, al establecer secuencias entre un antes, un ahora y un después (presente, pasado y futuro) y c) las distintas dimensiones emotivas, cognitivas y sociales que intervienen, simultáneamente, en el accionar de los agentes sociales, justifica tomar el desafío de este trabajo cuyo objetivo es explorar una de las expresiones del universo de la narración, como es la leyenda, tomando en cuenta sus escenarios, sus protagonistas, sus procesos de producción y sus múltiples recepciones. Abordando su doble vida. Por un lado, constituye la práctica social (pensemos en el valor pedagógico de las narraciones fundacionales de las tradiciones nacionales para crear la noción de patria y su representatividad política, producir la idea de un pasado remoto y un destino común, forzar una homogeneidad cultural y orientar las conductas de los ciudadanos) y por otro, es constituida por la compleja trama de agentes e instituciones sociales que transmiten e inculcan los relatos. La narración ha venido transitando por todos los canales posibles: de la oralidad a la escritura manuscrita, al medio impreso, al electrónico y al cibernético, poniendo en evidencia su fecundidad y flexibilidad pudiéndosela reconocer como igual pero con diferencias.
Para dar cuenta de las múltiples dimensiones que involucra la narrativa, hemos recurrido a los distintos aportes teóricos procedentes de la lingüística, la sociolingüística, la semiótica, el folklore y la antropología.
A los fines de este trabajo adoptamos el concepto de narración señalado por Ruth Finnegan (3), a la que caracteriza como relato verbal o escrito en el que se presentan acontecimientos o experiencias en una secuencia temporal, con algún elemento de explicación o coherencia, con potencialidad para generalizar algo universal en lo particular, en el que se evidencian convenciones reconocidas, que varían de acuerdo a los narradores, que se relacionan con una estructura esperable en cuanto a los modos de actuación de los protagonistas y a su circulación. Conceptualización coincidente con la perspectiva de Labov y Waletzky (4), quienes consideran la narrativa como una técnica de recapitular experiencias y un procedimiento para construir unidades narrativas, que armoniza la secuencia temporal de la experiencia.
Los relatos pueden ser enunciados en 1era, persona (yo), 3era persona singular o plural (ella/él o ellas /ellos) o en forma impersonal "se dice", "comentaban", etc. Puede identificarse el narrador con el protagonista del relato o no. El narrador puede presentar los hechos como pasados pero hacer referencias al presente y al futuro o bien desde el punto de vista del narrador pueden ser situados en un futuro. Un relato puede organizarse, según un esquema circular o linear. En el primer caso, se presenta un despliegue cronológico de la secuencia de los acontecimientos. Cada acontecimiento, que se halla engarzado en un orden cronológico, es informado una sola vez. En cambio, el modo circular o acumulativo cíclico se inicia con una secuencia lineal de los acontecimientos arreglados cronológicamente, pero a lo largo del relato se retoman las referencias iniciales y se repite información dada pero agregando elementos novedosos. Es decir, que se redefine y reelabora la experiencia en los sucesivos planos de la narración. G. Bennett (5) ha señalado que la elección de los modos de los esquemas de la narrativa se relacionan con diferentes propósitos comunicativos y con la obtención de determinadas respuestas, por parte del receptor. En el lineal el hablante intenta desalentar toda discusión, pero en el circular busca exponer reflexiones, clarificar episodios, emitir y discutir opiniones. Todos los aspectos mencionados, que intervienen en la producción de la narrativa, pueden ser objeto de autoreflexión para sus autores como para sus receptores. Pero la narración no es solo una secuencia de palabras verbalizadas o escritas sino que como todo hecho del habla cotidiana posee, según M. Bajtin (6), densidad ideológica y dramaticidad política.
La narración en la comunicación oral.
La narración que nos interesa abordar en este trabajo es aquella que se caracteriza por ser comunicada por un narrador en una relación cara a cara con su audiencia, en la que trasmite un sentido práctico de la vida, en el decir de W. Benjamin resultado de la "sabiduría entretejida en los materiales de la vida vivida"( 7). Es decir, que la narración siempre aporta velada o abiertamente -ya sea como indicación práctica, proverbio o moraleja o un consejo -, un saber de la vida real. Este mismo autor asimila el proceso de la comunicación verbal al de la producción artesanal dado que el narrador como el artesano es aquel que posee el conocimiento acerca de qué, cómo, cuándo producir su obra y a quién la destina, que si bien reproduce las obras; éstas no son repeticiones idénticas, y cada una transporta no solo las marcas de su productor sino las del medio en el que se producen, y requieren un receptor activo que completa el sentido de la obra.
El desarrollo de otros medios de comunicación, como es el caso de la escritura y el pujante desarrollo de la impresión -que ha motorizado el capitalismo- introducen una serie de modificaciones en el mundo de la comunicación. Ya el conocimiento no va estar ligado a la memoria de una persona "el narrador de la comunidad que guardaba todas las historias de su pueblo, sino que va a independizarse, al quedar registrado en trazos en el papel. Las relaciones entre emisor y receptor van a estar mediatizadas por la obra escrita. El receptor se va autonomizar del emisor y se va a relacionar con el mensaje escrito, ya no transforma el narrador su propia experiencia en experiencia de aquellos que escuchan su historia (8).
Asimismo, al modificarse los modos de producción se han operado cambios en las relaciones sociales que transforman los escenarios de la palabra hablada: de las reuniones de familias campesinas con participantes de distintas edades y género, a los encuentros de adolescentes, de las sesiones de recreación durante los largos viajes de los marinos a las conversaciones en las oficinas etc. y nuevas formas discursivas entran a competir como la novela y el género informativo. Estas transformaciones suscitan apocalípticas denuncias acerca de la extinción de la narración del ámbito del habla, como las que formula W. Benjamin o quienes en forma más optimista se vuelcan a indagar las interrelaciones de esta práctica de la palabra hablada con las producciones de otros medios impresos, de radio y TV e incluso la Internet en la que ya circulan textos de leyendas urbanas y cadenas de cartas.
Abordar la rica herencia de las narraciones que pertenecen al mundo de la palabra en una obra escrita, como la presente, supone un verdadero desafío dado que las voces del acto de narrar se entretejen en un texto de un modo distinto al de las palabras en el discurso escrito. Al quedar registradas por medio de la escritura, se inmoviliza, cristaliza, y se da permanencia a un fenómeno originariamente destinado a ser efímero. Famosos recolectores, compiladores, transcriptores y catalogadores de relatos verbales en forma escrita, como Wilhelm Grimm en Alemania, Charles Perraut en Francia, no pensaron en lo artificioso de apartar el texto de una sesión de narración. Ellos proyectaron, mediante un procedimiento analógico, los conceptos y criterios de clasificación pertenecientes al campo de la literatura escrita a los relatos orales. Proyección, explícitamente, asumida por investigadores posteriores al catalogar los relatos verbales como ‘’literatura’ ya sea calificada como ‘oral’ o ‘popular’. Al equipararse la narrativa oral con la prosa escrita se ocultaron sus características específicas. Pero la sospecha acerca de lo inadecuado de esta transpolación, por parte de lo estudiosos, llevó a escudriñar sobre esos aspectos ocultos. De este modo, los aportes de los representantes de la teoría formulista, Milman Parry, Albert Lord y John Miles Foley, echaron luz sobre el proceso distintivo de la composición oral. Proceso caracterizado por el empleo de fórmulas mnemotécnicas y de pautas rítmicas, que facilitan la retención y la recuperación de ideas para la organización de la narrativa oral; la anexión de diferentes episodios en forma continua en la composición de la narrativa; la redundancia, que no sólo sirve para mantener la comunicación entre el narrador y su audiencia, sino para que el narrador pueda seguir adelante con su relato mientras busca en la mente qué decir a continuación, y el recurrir a epítetos o lugares comunes del tipo la ‘hermosa princesa’, ‘negra noche’, ‘sabio anciano’, ‘trabajador honesto’ etc. fórmulas adjetivales estabilizadas que facilitan el mantenimiento de un saber colectivo y el trazado del relato verbal.
Asimismo, en la narración oral no se privilegia la originalidad -característica de la literatura moderna en especial a partir del Romanticismo- sino la recreación de temas y estilos que son de conocimiento del auditorio. En la Argentina, Susana Chertudi argumentó sobre el carácter de acto dramático de la narración en prosa oral. Acto en el que el narrador se desdobla en actor, que asume diferentes personajes del relato, y pone en evidencia su capacidad dramática mediante cambios de voz, de entonación y gestos. Por su parte, el auditorio despliega una actitud activa. Se compenetra de la acción ya sea apoyándola, comentándola, criticándola o rechazándola. El acto de narrar crea una experiencia que envuelve a los participantes en un mundo creado a través del arte de narrar.
Recientemente, Daniel Mato ha argumentado sobre el obstáculo epistemólogico de trasladar los criterios de la literatura escrita al complejo proceso semiótico de la narración verbal, dado que ésta comprende el despliegue diferentes lenguajes: verbal, gestual, proxémico etc. Esta caracterización como literatura tanto de la epopeya, la leyenda, el mito y el cuento expresados oralmente ha favorecido una práctica de la recolección de relatos circunscripta a lo literal, cuando se trata de un acontecimiento que lo excede ampliamente. Se hace pasar un simulacro -el texto registrado- como si fuera una fiel reproducción del acto original. Ello motivó la necesidad de comenzar a definir las formas de expresión verbal en términos positivos; no por lo que adolecían por no ser escritas sino por sus peculiaridades específicas. Lo que ha obligado a los investigadores a implementar estrategias metodológicas y técnicas que permitan registrar el acto de narrar en su forma espontánea, lo que no supone excluir el texto emitido.
La narrativa y la leyenda en el marco de las teorías de los géneros.
Una de las expresiones más corrientes de la narrativa oral es la leyenda. La caracterización de esta especie de recitado verbal en prosa fluctúa, de acuerdo a las sistematizaciones que se han realizado en la historia intelectual de la teoría de los géneros. La actual división es tributaria de las diferenciaciones genéricas entre los diversos actos de habla, que tempranamente establecieron los griegos. Para ello tomaron en consideración la relación que se establece entre el autor y el público diferenciando tres clases de géneros 1) epos en el que el poeta enfrenta al público en una relación hablada donde se incluía la epopeya ( por ejemplo, la Ilíada y la Odisea) y el mito (por ejemplo Sísifo, etc.); 2) drama en el que el autor está oculto con respecto al público, está mediatizado por los personajes de la obra interpretados por los actores por ej. la tragedia Edipo Rey de Sófocles y 3) lírico: hay ocultación del público con respecto al poeta. Este pretende que está hablando consigo mismo o con otra persona: musa o dios. El poeta da la espalda al oyente. Estos tres, a partir de la escritura se completaron con el género en el que el autor se dirige al lector por medio del libro, al que Frye denomina ficción. Aristóteles en su obra "Retórica" para establecer los diversos tipos de discurso considera tres factores: a) quién lo dice, b) qué se dice y c) a quién se dirige, es decir, el rol de narrador, el discurso mismo y los dispositivos del receptor.
Si recapitulamos la inclusión del tema de géneros y de la leyenda en particular, en la formación del folklore como disciplina observamos que, aquellas palabras que en el uso de la lengua cotidiana usamos para referirnos a las diferentes categorías del habla: chiste, cuento, proverbio, canción, leyenda etc. fueron adoptadas y canonizadas como términos científicos. Se transfirieron con sus ambivalencias, confusiones y multiplicidad de significados del contexto del lenguaje natural al lenguaje de la ciencia. A fines del siglo 19 y principios del 20 la clasificación de las expresiones verbales como mitos, cuentos, leyendas, cantos, proverbios etc. se consideró un pre-requisito para el desarrollo de la investigación científica, siguiendo el afán por la taxonomía del modelo desarrollado por Carolus Linnaeus en el siglo 18 para la botánica. Estas clasificaciones funcionaban como tipos ideales, que les permitían archivar y sistematizar la información que compilaban quienes se interesaban por el estudio del origen y difusión de los temas de los relatos (Escuela Histórico Geográfica). Siguiendo los componentes temáticos de los textos señalando sus semejanzas y diferencias se hipotetizaba acerca de su lugar de origen, sus rutas de difusión y antigüedad. Las preguntas que se hacían en torno a una leyenda se referían a cuándo, dónde, y en qué pueblo se habían originado. Por su parte, los evolucionistas indagaban acerca de la posición diferencial que los géneros tenían en cada etapa evolutiva de la sociedad. Es decir, que al combinar el carácter permanente de los géneros y las distintas posiciones que ocupaban en la cultura de los pueblos primitivos y en la de la sociedad industrial, les permitía establecer las diferentes etapas evolutivas. Así, los proverbios invariables en sus formas tenían distinto posicionamiento en relación con el avance de la cultura. Concepto similar sostenían los hermanos Grimm aunque no lo adjudicaban a un proceso evolutivo sino a contactos culturales y conflictos religiosos, es decir, a circunstancias históricas. Ambas posiciones se centraban en la forma de los textos y sus temas dejando de lado las condiciones sociales de producción.
Un giro con respecto a esta visión, eminentemente textual del relato, van a dar los folkloristas funcionalistas al considerar el rol activo de los géneros en la organización social. Desplazaron el estudio del origen y la supervivencia (el aspecto diacrónico) de los géneros hacia su contribución al mantenimiento de la estabilidad cultural de un grupo social (sincrónico). De este modo, los mitos codificarían las creencias y reforzarían los códigos morales de una sociedad, los cuentos proveerían entretenimiento, y los chistes evasión controlada de las normas, que sumados a sus propiedades retóricas favorecerían el equilibrio en las interacciones sociales y culturales. Al cumplir los géneros funciones universales se podrían aplicar en investigaciones transculturales. Pero, paradójicamente, la universalidad de estas categorías se construía tomando la particularidad de la cultura Occidental forzando las etnocategorías de otros pueblos. Por otra parte, dieron preeminencia a la observación directa del evento de comunicación de estos géneros y su registro frente a las posiciones anteriores que extraían el texto sin considerar el contexto en que se constituían. Malinowski advirtió la relevancia del contexto en sus experiencias de trabajo de campo, como lo señala el siguiente párrafo:
Cuando fui allí por primera vez comprendí que todo buen etnógrafo debe recoger "folk-lore". Desde el momento que fue posible utilizar la lengua vernácula, transcribía afanosamente alguna historia que me relatara un nativo. Recogí cuentos sobre ogros y canoas voladoras, madrastras malignas y navegantes temerarios, sobre el origen de la magia, y las extrañas tretas de una prostituta avara. Gradualmente, sin embargo, caí en la cuenta de que los nativos se percataban de aspectos de la actuación, que yo perdía constantemente ya que estaba recogiendo textos pero descartando los contextos. Con el paso del tiempo, comprendí que la manera de relatar la historia y el modo en que era recibida, las circunstancias bajo las cuales se las contaba, y su influencia inmediata y también indirecta, eran tan importantes como el texto mismo.(9)
También percibió lo que hoy los investigadores denominan metafolklore o contexto interpretativo, es decir, las objetivaciones que sobre los relatos le confiaban los informantes:
No sólo deseché el contexto de la situación sino también a menudo el contexto de elaboraciones, y comentarios adicionales por parte de los nativos. Luego de contarme alguna historia importante o sagrada el narrador, generalmente, continuaba con lo que me parecían verbosidades irrelevantes. Todavía recuerdo la primera vez que me fue contado el mito del 'incesto' entre hermano y hermana. Luego de que fue contado el trágico hecho, mi amigo que pertenecía a la comunidad "dueña" de este mito, empezó a jactarse; me contó como ellos, y solamente ellos tenían el poder de representar con propiedad la magia amorosa que se asocia al mito, cómo tenían derecho de exigir contribuciones de comunidades vecinas, y cómo algunos parajes en el territorio eran importantes para la correcta realización de la magia. Al sentir que el narrador estaba "divagando" lo detuve fríamente, y le dije que si la narración no había concluido, él debía continuarla, pero que si no tenía nada más para decirme sobre la historia, yo no estaba dispuesto a soportar su jactancia. Sólo más tarde comprendí que en su misma jactancia, -estaba incluido lo que tal vez fuera el aspecto más importante del mito (10).
Pero este interés por el contexto va a ser dejado de lado por estructuralistas como A. Dundes, Robert Georges, V. Propp y C. Levi-Strauss, quienes se repliegan en sus indagaciones sobre el texto narrado, a los que atribuyen en el nivel temático y estilísticos variaciones de una cultura a otra pero que en el orden de su estructura profunda serían universales. La estructura profunda se mantendría a pesar de las fluctuaciones de la superficie del relato. Desde esta perspectiva, se privilegian los aspectos cognitivos en la producción de los relatos en detrimento del contexto social e histórico.
Una orientación alternativa es la de André Jolles, quien intenta combinar criterios cognitivos con el desarrollo macrohistorico de la civilización Occidental en el análisis de los géneros. Los categoriza ontológicamente en relación con intereses mentales básicos, que se concretan en formas expresivas verbales simples (einfache forme) que incluyen la leyenda, el mito, el cuento, la adivinanza, el chiste etc.; los que sirven de modelo genealógico para las formas complejas o secundarias artísticas por ej. la ficción escrita: novela. Las últimas constituyen un desarrollo secundario de las primeras y se corresponden con las etapas de la historia moderna. Es decir, que propugna arquetipos ontológicos por los que se generan los diversos géneros, cuya existencia solo sería observable a través de los casos concretos de géneros.
Sin embargo, perspectivas como la de Todorov van a recuperar la doble dimensión de los géneros como realidad histórica concreta y como práctica discursiva. Este autor, pone el acento en la condición de institución social de los géneros, que se conoce a través de la cultura. Cada época se ha caracterizado por la preeminencia de un género, por ejemplo, la epopeya en el siglo V de Pericles en Grecia o la tragedia escrita en el siglo 17 en Francia. Estos géneros no solo son tomados en consideración por quien produce un mensaje, sino también, por quienes lo reciben. Se trata de horizontes prescritos orientadores tanto para emisores como para receptores. Ellos suponen la codificación de propiedades discursivas coincidentes con los actos de habla. No parten de la oración o de la frase, unidad lingüística sino del proceso de enunciación, unidad discursiva, es decir quién lo enuncia, a quién lo destina y el contexto de enunciación que comprende el tiempo, el lugar y qué discursos le preceden y cuáles le suceden.
En la misma dirección Bajtin sostiene que todas las esferas de la actividad humana están relacionadas con el uso de la lengua. Y cada esfera de uso elabora tipos estables de enunciados que denomina géneros discursivos. Por lo tanto en la caracterización de los mismos entran a jugar un conjunto de componentes prosódicos y temáticos, así como también, la composición social del acontecimiento comunicativo. Es decir, toma como referencia los actos de habla. En la diferenciación entre el mito, el cuento y la leyenda ya no sólo se considera la emisión de palabras, las referencias y predicaciones que se han efectivizado sino también cuál es el propósito que le ha imprimido el emisor a estas producciones. A estos criterios los actuales estudios de los folkloristas agregan la noción austiniana de acto perlocutorio, es decir, los efectos que los actos de habla tienen sobre las acciones, creencias, o pensamientos de los oyentes por ej. persuadirlos acerca de seguir determinado comportamiento o adoptar determinada creencia. Dado que los actos de habla responden a reglas convencionales y prescriptivas operan en los niveles cognitivo, expresivo y pragmático entre los miembros de una comunidad. Estas estructurales mentales que constituyen pero que al mismo tiempo son constituidas en la práctica, emergen del proceso de aprendizaje compartido. Los folkloristas han tomado el concepto de actuación de la sociolingüística para indagar cómo son llevados activamente los géneros a la práctica, por parte de quienes los producen y los recepcionan (se diferencia competencia productiva y competencia receptiva), desde qué identidades sociales se relacionan, y cuáles son los escenarios sociales posibles para interpretar los géneros específicos. Esta noción permite acceder no sólo a aquellos aspectos que reproducen lineamientos genéricos sino fundamentalmente a los creativos e innovativos que dan cuenta de transformaciones sociales.
Estas perspectivas se concentran más en la actuación de los intérpretes de las narrativas, que en intérpretes idealizados y estereotipados, en el contexto social y cultural más que en la literalidad del texto, en la capacidad inventiva expresada en el relato más que en la búsqueda del origen, en la relación dialéctica entre los universal y lo particular más que en la reducción a uno de los términos y más en la polifonía existente que en la aparente armonía del consenso. Los estudios postestructuralistas han nuevamente concentrado su interés en el textualismo, al absolutizar la noción de texto y pensar que todo lo real se subsume en lo discursivo. Sin embargo, las posiciones críticas señalan aspectos que desbordan y no pueden ser reducidos al texto, a pesar, que dependan de él para hacerse presentes. Estos debates sostenidos en torno a los géneros tienen efectos en la reflexión acerca de la leyenda dado que constituye una particularidad de los géneros orales narrativos en prosa.
La leyenda. Definición y posición en el campo de la narrativa oral.
La leyenda es una forma de la narrativa oral en prosa, que flota incontrolablemente materializándose en cualquier clase de comunicación directa de persona a persona. En el transcurso de una charla general sostenida en una reunión social informal o en una sesión de trabajo cooperativo. Una persona propone una leyenda que es seguida por otras. El relato se caracteriza por ser una prosa de estructura variable y estilo poco pulido cuyo contenido es imaginario. En este tipo de relato el contenido es todo y se plasma en una forma no fija ni formularia.
La leyenda ha sido considerada un recitado en el que los personajes son individuos determinados y los lugares y épocas se indican con precisión. Asimismo, quienes la generan y trasmiten le imprimen un sello regional, local o étnico singular.Esta caracterización desarrollada principalmente por comparación con el cuento fue anticipada en el siglo 19 por Jacob Grimm quien afirma que:
"El cuento maravillosos (Märchen) es por buenas razones distinguido de la leyenda, aunque se influyen mutuamente. Más libre, menos trabado que la leyenda, el cuento maravilloso carece de una localización, que si bien estorba a la leyenda la hace más familiar. El cuento maravilloso vuela, la leyenda camina, golpea a nuestra puerta, uno puede sondear, alargar o extender libremente a la plenitud de la poética, y la otra tiene la autoridad de la historia. Así como el cuento maravilloso se relaciona con la leyenda, la leyenda lo hace de la misma manera con la historia." (11)
Max Lüthi (12) mucho tiempo después afirma que mientras el cuento se centra en un héroe glorioso que supera pruebas, la leyenda trata con la experiencia que el hombre común enfrenta. El héroe del cuento emerge por encima de los actos que él estimula, el hombre en la leyenda permanece sin ayuda frente a los acontecimientos que confronta. Mientras que el héroe del cuento es guiado por consejos y misiones, el hombre de la leyenda actúa de acuerdo a su iniciativa y satisface su ansiedad por adquirir conocimientos sobre lo desconocido.
El nombre "leyenda" de este género de la narrativa oral, procede del latín y se vincula con la práctica institucionalizada por la Iglesia Católica durante la Edad Media, consistente en la obligación de los fieles de leer relatos piadosos sobre la vida y los milagros de los santos para fomentar la devoción. Las lecturas se realizaban en los refectorios religiosos y en el seno de las familias devotas, como parte del cultus duliae (culto a los santos) Se esperaba que el relato fuera creído como verdadero -auto-da-fe-.
El factor de creencia -que fuera utilizado desde el sentido común para deslindar un tipo de leyenda concreto-, ha sido junto con el grado de ficción del relato los criterios para diferenciar desde un punto de vista analítico la leyenda de otras formas narrativas en prosa, como el cuento, el mito, la historia. El diagrama de C. Scott Littleton (13) toma dos ejes a) el profano/sagrado y b) el fáctico/fabulado para emplazar los diversos tipos de leyendas y sus relaciones con otros géneros del arte verbal. En el cuadro No.1 se establece una clara división entre narrativas, que no tienen relación con la creencia y la fe, como son el cuento maravilloso, la anécdota y la historia con respecto a aquellas, que poseen un carácter sagrado: el mito, la historiola, el memórate y la historia sagrada. Por otro lado, una reagrupación se puede hacer por el grado de fabulación del relato. Resultando las de mayor ficcionalización el cuento maravilloso y el mito y de orden más fáctico la historia y la historia sagrada. La categoría leyenda, que incluye leyendas de origen, leyendas de santos, leyendas históricas y leyendas de creencia, se emplaza en una posición central entre el mito y el cuento y entre la historia y la historia sagrada.
Sin embargo, esta tipología no siempre ha sido efectiva para ordenar las narrativas orales de culturas diferentes de Occidente ni tampoco para incluir conjuntos de narrativas que a la luz de esta sistematización, representarían formas incompletas y mixtas.
Relación de la leyenda con la verdad objetiva y la creencia.
Los investigadores Linda Dégh y Andrew Vázsonyi (14) cuestionan que sea condición necesaria para la definición de la leyenda la verdad objetiva de la misma y la creencia de sus portadores. En primer término, quienes participan en la transmisión de una leyenda no están interesados en la realización de investigaciones específicas sobre la verdad de los hechos. Los narradores, mayormente, no se dedican a buscar documentos históricos que testimonien la existencia, por ejemplo, de la Difunta Correa o de Martina Chapanay. Incluso si se comparan distintas versiones sobre el mismo personaje se observará que se le atribuyen nombres distintos y a su accionar lo ubican en diferentes localidades. Esta falta de concordancia de los hechos no es obstáculo para que el relato mantenga su vigencia social. Además, si se corroborara la existencia de Deolinda Correa o Martina Chapanay con testimonios históricos, no dejarían de ser retroactivamente leyendas. En consecuencia, la coincidencia con la verdad objetiva no determina que un relato sea leyenda. Por otra parte, estos investigadores al tomar en consideración la situación específica en que se comunicaba el relato (contexto indicial), observaron que la narración de leyendas se asemeja a una polifonía porque cada uno de los participantes contribuye declarando su punto de vista expresando, de este modo, su creencia incondicional, relativa, indiferencia, escepticismo o incredulidad absoluta. Si bien quien propone, inicialmente, el relato utiliza argumentos, tales como referencias a testigos confiables, mención de lugares particulares, para otorgar verosimilitud al relato. Esto no quiere decir que necesariamente él está convencido de que los hechos relatados sean verdaderos. A este proceso cooperativo, que consiste en una secuencia de individuos que califican como receptores y transmisores del relato, lo denominan el ‘conducto de la leyenda’. Demostraron que tanto los portadores afirmativos del relato como aquellos que aportaban comentarios, acotaciones o historias contrastantes contribuían a la transmisión y a la vigencia del relato. Estos hallazgos de Dégh y Vázsonyi fueron posibles al enfatizar el estudio del proceso de transmisión, dado que los estudiosos en el pasado sólo consultaron los textos desgajados de la situación en que se narraban y se preocuparon exclusivamente por el argumento de la historia.
De este modo, la creencia o no creencia de la leyenda por parte de los portadores se evidencia a través del contenido de la narración misma. Se pueden presentar diferentes niveles de credibilidad en torno a un conocimiento básico común de la historia que comparten los portadores. En consecuencia, la creencia personal del narrador o del receptor-transmisor no es determinante de la leyenda sino la referencia a que es o fue creída alguna vez por alguien en algún lugar.
La transmisión de la leyenda.
El proceso por el que la leyenda se trasmite, como señalan Dégh y Vázsonyi, se asemeja a un coro de múltiples voces. Es un desarrollo dialógico en el que se declaran acuerdos y desacuerdos, que reflejan diferentes actitudes acerca de la creencia sobre los hechos que refiere el relato. Algunos participantes argumentan en favor de una creencia incondicional; otros son ambivalentes y otros adoptan una negación absoluta. En la leyenda de creencia, como lo señala Patricia Coto (16) la narratividad que ordena los eventos en una sucesión temporal se combina con las estrategias argumentativas (tales como mención de testigos presenciales, personas o instituciones con autoridad en la materia, referencia a lugares y épocas precisas, recurrir a referencias del pasado).
En el proceso de transmisión, la leyenda fluye en la interacción social. Una persona en una situación determinada (reunión familiar, descanso durante la jornada laboral, en un encuentro de copueblanos etc.) propone una leyenda en función de un conocimiento tradicional. Esta persona cumple el rol de proponente (P). A su vez los restantes participantes familiarizados con el tema propuesto, formulan sus propios relatos y comentarios adoptando diferentes actitudes individuales de creencia respecto del tema abordado: creencia absoluta, ambivalencia, escepticismo, oposición o incredulidad. Cada una de estas voces cuando expone su actitud se constituye en proponente (P) y, cuando cesa, en receptor (R). El gráfico No.2 ilustra las diferentes actitudes de creencia y la alternancia de roles de los participantes.
Pero, además, de esta dimensión cooperativa y plural de la producción de la leyenda, ésta comprende una organización dialógica. Este concepto desarrollado por Bajtin se refiere a la incorporación dinámica de diferentes géneros con sus características formales y funcionales en el texto del relato. De este modo, la leyenda puede recavar, invocar, incorporar etc. textos de distintos géneros como por ejemplo parábolas, proverbios, poemas, citar genealogías de narradores previos etc. a los que le sirve de contexto. Los narradores chinos, dice Vibeke Bordahl,(16) diferencian, entre otros, dos estilos de narración. Cada uno puede combinarse con determinados géneros. Por un lado, Yangzhou Pinghua en el que se pueden combinar con el relato verbal extenso ( la actuación se extiende por un par de meses en sesiones diarias) bromas y mímicas y por otro, Yangzhou xianci en el que relato se acompaña de música y se incorporan el juego y el canto. Recientemente R. Bauman ha desarrollado las vinculaciones sistemáticas que se hallan en un texto con respecto a otros textos del pasado, las que ha caracterizado como diálogo de los géneros. Principio que focaliza la exploración de la comunicación de un género y el manejo situado de la contextualización para comprender la producción de la expresión verbal. Por ejemplo, un narrador que vincula su relato a un discurso pasado como parte de su propio relato, puede estar tratando de establecer de donde proviene y a través de ello obtener una valorización en términos de su autenticidad, fundamento, o legitimidad y al mismo tiempo cuestionar la autoridad de otras interpretaciones posibles del relato. Un ejemplo característico puede ser el de la inscripción del discurso oral en el escrito. No se trata de transcribir la conversación verbal, ni de reconstruirla sino una manera de exponer un medio retórico. Se da a la palabra escrita la vida que tiene la palabra hablada, para recuperar la experiencia de la comunicación.
Los narradores de leyendas.
El narrador de la leyenda no es, principalmente, un profesional como el contador de cuentos. Cualquier persona que posea un conocimiento sobre la tradición de su grupo social puede proponer una leyenda. Durante mucho tiempo los coleccionistas interesados en los textos no tomaron en consideración la activa contribución del narrador en la creación y transmisión de los relatos. Este era un ente sin rostro. El investigador de las tradiciones orales no se preguntaba por qué el narrador escogía narrar determinadas historias y no otras y cómo incidía la situación social en que se interpretaba el relato en el texto resultante. El intérprete era un mero eslabón anónimo en la cadena por la que se trasmitían las tradiciones. Los actuales estudios sobre narradores analizan la interrelación entre sus personalidades, sus cosmovisiones, experiencias de vida, tendencias sociales y los repertorios que despliegan. Asimismo, se focalizan en la adecuación de la narrativa a la situación social (contexto indicial) específica.
Carl Wilhelm von Sydow ha diferenciado entre los narradores activos, que mantienen los relatos vigentes y los pasivos, que si bien están familiarizados con los relatos no los narran. Estos últimos actúan como controles sobre los activos, además, si se los interroga pueden relatar las historias. Los narradores son motivados a ser activos por intereses personales, deseos por expresarse, crear oportunidades para la interacción social y sentido de autorealización.
Sobre la base del grado de actividad del narrador y la ego distancia hacia la tradición, Anna Leena Siikala (17) formula una tipología de narradores, diferenciándolos en: 1) activos con una actitud distante hacia la tradición, 2) ocasionales con una estrecha actitud hacia la tradición, 3) pasivos que tienen internalizada la tradición, 4) activos que tienen internalizada la tradición y 5) pasivos que tienen una actitud distante hacia la tradición.
Los narradores de leyendas característicos son los ocasionales, quienes ponen poca distancia entre ellos y las tradiciones y están interesados principalmente en las relaciones sociales inmediatas, en que se generan. En general, incluyen opiniones y recolecciones personales sobre el material que relatan en presentaciones espontáneas. Otra clase de narradores, que contribuye en la transmisión de la leyenda, es el especializado. Estos manejan conscientemente las ficciones y evidencian dominio de un lenguaje artístico al desplegar recursos estilísticos y expresivos. Este tipo de narrador, por su interés en los aspectos artístico-expresivos, no introduce comentarios, opiniones o explicaciones y, en general, goza de prestigio destacable dentro de su comunidad.
Relaciones entre la formación del rumor y el proceso de conformación de la leyenda.
Folkloristas como Alan Dundes y Patrick B. Mullen (18) han señalado como estos dos géneros de la comunicación oral, a pesar de presentar diferencias se hallan interrelacionados. Los rumores, que en general son textos breves -una proposición para la creencia o referencia local-, pueden ser la base de leyendas. Estas pueden referirse a un rumor o a un conjunto de rumores relacionados, pero en un estilo narrativo más elaborado y con una vigencia en el tiempo más prolongada. También, los rumores actúan reforzando leyendas ya existente o tornando activos relatos, que se hallan en estado de pasividad. Por lo que están en una constante relación mutua. Ambos, rumor y leyenda, comparten el empleo de recursos para dar plausibilidad a la trama tales como: nombrar lugares concretos, mencionar a personas de prestigio, etc. Además, se trasmiten por un proceso de interacción social y son construidos a través de un proceso comunicativo y de transacción entre quienes participan.
El rumor emerge en relación con tensiones y ansiedades relacionadas con hechos inusuales o irregulares -terremotos, inundaciones, incendios, epidemias, crisis económicas, políticas, guerras, conflictos raciales- que quiebran la rutina de la vida cotidiana y que, por los medios ordinarios, no se pueden resolver. El rumor brota en situaciones de ambigüedad, productoras de tensiones e inquietud. Cuando estas situaciones cesan, el rumor se diluye. Allport y Postman describen las distintas fases de la comunicación del rumor de nivelación, intensificación y asimilación que difieren de las que son característica de la leyenda: la generación, formulación, transmisión y cristalización.
Clasificaciones de las leyendas
Hace más de treinta años, en una reunión convocada por la Sociedad Internacional de Investigación de la Narrativa Folklórica en Budapest (Hungría), profundizando la tipología de Grimm sobre leyendas locales, etiológicas e históricas, se formalizó una más detallada sistematización a fin de posibilitar la comparación de repertorios entre diferentes regiones y culturas. Los criterios ordenadores son básicamente temáticos y las categorías se desagregan de la siguiente manera:
1) Leyendas etiológicas y escatológica. Incluyen explicaciones sobre la creación del mundo, del hombre, de los orígenes de objetos, plantas, animales, etc. En nuestro país se registran relatos que explican porqué la víbora no vuela, o como Sachayoj -dueño del bosque- le otorgó al piquillín espinas largas y agudas para proteger sus frutos de la avidez de hombres y animales; o la calandria que por ser una niña sumamente habladora fue castigada por Dios a ser un ave, que sólo puede entonar siempre el mismo canto.
2) Leyendas históricas e histórico culturales. Se refieren a los orígenes de lugares - los lagos Mercedes y Musters de la provincia de Chubut, según la tradición oral, se originaron de una gran inundación resultado de una rogativa indígena por agua; o bienes culturales; como es el caso de la aparición de plantas de gran valor para la alimentación como el maíz, el algarrobo, el chañar, la mandioca-. También se relacionan con la prehistoria e historia local de los primeros tiempos -relatos que refieren a los antigales, lugares donde vivieron y fueron enterrados los antiguos- guerras y catástrofes , personalidades destacadas como Facundo Quiroga, Santos Vega, Juan Manuel de Rosas, Bairoleto, Vicente Peñaloza, Martina Chapanay y a infracciones a un orden. Se incluyen relatos sobre el nombre de lugares, ríos, colinas, ruinas, etc. como por ejemplo los referidos al origen del nombre de la ciudad de Salta, de un sitio denominado Paícuruz en Formosa, de fuentes de agua como Toroyaco en Santiago del Estero y el cerro Monje en Misiones.
3) Leyendas sobre seres y fuerzas sobrenaturales que refieren a lugares encantados como la laguna del Iberá en Corrientes, la aparición de fantasmas y espíritus de la naturaleza como Coquena -deidad protectora de la fauna silvestre- del área andina o Sachayoj -protector de los bosques- en el ámbito central de nuestro país, Iyara la madre del agua en el nordeste, o a seres metamorfoseados como el Lobisón -séptimo hijo varón consecutivo que se transforma los viernes de luna por la noche en perro negro- la Mulánima -mujer u hombre transformado en mula como castigo por sus relaciones incestuosas o sacrílegas- el Crespín mujer u hombre transformada/o en pájaro por no cumplir con el cuidado de su cónyuge o el Cacuy, también, hombre o mujer transformado en pájaro por mezquindad con su hermano o hermana. Asimismo, incluye relatos sobre personas, que poseen dones y fuerzas sobrenaturales, como es el caso de Pancho Sierra, La Madre María. Animales -como el Basilisco- y plantas míticos, y tesoros escondidos o ‘tapados’.
4) Leyendas religiosas tanto de santos cristianos locales como es el caso de San Francisco Solano, Santa Rita, San Santiago, la Virgen María en sus diversas advocaciones (Virgen de Andacollo, la del Rosario, de Punta Corral, de la Consolación, de Sumampa, del Pilar), el Señor de Sumalao, el Señor de Renca, como también de personajes santificados por devociones populares aunque no pertenecientes al santoral de la Iglesia Católica como por ejemplo: la Difunta Correa, Juana Figueroa y Pedrito Sangüeso.
Estas categorías han sido dominantes en el ordenamiento de las antologías sobre leyenda.
Un género de relatos que fuera subestimado por los investigadores y que puede asociarse con las leyendas, es la narrativa personal. Esta demanda creatividad y habilidad tanto en la composición como en la interpretación. La narrativa personal es una prosa relacionada con una experiencia personal. Es enunciada en primera persona, el narrador de la historia se identifica con el personaje principal del relato, y su contenido es no tradicional. En general, posee un único episodio que puede tratar acerca de experiencias personales ordinarias (chronicate) o sobrenaturales (memórate), manipulado para ser presentado en forma convincente. Esta experiencia, que se presenta en la forma de un relato, está filtrada a través de las convenciones personales y culturales del narrador, que sirven para generalizar acciones y acontecimientos. De este modo, la narrativa personal se torna en objeto de interpretación colectiva y ocasión para brindar la perspectiva personal de quien la relata. Además, son repetidas por el narrador en diferentes situaciones sociales, formando parte de su repertorio. La narración de una experiencia personal introduce un acto creativo en el mundo de la comunicación social oral tradicional. Los temas que aborda se relacionan con problemáticas culturales tales como situaciones embarazosas, integridad, temores, lealtad, patriotismo, generosidad, solidaridad, aleccionan sobre valores morales, a través de situaciones de injusticia, terror, experiencia en tiempos de guerra, problemas prácticos en el manejo de los propios asuntos, etc.
Propósito comunicativo de la leyenda.
Cuando las leyendas se comunican tienen distintos propósitos sociales, que varían de acuerdo a la situación social específica en que se narran y al contexto cultural que las enmarca. Dicho propósito puede ser ejemplificatorio y didáctico, como señala Theodor Benfey. El relato de la transformación del hombre o mujer en Almamula entre los santiagueños presenta a la relación incestuosa como una metáfora para advertir a quienes sobrestimen los lazos familiares desplegando un comportamiento antisocial, y ponen en peligro la permanencia de la tradición colectiva. En el estudio realizado por Ana M.Cousillas, Flora Losada y Alicia Martín sobre el relato El Estudiante de Magia se señala la peligrosidad del poder que deviene del conocimiento sistemático ajeno al del propio grupo. Aquel miembro del grupo que se separa a través del saber escrito es sancionado por una comunidad en la que prevalece el conocimiento empírico. También la leyenda actúa, según Reinhold Köhler, como un archivo del pasado prehistórico de un pueblo. Los relatos sobre los antigales refieren a cómo los antiguos, los indios vivieron antes del Diluvio y que como consecuencia de la inundación debieron refugiarse bajo la tierra enterrándose con sus pertenencias. En el noroeste de la Argentina, estas historias dan cuenta de las construcciones y cementerios prehispánicos existentes, asi como también, de la presencia de otros restos arqueológicos.
La narración de la leyenda puede ser un ámbito para reflexionar sobre diferentes problemáticas. El relato sobre Bairoleto pone en evidencia la transformación entre dos ordenes sociales diferentes, que afectaron a las provincias de La Pampa, Rio Negro, Mendoza y Oeste de Buenos Aires. Por un lado, una sociedad con lazos de reciprocidad y solidaridad, con predominio de circulación de bienes y servicios en función de necesidades, con poca comunicación hacia el exterior, donde las destrezas del jinete son valoradas positivamente, y el principio que rige a la justicia es la ley del talión. Por otro lado, una sociedad moderna con instituciones dedicadas a la administración de justicia, con mayor desarrollo tecnológico y predominio de las relaciones contractuales. El desenlace de la confrontación entre Bairoleto, representante de la sociedad tradicional, y las instituciones que encarnan el nuevo orden ejemplifica las consecuencias para quienes no se adaptan a los cambios de la sociedad.
Relatos como los del Tesoro Escondido, que en el plano argumental se refieren al hallazgo de riquezas por parte de un individuo, desde una perspectiva más profunda evidencian las aspiraciones sociales por la recuperación de la prosperidad y el prestigio del país. Los relatos, asimismo, pueden brindar, vía el humor, distensión frente a situaciones conflictivas. Es el caso de las narraciones que tienen como personaje central al Mbopipucu, en el área de influencia de la cultura guaraní. A través de este relato se atacan aquellos aspectos de la sociedad a los cuales la gente no se puede oponer abiertamente. El Mbopipucu, según explica Martha Blache (19), cuestiona instituciones que detentan el poder económico o el control político, a las que en la vida ordinaria el hombre no puede evadir sin recibir sanciones. La burla y la crítica plasmadas ofrecen una compensación a las tensiones percibidas por el grupo en el que circula el relato.
La leyenda no sólo comunica fenómenos extraordinarios o acontecimientos memorables de una cultura a través de los cuales se socializan los nuevos miembros sino que es un medio para describir y debatir asuntos que son considerados importantes o amenazantes. Expresa modos de pensar y experimentar los problemas de la existencia humana en el contexto de cada cultura específica. Como señala Paul Ricoeur la narrativa oral y en nuestro caso la leyenda refiere "a un mundo posible y a un modo posible de orientarse uno mismo en él"
La leyenda y los medios de comunicación masiva.
En el transcurso del devenir de una leyenda por el canal oral halla puntos de entrecruzamiento con los medios de comunicación masiva, ya sea que estos últimos se hagan eco de las historias orales, y se constituyan en un espacio más para comentar los relatos. O bien alimenten el conducto de la leyenda proveyendo temas. Historias sobre el robo de niños, enviados al extranjero, para extraerles órganos vitales circulan tanto por el canal oral como en los medios impresos y en la televisión. Patricia Gubitosi (20) menciona que, en los relatos sobre el robo de órganos se hacen referencias a programas de televisión (Notidiario) y a revistas (Flash). A su vez, en notas aparecidas en el diario Clarín se recogen desmentidas de funcionarios sobre presuntas denuncias de secuestros e incluso declaraciones de la policía acerca de que no descarta la hipótesis de que el móvil de los mismos sea el robo de órganos. Las autoridades al salir a tranquilizar a la población frente a la magnitud de la difusión de los relatos orales, contribuyen a la retroalimentación de estos últimos.
En Venado Tuerto, Domingo Matías Sayago (21) ha documentado como se entrelazan en relación con el personaje Viernes Scardulla, los relatos orales y las noticias presentadas por los medios de comunicación. En la tradición oral este personaje simpático y sumamente mentiroso que durante la década del 30 embaucaba a la gente haciéndose pasar por curandero, estafaba a apostadores de carreras disfrazando sus caballos con los colores y el número de algún corredor famoso ganador de carreras en el hipódromo de Rosario o declaraba que había desenterrado unos cofres en un campo de las cercanías de Venado Tuerto, que correspondían al tesoro del Virrey Sobremonte. Medios gráficos de la época, el diario "Crítica" y la revista "Caras y Caretas", informaban sobre el dudoso hallazgo de Scardulla. Esta referencia aparece en oportunidades más recientes en el periódico de V. Tuerto "El Alba", en un programa de TV "Siglo XX, Cambalache" y finalmente en la edición de un cassette con una canción "Viernes de las mentiras" compuesta por Enrique Llopis y Juan C. Muñiz, que alcanzó una amplia difusión por la radio. Por lo que, Sayago afirma que la historia de Viernes o Scardulla "viene atravesando triunfalmente más de medio siglo y parece haber recobrado aún más vitalidad" a través de los medios de comunicación masiva.
La combinación de la tradición oral con los medios de comunicación masiva ha llevado, incluso, a que se constituyan géneros novedosos. Uno de éstos, que Sylvia Grider denomina "narraforma", combina por un lado, la narrativa infantil tradicional, que provee las situaciones, y las formas para llevar a cabo una sesión de narración, y por otro, los contenidos que aportan las historietas impresas, películas de terror de los videos y la TV etc. Se produce una simbiosis entre las técnicas narrativas tradicionales y los contenidos acerca de lo sobrenatural, que presentan los medios de comunicación. La narraforma es una extensión de las imágenes producidas masivamente al creativo mundo de la narración de relatos. Dado que la mayoría de los niños comparten regularmente una gran cantidad de información sobre lo que se exhibe por la televisión todos pueden participar en el relato de las narraformas.
Organización de la antología
La misma intenta ilustrar diversos aspectos de la leyenda oral en términos de su composición, contextos de producción, la interrelación productiva con otros medios de comunicación, propósito comunicativo en un mundo social y tecnológicamente en cambio y la constitución de subjetividades colectivas en la interioridad del relato. Asimismo, ofrece una temática con gran potencialidad para tratar nociones teóricas que proceden de diversas disciplinas (lingüïstica, folklore, antropología, semiótica, sociolingüística etc.) y corresponden a contenidos curriculares de la educación escolar.
En la selección de los textos de la antología se han privilegiado aquellos que mantienen las características de su oralidad y que dan cuenta de la dinámica y la heterogeneidad del universo de la leyenda en nuestro país. Universo enriquecido en distintas localidades por las contribuciones de los movimientos de los migrantes internos y extranjeros ( residentes paraguayos, bolivianos, uruguayos y chilenos). Sería pertinente completar la antología con las leyendas pertenecientes a los grupos étnicos no nativos que se hallan asentados en nuestro país, pero excede en esta oportunidad las metas que nos propusimos.
Los relatos se han organizado, según las nociones teóricas relacionadas con la leyenda que interesan abordar indicando la provincia de donde procede. Asimismo, se ha respetado el nombre que le atribuye el narrador.
En cada relato se consigna la fuente tanto del recolector como del informante, así como también, el lugar y la fecha del registro. Se ha respetado el léxico, la sintaxis de los textos tal cual fueron asentados por quienes los registraron manteniendo de este modo su valor documental.
Se incluyen narradores masculinos y femeninos de distintas edades y nivel educativo.
En síntesis, el universo de la leyenda es tan complejo que se requieren numerosos abordajes, que esta presentación no agota. Los relatos orales expresan las creencias, conceptos, sentimientos y esperanzas predominantes en las comunidades que configuran nuestro país. Estos emplazan al hombre en un mundo delimitado temporal y espacialmente enmarcando no solo las relaciones de los hombres con la naturaleza y de los hombres entre sí sino la actuación de seres y fuerzas sobrenaturales. Las narrativas locales que reflejan conflictos culturales, tensiones, amenazas prevalecientes en la comunidad contienen elementos de valoraciones sociales.
Los contextos y la forma en que se considera apropiado, deseable o impropio llevar a cabo la interpretación de la narrativa, delimitan su uso y significación social por parte de la comunidad. Esto no excluye las variaciones situacionales y personales de la interpretación de la narrativa.
NOTAS
(1) y (2) Berta Koessler Ilg Tradiciones Araucanas pág.149
(3) Ruth Finnegan Tales of the City.A Study of Narrative and Urban Life Cambridge University Press, 1998 pág. 8 -13.
(4) En Donald Brain Personal Narrative and Experential Meaning Journal of American Folklore. 1996: 109 (431) pág.5
(5 )Gillian Bennett What’s modern about the modern urban legend Papers The 8th. Congress for the International Society for Folk Narrative Research Bergen June 12 th – 17 th.june 1984 T.1 págs. 65-70.
(6) M. Bajtin Estética en la creación verbal Cap. El problema de los géneros discursivos. pág. 248-295
(7) y (8) W. Benjamin Para una crítica de la violencia y otros ensayos Cap. El narrador pág. 115
(9) y (10) En Lauri Honko Replanteo sobre la teoría de los géneros Serie de Folklore pág 84-85.
(11) Jacob Grimm y Wilhelm Grimm Deutsche Sagen Berlin 1981 (1ª.edic.1816).
(12) Max Lüthi Aspects of the Marchen and the Legend Folklore Genre págs.17-33
(13) En Lauri Honko Métodos de investigación en narrativa folklórica: su status y futuro. Serie de Folklore 5 pág. 35
(14) Linda Degh y Andrew Vászonyi leyenda y Creencia. Serie de Folklore 2 pág 315
(15)Patricia Coto de Atilio Estructuras y estrategias argumentativas en la narrativa oral III Jornadas de Estudio de la Narrativa Folklórica pág.135 .
(16) Vibeke Bordahl Narrative voices in Yangzhou Storytelling Folklore in the Changing World ed. J.Handoo y R. Kvideland Mysore India Zooni Publications 1999 págs.271-298.
(17) Anna Leena Siikala Interpreting Oral Narrative FF Communications págs 133-169
(18) Patrick B.Mullen Teoría de la leyenda moderna y el rumor. Serie de Folklore 8 pág 39-58
(19) Martha Blache Estructura del miedo; narrativas folklóricas guaraníticas pág 168-170
(20) Patricia Gubitosi Aportes sociolingüísticos para el análisis de la leyenda: El rapto de niños para la extracción de órganos. Segundas Jornadas de Estudio de la Narrativa Folklórica ss/pag.
(21) Domingo M.Sayago Variantes en el proceso de comunicación en un relato local. Sus puntos de contacto con similares de la tradición oral. V.Tuerto Santa Fe 1994 mecanografiado.
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